No acabo de determinar si es debido a la candidez o a la pura y dura ignorancia, si es que no vienen a ser lo mismo; pero, reconozco que enternece leer los titulares de los medios extranjeros, en especial los anglosajones, en lo referente a las últimas noticias del caso Bárcenas. Resulta que la mayoría de estos medios extranjeros hablan de escándalo en la cumbre del gobierno español, de la situación de emergencia creada por las revelaciones acerca de la doble contabilidad del Partido Popular y los sobresueldos de sus dirigentes. Hasta ahí nada del otro mundo, la sonrisa se va abriendo cuando se pasa a los comentarios de los analistas, la mayoría de cuales señalan la necesidad de Rajoy y los suyos de dar explicaciones, máxime cuando éste puso su honor en juego diciendo que nunca había recibido sobresueldo alguno y hasta que había llegado a la política dispuesto a perder dinero...(momento para partirme el culo), de ir hasta el fondo del asunto con la máxima transparencia, dimisiones si llegará el caso, incluso de una reacción por parte de la ciudadanía española ante la magnitud del escándalo.
De modo que llegados a este punto, me pregunto, ¿no tienen estos medios una sección específica para las noticias internacionales? Así pues, ¿tanto les costaría tener un experto, siquiera un becario, dedicado en exclusiva a las provenientes de la Península Ibérica, por abarcar algo más del reino en cuestión. De ese modo, si lo tuvieran y éste estuviera de verdad familiarizado con la idiosincrasia lusa y española, bien podía haberles dicho que, en lo referente a la segunda, pensar que el presidente Rajoy va a dar la cara por un asunto de tamaña índole es algo más que ingenuo, es no conocer al personaje, un individuo cuya rampante mediocridad intelectual no sólo viene acreditada por sus notas escolares sino sobre todo por su actitud durante toda su carrera política, la cual consiste esencialmente en esconderse y no dar la cara en la esperanza de que algún día escampará la tempestad que lo azota y a otra cosa mariposa, y no te digo nada si encima baja el paro, la prima de riesgo o cualquier otra cosa por estilo. Tampoco se puede esperar más de alguien que hace política del XIX, que trata a los ciudadanos de tontos, que apela de continuo a la gente de orden que está en casa de brazos cruzados viéndolas venir y no se mete en líos, en política, que algo que aconsejaba un paisano suyo que fue caudillo de España. Eso y que en este país ningún político dimite por estar bajo sospecha, más bien se aferra con uñas y dientes a su sillón por lo que está en juego no es el buen nombre de la institución que representa o su crédito frente a los ciudadanos, no, es su honor el que puede verse mancillado en caso de dimitir, una forma como cualquier otra de reconocer la culpa a ojos de un caballero español, que tenemos mucho Siglo de Oro a cuestas y eso del honor no es sólo un tema recurrente para el teatro de dicha época y similares, es una manera de estar en la vida, una manera "epañola" de ver la vida, cualquier otra cosa es aplicar a este país códigos de conducta alógenos como los que rigen precisamente en los países anglosajones que nos observan atónitos.
Y ya por último lo de la reacción de la ciudadanía. Puede que el experto exagere si les comenta a sus jefes de las redacciones de Internacional que en España la inmensa mayoría permanece impasible ante los escándalos, que agacha la cerviz casi que instintivamente, cuando no hasta institucionalmente, no vaya a ser que le caiga un buen palo, virgencita que que quede como estoy, que pasa de todo. No, no es verdad, en la pasada Copa Confederaciones la selección de Brasil goleó 3-0 a la española y la gente no hablaba de otra cosa. Por no hablar de la que se habría montado si llega a ganar. Entonces sí, el pueblo español habría inundado las calles para berrear todos a una: "yo soy epañol, epañol, yo soy epañol, epañol".
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