Vacaciones como pastor del Gorbea
Cuidar ovejas ayudado de perros pastores, amanecer en la cima de una montaña mientras el sol anuncia un nuevo día, una cena bajo las estrellas, practicar yoga junto a un arroyo o hacer un safari nocturno en plena naturaleza son los nuevos ganchos que ofrece desde hoy Euskadi a los turistas, ya sean de la propia comunidad o de cualquier lugar del mundo. Buenas excusas para dejar atrás el bullicio de las ciudades y el ritmo abrumador que impone la sociedad actual.
Pues sí, una nueva vuelta de tuerca en esta cosa del turismo rural, verde, ecológigo o como sea, yo también lo llamaría de bobos de solemnidad o simplemente de ciudad, pero bueno. Ya no basta con encerrarte una semana en un caserón de pueblo, con todas las incomodidades del mundo, olor a cucho por doquier y bichos otro tanto. No, ahora se trata de ir un poco más allá. Que el urbanita tontolaba que paga para hospedarse en una casa de mala muerte a tomar por saco en la montaña no sabe qué coño hacer todo el día tirado en el puto pueblo; pues se le pone a currar. Venga, a cuidar ovejas, sacarlas y meterlas en el redil, ordeñarlas, limpiar la mierda, si tiene suerte puede que hasta le pongan a hacer quesos. El caso es que se lo pase pipa haciendo lo que hacían no hace mucho sus antepasados, que quiere desintoxicarse del frenético ritmo de la ciudad, el ruido, los embotellamientos y demás mandangas.
Muy bien, y ya puestos a sacar tajada de la tontería ajena, por qué no vender paquetes para que se apunten a sacar patatas o a vendimiar. De ese modo los sufridos agricultores no sólo se ahorrarían el sueldo de los jornaleros, sino que además sacarían una buena tajada por permitir a estos urbanitas, deseosos de nuevas y gratificantes experiencias, doblar el espinazo de sol a sol, sudar la gota gorda bajo un sol de justicia mientras llenan cestos de patatas o vid, mientras cargan a hombro con ellos hasta los remolques, y luego si encima les meten en barracones a dormir como a los emigrantes o a los gitanos, mejor que mejor, toma experiencia de los huevos, el no va más del turismo ecológico, de aventura o simple y llanamente de bobería al por mayor. A ver si va a ser ese el remedio para los males del sector primario: la estupidez de los que se dedican al resto.
Y si cunde el ejemplo, ¿por qué no vacaciones trabajando en la Naval, la Mina o de profesor de secundaria en un instituto del extrarradio madrileño? Puestos a buscar nuevas experiencias…
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