jueves, 16 de septiembre de 2010
¿LA TIERRA DE LA LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD?
No voy a entrar, al menos no de lleno, en la polémica acerca de la expulsión de Francia de los gitanos rumanos y búlgaros. Es evidente que se trata de un colectivo conflictivo, que la mayoría incumple la ley de residencia y ocasiona más problemas que otra cosa allá por donde pasa. Pero también lo es que no son el único colectivo de ilegales ni de presuntos delincuentes que existe en suelo francés, que puestos a expulsar a los colectivos que resultan molestos a los honrados ciudadanos franceses que pagan religiosamente sus impuestos y demás, bien podían continuar con los miles de magrebies, subsaharianos, polacos, asiáticos, yugoslavos, españoles, portugueses, italianos... que no cumplen las mismas normas por las que se expulsa a los gitanos. Incluso podíamos ponernos exquisitos y darle a la cosa jurídica intentado establecer hasta qué punto es de lex a la hora de decidir la expulsión de un grupo de individuos concretos cuáles son las prioridades que se aplican para expulsar a unos y a otros no cuando el argumento legal es el mismo, su presunta ilegalidad. Parece, casi es ya obvio, que en este caso se ha dado prioridad al origen étnico de los expulsados, tal y como se infiere de la primera y verdadera circular que envió a la policía el muy torpe, pero mucho, ministro de interior francés, Brice Hortefeux, la misma que luego corrió a modificar para que no apareciera el término "gitano rumano".
Si seguimos con las pejigeras legales o legalistas, esas que al ciudadano medio le traen sin cuidado porque sus preocupaciones se limitan a lo inmediato y todo lo demás es cosa de señoritos progres o rogelios pasados de rosca a los que habría que correr a palos por principio, también podríamos hablar del peligroso precedente legal, con lo que tiene de miga en Derecho los precedentes de este tipo, que se establece en este caso al aplicar una norma basándose exclusivamente en el principio completamente arbitrario del origen o nacionalidad de un individuo cuya presencia en un territorio es irregular o ya directamente ilegal. Hecho este, y no otro, el de la arbitrariedad de la medida, que ha originado el revuelo que ha originado por las aciagas reminiscencias de nuestro pasado más inmediato y que seguro que nos vienen a todos a la cabeza con los trenes a rebosar no sólo de supuestos y peligrosos delincuentes, sino también de sus mujeres, ancianos y niños. No es para menos esto de la arbitrariedad, empieza a aplicar las normas y leyes tal que así y en menos de lo que canta un Sarkozy, un Berlusconi o un Putin, ya te has cargado todo el Estado de Derecho. Pero claro, ya digo, al ciudadano medio esto se la repamplifa, él lo que quiere son soluciones con a problemas concretos, si es con mano dura mucho mejor, como que les deja mejor cuerpo, y todo lo demás son tonterías, eso si, tonterías esenciales para el sistema de libertades del que nos hemos dotado y que nos hacen diferentes de Afganistán, Irán, Cuba, cualquiera de las Guineas o Bielorrusia.
No iba a meterme pero me he metido. No tengo remedio, es ponerme al teclado y desbarrar de lo lindo. Yo lo que quería comentar en realidad eran los titulares de muchos periódicos por tópicos y pánfilos hasta decir basta. En concreto todos aquellos que hacen referencia a lo paradójico que resulta está medida de Sarkozy en la, según ellos, tierra de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Sorprende e irrita la utilización continua de un tópico que vendría a establecer algo así como que los franceses son de naturaleza liberal, igualitaria y fraternal a diferencia del restos de sus congéneres. Un tópico que quiere encontrar referendo en su historia ilustrada y revolucionaria, el esplendor ya desde hace tiempo en decadencia de su cultura, en su pasado como tierra de acogida, de asilo. Claro que todo esto es cierto, pero yo mismo, que me confieso fráncofilo desde muy pequeño por influencia familiar y otras mandangas, que amo su lengua y cultura, que me apasiona su Historia, me sonrió a la par que me indigno y reniego de este tremendo lugar común del imaginario popular acerca del país vecino. Francia es la Ilustración, la Revolución, Camus y Brassens, Simone Beauvoir y Edith Piaf, la nouvelle vague, cuisine y todas las nouvelles que se quiera; pero,joder, joder, ya basta con la visión beatífica sobre La France, y no precisamente por que coincida con la propia autocomplacencia de gran parte de los gabachos, sino porque como casi siempre, ya se encarga la Historia y sus hechos de desmentirla, de demostrar hasta qué punto si ese lado amable, admirable, pionero incluso, de la France es cierto, no lo es menos el reverso que la hace tan humana como el resto de los países o nacionalidades del mundo, esto es; contradictoria.
De ese modo creo que se impone recordar el lado oscuro de esta Francia de la supuesta Liberté, Egalité e Fraternité, no vaya a ser que el indocumentado de turno se piense a tenor de lo que dicen los periódicos que, en efecto, esto de Sarkozy es algo así como una mancha en lo que hasta el momento ha sido un expediente in-ma-cu-la-do.
Francia, la Francia de las luces y demás monsergas, también ha sido la del terror balnco, rojo y de todos los colores contra propios y extraños, la de Napoleón y sus soldados arrasando medio continente europeo, los mismos que al invadir España y cometer todo tipo de abusos y atrocidades se granjearon la animaversión de generaciones enteras de españoles hasta nuestros días. También es la Francia de un soldado llamado Nicolas Chauvin que dio nombre al complejo de superioridad de muchos seres humanos por el hecho completamente accidental de haber nacido en un sitio determinado y no otro, la de las plantaciones de esclavos en Haiti, la de Dreyfus, la de la potencia que cometió todo tipo de desmanes durante el proceso de independencia de sus colonias en Argelia, Magadascar, Vietnam, etc... La Francia jacobina y etnicida no tan fraternal que metió en campos de concentración a los exiliados republicanos, que lo hizo de igual guisa más tarde con los miles de emigrantes de todas partes que acudieron a ella para enriquecerla, la Francia de Vichy que colaboró en el exterminio judío con sus invasores nazis, la Francia de Le Pen y Brigitte Bardot, la de Anelka y Sophie Paradise...
En fin, es el lado oscuro, amargo y triste de esa Francia que, al igual que el resto de los estados o paises del resto del mundo, prefiere verse a sí misma sólo por el lado bueno, también como el resto de las naciones que ha habido, hay y están por haber en el resto del mundo.
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