Le tomo prestada la foto al amigo Jesús María Alegria Urtiaga. La inscripción aparece en uno de los muros de la Iglesia de Lanciego, Álava. Y claro, dice lo que dice, y la tentación de escribir una gracieta a cuenta, y a poco listillo o graciosín que sea uno, pues que no te la quita nadie, a mí por lo general no. Pero luego te pones a pensar y, a ver, a ver si nos vamos a pasar de listos. Porque no entiendo nada, no sé qué extraña costumbre podía existir en ese pueblo de la Rioja Alavesa consistente en lanzar críos desde la torre de la Iglesia a ver si se estampaban o no. Así a primeras suena a versión local del "Juicio de Dios": "si sale vivo es que el padre o la madre es inocente de a saber qué y porque esa es la voluntad del Altísimo, nunca de la pura suerte y para de contar". Pero ya digo que a saber, se precisa historiador o cronista local que aporte datos al respective, siquiera un antropólogo de guardia o en su defecto un descendiente del tal Ugarte que cuente lo de su pariente; "na, el bisabuelo, que era un cachondo ya de crío, que decía que podía volar como las palomas". En fin, qué país, qué especie la nuestra, no deja de sorprendernos.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
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