Pues aquí estoy de nuevo un mediodía más, las tres de la tarde y esperando a mi señora tras despachar la comida de los críos y preparar un pedazo de ensalada de tomate (¡ay, ay, cómo añoro los tomates de la huerta de mi padre o de cualquierotra huerta!) y preparándome para la segunda tanda de bonito a la plancha que he dejado toda la mañana macerando con salsa de soja, pequeño truco del almendruco que diría el maestro de los fogones y que tiene como objetivo hacer lo menos posible el bonito a la plancha para que quede bien tierno y jugoso por dentro, cosa de japoneses. En todo caso una jamada imposible más de verano, que mira que me gusta el bonito y lo difícil que es convencer a la peña, sobre todo a la de cierta edad como mi madre, de que hay que hacerlo prácticamente como una chuleta a la plancha, que esos trozos de bonito del marmitako o con tomate y pimenticos de tiras todo secos le quitan toda la gracia. Pero ya, ya, todavía recuerdo este verano mi viejo y un servidor haciéndose un marmitako, esperando al final de la cocción de las patatas para echar los trozos de bonito ya con el perolo retirado del fuego, y mi señora madre que entra en la cocina, mete la cuchara, juzga que a su entender están crudos, y venga, de vuelta al fuego; no la estrangulamos porque para qué, si luego seguro que resucita y nos hace algo parecido con la merluza en salsa verde. Pues eso, a ver si llega mi cariñín de una puta vez, que tampoco es que tenga nada interesante o trascendente que escribir y aún así, mira qué le he cogido ganas a esto del facebook para los tiempos muertos. Luego ya viene lo de discutir con la peña, no hay pocos equívocos ni nada. Como no estamos como las personas civilizadas junto a la barra de un bar o sentados en una terraza discutiendo frente a frente, pues eso, que a la menor salida de tono la gente se mosquea, se revira o vete a saber, que se siente mal, anda que no llevamos poco mal ni nada que la peña no piense como nosotros, que si no me comprenden, que si eres esto o lo otro. Pues qué se le va a hacer, joder, tampoco vas a caer bien a todos, ni ganas. Otra cosa es cuando te malinterpretan o te acaloras en exceso con alguien que estimas, pues claro que jode, el problema es que cuando pasa eso luego no hay forma de invitarle a un ciberpote a esa persona, que es como uno ha zanjado las discusiones toda la vida con sus colegas y también más de una bronca de tirarse los trastos a la cabeza o mentarse a la madre. Pues eso, lástima, ya lo decía, todo se andará en esto de las nuevas tecnologías. Porque, a ver, quién te dice a ti que en unos pocos años no inventan, como inventaron la mierda esa de Skype, que maldita las ganas que tiene uno de ver la jeta al prójimo estando incluso en gayumbos, un dispositivo en el ordenador con una especie de caño que suelta el pote en cuestión dándole al botón "Pagar un pote a fulanito. Elegir: zurito, chato, mosto o txintximiña", algo así como la fuente de vino que hay a la entrada de las Bodegas Iratxe en Ayegui, que cuando te lo cuentan parece el sueño de todo borracho y una vez allí ya no es para tanto, el vino sale calentorro de cojones, no hay quien lo beba, cómo que no se habrán dado cuenta ni nada. Pues eso, que nos hemos quedado con mal cuerpo porque hemos discutido, vaya por Dios, pues habrá que esperar a que los genios informáticos solucionen el problema, y entretanto, pues oye, si eso compra una botella de buen vino y congelas un cordero para cuando nos veamos en tu txoko o donde sea, qué coño.
miércoles, 21 de agosto de 2013
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