jueves, 11 de septiembre de 2014

EN LA MUERTE DEL CRASO ESPAÑOL



Anoche, viendo un episodio de la serie The Bridge, un asesino profesional encargado de darle materile a la prota, Diana Kruger -unos kilitos de más y mira que la rubia ya...- hacía una bonita apología de su oficio. Porque sí, oye, nada como un profesional orgulloso de serlo, qué menos, ya lo decían los mayores: "tú dedícate a lo que quieras, pero procura ser el mejor en lo tuyo." Ahora bien, por muy orgulloso que estuviera el asesino en cuestión de su oficio puedo estar seguro de que a éste la posteridad, así como el qué dirán en general e incluso lo que sus padres y otros allegados piensen de su trabajo, vamos, como que se la suda, siquiera porque no le queda otra.

Pues en eso pensaba cuando esta tarde en el parque cuando oía por la radio babosear a los contertulios de rigor a cuenta de las obras son amores de cierto personaje de relumbrón fallecido hoy mismo. Daba ganas de arrancarse los auriculares de cuajo y tirarlos lo más lejos posible, en especial cuando una "tolosá" profesional, añeja musa de la progresía catalana, defensora de todo tipo de causas para dar el cante y salir en portada, afirmaba sin rubor alguno que el finado en cuestión hacía, tócate los cojones o lo que tengas a mano, "poesía de las finanzas". Que sí, que bien, que estamos curados de espanto desde hace tiempo y ya sabemos que es de bien nacidos estar agradecidos a quien te da de comer, que nunca hay que morder la mano del amo ni muerto, sobre todo porque otros ocuparán su cargo y tú querrás seguir cobrando por estar en antena, y no ya en la de un medio en concreto, sino en la de prácticamente todos los medios que cuentan en mayor o medida con capital de esta o de cualquier otra entidad financiera para lo de meter en vereda a quienes puedan hablar mal de ellos, contar cosicas feas que espanten a la clientela, descubrir cadáveres en el armario y en general lo que vendría a ser la labor periodística de no haberse convertido esta en otra cosa, "entertainment" y para de contar. 

Porque, joder, joder, un poquitín de dignidad siquiera, que es a la conclusión que llegas cuando escuchas a otro voceras del medio de turno glosar la hagiografía de rigor con anécdotas del tipo: "cuando viajaba en avión no se le caía los anillos en compartir una lata de sardinas llegado el caso..." Siquiera, digo yo, por una mera cuestión de estética, si total vas a cobrar lo mismo a final del mes, no te emociones que seguro que no dan puntos por lo de las sardinas, que un poco de contención incluso queda mejor, te hace mejor persona, que la audiencia no es tan tonta, oligofrénica, como parece que os gustaría creer que es para poder suministrar así sin rubor alguno la mierda a la que nos acostumbráis. Porque por mucho entusiasmo que le pongan no cuela, imposible hacer pasar al difunto por Jesús de Nazaret o por un estilo: ""es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos". Qué se le va a hacer, así de resentida, envidiosa y mala es la peña, incapaz de apreciar el bien, incalculable -el adjetivo apenas se desprende de los labios de los hagiógrafos en nómina- hecho por el profesional del préstamo a pesar de lo imprescindible de su oficio para que la economía rule y tal, que de oírles y leerles a algunos de deduciría que los hay que se dedican a las finanzas movidos por una verdadera vocación filantrópica.

Claro que siempre queda lo de "no es el momento, ni el lugar..." para afear a los envidiosos y resentidos como un servidor, aunque también la pintan calva para traer a colación la cita de Voltaire que dice: “a los vivos se les debe respeto, a los muertos tan sólo la verdad.” En cualquier caso, y siguiendo con las frases hechas, "el muerto al hoyo, y el vivo al bollo". Sí, pero que no pretendan que levantemos monumentos a Ebenezer Scrooge, ¿existe alguno de este tipo en alguna parte del globo terráqueo? Además no tiene sentido tanto esfuerzo por muy agradecido o convencido que se esté de la excelencia del muerto, no va a ninguna parte, es una posteridad de un cuarto de hora, de un par de días lo sumo. La posteridad está para otros, si nos remontamos a los clásicos para Homero, Ulises, Sócrates, Platón, Aristóteles, Alejandro, Julio Cesar, Cicerón, Augusto, Virgilio, Séneca...; pero no, va a ser que no, las líneas que ocupan un Pasión de Atenas o el romano Craso en la Historia de la Humanidad son cuatro y no siempre precisamente para ensalzar sus figuras. Repito, se siente, las cosas como son, con el pecado va la penitencia, todo lo demás servilismo.

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