BILBAO, 11 - 01- 2014



Pues para ser sincero, siquiera ya solo con la preguntita de rigor del FB, ya me gustaría que fuera alguna de esas tonterías que pongo en mi muro para lo de hacerme el graciosillo y pasar yo también un buen rato mientras la escribo y se hace lo que tengo en el fuego o mi hijo mayor se decide a hacer un movimiento en el ajedrez; pero no, desde hace un par de días no paro de darle vueltas a lo de la manifa de ayer en Bilbao.

Y mira que me digo, pasa, ¿no dices que estás harto, asqueado de la cosa vasca y sus inmediaciones, que prefieres dedicar tu tiempo y pensamientos a cosas más gratificantes y sobre todo divertidas? Pues sí, pero es que cuesta engañarse, hacer como que la cosa no va contigo cuando sabes que te ha acompañado toda tu vida, cuando incluso a condicionado ésta a todos los niveles, cuando eres consciente de que si haces un ejercicio de memoria bien podrías imaginarte en medio de un millar de manifestaciones a lo largo de los años y de todo tipo y condición mientras tu rostro se va transformando del niño que eras a lo que has llegado a ser como quien dice hace cuatro días.

Cómo resistirse a escribir tus impresiones más o menos meditadas o acertadas cuando incluso el día que dijiste que te ibas a poner a escribir porque es lo que más te gusta en el mundo, también resolviste, pese a todo lo que pueda haber de jactancia en ello, que no podías dejar de hacerlo de lo que te rodeaba, siquiera entonces, que hacerlo era casi un imperativo moral para no caer en la equidistancia de los que van por la vida indiferentes a todo lo que no tenga que ver con su ombligo, cuando no cómplices de mirar hacia otro lado cuando. Que luego aquello que has escrito sobre la "cosa" sea lo que menos te guste de todo lo que tienes, lo que menos te satisface literariamente, y a la vez casi lo único que te han publicado, pues qué se le va a hacer, eso ya no está en mi mano, me gustaría que no fuera así, pero. Todo esto para intentar explicar el ánimo con el que asisto al tema que nos ocupa y también, también, la enorme presunción de que esto le pueda importar a alguien.

Yo sé, o al menos lo presumo, que muchos de los que enarbolaban ayer las fotos de los presos de ETA en la manifestación tienen a estos como verdaderos gudaris, soldados de una causa en la que se empeñaron convencidos de que el fin justificaba los medios y con las correspondientes dosis de fanatismo y odio a todo aquel no pensaba como ellos. Sí, en la praxis de ETA desde que existe, y por mucho que se quiera encomiar sus inicios en comparación con su final, tendencia a la que no hemos sido ajenos algunos que aún sabiendo de dónde venimos, cuáles son nuestras filias y fobias heredadas de nuestros mayores, del entorno o la época, lo que tú quieras, no tardamos en percibir y condenar el pujo totalitario de querer doblegar al otro por la fuerza de las armas. Esa y no otra es y ha sido la razón de ser de ETA, justificar o edulcorar su historia es hacerlo también con sus modos, y en realidad negarse a caer del guindo: no existe romanticismo alguno en pegar tiros al prójimo por muy canalla o dañino que éste sea. No, ni siquiera a Melitón Manzanas o cualquier otro de los que fueron asesinados durante el franquismo y formaban parte del aparato represor del mismo, que es lo que venía a justificar el doctor López Adán hace poco en una entrevista al tiempo que hacía gala de un desprecio absoluto por la vida ajena y dedicaba hacia los que comparten mi discurso la típica insuficiencia de los que sólo ven en los demás, en los demás que no piensan como él, gente destinataria de su desprecio por norma.

En efecto, mucha de la gente de ayer en la manifestación, así como la plana mayor de los ex-presos de la reunión de Durango de la semana pasada, no sienten arrepentimiento alguno por todo el daño y las muertes causadas. Estaban en guerra e hicieron lo que tenían que hacer. Por lo tanto, resulta difícil pensar que pidan perdón si no es por pura estrategia, todo lo más procurarán no dar la nota en público porque así se lo habrán ordenado. Y sí, claro que son repulsivos como personas para los que creemos que toda acción conlleva una responsabilidad moral aparte de la penal que establecen las leyes. No obstante, creo que es el quid de la cuestión, que lo moral y lo penal son dos planos perfectamente limitados y si el último atañe en exclusiva al individuo y su deuda con la sociedad por el dolo causado a terceros, el primero, en cambio, ya pertenece en exclusiva al ámbito de las convicciones personales de cada cual. Dicho de otro modo, Kubati me podrá parecer un tipo despreciable al que no querría ver ni en pintura, alguien que sólo me inspira el mismo asco que todos los fanáticos asesinos bajo cualquier bandera; no obstante, ha cumplido su condena según lo estipulaba el Código Penal en su momento y a no ser que lo se quiera hacer es retrotraerse a las épocas de la Ley del Talión, pretender vivir en una eterna Edad Media, eso es lo que hay, pura convicción legalista, sí, pero que la que estipularon en su momento los entendidos para intentar dar forma, coherencia, a una legislación moderna, civilizada, acaso democrática, vamos, los más lejos del sentido de la justicia del mismo Kubati y otros asesinos.

Por eso me duele saber que tanta gente sigue todavía jaleando a los asesinos indiferente al dolor causado por estos, que, incapaces de eso que decía Mitxelena de "soy demócrata antes que nacionalista", o lo que sería lo mismo, "antes persona que patriota", sus simpatías siempre son por los de casa, el de su pueblo, la tribu, poco importa lo que haya hecho, que si lo ha hecho sería por algo. Me duele constatar hechos como que, en efecto, nunca un número similar de aficionados del Athletic, y del modo ostentoso como lo hicieron ayer, abandonó nunca un partido antes del final para acudir a una manifestación de repulsa a un crimen de ETA. Pero, en fin, allá cada cual con sus lealtades o simpatías, simplemente nos definimos por ellas. Sin embargo, sé, supongo, que tampoco todos los que acudieron ayer a la manifa de Bilbao comparten ese pensamiento, puede incluso que fuera la mayoría de los que acudieron. Presumo que ayer gran parte de la gente que se manifestó lo hizo a pesar de su rechazo a ETA, o puede que precisamente por eso, porque consideraba que la prioridad es que ETA desaparezca de una vez por todas y que la única manera de hacerlo es sentarse a discutir los modos y los tiempos, negociando, o lo que es lo mismo, haciendo todo lo de tripas corazón que sea posible para que esa disolución sea definitiva y, sobre todo, para poner los medios para cicatrizar las heridas. Sí, no creo que sea paradoja o eso que la Brunete mediática de turno ya ha definido como un postrarse de rodillas ante ETA, un contubernio nacionalista para atacar a España, ni ningún otro eslogan al uso de la prensa española en su inmensa mayoría. Creo que lo que ayer sacó a tantos miles de personas a la calle no fue otra cosa que una defensa del pragmatismo por encima de cualquier otra consideración moral o ética. Aún más, creo que toda esa gente lo hizo motivada por su miedo a que la estrategia del actual gobierno de España acabe con las esperanzas de una paz tan deseada. Y eso cuando no la sospecha de a saber qué oscuros intereses puede tener éste para apostar por el inmovilismo y la represión como si nada hubiera cambiado, como si ETA no hubiera dejado de matar e incluso reconocido implícitamente su derrota al renunciar a sus reivindicaciones y hasta a la amnistía tal cual para sus presos, y ya puestos, como si algunos estuvieran convencidos de que vivir contra ETA pero sin ETA les resulta la mar de rentable. Que sean sospechas con fundamento o sin él, eso yo ya no lo sé, sólo mantengo las mías, y cada día son más negativas, no me queda otra a tenor de lo que veo.

Porque veo alarmado la pretensión, por parte de este gobierno y buena parte de la opinión pública española, de elevar a categoría de ley algo que podría denominarse "integrismo moral", esto es, pretender que la realidad esté permanentemente condicionada, cuando no sometida a la ley, por lo que algunos creen que debe ser lo moral, ya sea la convicción de que los asesinos no han cumplido la pena que merecían, que hay gente que todavía tendría que ser castigar por pensar lo que piensa o militar donde milita, o que de hay ideas como la unidad de España que ya no es sólo que sea sacrosanta para algunos, es que ahora también pretenden que discutirla sea motivo de sanción penal. Y qué decir cuando cualquier paso dado para negociar el final de ETA, cualquier gesto por parte de los asesinos o cualquier opinión de otros que no se ajusta a lo que algunos creen que debe ser una opinión "íntegra" sobre el tema de ETA, es considerado como una afrenta al dolor de las víctimas y por lo tanto motivo de sobra para más condena. De ese modo, percibo una supeditación de todo discurso relacionado con el tema de ETA a lo emotivo, un rechazo del pragmatismo político e histórico, y en el que, al contrario, parece prevalecer más el interés de demonizar ya no sólo a ETA y su entorno, sino incluso al nacionalismo vasco por extensión, a todos los que acudieron ayer a la manifestación o ponen pegas a la política del gobierno en el tema de ETA, haciéndolos cómplices de los asesinos y por lo tanto merecedor del mismo trato que éstos, siquiera ésto ya sólo delante de la opinión pública española, poco amiga tradicionalmente de los matices y sí de las generalizaciones a tutiplén, del blanco o negro y fuera de ahí ya ni me hables. De serlo me parecería una estrategia despreciable, tanto ética como políticamente. Porque no es lo mismo señalar y criticar los excesos del nacionalismo, sacarle los colores por sus errores, anacronismos o complicidades, de cualquiera de ellos, que tirar de tópicos y tergiversaciones única y exclusivamente porque es el nacionalismo de otros, no el tuyo, el oficial, el que ni siquiera llega a serlo porque se sobreentiende que es de buen nacido asumir como propia una idea única, oficializada, de España y todo lo que la cuestione pues eso, para qué andarse con medias tintas: ETA.

Comentarios

Entradas populares