miércoles, 10 de noviembre de 2010
ENTRE LA ARENA Y LA BABA. II PARTE: LA BABA
Y mientras me empapaba en la cafetería de marras de la reacciones y opiniones sobre lo ocurrido en el Sahara Occidental, echando mano tanto del periódico de la izquierda alternativa (alternativa a esa otra oficiosa y pacata de PRISA) como de ese otro diario que empezó como revulsivo de la tiranía pijopogre informa-opinativa de EL PAIS en sus momentos de mayor connivencia-equidistancia-condescendencia a lo Barrionuevo+Vera/Amedo+Dominguez=X, la cual reinvindicaba la libertad y la pluralidad de opiniones como señas de identidad, que acogió en sus columnas desde un Jimenez Losantos a un fallecido Javier Ortiz, y que hoy en día ha dado en el periódico que se conoce, conspiraciones improbables aparte, sobre todo porque escribe un tal Sostres, el cual, haciendo justicia a su estilo podríamos denominar de soplapollas acomplejado abonado a la demagogia clasista meramente epatante y para de contar, pues que no he podido evitar pegar la oreja a lo que decía la parejita a mi vera.
O más bien a lo que le decía ella, una joven estudiante rubia norteamericana de cara aniñada y cuerpo en pleno apogeo curvilíneo postadolescente, dosis ingentes de candidez anglosajena y posilidades libidinosas con solo echarle un par de miradas por delante y por detrás, con su castellano más que dubitativo pero por ello no menos verborreico, vamos, que todo lo hablaba ella a la vez que parecía que masticaba las palabras con su acento tipo chettos de maiz, al treintamuchos calvito pero con pintas de profesor universitario enrrollado, asociado más bien, chupa de cuero marrón, camisa cuello Mao, vaqueros y pendiente en la oreja para no te confundas, tía, lo mismo te pongo un sobresaliente que te acompaño a una manifa o te lo como todo. Se notaba, coño que si se notaba, que el hombre no estaba ahí precisamente porque no tuviera un rincón en la facultad para atender en sus horas de tutoría, sino más bien por lo de anda, guapa, no me trates de usted, vente a tomar un café conmigo que esto del despacho queda como muy frío, así me cuentas cosas de tí, de tu pais si te apetece, que yo creo que es muy importante superar ciertas barreras que hay entre el profesor y el alumno y que más que nada dificultan el mutuo conocimiento y por ende el buen desarrollo de las clases, Erasmus forever... Y vaya si se debian estar conociendo, al menos ella parecía que no se estaba dejando nada en el tintero. La primera vez que enchufé la oreja había empezado por su pueblo de, pongamos, Massachusetts, al rato ya iba por el baile de graduación de fin de curso en el instituto y, justo cuando estaba dudando si pasarle el servilletero al profe chupigüay para que se secara un poco las babas, que ya me estaba dando grima el tío, que se le notaba que ni se lo creía, vaya pivón me voy a llevar a la cama, ésta sí, ésta no se me escapa, media hora más poniendo cara de que me interesa su rollo y en cuanto se descuide voy y le propongo que me cuente el final en el piso. Pues eso, que casi cuando el pobre hombre estaba empezando a deshidratarse de tanto expulsar baba, a saber también lo que estaría garabateando en la agenda, tó profesional, que recién acababa de sacar para anotar no sé qué fechas ni para qué -yo ya puesto al tema habría hecho un calendario con el número de polvos para cada día de la semana-, pues que va la anglopava y le empieza a hablar de su fe mormona, de lo importante que son para ella los valores y lo poco que se respeta en su país a los que como ella creen en la castidad como un ejemplo de virtud, de carácter y demás bobadas. Había que haberle visto al pavo cómo cambiada de rictus, de la felicidad más obscena reflejada en el brillo de sus ojos y cierta lubrificación en las comisuras de sus labios a un más que notorio gesto de fastidio, qué hostias hago yo aquí, si es que soy bobo, no espabilo ni para atrás, supongo que tanto por el rollo a medio camino entre la catequesis y estas dos no van a ser para ti ni por el forro, como por el tiempo perdido; si es que deberían ir de uniforme como los otros o al menos ponerse una chapa indentificatoria.
Pues eso que de entre la arena y la baba lo más patético del día.
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