martes, 1 de noviembre de 2011
PINTAMONAS 9 (MIS PROBLEMAS CON LAS MUJERES)
Tengo cientos de bocetos, apenas trazos de lo que nunca llegó a nada, se quedó en un amago de o por el estilo. Sin embargo, me permito bloguear estos de aquí con el único propósito de confesar mi desesperación a la hora de dibujar la figura femenina. Se trata de algo que siempre me ha traído por la calle de la amargura porque no había manera de conseguir una tía decente, vamos, que no pareciera un tío con peluca o un putón verbenero. Yo esta incapacidad la achaco a que acaso no había mucho en lo que inspirarse por ahí, puede que por eso también me salieran sobre todo tipos con peluca o en falda. El artista que había en mí buscaba a toda costa modelos de belleza femenina en los que inspirarse y lo único que tenía a mano eran madres, abuelas, tenderas malencaradas y las de su cuadrilla (¡es broma, es bromaaaaaa!).
A decir verdad, y para mi descargo, el verdadero problema era que el adolescente pajillero que uno era todavía no sabía apreciar la belleza femenina en su justa medida y apenas buscaba otra cosa que los modelos que aparecían en las revistas de lencería o acaso sólo en esas otras que había esconder debajo de la cama. Luego también leía historietas en la que el prototipo femenino no era otro que la Ofelia de Mortadelo y Filemón o las Hermanas Gilda.
Por suerte ya luego fueron apareciendo otros modelos femeninos mucho más perfilados de acuerdo con lo que la concupiscencia masculina considera como...¡ay amaaa, qué ricaaaa! Creo recordar que el primer personaje femenino ya decididamente cocunpiscente fue la mujer de Edadepiedrix, que ya se sabe que esas gabachas son de lo más... simpáticas y atractivas, por no hablar de lo raro que se hacía un pibonazo como ella casada con un vejestorio, a no ser que el pobre hombre no lo fuera tanto, sino que se hubiera quedado así de... Bueno, pues eso, desde la gala exhuberante aquella que tiranizaba a su arrugado marido pasando por todo tipo de excesos libidinosos del comic para adultos hasta llegar a las ragazze de Manara, maestro indiscutible del género erótico y del que servidor procuraba imitar su forma de representar la figura femenina. Procuraba y digo bien, que si llego a conseguir dibujar los pibonazos que hacía él, a ver de qué me habría gastado yo tanto dinero en revistas de esas que a las dos semanas ya apenas podías despegar las hojas de lo...
Pues eso es todo, de momento, valga esta entrada para que pareja, amigas y hasta madres me pongan un buen rato a caldo por cerdo machista y demás, anda que no cuesta poco ni nada quedar como un gilipollas...
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