viernes, 19 de julio de 2013

OÍDO BARRA



Oído esta mañana en un bar de la calle Sancho el Sabio de V-G famoso por sus tortillas mientras compartía una con mi padre:

-¿De dónde sois vosotros? -pregunta la camarera.
-¿Del sur, éste de Málaga y yo de Jaén?
-¿Y cómo así por Vitoria?
-Trabajo.
-¿Y qué tal?
-Hombreeeee, la gente es un poco...
-No me lo digas; ¿borde?
-Un poco seca, sí.
-¡A mí me lo vas a decir! Mira, toda mi familia es de Córdoba, y no veas cómo se nota la diferencia de cuando estás aquí o te toca ir a allí de vacaciones.
-Bueno, bueno, no será para tanto.
-¿Qué no? "Cucha", tú aquí puedes entrar a un bar y el encargado ni te da los buenos días, ¿para qué? Eso sí, no has abierto la boca y ya te está preguntando qué quieres, que no tiene todo el día para ti. Da igual que lleves entrando al mismo sitio treinta años, que cómo no le caigas en gracia al tío de la barra ni se dignara en mirarte a la cara, como para esperar una sonrisa;"vete a otro, nadie te manda entrar al mío".
-En todas partes cuecen habas.
-Pero es que las de aquí siempre se quedan duras. Aquí no oirás a nadie en un bar preguntarte qué tal te va la cosa, qué tal tus niños, si te ha gustado la tortilla de patatas, desearte un buen día.
-Mal me lo pones.
-Que no, que no, mi alma, desaborios, aquí son todos unos desaborios.

Eso sí, cuando he ido a pagar la consumición, y como parecía que la camarera y yo teníamos cierta discrepancia acerca del montante de lo consumido, la tía me ha dado las vueltas como el que dar de comer a las palomas, que no me las ha tirado a la cara de puro milagro.

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