O sea que Europa está llena de gobiernos de coalición entre partidos incluso en las antípodas ideológicas, Alemania, Austria, que hay países como Bélgica, Dinamarca, en que viene siendo lo habitual desde hace décadas, y en España no, no han sido capaces. Será cosa de la carpetovetónica ineptitud para entenderse de los españoles, otra rémora más que añadir al zurrón de nuestra leyenda negra tras siglos de absolutismo y/o autoritarismo. Al fin de cuentas el país con más golpes de estado y asonadas en su haber de su entorno. El país en el que se derogaba la constitución anterior y se aprobaba una nueva cada vez que una facción se hacía con el poder. El país de los Cien Mil Hijos de San Luis, de las carlistadas o la Guerra Civil para volver a lo anterior por las bravas, por encima de la otra mitad de sus compatriotas. El país que ha sido incapaz de concebirse a lo largo de toda su Historia en la diversidad de credos, lenguas y culturas, el que expulsaba a sus minorías y quemaba a sus herejes, el país del conmigo o contra mí. Y ni siquiera es verdad todo lo anterior, porque cuando toca formar coaliciones en autonomías, diputaciones y ayuntamientos, entonces la losa esa del pasado no da más que para las batallitas del abuelo y para de contar. En efecto, no hay problemas para gobernar en coalición entre el PSOE y Podemos en Valencia o Aragón, para que Ciudadanos apoye al PSOE en Andalucia o al PP en Madrid, para sostener las candidaturas de la Colau o Carmena en sus respectivas ciudades. Pero para gobernar España todo es distinto.
El PP gana las elecciones en minoría frente a una oposición cuyo objetivo principal antes de las elecciones era desalojarlo con el propósito de poder así corregir sus políticas. Pero, no hay manera de que se pongan de acuerdo en un programa de mínimos, de que renuncien a sus maximalismos, de que acepten la idea de que los votos recibidos les obligan a intentarlo a toda costa, esto es, renunciando a lo que tengan que renunciar por mor de un bien mayor. Por un lado Ciudadanos que cada vez está más claro que ha nacido como la marca blanca de la derecha española para recoger los votos de los indignados con la corrupción generalizada en el PP y ese otro vergonzante de los que decían no poder votar a un partido tan confesional y posfranquista; pero, que más allá de los prejuicios casi que exclusivamente estéticos, son de derechas en todo lo demás. Y luego un PSOE con un candidato que apunta las maneras de un Obama en rebajas, mientras el resto de gerifaltes socialistas y otros paniaguados del poder económico con mayúsculas de Ibex, le apuntan a él con una escopeta por si se toma muy en serio lo de regenerar un partido que no ha sido otra cosa que la segunda pata de este nuevo bipartidismo de la II Restauración Borbónica. Y para finalizar los chicos de Podemos como expresión genuina del descontento que buena parte de la sociedad española exterioriza durante el famoso 15M, al calor del cual han surgido como de la nada y al que deben un número de votos que jamás obtuvo antes una opción política a la izquierda del PSOE. Podemos que parece hipotecado por la bisoñez de sus dirigentes y la indefinición ideológica de su proyecto. Podemos con Pablo Iglesias como líder supremo que empieza a suscitar todo tipo de recelos acerca de su capacidad de liderazgo y sobre todo de diálogo. Un líder que, una vez superado su primer momento como canalizador mediático del descontento, parece que no tiene mucho más que ofrecer que no sean ocurrencias de todo tipo y meteduras de pata a cuenta de un ego fuera de lugar y sobre todo de época.
Urgía darle un cambio de rumbo a cuatro años de mayoría absoluta del PP, tomar medidas de excepción para rescatar a aquellas capas menos favorecidas de la sociedad que el PP ha dejado completamente a la intemperie, acabar con leyes como la de Educación o la Ley Mordaza con las que la derecha española demuestra su verdadero concepto autoritario y esencialmente nacionalcatólico de lo que para ellos debe ser España. Pero no, ellos a sus Juegos de Tronos, a apostar por un "sorpasok" que a la postre pude acabar en una auténtica ruleta rusa. ¿Y qué pueden ofrecer ahora a la ciudadanía? Nada nuevo, nada que no pase por intentar acaparar unos pocos más escaños para volver a echar pulsos al contrario, que no negociar. En resumen, una verdadera jodienda en toda la extensión del término.
Y entretanto ahí está Mariano Rajoy, un tipo cuya biografía es lo más parecida a la del personaje de Peter Sellers en Bienvenido Mr Change. Rajoy. Un tipo sin carisma o cualquier otra cualidad humana reconocible, así como tampoco un bagaje intelectual o político de verdadero fuste, un tipo que presume de leer sólo el MARCA, que hace de la mediocridad a todos los niveles su mayor activo, y que a pesar de todo esto llega a lo más alto sin más méritos que haber estado donde había que estar y además en el momento preciso. Rajoy, un tipo que ha convertido el no hacer nada, o dejar que las cosas se arreglen por sí solas, o no, en materia de estudio para las facultades de Ciencias Políticas. Ahora, ya podrán estudiar todo lo que quieran acerca de la filosofía política de Rajoy, que al final mucho me temo que no les quedará otra que establecer que todo se debe a la potra extraordinaria con la que parece haber llegado al mundo este personaje. Una potra gracias a la cual Rajoy no sólo ha llegado a lo más alto en política, sino que además, y tras haber protagonizado la legislatura más tormentosa y regresiva de toda la historia de la II Restauración Borbónica, sino que además es más que probable que vuelva a ganar las elecciones y con más votos. Y todo por culpa de la incapacidad innata de sus adversarios para sustituirlo a pesar de superarle en votos y escaños. Y también, también, gracias a la tan perversa como bochornosa complicidad de millones de españoles, los españoles de orden que según Rajoy se quedan en casa a verlas venir, que no levantan la voz, no salen a la calle para hacerlo, y para los que la corrupción generalizada, las políticas regresivas de todo tipo y la saña contra las capas menos favorecidas de la sociedad son pecata minuta al lado del miedo a lo desconocido, a lo nuevo; "santa Rita, Rita Rita, que me quede jodido, pero me quede como estoy... " De modo que si vuelve a salir Rajoy de presidente ya no nos va a quedar otra que aceptar definitivamente que es lo que nos merecemos, que tan digno es él de nosotros como nosotros de él.
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