Recuentro con la rutina en el chigre de San Claudio.
-Bones tardes, Tinu. ¿Yá vinisti d'onde la to hermana?
-Marché porque si quedo más ratu tiro a la otra pela ventana.
-¿Y eso cómo ye, ho?
-Vien ver a la so hermana enferma y tá tol ratu berrando, solo faite berrar.
-Pos qué poca gracia tien de fae-y a la to otra hermana que lu recuerde asina que s'esta morriendo.
-Eso dígo-y yo. ¿A qué vienes? Si quies llorar, vete a la to casa, qu'equí yá cumplisti. Plañidera, que ye una plañidera y yo odiu a les plañideres.
En eso que una de las concursantes que sale en el programa de Telecinco que en ese momento echan por la televisión del chigre se pone a cantar una copla. De repente se hace el silencio en el local, todo el mundo mirando hacia la pantalla del televisor. Sólo cuando la concursante acaba su cante estirando hasta el infinito el quejio final de la copla, el hombre que odia a las plañideras decide romper el silencio para hacer un comentario al respecto.
-Qué guapu, si ye que yá naide canta la copla como se faía antes.
Y lo dejamos aquí, porque parecerá que servidor hace costumbrismo barato cuando lo que en realidad le gustaría hacer es realismo mágico astur-galaico a lo Cunqueiro. Y ni así, lo que acabo de contar sólo es un apunte literal de lo oído está tarde. Sí, por mucha imaginación que le eche y tragos que le pegue a mi cañón de cerveza, no hay manera de que aparezcan por el chigre a echar unas sidras trasgus, xanas,cuelebres o cualquier otro personaje de la mitología local. Eso y que la realidad, lo cotidiano, claro está, es de un aburrido que apesta. Plañidero que es uno.
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