miércoles, 4 de mayo de 2011
GALICIA CANÍBAL Y OTROS ANTROPÓFAGOS
Siempre he pensado que las noticias locales dicen más de un sitio de lo que nos puedan contar las guías o folletos turísticos al uso. De ese modo, si en la prensa asturiana abundan las noticias relacionadas con todo lo referente a los fondos mineros o la crónica de la correspondiente jornada gastronómica de las cebollas rellenas, el queso Gamoneo o de lo que sea, no por nada en las de los periódicos vascos traen día sí y día también la crónica de la matraca político-sectaria del momento, llámale Bildu, Sortu, ANV, PCTV, Demokrazia 3000, EH, Batasuna..., noticias de etarras que entran y salen de la cárcel, de víctimas que se cruzan a diario por la calle con sus verdugos o que se los colocan en el piso de arriba, cuando no y también es verdad que con cada vez menor frecuencia, el recuento semanal del terrorismo que decían antes de baja intensidad en forma de sabotajes, peleas, amenazas, en fin, el retrato de nuestro paisaje socio-cultural desde hace más de tres décadas.
Ya digo, retratan el paisaje. Así pues, en el caso gallego basta una ojeada a cualquiera de sus periódicos para percatarse con no poco estupor de la abundancia de noticias relacionadas con la corrupción política en cualquiera de sus variantes, con la pervivencia, bien que adaptada a los nuevos tiempos y camuflada de escrupuloso respeto a la legalidad, esto es, con la correspondiente prestidigitación legalista, del caciquismo a lo Baltar o presidente de la diputación de Orense, ese que tiene casi tantos electores como parientes, no te digo ya funcionarios chupando de la teta de los presupuestos de los demás, que éstos no tienen ni concierto económico ni nada y sí que viven gracias a lo que les da papa Estado. Son tantas las trapacerías de los alcaldes de la Galicia de Feijoo y Baltar, y sobre todo están tan al orden del día y vienen de tan atrás, que sólo saltan a la sección de nacional, la que el resto leemos desde fuera, cuando éstas vienen teñidas de su particular realismo galaico, vamos, que resultan chuscas de cojones, y que si no fuera porque la más de las veces la corruptela gallega tiene también ese aire de chusquería de lacón con grelos, apenas se distinguiría en cuanto a volumen de la valenciana, marbellí o por estilo.
Entre estas la del alcalde que amenaza a la dueña de una farmacia con prohibir a sus compañeros del PP y aconsejar a sus seguidores que no vayan a comprar a su negocio si no consigue convencer a su empleada de que no se presente como candidata del PSOE. Coacciones y amenazas que no son un caso aislado por aquellos lares sino más bien una curiosa concepción de la democracia de muchos pepero galegos de la que hoy EL PAIS traía otro precioso ejemplo con el caso del alcalde nacionalista de Arzúa:
En la primera, el alcalde de Arzúa denunció un intento de soborno del entonces director de la radio municipal y ahora candidato del PP al Ayuntamiento, Armando Cascón. Ni este ni su partido aclararon más que la inexistencia de un documento firmado que acreditase la denuncia. Lo que sí existe es una grabación en la que Cascón ofrecía información favorable al regidor a cambio de "500 euros líquidos más al mes" y en la que exponía la política informativa de manipulación a favor del BNG que llevaría adelante de acceder García Couso a sus pretensiones económicas.
La segunda parte comenzó cuando los populares impugnaron a García Couso ante la justicia rescatando de los cajones una sentencia no firme que lo condenaba a seis meses de inhabilitación por no ejecutar un derribo de una obra autorizada en 1993 por su antecesor en el cargo, Manuel Moscoso, del PP, y que este no demolió entre 1997 y 2003 pese a estar conminado por los tribunales. Con el nacionalista al mando del Ayuntamiento, el consistorio convocó dos veces un concurso para echar abajo el sexto piso de inmueble cuestionado, pero este quedó desierto. Un plan general aprobado por la Xunta acabó por legalizarla.
Para lograr la impugnación de García Couso, el PP no dudó en usar una reforma de la Ley Electoral, aprobada en enero en el Congreso con los votos de socialistas y populares y a instancias de UPyD, pensada para "aislar más a Batasuna". De hecho, el mismo preámbulo de la modificación de la norma, que califica de inelegibles a quienes tengan sentencias "aunque no sean firmes, por delitos de rebelión, de terrorismo, contra la Administración Pública o contra las Instituciones del Estado", especifica que trata de evitar que "formaciones políticas ilegales o quienes justifican o apoyan la violencia terrorista puedan [...] concurrir a futuros procesos electorales".
Resulta alucinante, sí, tanto como lo que revela, una vez más, acerca de la extraña concepción que el PP, siquiera el gallego, tiene de la democracia y el uso y abuso del llamado Estado de Derecho al servicio exclusivo de sus intereses. Pero no sólo es eso, esta noticia también dice mucho de la actual perversión jurídica de las leyes de excepción, las confeccionadas a toda pastilla con fines estratégicos concretos y sobre todo políticos, la herramienta tan perversa como necesaria de un Supremo que anula las listas de una coalición de partidos democráticos e independientes sin otra mácula que haber formado parte en su momento del mundo de la izquierda abertzale, todo ello tras haber renunciado a la violencia como medio para conseguir fines políticos y condenar los crímenes de ETA -no olvidemos que de no haber sido así ni EA ni Alternatiba habrían formado coalición alguna con ellos;aunque qué más da si la decisión huele a tomada de antemano, a apaño entre los diferentes poderes nunca independientes del Estado-, en su campaña de apoyo a la estrategia de un gobierno, no ya en contra ETA, sino en contra la posibilidad de que la izquierda abertzale y la gente que los apoya puedan tener representación institucional alguna, puedan normalizar la anormal situación política del País Vasco, y ello a pesar del deseo explícito de tanto y tanto furibundo jacobino de derechas e izquierdas de ver borrados para siempre del espectro electoral a los nacionalistas de cualquier pelaje, no vaya a ser que luego se arrepientan y vuelvan a pegar tiros o a financiarlos, algo que ya sólo parece estar en la mente enferma de los cuatro mohicanos de siempre en otro extraño ejercicio de democracia a la española, Mayor Oreja y su cohorte de esbirros mediáticos y jueces amigos que han descubierto por fin que se puede seguir amordazando impunemente -además de con el aplauso generalizado del españolito medio que apenas entiende otra cosa que la mano dura a cualquier precio y de matices los justos, es decir, ninguno, cuando no la eliminación pura y dura del contrincante y para de contar- al adversario como en los tiempos de Paquiño con la colaboración/perversión de la legalidad vigente, ellos que siempre pensaron en la democracia como una pamema del tres al cuarto, que la aceptaron casi a regañadientes aunque ahora toque declararse demócratas de toda la vida, sí ya, réstale cuarenta años...
Pues eso Galicia caníbal, sí, pero no te digo nada del Supremo ese y compañía, menuda tribu.
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