viernes, 14 de febrero de 2014

HIPÓCRITAS




"Cuando hablo de esto con personas que están lejos, encuentro una incomprensión absoluta.Yo no pertenezco a ningún partido; si veo que algo es verde oscuro, digo verde oscuro, no tengo que hacer apaños."


Paco Etxeberria, forense



Cómo no compartir estas palabras de Paco Etxeberria, forense que no sé si me paso en tildar de heroico por el tesón con el que afronta las más diversas empresas contra viento y madera y siempre con su gran profesionalidad como principal o único argumento. Hoy se celebra el Día contra la Tortura, exactamente el mismo día que reventaron a palos a Joxe Arregi en comisaría, yo todavía me acuerdo del revuelo de aquellos días siendo un crío, de todo lo que vino después. Desde entonces, 1981, a nuestros días ha corrido mucho tinta y sobre todo mucha sangre. ETA ha cercenado la vida de cientos de personas, ha cometido felonías sin nombre, ha envenenado la sociedad vasca hasta el tuétano. Pero los que lucharon contra ella tampoco se quedaron cortos en infamia, también, también tienen su larga lista de víctimas en su haber, y lo peor que recordarlo parece que no procede, que viene a ser como quitarle culpa a los otros. Y de todas esas infamias la más evidente y duradera la tortura en manos de los cuerpos policiales que decían luchar contra ETA. Todos sabemos de gente que fue molida a palos en comisaría, de muchos más todavía que ni siquiera llegaron a ellas porque las hostias cayeron por el camino y luego puerta, ni constan haber estado "retenidos", y también conocemos, están al alcance de cualquiera, los nombres de los que se dejaron la vida en ellas. No obstante, y como dice Etxeberria, como hables del tema con personas de fuera del País Vasco lo que te encuentras te deja helado. Han asumido sin fisuras el argumento del Ministerio de Interior de que todos los presos de ETA, o los que son detenidos bajo el paraguas ese perverso del "todo es ETA", denuncian torturas por principio, siguiendo la consigna de la organización criminal. Argumento que, aún siendo cierto, también sirve para ocultar, minimizar, las torturas cuando las hay de verdad, tanto como señalar a los que las denuncian como cómplices de esa supuesta estrategia etarra. Y mira que algunos de los denunciantes son tan poco sospechosos de connivencia con ETA como Amnistía Internacional o la propia ONU. La primera denuncia año tras año que en España se sigue torturando, a etarras confesos y no con la coartada esa de que las denuncias como estrategia, y en especial a colectivos con menos recursos como los inmigrantes, los más indefensos sin lugar a dudas porque casi nunca denuncian esas torturas o maltratos en manos de la policía por miedo o ignorancia, que ya sabemos cómo se las gastan con ellos, de verlo en pantalla y también en la calle, frente a frente, cuánta chulería, cuánto desprecio hacia unos semejantes que muchos de ellos no tienen con tales. Y luego que nos pongamos del lado del uniformado de turno, que seamos compresivos, con los que humillan y maltratan a otro ser humano. El ejemplo más palmario de esto fue el vídeo en el que unos mossos de squadra vapuleaban a un inmigrante y que pese a la crudeza de las imágenes fueron indultados, esto es, redondeando, premiando incluso, la infamia desde arriba.

No obstante, en el caso de la torturas a miembros de ETA, verdaderos o no, la paranoia e hipocresía en la que vive gran parte de la sociedad española es digna de psicoanálisis colectivo. Para estos las torturas simplemente no existen, son propaganda de los malos, infamias a servicio del terror, historias de otros tiempos que nada tienen que ver con esa sociedad moderna y democrática en la que creen vivir a fuerza de repetirlo a todas horas y en todas partes. Pero luego están las evidencias, esto es, denuncias que por tan obvias acaban llegando al juzgado, que no se han podido ocultar pese a los protocolos para hacerlo. Recuerdo a los guardias civiles condenados en 2011 por torturar a los etarras Portu y Sarasola a pesar de todas las presiones en contra, y lo más increíble de todo, faltaría más, el consiguiente indulto. Un escándalo, sí, tanto como el de la etarra Maria Cruz Atxabal Puertas que el Comité de Derechos Humanos de la ONU denuncia que fue torturada y violada en 1996 en comisaría y que ha tenido que esperar hasta este año para que un organismo internacional reconociera la veracidad de los hechos. De esto apenas se ha dicho nada en los grandes medios españoles. Es lo que se estila, o se injuria o se oculta, la consigna es ir de la mano del Ministerio de Interior a la hora de cubrir la espalda a los torturadores porque por algo son de los nuestros y los otros el enemigo, el estado de derecho una vez más una mala broma, cuando toca ciertos temas no se lo cree nadie.

Y esto es lo que haya con cualquiera con el que hables de tortura fuera del paisito. Te fruncirán el ceño de inmediato, te negarán la mayor, te acusarán, poco importa que sepan lo que piensas de ETA y de sus crímenes, incluso a sabiendas de que has protestado contra ellos en la calle y por escrito, que casi te has partido la cara con muchos de los que los que la defendían en tu entorno y no precisamente ahora que ya han dejado de matar, de connivencia, si no de simpatía, con ellos, de estar escorándote hacia el lado de los terroristas. ¿Y por qué? Porque no sigues al pie de la letra el mantra oficial de que contra ETA todo vale, empezando por el de que en España no se tortura por principio, que eso son calumnias del enemigo, que hacerlo es ponerte de su lado. Luego ya sabemos, aparecen testimonios como el de la foto que acompaña esta larga entrada, el de la paliza recibida por el joven vitoriano Unai Romano Igartua en 2002, el cual originó el esperado revuelo entre los espíritus impresionables como el de un servidor, por supuesto, y también dosis ingentes de cinismo por parte del Ministerio de Interior y sus corifeos mediáticos, los cuales poco más que vinieron a decir que Unai se había provocado el mismo las contusiones que aparecen en la foto para desprestigiar al cuerpo policial de turno, que esa es su estrategia habitual y mejor asentir lo más rápido posible, dar por buena la versión de los buenos, no te vayan a señalar por ir en su contra, simpatizar con los terroristas, que en esto, como dice Etxeberria, la honradez, moral e intelectual, y hasta el sentido común están de sobra, mejor prietas las filas que por algo se trata de un tema tan espinoso y los sospechosos de cometer torturas, sus máximos responsables, hasta amenazan con querellas, mordaza a toda costa. Y ya mejor no hablar de aquellos con los que hablas y que se les nota, si es que no te lo dicen tal cual, que en realidad están favor de la tortura, que al enemigo ni agua, todas las hostias posibles son pocas. De hecho, el revuelo fue de tal calado que hasta EL PAÍS se vio obligado en su momento a escribir algo sobre el asunto, un artículo en el que venían a decir que la tortura en España no de entrada, pero...., vamos, que en general no pero de vez en cuando pues sí, algo, lo justo para dormir tranquilos.

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