miércoles, 25 de agosto de 2010

EL DESABORIO


Paseando en family hace dos días a la tarde por la casi siempre solitaria calleja de Santa Ana en lo antiguo de Oviedo. T tirando del carrito con el nene y yo persiguiendo a M para comerle el culete. Y en eso que casi tropiezo con una pareja que en ese momento pasaba a nuestro lado. Pues cual es mi sorpresa al percatarme de que se tratan del señor Woody Allen y su exposa-asistente-enfermera-guardaespaldas coreana, la cual lo lleva de paseo cogido del brazo por las calles de la vieja Uvetus.

Pues eso, que nos adelantan a paso no muy ligero, y no nosotros a lo nuestro sin variar nuestro rumbo pero a una distancia prudencial para que no nos confundan con esa gente, ya se sabe, titiriteros, de Niuyor y toda la pesca pero titiriteros al fin y al cabo... Y en esas estábamos cuando de repente, ya a la altura de la calle Oscura, la que más me gusta de todo el casco antiguo de la ciudad por su angostura, su pendiente y lo retirada de la misma, un pareja de matrimonios que al pasar junto a Woody y su señora lo increpan para que se haga una foto con ellos al grito de: "¿eres el Bodialen ese? ¡Sácate una foto con nosotros, venga, no seas desaborio?" Todo esto con acento andaluz a grito pelado de la boca de dos señoras que si se deja el Allen van y hasta le leen la mano y todo. Pues no, el famoso director de cine aparta educadamente a las señoras indicándolas que no es su intención dedicar su precioso rato de intimidad en pareja a menesteres para los que ya se ocupa el resto del día, con lo que prosigue su camino indiferente a las reclamaciones y ya improperios de los señores tan salaos y con tanto arte, ozu mi arma.

Es en ese momento más que en cualqueir otro que consigo aprehender en toda su profundidad el verdadero significado del localismo andaluz "desaborío". Es decir: todo aquel famoso o famosete que por mis santos cojones no se apresta a hacer lo que me salga a mí de los mismos dejando a un lado de inmediato lo que este haciendo en ese momento, ya esté disfrutando de un paseo a solas con su pareja o junto al lecho de muerte de su puñetera madre, pues a ver cuándo voy a tener yo otra oportunidad para sacarme una<em> afoto con un señor tan importante y tal.

Y en eso que nos desviamos y dos calles más tarde volvemos a ver a la famosa pareja a lo lejos en la plaza de Trascorrales, rechazando una vez más la petición de autografo de un señor maduro al más genuino estilo carbayón, esto es, del Cuéntame cuanto menos: las entradas de la calva engominadas o ya directamente embreadas, pantalones beige de pernera ancha, zapatos con borlas y una de esas americanas azul tipo almirante con las letras de vete a saber qué bordadas en color oro junto al bolsillo del pecho; el cual poco más y se postra a los pies de tan egregio personaje tal y como bien podía haberlo hecho antaño a los del mismísimo generalísimo por el que tanto afecto y devoción tenían y tienen -a su heroico callejero me remito- en la muy ilustre y pacata Vetusta. Total, ¿quién coño es ese Woody Allen? Un comicastro al que le dieron el Príncipe de Asturias. ¡Qué? ¡Póngame a los pies de su señora-asistente-enfermera-guardaespaldas...

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