Oye, qué curioso que mucha de esa gente, pero mucha, que te afea por criticar la catarata de elogios y devociones de última hora al Craso español recientemente fallecido, esto es, el baboseo mediático, institucional y acrítico de la figura del banquero Botín, que si un cerebro en lo suyo, un patriota que puso el nombre de España en lo más alto, un filántropo vocacional, el coleguita de Fernando Alonso y otros lugares comunes en los que no consta, o apenas lo hace, sus problemas con la justicia por ciertos apaños financieros al margen de la ley, el asunto de las preferentes y sobre todo sus tejemanejes con el ejecutivo de turno para salir indemne de estos -crítica sí, que no es lo mismo que alegrarse o celebrar la muerte de nadie-, sea luego la misma que nunca dice nada cuando hay un suicidio de alguien al que los bancos lo han dejado en la calle sin nada, al fin y al cabo casi que se lo habían buscado ellos por malos ahorradores, perdedores, eso o que apenas abría la boca para comentar los cientos de muertos ocasionados por las bombas israelís si no era para decir que la culpa era de los otros que los ponían de escudos humanos. ¿Demagogia? Pues, tanto o menos que la de otros. Pero sí, también la evidencia de que la sensibilidad va por barrios y que algunos apenas frecuentan otros que no sean los de alto standing o así.
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