lunes, 30 de noviembre de 2015

JORGE OTEIZA. ELOGIO DEL DESCONTENTO - Felix Maraña




"Oteiza quiso recordar (en eso se quedó solo, lo que no deja de ser significativo), a los treinta años de la muerte de Txabi Etxebarrieta, y por los mismos motivos de paz, a Txabi y al guardia civil Pardines, en Venta Aundi, pero alguien se encargó enseguida de liquidar esa memoria a dos víctimas de la violencia rompiendo la placa hermanada."

Pues me ha gustado mucho esta biografía de Oteiza escrita por el veterano periodista Felix Maraña. Me la he devorado en dos noches como todas aquellas historias que me apasionan, y la de Oteiza, con todos sus supuestos claroscuros, es una de ellas. Ahora tocaría decir que no es para menos, que el de Orio era eso que llaman un personaje barojiano. No sé, cada vez frunzo más el ceño ante semejantes lugares comunes. Jorge Oteiza era una personalidad antes que un personaje, un artista de esos que también dicen completos, un carácter, sí, pero no tanto por la cosa de la exposición mediática como por su vida y obra, lo que de verdad importa.
La lectura del libro de Felix Maraña, editado en 1999, es sencillamente deliciosa al contrario de lo que acostumbran a serlo no pocos textos que por mor de pecar de profusamente documentados, académicos o casi, dan en pestillos infumables. Este de FM es algo más que un ensayo sobre el gran artista vasco, yo diría que es una declaración de amor de alguien que estuvo muy cerca de él y que, lejos de meter la cuchilla aprovechando esa intimidad, lo que escribe es un homenaje a alguien que admira. También, me da a mí, que es el texto de alguien que ama mucho a sus amigos, que no tiene tapujos en escribirlo y que aún así no hace hagiografía ni de lejos, si tiene que señalar los puntos flacos del personaje lo hace, sin cuchillo claro está, lo cual a mi juicio viene a demostrar su calidad de amigo.
Eso y un Oteiza muy personal, insisto que es un homenaje antes que un ensayo con ínfulas académicas o por el estilo, que se refleja en la elección de la vertiente poética de Oteiza sobre esa otra escultórica o plática que es donde se consagró como uno de los dos artistas vascos más importantes del siglo XX (y sí, la polémica, esto es, las tiranteces con Txillida y el posterior y famoso abrazo aparecen debidamente contadas y siempre desde un punto de vista conciliador, humano, muy humano, que pretende poner las cosas en su sitio, quitarle la trascendencia político-metafísica o algo así que otros quisieron ver en el asunto, resaltar la parte más humana de esa relación entre los dos genios. Un punto de vista que denuncia el ridículo maniqueísmo alrededor de éstos, el provecho y el abuso de ciertos corifeos alrededor del personaje antes que de la persona de Oteiza, que apunta más que nada todo lo sucedido alrededor de su Fundación, el destino final del museo de Altzuza). Y también, también está el Oteiza de morros con el partido guía, el artista enfrentado al poder, vulgo, PNV, el eterno y temido disidente. Luego ya las apreciaciones sobre la calidad poética de Oteiza son cosa de cada cual. Por poner alguna pega yo diría que el autor se ahorra comentarios acerca de esas otras perfomances de Oteiza lejos de lo puramente artístico en los medios que tanto distorsionaban su figura, al fin y al cabo exponerse a estos es quemarse sin remedio, algún que otro comentario acerca de los desvaríos filológico-telúricos del artista. Pero bueno, éste es el Oteiza del autor de este libro y es un Oteiza de verdadera carne y hueso. A mí, que soy muy chocholo, me ha emocionado especialmente todo lo relacionado con el matrimonio Jorge-Itziar, no podía evitar recordar la inmensa ternura que trasmiten esas famosas imágenes en las que Oteiza ayuda a su mujer a subir los escalones de la casa de Altzuza; porque sí, toda imagen es representación del algo... Y por si fuera poco, el libro con Oteiza como excusa es una más que ameno y preciso repaso a esa eclosión cultural en el País Vasco durante la primera mitad del siglo XX y más allá; vamos, que también aparecen, Blas de Otero, Aresti, Michelena, Martín Santos, Caro Baroja... Cómo no me va a gustar el libro con esos mimbres, nombres.

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