jueves, 25 de noviembre de 2010
MI ACTUAL PAREJA
Mi actual pareja me la ha montado buena con lo de que, si ella es la actual, a ver quién cojones va a ser la futura; según ella la primera veintiañera que se me ponga a tiro. Mi actual pareja también me reprocha lo frío que soy con la tecla y de ahi que apenas la nombre en mis entradas en este blog o en cualquier otro texto, que cuando lo hago nunca sea para dedicarle una palabra de cariño o por el estilo. Mi actual pareja ya sabía cuando me compró que no se llevaba a casa precisamente ese tipo de compañero sentimental que le lleva a su pareja el desayuno a la cama los fines de semana o aparece de tanto en tanto por casa con un ramo de flores en una mano y en la otra una tarjeta con la correspondiente invitación a cometer una locura romántica; así que contenta con que de vez en cuando le suelte un beso en todos los morros o haya conseguido acordarme de la fecha de su cumpleaños en todo el tiempo que llevamos juntos; que del de otros no puedo decir tanto... Mi actual pareja se teme que como me descuide, un poco más, quiero decir, a ver si también eso va a ser hereditario, vaya a acabar como mi padre, que antes de casarse com mi madre siempre le retiraba la silla antes de sentarse y luego ya de casados raro es el día que no se la quite directamente a ver si se rompe la crisma. Mi actual pareja ya debería haber asumido que lejos de parecerme al principe azul con el que se supone que sueñan todas, lo que tiene en casa más bien es un plebeyo que se parece al jorobado de Notre Dame de tanto coger en brazos al puto crío o rezongar a todas horas. Mi actual pareja sabe perfectamente que lo que se llevó de premio no es precisamente esa réplica de sí misma con todas sus virtudes y prácticamente ningún defecto, más bien soy todo lo contrario, un verdadero dechado de éstos, como que el día que los repartían ahí estuve yo haciendo guardia toda la noche a la puerta del supermercado para poder llevarme la mayor parte a un módico precio como en un primer día de rebajas. Mi actual pareja puede que ya se haya resignado a un tipo poco o nada cariñoso, alguien para el que las manifestaciones afectivas poco más que le dan tirria, eso cuando no se le antojan una rifa para un pase a un cuarto oscuro, alguien que no puede evitar fruncir el ceño cuando observando al prójimo que se le acerca, que lo acecha, juzga que ya vale de besuquear a todo Cristo cada vez que nos vemos, a amagar abrazos que no le doy ni a mi padre, caricias que como mucho al perro, y eso si está lavado. Mi actual pareja sabe que aborrezco de las convenciones como de un plato de sopa de calabaza que haya hecho su madre, que no soy lo que se dice un tipo especialmente familiar, de hecho opino que si el verdadero infierno son los demás, tal y como dijo Sartre (l´enfer, c´est les autres), la familia es sin lugar a dudas el más cercano, como que mi ideal de compañía es a solas con mis niños o con los amigos, y a ser posible siempre y cuando haya una botella de vino o en su defecto unas cuantas de cerveza de por medio. Mi actual pareja no ha podido encontrar peor compañía para sentirse querida o mimada, más bien un capullo egolatra que se pasa continuamente de listillo, que le toma el pelo todo el rato y cansa otro tanto, que se cree graciosillo y la mayoría de las veces solo es un plasta hasta decir basta. Mi actual pareja además sabe que tiene que aguantar a un payaso hipocondriaco, uno de esos que no sabe dónde tienen el corazón pero que siempre están al borde el infarto, un cenizo irrecuperable que cada mañana augura el fin del mundo, un depresivo a la mínima que cambia el tiempo, un agonías que tiene a quién parecerse y a ver si hay suerte y eso sí que no viene en los genes, que de lo contrario estamos apañados. Un puto quejica, eso es lo que le ha tocado en suerte a mi actual pareja, alguien incapaz de confesarle que solo la considera actual porque de seguir así empieza a dudar de que en el futuro quiera seguir estando con él, de confesarle que a pesar de todas mis quejas y mis paridas a cuenta de una custodia compartida de los niños, en lo que piensa de veras es en lo feliz y afortunado que es, que hasta conocerla a ella nunca había sido, por poder compartir su vida con ella para los restos (si no me da el infarto de las narices...), de confesarle que todas mis taras afectivas, y muy en especial mi parquedad sentimental, no es tanto la consecuencia de un carácter arisco y encima tirando a melancólicobobo, un carácter que oscila entre la alegría desbordante, y hasta apabullante, y el más abotargador de los desánimos, que son muchos, ciclotímico que se dice, sino más bien del mismo pudor con el que me enfrentaba a ella cuando nos conocimos. Por eso, aunque sé que no cuesta nada, que incluso sirve de lenitivo para los pormenores de la vida en común, para los sinsabores que inevitablemente surgen y surgirán a lo largo de ésta, me cuesta tanto decirle a veces lo que pienso de continuo, y que no es otra cosa, y aunque ella no me lo entienda a la primera, pero es que es así y no de otro modo como me viene a la cabeza, por pudor, puro y bobo pudor: MAITE ZAITUT!
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