Y tras la deliciosa caminata desde Okina hasta Saseta que glosaba antes con texto y fotos, el comienzo de la pesadilla nada más acercarme a la barra de la tasca del pueblo. Un fantasma del pasado, y esto por partida doble, "creo que te conozco", le digo porque no me acuerdo del nombre y deseando con todas mis fuerzas que no fuera así. "¡Hostia Txema, cuánto tiempo!", sí, ya ves, como que estoy por decirle que si me fui a Asturias no lo fue tanto porque mi pareja es de allí como para estar lo más lejos posible de él. Pues nada, a ponerse al día, yo ya presumo chusquería por un tubo, vaya que sí. En fin, jarricas de cerveza para nosotros y txikito para él que de chiquito no tenía nada. Y bla, bla, bla, hasta que sí, que se está de cine ahí fuera en la terraza de bar de Saseta. Pues vamos a sacar unos chorizos a la sidra y unos huevos de jamón para los críos. Para, le digo a mi señora, que mi madre nos espera en casa. Que la llame para decirle que no vamos con cualquier escusa, no sabes tú dónde te estás metiendo, pienso, nos sabes la que se nos avecina. Y en efecto, dos botellas de cosechero de Yecora después, y porque la gente no cambia así le caiga un meteorito encima, el que es liante lo sigue siendo toda su vida: "que os llevo en mi coche de vuelta hasta Okina". Yo que no, joder, que hemos venido andando y así nos tenemos que marchar, ella que si los críos están reventados, que cómo puedo ser un padre tan desalmado. Ala pues, tú te lo has buscado, subimos al coche de ese de cuyo nombre no me acordaba o no quería hacerlo, y ya de paso metidos de lleno en la pesadilla. Porque qué cojones nos iba a llevar hasta donde había dicho así como así, sin liarla, digo. Primero a tomar un cacharro en la tasca de Argote, cae por su parte un vaso de tubo repleto de orujo verde hasta los bordes. Yo ya me veo venir todo en negro, que conozco el percal y sé que nada bueno puede suceder a partir de ese momento. Nos acerca hasta su casa en Aguillo, hay que saludar a la señora de la misma antes de emprender camino. Vamos a emprender nada, ya si eso os quedáis a cenar, que no joder, que he quedado a las ocho con mi primo en la Plaza Nueva, que no, y deja ya de sacar vino. Entre una cosa y otra las tantas, que no hay manera de irse, que no quiere el muy cabrón, gente a la que le dices que te tienes que ir sin demora y que te responde, "vale pues, yo voy preparando la barbacoa". Y ya no llego para lo de mi primo, tengo que llamarle para desquedar. "Pues os quedáis a cenar y ya si eso dormís aquí", por los cojones voy a dormir y toda mi familia en esta poc... en tu casa teniendo la de mis padres justo al otro lado del monte. Ya de cenar no nos libra nadie; pero tú me vas a llevar hasta Okina a recoger mi coche... Venga vamos. Otro pelotazo del señor al llegar a Vitoria, más relatos chuscos de la vida chusca del chusco que conducía, me cago en todo lo cagable, que no llegamos, que hay que subir el puerto. Pues un cuarto de hora después de comprar para la cena, a toda hostia hacia Okina con otro copazo de por medio. "¿Esto no está un poco lejos?"; cagondios, ya te lo había dicho, pero te has emperrado en llevarnos a tu casa, pues ahora te jodes. Sube el puerto a toda pastilla, en plan rally suicida. A mí ya me la suda todo, sólo quiero coger el coche y acercarlo hasta su casa en mitad del maldito condado de Trebiño al otro lado de la montaña. Por fin en mi coche, a bajar un puerto y subir otro la tira de kilómetros después para llegar a donde me espera mi pareja y mis hijos abandonados a su suerte porque la señora de la casa se ha dado el piro. "¡Mira a quién he llamado para que cenen con nosotros", me suelta el nota; pues nada, más peña recién salida del baúl de los recuerdos, ésta ya además con lo suyo a cuesta desde hace un buen rato, santo Dios que mal han acabado algunos, se ve que en esa urbanización se reúne lo más granado de Vitoria, por no hablar de mi pasado. Y yo que ya no sabía en qué cagarme para mis adentros. Y nada, así hasta las tantas, toma vino de Samaniego, "¿qué tal está esa costilla?", "¿te acuerdas Txema cuando me dijiste en el insti que como no estudiara iba a terminar cuidando vacas?", pues hija, ahí mismo las tienes en el monte, ya si eso ponte. Conversaciones de besugos, buñuelescas a más no poder, surrealismo en vena, Viridiana actualizada; uno me hablaba de perros o de su certificado de penales, otra de sus tetas o de yo qué sé, y el señor de la casa hasta me recitó uno de sus poemas y del que sólo recuerdo una verdad como un puño: "aunque eres fea como un demonio te quiero como si yo fuera uno de ellos", algo así. Joder, joder, que no nos vamos, que si os quedáis a dormir, que si sírvete más costilla, más vino. Y no sé cómo, mi mujer, en un momento de lucidez y/o descuido de nuestros secuestradores, que los críos se han dormido, "venga, los meto en el coche y salimos huyendo". Así que al rato rally en mitad de la noche por todo el Condado, que servidor de la tranca que llevaba ya no sabía Pues eso, habíamos salido a pasar la mañana de excursión andariega y llegamos a las tantas con servidor a reventar de cosechero y con la sensación de haber escapado de una pesadilla.
lunes, 5 de agosto de 2013
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