Ayer a la noche viendo la serie The Bridge llego a la siguiente conclusión: cuán injustos somos a este lado del charco con la idea que tenemos de la sanidad estadounidense, pública o privada, pues basta comprobar, en ésta y otras series y películas norteamericanas, cómo tipos que han recibido palizas monumentales, sufrido aparatosísimos accidentes de coche e incluso que han sido acribillados a balazos, no tardan ni dos días en salir del hospital por su propio pie, y esto sin importar la edad, el peso ni nada por el estilo, la mayoría de las veces renqueando, con vendas, cabestrillos e incluso con la bolsa del suero colgando del hombro. Eso y que al minuto uno se ponen a perseguir delincuentes, ya sea corriendo como descosidos, al volante como fitipaldis, saltando edificios de una azotea a otra, y siempre, siempre, para acabar a mamporrazos o a tiros con todo cristo. Qué diferencia por lo tanto con uno mismo, que un día al agacharte haces un mal movimiento con la cadera y ya te tiras toda la semana hecho una piltrafa, que no puedes dar dos pasos sin ver las estrellas.
sábado, 27 de septiembre de 2014
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