miércoles, 17 de noviembre de 2010
TRASH & FRAUDSTERS
Esperando a que se pusiera verde el semáforo, de repente me fijo en un gentío que sale y entra de una tienda tipo hipermercado, esto es, tamaño descomunal, letrero ostentoso, con puertas automáticas y toda la hostia. En seguida reparo en que la mayoría son latinos de diferentes tonalidades entre el África tropical y la Pachamama, mozalbetes oriundos del otro lado del Estrecho y mucha jeta y la inconfudible indumentaria tipo portero de discoteca albanokosovar, o de por ahí, amén de alguna que otra cicatriz en su bola rapada. Me digo si estaré frente a un maxilocutorio o algo así. No puede ser, no se oye la bachata a todo volumen ni se ven en el escaparate fotos con el rostro inmenso de Mohamed VI, alías el Sahara Occidental es mío por los cojones de papa Hassan y los huevazos del gobierno español, y en Marruecos sacar a un tío de un autobús y pasarle el coche por encima dos veces lo llamamos accidente... La fachada del edicicio es de un blanco impoluto y el cartel que cuelga den mismo tiene todas sus letras en su sitio, por lo que acaricio la idea de que se trate de una sucursal del INEM o por el estilo. Tampoco, aparte de la fauna foránea también me percato de que no paran de entrar y salir abueletes en edad ya no solo de contar batallitas sino también, o sobre todo, de supervisar obras públicas, cuidar los hijos de otros o rastrear las ofertas de los supermercados. Pues que tampoco se trata de una ETT de esas que viven de gestionar el sudor y la desesperación ajena, sino un negocio que se llama CASH & CONVERTERS y que una vez indagado de qué va la cosa, resulta que viene a ser la versión moderna de las casas de empeño de toda la vida y similares. La publicidad correspondiente dice que compran artículos de segunda mano para venderlos luego a terceros. La realidad, que es la que suele aparecer en las denuncias que circulan por la red, revela que lo que realmente hacen es aprovecharse de la necesidad de dinero en efectivo de la gente para comprarles sus artículos a precios ridículos que luego revenden tres o cuatro veces más caros a los ilusos de turno.
Lo llamarán como quieran, Cash & Converters, Crash & Comanders o Trash & Fraudsters, pero no deja de ser la versión actualizada de las casas de empeño de tanta novela y película de posguerra, aquellos establecimientos, por lo general sórdidos, en los que se traficaba con la necesidad ajena, la desgracia coyuntural o los imprevistos de última hora del ciudadano corriente. Exactamente lo mismo que ocurre en esta época de crisis cuando los que, una vez más, de verdad están pagando el pato, y que no son precisamente los que las provocan por pura codicia especulativa -muchos de estos otros incluso se han subido el sueldo gracias a las famosas inyecciones del gobierno...-, no son otros sino los que las padecen, los de siempre; recordarlo a estas alturas ya parece que te convierte, si no en un rojo subversivo o por el estilo, que eso ya como que hasta les provoca ternura a los socio-bienpensantes de siempre, sí al menos en un pelma de cuidado.
De ese modo, no me extraña la gran concurrencia -en la que, por supuesto, dejando a un lado la nota de color, había todo tipo de gente, si bien destacaba el emigrante por ser quien parte casi siempre de una situación menos favorecida- que había a las puertas del local de marras en esta España de los 4.000.000 de parados, y ya más en concreto, en esta Asturias, con un millón de habitantes censados, donde hay oficialmente 140.000 personas -el 14 por ciento de la población- que viven por debajo del umbral de la pobreza, una categoría en la que entran quienes sobreviven con una renta anual inferior a 6.278 euros, ingresos en los que la estadística gubernamental fija el listón. Y aún así, todavía hay que consolarse porque Asturias se encuentra debajo de la media nacional, del 20 por ciento de pobres, si bien por encima de comunidades cercanas, como el País Vasco donde los pobres relativos son sólo el 8 por ciento.
Pues en eso estamos, de vuelta a la España de una comida al día y las casas de empeños, a ver cuáles son las verdaderas prioridades de nuestros gobernantes, o políticos en general, entre tanta alharaca partidista y demagogia populista, o ya directamente popular, a lo la culpa siempre la tiene el que está por debajo de nosotros, y si es de fuera y de color mucho más, y no ese ejecutivo cabrón que primero se da de alta en su propia empresa como empleado y luego se dobla el sueldo como premio por haberla arruinado a lo Diaz-Ferrán y compañía.
Con todo, qué hallazgo esto del inglés para el eufemismo camuflado. Quiero decir, qué fácil hace las cosas al personal acudir a sitios con nombres tan rimbombantes y para la mayoría casi impronunciables como CASH & CONVERTERS. Así no te da la sensación de estar acudiendo en realidad a una casa de empeño de toda la vida, puedes seguir viviendo en la ficción de que no has tenido que rebajarte a acudir a semejante sitio, ya puestos incluso puedes presumir de moderno por acudir a CASH & CONVERTERS como el que hace TREKKING, viaja en vuelos de LOW COST o pasa las vacaciones en un SEA RESORT. De lo que deduzco que ya metidos a negar la realidad de las cosas poniéndoles un bonito nombre en inglés que la mayoría no sabe ni pronunciar, por qué no llevar esta filosofía al extremo y cambiar los nombres de lugares que resultan tradicionalmente desgradables por otros, si no más amables, sí al menos más fashion. , tipo: PARADISE PARK por cementerio, OLDERGARDEN por geriátrico, SCREW UP COURT por juzgado, THIEF HOUSE delegación de hacienda, SLAUGHTERHOUSE por hospital, BROTHEL por comisaría de policía o WITCH-HOUSE por casa de la suegra...
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