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Porque al final anoche ocurrió lo anunciado, victoria arrolladora de la derecha en casi toda España y, ya más tirando para mi lugar de residencia, la sorpresa mayúscula de la victoria del Álvares Cascos en Asturias como alternativa al PSOE y el PP. Menuda alternativa o revelación de pacotilla, digo yo, que ya hay que estar desesperado para ver en Cascos savia nueva y tal, un hombre que lleva toda la vida en la política y mangoneando desde la trastienda las cosas de la derecha en este rincón cantábrico nunca conquistado o ese dicen ellos, la Historia no tanto, los mitos es lo que tienen, ese y el de la pequeña aldea de irresistibles mineros, digo, galos... En cualquier cosa, y teniendo en cuenta que de entre los compañeros de viaje de Cascos la inmensa mayoría ya eran antes militantes del PP, amen de algún que otro de última hora que andaba por allí para subirse al carro, a pillar cacho, está cantado que unos y otros hagan pelillos a la mar y donde dije Diego... donde te dije de todo, pues ahora digo que venga, te votamos para presi y luego ya repartimos las consejerías, qué coño, si somos todos del mismo padre, y lo que haya que hablar se habla en una espicha o las que hagan falta, oooohhhh.
Cualquier cosa porque los asturianos han votado por el cambio, hacia dónde ya es otra cosa, pero con estos mimbres que se han dado me da que no va a ser precisamente para reforzar lo público o ayudar a los que peor lo están pasando, que más bien se dirige hacia el kilómetro cero de Madrid, tierra bien que conquistada desde hace varias décadas por las huestes neoliberales y en ese plan, modelo sin par, junto a Valencia, junto a Valencia..., para esta nueva España donde empieza a amanecer pero no se vislumbra otra salida a la crisis que no sea la de que la paguen los de abajo.
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