Es una pejiguera, claro que sí, como si no hubiera cosas más importantes en las que fijarse, que facebookear. Pero, joder, esto de la contumacia en el error, por muy insustancial que sea la cosa, llama la atención, creo que algo dice del paisaje vital por el que transitamos... como un valle de lágrimas para el espíritu y tal, que me embalo... Leo el artículo de Babelia de Boyero sobre Coetzee, que a mí me encanta el primero, y no tanto a pesar de sus excesos sino precisamente por ellos, como me maravilla el segundo por lo obvio. Y leo que dice que "leí Desgracia y me impresionó su amargura". Vale, seguro que lo leyó con el título en cuestión, que lo que voy a decir suena a listillo de mil pares de... Pero es que si ese titulo traducido fue en su momento un error mayúsculo, inexplicable, de estudiante de academia de inglés que se lía con los "falsos amigos", de pasar del diccionario como de la mierda, por qué no emendar siquiera el error con una traducción correcta; el Disgrace de Coetzee no se puede traducir por desgracia porque "disgrace" en inglés significa "deshonra, escándalo", desgracia sería "misfortune", "tragedy", "adversity" y alguna más. Y claro, llegados a este punto, ahí está el soplapollas listillo, servidor. Pues sí, pero es que esto me toca por varios lados, ni entiendo la contumacia en el error, ni siquiera la contingencia del mismo en su momento con película incluida, de no ser debido a un olímpico desprecio a estas cosa tan, pero tan, de estos pagos por todo lo que tenga que ver con la cultura, esto es, un racial "¡vaaaaa, qué cojoooones, si eso no le...!", ni, sobre todo, la indiferencia de la editorial en las demás ediciones teniendo en cuenta que éste es precisamente uno de esos títulos que condicionan la lectura de la novela, que predisponen al lector ante lo que se va a encontrar en el texto. Y en efecto, siquiera porque recuerdo esta lectura como una de las más apasionantes que haya hecho nunca, probablemente la que hace grande a Coetzee más allá de Nobel alguno, no es lo mismo, no, "desgracia", que "vergüenza", de hecho lo cambia todo.
Pero bueno, ya digo, pejigueras que no le importan a nadie, sólo así se entiende también esa anécdota que escuchaba hace poco sobre la película "The Moon is blue" de Otto Primenger, traducida en España con el absurdo título de "La luna es azul", cuando todo quisque con dos lecciones de británico sabe que en este caso hace referencia a la acepción de triste, esto es, "La luna está triste", hasta el punto de que en los diálogos traducidos al castellano la prota enamorada le decía a su maromo: "¿no te parece que la luna está azul?", a lo que él, de haber tenido alguna lógica la cosa, debería haberle contestado: "no cariño, lo que pasa es que estás daltónica perdida.
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