viernes, 9 de agosto de 2013

MALA GENTE QUE CAMINA


No dudo de que haya gente decente en el PP, tiene que haber alguno, incluso los habrá que lucharon por las llamadas libertades democráticas desde posiciones conservadoras, liberales, cristiano-demócratas, gente más o menos comprometida, ilustrada, que miraba más hacia fuera que hacia dentro, que compartía el mismo asco por lo que veía que el resto de la oposición al franquismo. Pero no nos engañemos, el núcleo de la derecha española es el que es, la que estuvo como una piña alrededor de un régimen dictatorial que se impuso al resto mediante una sublevación y un genocidio sobre sus enemigos, discutir que las cosas fueron como fueron no es un acto de ignorancia sino una toma de postura a favor del mismo. Y la mayoría no ha renegado de ese pasado, siempre se han opuesto a condenar el franquismo, incluso se han resistido todo lo que han podido a retirar los símbolos de ese régimen dictatorial (darse un garbeo por Oviedo mirando su callejero es uno de tantos ejemplos de cómo los que cortan el bacalao en la ciudad están orgullosos de su pasado inmediato con la complicidad de una mayoría social que dice no sentirse molesta con el mismo sino más bien con los cuatro gatos que lo denuncian, porque meten ruido, incordian, no dejan la fiesta en paz y ya se sabe a lo que van, los resentidos son ellos, así se lo han hecho ver los primeros, que no tienen pocos medios ni nada para hacerlo) a aceptar el derecho de los perdedores a honrar por su víctimas, las cuales ya se sabe, bien muertas están. Y encima no nos extrañamos, no descubrimos la pólvora porque sabemos que lo que tenemos es la herencia de un dictador sanguinario que murió en la cama y cuyos compinches y beneficiarios sólo hicieron de tripas corazón para adaptar siquiera aparentemente su sistema a los tiempos y a nuestro entorno europeo. Lo hicieron del modo más lampedusiano que pudieron; pero, sin condenar al dictador, su golpe y el resto de sus crímenes. Sólo toleraron la crítica hacia el mismo durante un tiempo, mientras no les tocaran los privilegios adquiridos tras décadas de saqueo. Y ahí están, la mayoría de ellos y sus descendientes son demócratas de toda la vida, como los fascistas de Fini o la nieta del Duce en Italia, gente que hasta reparte lecciones de democracia en algunos sitios, que sabe sacar unos réditos políticos increíbles de la estupidez asesina de otros fanáticos a cuenta de las víctimas de éstos mientras ellos se niegan a reconocer las del régimen de sus papas o de sus abuelos con la excusa de la interesada equidistancia, "todos mataron por igual", y que, para más inri, tanto denuncian en otros. Pero eso los de arriba que, poco más o menos, se han echado un barniz de demócratas como se echan la gomina a manos llenas. Luego ya está la morralla intelectual de esa España profunda donde el barniz se lo pasan por el forro de sus cojones ya que no les hace falta presumir de lustre alguno, en su ambiente no, ahí incluso les perjudicaría. Ahí, en esa España que tiene más de sociológica que de geográfica, viven los tipos como el imbécil del alcalde de Baralla y todos los que como él siguen ensalzando el franquismo con la complicidad de una población educada en el mismo y que no entiende de democracia o derechos humanos, sino sólo de alubias y esencias patrias, y que demuestra que de reconciliación nada de nada. Eso está muy bien para la comedieta de la Corte y las editoriales de la prensa adocenada que pontifican de lo que la mayoría de sus lectores más a la derecha no cree. La realidad es otra más cruda y sobre todo cutre, es la que pertenece a una España canalla, bruta, ignorante, carpetovetónica a más no poder, la que se orgullece de lo peor de sí misma y cuyos miembros más ilustres se camuflan en sus poltronas para seguir honrando la memoria de la infamia en prejuicio de la de los otros, la de sus víctimas. 

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