Ahora no sé a quién le oí o leí hace poco que Sciascia hacía muy buenos planteamientos en sus novelas, pero que casi nunca llegaba a resolverlos satisfactoriamente. Vamos, que los finales se la traían floja porque lo suyo eran el arranque y la descripción de personajes y situaciones. Para mí lo más parecido a un sacrilegio. Puede que algunas de las razones por las que me entusiasman tanto las novelas negras de Sciascia, su trazo de personajes y situaciones poco más que impresionista, la fina ironía que subyace en todo momento en cada párrafo, esa mirada que parece ser desde fuera y que en realidad es todo lo contrario, y sobre todo la manera de demorar la trama en los detalles al mismo tiempo que parece prescindir de todo lo accesorio, contiguo, para arrastrarla hasta su desenlace, ese saber decir más de lo que dicen los personajes en sus diálogos, y todo ello casi siempre en novelas de poco más de cien páginas, sean precisamente defectos para otros, puede que para aquellos que sólo conciben la novela negra en forma de ladrillos de quinientas hojas en los que el autor da debida cuenta hasta del color de las bragas o del número de pelos de la nariz de los protas, autores que inflan sus novelas con literatura forense o enciclopédica para epatar al lector y poco más, que hacen naturalismo zoliano en negro a toda costa, novelas al peso. No lo sé. Como tampoco sé cómo puesto a releer a Sciascia, motivado por ese mismo comentario que decía al principio, y empezando por Il Giorno Della Civetta, me encuentro párrafos subrayados tiempo ha, yo que apenas soy de subrayar libros, y no sé a cuento de qué, por qué ese y no cualquier otro párrafo, cómo me dio por embadurnar esa hoja y no otra o mejor ninguna. Razón de sobra para no hacerlo.
"Aveva precedenti penali, sì: nel millenovecentoquaran...ecco: quaranta, tre novembre del quaranta... Viaggiaba in autobus, a quanto pare gli autobus erano la jettadura sua, e si parlava della guerra che avevamo attaccata in Grecia: uno dice "entro quindici giorni ce la succhiamo", voleva dire la Grecia; e Colasberna fece "e che è, un uovo?". Sull´autobus c´era un milite: lo denunciò... Come?... Scusate, voi mi avete chiesto se aveva precedenti penali, io con le carte in mano dico: li aveva... Va vene: non aveca precedenti penali... Fascista io? Ma io quando vedo il fscio gli scongiuri... Sì signore, agli ordini".
IL GIORNO DELLA CIVETTA - Leonardo Sciascia
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