lunes, 18 de julio de 2011
TXOTXONGILLOS EN EL MACHETE Y NOCHE EN EL GAZTETXE
Mi señora y el bebe de ambos nos dejaron ayer al mediodía. De modo que fue marcharse y empezar a aprovechar la semana, que estamos en julio, vísperas de fiestas aunque falten varias semanas, y huele a ganas de juerga, de chapuzón, en suma, de pasarlo bien.
De ese modo, y gracias a mi hermano y su parienta, pudimos llevar a Mr. a la representación de txotxongilos (títeres) en la Plaza de Machete, en lo viejo. La obra se llamaba Monster Shown y con decirle a crío que eran de monstruos ya se le puso el corazón a cien por hora. Poco le importó tampoco que fuera en euskera, que para el caso, entre lo que decían los txontxongilos y que el poco que le ha enseñado su padre en casa venía a ser lo mismo (otra cosa es que servidor estuviera todo el rato acojonado por si sacaban a escena a su crío y claro, menudo corte, que tendría que haberle dicho al comediante que haurrak ez daki euskaraz -el niño no sabe euskera- y acaso también ezta bertakoa -no es de aquí- casi a modo de excusa porque ya me veía a todo el mundo mirándome con caras de indignación -iba a decir de asco, pero es que esas casi siempre lo son por estos pagos…- ¡no le ha ensañado nuestra lengua milenaria a su retoño, no lo lleva a la ikastola, y encima tiene la vergüenza de traerlo a los actos en vascuence, ¡¡¡¿¿que no tiene bastante con los que se hacen en castellano o qué??!!!). Pero bueno, al final sacaron a una niña muy mona a la que hicieron escribir con tiza unas letras y que, cómo son ellas ya desde crías, casi le echa una bronca de cuidado al monstruo-títere por escribir la E al revés, que no se daba cuenta la marisabidilla que era una broma, y así hasta que crecen y…
Bueno, ya he dicho que era tocarle el pecho a Mr, y notarle el corazón revolucionado. Mirarlo también y encontrártelo boquiabierto porque la verdad es que los muñecos estaban bastante currados, unos monstruos muy simpáticos que en cierta manera me recordaban a mi pequeño ya acercándose a Oviedo en coche con su madre. Otra cosa es que a los críos de ahora cualquier cosa les vale, eso o que ahora con la imagen y cuatro mamarrachadas la les vale. Porque la obra en cuestión no tenía ni pie ni cabeza, no tenía guión alguno, era una sucesión de ocurrencias más o menos graciosas, de pedorretas incluso, recurso fácil e inmediata para arrancar risa a unos pobre infantes con el criterio de lo gracioso más que justo, y luego ya a pasar la factura al ayuntamiento.
¿Que qué quiero decir con esto? Pues eso mismo, que al rato servidor ya estaba mirando el reloj. Y como el reloj no tiene mucho que mirar, la verdad sea toda dicha, pues que enseguida me puse a mirar a mi alrededor, al personal congregado. Y claro, estás en tu ciudad y qué coño crees que vas a encontrar que no sean jetas conocidas. Y de entre ellas la de algún que otro fantasma del pasado, esos que apenas recuerdas de qué te suenan, en qué movidas conocí a éste, de quién era amigo ese que luego me lo presentó ese otro, que iba mucho por ahí o que te lo encontrabas siempre por allá. Vamos, caras que te cuesta asociarlas con algún momento de tu vida, jodido alcohol, pobrecitas esas neuronas. Y claro, como no acaba la cosa, los txontxogilos de los cojones siguen pegando berridos sin ton ni son y la actriz o payasa que los maneja está empeñada en dar sustos a unos niños que ya sólo se asustan si les dicen sus padres que la Nintendo se ha quedado sin pilas o que este año no nos podemos ir de vacaciones a Eurodisney. El caso es que los ven con críos a su vera, con su pareja que recuerdas de toda la vida, que aquí la peña es mucho de la primera para siempre, quita, quita, para que probar con otras, con lo que cuesta echarse la primera novia, no jodas. Los ves, y ya en concreto, ves a algún que otro que yo me sé, y no puedes evitar cagarte en su puta sombra. Cabrón, que eres un cabrón, no sólo no se le ha caído el pelo sino que encima el muy hijo de puta parece que te lo restriega porque sigue luciendo melena a lo he pasado la cuarentena pero sigo siendo alternativo que te cagas. Claro que no rejuvenece poco ni nada la envidia, el odio incluso.
Claro que para alternativos servidor y su señora el sábado a la noche. Tocaba cena de parejita a lo, ay qué pena que vamos a estar una semana separados, vamos, que había que celebrarlo. Así que volvimos al Erdizka en la Kutxi, que la primera vez que fuimos con unos amigos le encantó a T el menú fijo, sobre todo la macroensalada totum revolotum y los otros tres platos. Pero ya lo dice el tópico, segundas partes nunca fueron buenas, y si el revuelto de setas con foi se les había pasado, el entrecot de ella era una puta mierda, y no sólo porque la carne en general no le llega ni a la suela del zapato a la carne que comemos en Asturias. En cualquier caso, y esto sin que sirva de precedente, servidor salió de la cena verdaderamente perplejo consigo mismo: ¡dejé media botella de cosechero! Estaré madurando, vamos, que sé que como me pase con el bebercio la voy a tener fijo con mi señora a la menor barbaridad que suelte por esta boquita… Ahora bien, ya aviso que la botella de cosechero era la segunda, no jodamos.
En cualquier caso, como no habíamos tenido suficiente con subvencionar con nuestro dinero a la peña alegre y combativa del Erdizka, luego encima nos dio por acercarnos hasta el gaztetxe. Más que nada porque la idea era acudir después de cenar a cualquiera de los conciertos de jazz, blues o lo que fuera que había esa noche por todo lo viejo y el centro, y como lo primero que escuchamos fue la música que venía del gaztetxe pues hasta allí fuimos de cabeza. ¡Dios Santo! Hacía siglos que no entraba, supongo que desde que me he convertido en una persona decente, seria, aburrida, un puto padre o por el estilo. El caso es que a primera vista todo estaba igual. Como que no hizo falta preguntar por dónde caía la barra, el baño ni nada por el estilo. Y eso que cuando entrábamos solía ser a las tantas de la mañana, con las correspondientes birras encima y casi siempre a rebosar de peña y ruido, esto es, a empujones, pisando a todo cristo y con colas de semental negro para entrar al baño; no se mueve uno poco bien ni nada entre la mugre y las insurgencia de pacotilla o casi.
Luego ya el concierto para salir corriendo a la primera nota. No es que uno vaya de exquisito en esto de la música, es que aquello no era música ni de lejos –bueno, de lejos sí porque por eso fuimos-. Uno se hace viejo y ya ha escuchado lo suyo como para tragar con una puesta en escena que todo lo más suena a mira que pose tan guay tengo que no me hace falta saber tocar la guitarra ni cantar para subirme a un escenario con el único propósito de a ver si así por lo menos consigo follar un poco más porque menos es imposible. En todo caso, nada que reprochar, que de eso y no de otra cosa va montar un grupo con veinte y hasta treinta tacos. Lo único que ya puestos algún que otro acorde decente no estaría mal. Eso por no hablar del cantante, que no nos dimos cuenta que lo era hasta que se recuperó del ataque místico o epiléptico que parecía haberle dado mientras el resto del grupo destrozaban las cuerdas de sus guitarras eléctricas, y se puso a berrear como un poseso en un idioma que quería ser inglés y que en mi opinión se parecía más al que hablaban los orcos esos del Señor de los Pestillos.
Pero no se crea el personal que fue una noche loca ni nada por estilo. Apenas pasaban de las once y servidor y su pareja se replegaron a casa en cuanto trasegaron un cafetón con leche en una terraza, que no había ni fuerza, ni ganas, ni edad para una buena farra en condiciones. Qué cojones, como si esas cosas se hicieran en pareja, salir con la tuya es otra cosa, lo es a lo tranquilote; tranquilo Txema, no bebas más, deja la mitad de la segunda botella que además no te ve nadie conocido, y cuidado, muérdete la lengua antes de saltar esa burrada que te acaba de venir a la cabeza tras verle el escote a esa pava de la barra, eso para cuando estés con tus amigos, ay, ay, ay, que no voy a poder, que si no la suelto revientooooooo...
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