martes, 1 de noviembre de 2011
¡Y UNA MIERDA!
Es una víctima más de la gran estafa de las hipotecas. Gloria Rodríguez, vecina del barrio vitoriano de Lakua-Arriaga con dos hijos a su cargo, ha sido hoy desahuciada porque no podía hacer frente al pago de su hipoteca a pesar de sus peculiares circunstancias:
Cerraba un ciclo abierto en 2003, cuando junto a su ahora exmarido acudió a solicitar un préstamo. La crisis sonaba entonces a chino y pidieron 350.000 euros. La pareja rompió en 2008 y aunque las partes pactaron el pago al 50% de las cuotas de la hipoteca, según recordaba ayer Gloria su expareja sólo hizo frente al primer abono. A partir de ese momento, todo se descontroló. Durante un tiempo, ingresó su parte de las cuotas, pero llegó un momento en el que el banco le recordó que aquello no bastaba. Pese a que su exmarido era quien no abonaba su porcentaje, se le recordó que el crédito solicitado era solidario y que si él no pagaba tenía que hacerlo ella, o si no los avalistas. A Gloria se le erizó el vello al pensar en que su madre podía perder la casa y negoció. Pactó un pago de 500 euros al mes, de los que una mitad cubrirían el alquiler de la vivienda y la otra el derecho a su compra. La situación se mantuvo hasta que se le reclamaron los 19.000 euros más intereses -otros 6.000- que debía del préstamo original. Resumiendo, que tras pedir un nuevo crédito para afrontar la deuda se veía obligada a pagar 500 euros de alquiler y derecho a compra más 535 del préstamo. Demasiado para un sueldo de 1.300 euros con dos niños pequeños a su cargo.
Pues nada, poco le importa a la Caja Vital sus circunstancias particulares, poco le ha importado incluso que un juez dictaminara lo inapropiado del caso, ellos a lo suyo, que es hacerse con el piso para luego poder venderlo otra vez, otra vez, y eso además siguiendo cobrando la hipoteca a Gloria ya sin su piso. El enésimo ejemplo de la gran estafa inmobiliaria perpetrada por la banca con la connivencia, si no complicidad, de las autoridades. Ofrecían créditos a gente que cualquiera en su sano juicio sabía que no iban a poder pagar, pero es que se lo ponían a todos muy bonito, aprovechando una situación de bonanza para la que crearon un estado de opinión según el cual no hipotecarse con un piso era poco más que de bobos, con todas las ventajas que daban.
Estalla la crisis y la economía de la gente trabajadora se va a tomar por culo, ya sea por el paro, porque empiezan a dispararse los tipos de interés, porque si tienes un negocio ya apenas puedes luchar por él dado que vives de los créditos para adelantar el dinero y el banco te dice que para el retiro de sus directivos todo lo que haga falta, para tí, empresario de chichinabo, una mierda pinchada en un palo. En fin, y los bancos, a los que Zapatero ha recapitalizado a cambio de nada con el dinero de todos, no sólo siguen sin concederlos, tampoco tienen en cuenta lo peculiar de la situación, no hay flexibilidad que valga con una legislación como la española, única en su entorno y que pone todas las facilidades para que ellos hagan negocio a toda costa, sobre todo a cuenta del ciudadano al que exprimen inmisericordemente porque de eso se trata. Hasta las Cajas son obligadas a dejar de serlo. Ya no hay obra social que valga, no hay sensibilidad hacia ese cliente que decían que sobre todo era un amigo, aunque la mayoría nunca la tuvo. El cliente es el último mono del tinglado y ya no solo le engañan, le estrujan, lo dejan sin la casa aunque lleve pagado parte de la misma, lo condenan. Los plazos se cumplen a rajatabla aunque haya razones de sobra para demorar el pago, y no hay crisis que valga porque no hay política social alguna que mire para los ciudadanos, no hay ni un puto partido de izquierda que luche en serio por los trabajadores antes que por congraciarse con los de arriba, que lo proteja de las sanguijuelas en una coyuntura como ésta, de qué si apenas son otra cosa que sus esbirros y encima los votamos en masa para que lo sean.
Y de entre todas la sanguijuelas las peores los listos del pueblo. Sí, todo hijo de vecino que se muestra asnalmente convencido de que poco o nada puede hacerse porque esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas, a la puta calle si te toca la china, y yo a rezar que no me toque, Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy; todo lo demás demagogía de extrema izquierda, perroflautas o peligrosos antisistema disfrazados de indignados, y que corra la bola, que corra, para que cale bien en las conciencias más dóciles, siquiera sólo proclives a creerse todo lo que les dicen personajes como Esperancita o cualquier terroterluliano de Irtereconomía. Es tiempo ya no solo de cobardes que miran para otro lado ante la desgracia ajena, lo es también sobre todo de sacar lo más mezquino y repulsivo del ser humano cuando te muestras compresivo con los bancos, cuando justificas sus tropelías con el soniquete de que así son las cosas y así nos la han jugado, a joderse toca, mientras a mí me vaya bien el resto que se joda, y si puedo pisar al de al lado tranquilo que lo voy a hacer, es la ley de la selva..
Y todavía los hay peores, los hay tan miserables que ante una desgracia como la de Gloria arremeten contra la víctima, encima de apaleada también ultrajada. Problema suyo, dicen, ya sabía a lo que se arriesgaba cuando firmó su hipoteca, quién le manda. Y como ella todos aquellos a los que les sometieron al timo de la estampita financiera. Debieron pensárselo dos veces, asumir que no eran nadie para aspirar a una vida mejor, no tenían derecho aunque la sanguijuela al otro lado de la mesa del despacho del director de la surcusal insistiera que sí, venga, que el euribor no va a variar en siglos, que si los han timado es casi que porque se lo han buscado por pardillos, proletariado basura que quería jugar a ricos. Eso es lo que acostumbra a decir, piensa, el listo del pueblo, ese al que nunca le toma el pelo nadie porque él sí, qué cojones, él sabe cómo se hacen las cosas, nadie le engaña, sobre todo porque no le hace falta al del banco ya que a éste le sobra y si se mete en créditos siempre va a tener a alquien que responda por él, esa familia como único colchón solidario mientras el estado y el resto de administraciones se dedicaba a levantar aeropuertos en páramos o estadios olímpicos que no cumplían las normas. Y como el resto no, o apenas, pues que se joda toda esa chusma de pedigüeños y perdedores. Es lo que hay, a ver cuántas veces habrá que insistir en ello; la vida como una ruleta rusa en la que las balas sólo disparan a matar a la gente humilde. Los demás siempre tendrán donde resguardarse, una pensión de jubilación o cualquiera de esas indemnizaciones por despido de juzgado de guardia; aunque para qué, si también la ley está hecha para ellos.
Así que de entre la variopinta gama de sanguijuelas compuesta por directores de banco con sonrisa de hiena, autoridades cómplices previamente untadas o no y listillos de corazón de hielo y encefalograma plano a los que les gustaría estar con los de arriba y por eso de momento se limitan a despreciar a los de abajo, uno no sabría por cuáles empezar a impartir estopa, siquiera tan sólo haciendo estallar bombas en sus sucursales bancarias. Vacías, nada de sangre ni por asomo. Lo que sea, pero ya es hora de empezar a montarla bien gorda para que se den cuenta de una puta vez que no somos tan mansos como les gusta pensar, como han intentado convertirnos. Y es que de algún modo tendrá que encauzar la masa indignada o ya directamente jodida su rabia mientras los de arriba y sus lacayos de abajo siguen con la martingala de que no se puede hacer otra cosa que agachar la cerviz y seguir poniendo el culo, asunto para lo que tienen a su disposición todo tipo de medios y aliados para extender la idea de que es lo que hay y no se puede hacer otra cosa, sobre todo porque sería peor, les joderíamos el tinglado. ¡Y una mierda!
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