En Mondoñedo visitando la catedral, sede de la diócesis mindonense, heredera directa de aquel otro cuasi mítico de Britonia, territorio prácticamente independiente dentro del reino suevo de Galicia por ser el lugar donde se establecieron parte de los britones que huyendo de las invasiones anglosajonas arribaron al continente dando origen a la actual Bretaña y a esta otra más pequeña de Bretoña y de cuya impronta "artúrica", se habla de una recelticización de la zona, dejó debida cuenta el escritor Alvaro Cunqueiro, el mismo cuya estatua de bronce parece guardar la silueta de la catedral y todo lo que ocurre a su alrededor desde su atalaya sobre la plaza.
Dentro de la catedral atrae mi atención las pinturas góticas de la nave central situadas bajo los órganos. Una de ellas, la que ilustra esta entrada, parece ser que pertenece a la escena de la Degollación de los Inocentes. No obstante, y a diferencia de la que la precede y en la que todos, asesinos y víctimas, visten como cristianos y son de tez blanca, resulta curioso que en ésta, en cambio, los asesinos estén ataviados como caballeros cristianos medievales de tez blanca y las víctimas, mujeres y niños, lleven indumentaria claramente musulmana, a saber si andalusí, por lo que la escena bien podría pertenecer a una masacre cualquiera de las llevadas a cabo en la Península durante el tiempo de la Reconquista, si no lo es de las Cruzadas en exclusiva. Vamos, como si aprovechando la excusa del tema bíblico el autor o sus patrocinadores, el obispo y compañía, hubieran querido, tanto satisfacer el morbo de la parroquia como ilustrarles acerca de la política de la Iglesia contra el infiel, escenificando una escena contemporánea. Una escena de las que se dicen "edificantes", "mira lo que hacen los nuestros a la morisma, mira y di que es bíblica, sí, sí, pero tú ya sabes..." Y claro, con esta idea rondándome en la cabeza cómo no traer a colación los vídeos que cuelgan los fanáticos asesinos del ISIS con sus decapitaciones y asesinatos en masa. ¿Más de lo mismo? Pues sí, siquiera ya sólo porque entre la pintura gótica en la que aparecen los cuerpos sin cabeza de varios niños y el vídeo con la decapitación de los periodistas americanos asesinados por los islamistas del ISIS apenas hay diferencia alguna, más bien una cadena invisible que los une a través de los siglos y que da la debida cuenta de lo poco o nada que se ha evolucionado humanamente en algunos puntos del globo, y no digamos ya en la cabeza y el corazón de millones de individuos. Humanamente digo, que técnicamente claro que no hay comparación, no hay color, sobre todo entre el de las pinturas góticas, su difusión tirando a para los de la parroquia de Mondoñedo, y los vídeos que los dementes de Alá cuelgan en la Red de redes. Así pues, y aprovechando la ocasión, dedico esta entrada a todos los fanáticos de las tecnología.
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