jueves, 8 de marzo de 2012
EN EL DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA
Llevo unos cuantos años en Asturias y no deja de sorprenderme, siquiera sólo porque no estaba acostumbrado a tanto descaro, la profusión y visibilidad del negocio de la prostitución. Ya no es sólo que hace años cuando viniera de noche a Oviedo un cañón de luces de colores anunciara la presencia junto a la carretera del maxiputiclub Models, que amanezcamos todos los fines de semana con las aceras del centro cubiertas de pasquines en los que se anuncian señoritas ligeras de ropa ofreciendo sus servicios, que incluso las revistas locales patrocinadas por el ayuntamiento u otras instituciones incluyan este tipo de publicidad. No, para ser un sector que se mueve en el límite de lo legal y sobre el que caen todo tipo de sospechas acerca de mujeres que trabajan como esclavas para redes de proxenetas, la desfachatez con la que se exhibe esta publicidad resulta un tanto sospechosa y no poco ofensiva. Hoy mismo, al girar en la rotonda de La Cruz Roja, una de esas inmensas vallas publicitarias junto a la carretera, ya en pleno casco urbano y céntrico, anunciando la inminente apertura de un nuevo club de alterne.
Y no me ofende porque tenga prejuicios morales o éticos respecto a la prostitución, si alguien quiere ejercer la profesión más vieja del mundo allá él o ella, cuestión de escrúpulos, de tragaderas más bien, lo mismo que pagar por algo que, a mi juicio, sin complicidad con la otra persona, ya no hablo de cariño, amor o otros condimentos que lo hacen todavía más placentero, sin reciprocidad, y encima mediando dinero, se me antoja lo mismo que hacerlo con un pollo antes de meterlo al horno, una mera cuestión de carnes, fisiológica.
Ahora bien, lo que de verdad me ofende es que, tratándose como se trata de un negocio cuanto menos "alegal", en en limbo ese que decía antes, el control sobre lo que acontece en el interior de estos locales sea prácticamente nulo, lo que concede a todo tipo de redes de proxenetas, de verdaderos negreros del siglo XXI, toda la impunidad del mundo para tratar a sus empleadas como verdadero ganado al que no sólo niegan los derechos laborales que no pueden tener por no estar estipulada su actividad como tal, sino que encima sabemos del modo como las engañan, mantienen secuestradas, amenazadas, maltratan y aún así, recorre solo un pequeño tramo de cualquier carretera española para comprobar con qué desvergüenza proliferan los clubes de alterne al borde de la carretera.
Dicen que España es uno de los mayores consumidores de sexo de pago de nuestro entorno, que el número de trabajadoras del amor supera con creces el de cualquier otro país, que la tolerancia hacia el puterío es casi que consustancial a nuestra idiosincrasia carpetovetónica, que como oses poner reparos, como los que yo estoy poniendo, das de cabeza en puritano o sujetacirios, no es poco curiosa ni nada la percepción que tiene aquí la peña de lo que es de verdad el ejercicio de la libertad, sea sexual, laboral o de cualquier otro tipo. Y aún así, ni hablar de pensar en legalizar lo que está a la orden del día, lo que por lo menos serviría para poner coto a más de un abuso, a dignificar incluso una actividad semiclandestina. Ni hablar porque parece ser que imperan las consideraciones de tipo ético o moral que condenan dicha actividad por lo que tiene de supuesta pérdida de la dignidad, como si ésta no fuera un concepto abstracto, y no tanto por el abuso que implica en la mayoría de los casos, que no en todos, preguntad si no a las señoritas de compañía, también llamadas scorts, si ellas también se consideran explotadas o engañadas a quinientos euros o lo que sea la hora. No obstante, la cruda realidad de la mayoría que se dedica al oficio es que tiene que vender su cuerpo por cuatro perras como el resto vende su tiempo o su talento por lo mismo. En todo caso, bonita connivencia del feminismo más radical que se niega en redondo a debatir el tema de la legalización, con las teorías neoliberales que abogan por la desregularización total de cualquier actividad económica, esto es: todos como putas.
Hoy 8 de Marzo día de la mujer trabajadora; ayer día 7 detienen a un imán en Barcelona que aconsejaba a sus fieles cómo golpear a sus mujeres, un lider islamista del Tunez posrevolucionario que declara que darán los derechos que ellos crean conveniente a las mujeres porque a su juicio en Occidente les han dado demasiado. Y ya de vuelta a Oviedo sólo faltaba ver anunciado en vallas publicitarias junto a la vía pública la apertura de un nuevo club de alterne, uno más en ese limbo legal al que me refería, ese mismo que todavía permite que a igual trabajo ellas cobren la mitad. Pero bueno, lo de siempre, un asco indecible y en aumento hacia un país de pandereta, de jauja y poco más, mucha fiesta de la mujer trabajadora, mucha Constitución y mucha mandanga pero todo fachada, lo que viene a ser cada vez más la esencia de esta mierda de sociedad en la que vivimos.
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