martes, 22 de noviembre de 2011
KARRA CEDE EL TESTIGO
Leía hoy que los de ABRA, la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa, han elegido al telepresentador Jorge Fernández como imagen de sus vinos, embajador allá donde vaya del Rioja Alavesa, en sustitución del actor Karra Elejalde que llevaba ya unos cuantos años con la labor.
Yo lo leía, y como soy de natural retorcido, malo a rabiar, que no he podido evitar preguntarme si esto también tendrá que ver con los nuevos tiempos que nos vienen encima. Jorge Fernández, presentador de concursos chorras de Antena 3, ex Mister España, chico guapo ande los hayga, el yerno que quisiera tener toda madre y el vasco que gusta del Ebro para abajo; manso ideológicamente hablando, bienqueda a toda costa, tirando a bobalicón, aunque sólo sea de pose para lo de ganarse el cocido.
El otro no, el Karra viene de donde viene, de meter bulla desde sus tiempos jóvenes en la cosa esa radikal-festival de los 80 en mi ciudad y alrededores, procesiones ateas de por medio y militante de organizaciones tan raras como efímeras de extrema izquierda con más siglas que fechas en el calendario, actor en gamberradas varias con Airbar y Año Mariano como de las peores, actor de teatro subversivo, incontinente verbal en cuantico que le cae una copa en una mano y un canuto en la otra, que entonces va y se te tira una tarde entera disertando acerca de lo humano y lo divino, vamos, del sexo de los ángeles y de si Aznar es de nuestro mundo o viene de otro de pesadilla, que mejor embajador para unos vinos no se podía encontrar y algo debieron pensar cuando lo vieron actuar el TIERRA de Medem, que hacía de viticultor riojano-alavés pelín pasado de rosca, y les debió gustar lo suyo, se debieron ver indentificados estos de ABRA, a saber si por lo de la afición de pegar tiros a los jabalíes o por lo mucho que se ponía el pavo, a saber.
Ahora bien, parece que en estos tiempos de contención, seriedad, responsabilidad y sobre todo facherío por un tubo, pues que ya no conviene tener al Karra dando la nota por ahí con una copa de crianza alavés en la mano; queda feo, la gente puede pensar; mira cómo le sienta a ese el vino, si parece un mamarracho, peor, un perroflauta de esos...
Con el yerno que toda bruja querría para su hija no. Con Jorgito ya es otra cosa, coño, coño, es un tío serio, no jodas, y mira tú qué planta, no llega al nivel del Urdangarín, pero guapo es un rato, que fijo que han pensado los muy cabrones de los bodegueros (¿esto no es un pleonasmo?): éste nos va a vender cajas de crianza a manos llenas. El de Mondra además se muestra entregado, que dice que no se lo pensó ni un minuto, que entender entiende lo que todos por aquellos pagos, lo justo para trasegar una botellica tras otra, pero que le hace mucha ilu porque de crío se pasaba los veranos en Navaridas, al lado de Biasteri, eso y que de unos años a esta parte le ha dado por hacer el gamba con sus colegas en plan vámonos un finde a lo Entre Copas...
En cualquier caso, valga esta escena de AÑO MARIANO como homenaje a Elejalde.
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