viernes, 25 de octubre de 2013

TONTAS Y SUMISAS


Pensaba que era cosa de mi señora cuando me contaba que se ha puesto de moda entre las chavalas lo de ir de sumisas y recatadas, tan retro en la indumentaria como en la chaveta, vamos, hacerse las bobas delante de los maromos para resultar más interesantes o así. Pensaba que me lo decía en broma, en plan. "ya sabes, si no te gusto como soy, coge una de esas de quince..." Pues no, oye, que me entero que sí, que en efecto, que hay una moda entre las jóvenes, a saber si procedente o relacionada con las famosas lolitas japonesas, esto es, las jóvenes que se visten de tales para atraer al varón mediante el reclamo de la niña ingenua dispuesta a cumplir con todo lo que tú me mandes, campeón, y que consiste en eso mismo, en ir por la vida en plan recatadas, ingenuas, dóciles, frágiles, tonticas. No me lo creo, pero sí, mis indagaciones googleleras me demuestran que es cierto, que se ha impuesto entre algunas crías lo de volverse idiota a conciencia como seña de identidad, que ya no sólo les vale con una estética de putón verbenero años ochenta, vamos, ir a lo Madona primera época, sino que encima la actitud vital con la que la acompañan es toda una patada en la dignidad de las mujeres, esa que tanto tiempo y esfuerzo les ha costado reivindicar e imponer frente al macho dominante y esencialmente mastuerzo. De modo que otro paso atrás, el enésimo en este flashback socio-cultural a un pasado de padres de familia que llegan a casa en búsqueda del reposo del guerrero, señores que regañan a sus mujeres en público por no ir vestidas adecuadamente, por hablar más de la cuenta a su juicio, y, en general, mujeres, o más bien adolescentes según las estadísticas y estudios, que justifican el maltrato psicológico de sus novios porque así les gusta que sean, machos alfa sobre todas las cosas. Y es precisamente a eso que le estoy dando vueltas a la cabeza mientras vigilo al enano en el parque de enfrente de mi casa, reconcomiéndome por dentro por cómo parece haberse ido al garete todo aquello que habíamos defendido frente a nuestros mayores, cuando, de repente, oigo a un par de crías desde una de las torres de los columpios que le dicen a un chaval que les dobla en edad y les bloquea el paso en el puente con cuerdas: "o nos dejas pasar o te damos una patada en las pelotas para que te apartes."

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