domingo, 19 de enero de 2014

GAMONAL III



No encuentro la foto en la que un tx... antidisturbios pisaba la cabeza a un detenido, tal cual, aplicando sobre él todo su monopolio de la violencia, demostrándole al chaval quién manda, y que no es él precisamente, no, él sólo es un "número" al servicio de aquellos a los que nunca osaría siquiera rozarles con un dedo de su pie. Imposible concebir nada más humillante y significativo de los tiempos que vivimos. Porque el probo funcionario además lo hace con ganas sí, y es que mucha farfulla a cuenta de que si son unos mandados y bla, bla, bla, pero nos conocemos, vaya que si nos conocemos de toda la vida, son muchos golpes encima, y sabemos de la saña con la que se aplican, como para que nos vengan con lo de "no, si yo te golpeo por tu propio bien y el de la democracia, perdona las molestias, disuélvanse, no protesten, está prohibido". La policía está al servicio del ciudadano, esa es la teoría, pero mira qué cosas, en muchos casos, ya nos lo decían los clásicos cuando hablaban del derecho e incluso de la obligación de oponerse al mal gobierno, apenas son otra cosa que el brazo represor de quienes mandan y mangonean en la convicción de que la democracia es una mera formalidad, que los votos conseguidos en las urnas les dan licencia para todo, y más en concreto de construcción para los nuevos caciques de esta España de la II Restauración Borbónica. 

Se les va de las manos, el mensaje ubicuo de que la violencia es cosa muy mala, la gran mentira de que es lo mismo una luna rota de una entidad bancaria o una piedra que una bomba debajo de un coche o un tiro en la nuca, de que no hay categorías, que no se consigue nada, ya no cuela. No es sólo que sin el contenedor ardiendo o la luna rota la prensa no preste atención alguna en su búsqueda del puro morbo, que quizás por eso y sólo por eso les de por preguntarse qué hay de verdad detrás de esa protesta, qué malestar la origina. La gente se está dando cuenta de que el discurso descalificador de toda protesta social es una coartada para que ellos puedan cometer sus tropelías sin tapujos, no les vayas a contestar en la calle y te digan que eres de la ETA (me pregunto si a esta hora habrá soltado ya el Jimenez Delosantos de turno lo de que el bombero de Madrid era un etarra camuflado o algo así...). Nos piensan débiles y aborregados, nos quieren como decía el Rajoy, en casita calentitos viéndolas caer, preparando la misma papeleta para las siguientes, la gente de bien... Y sobre todo desmemoriados, la revuelta popular es tan vieja como la propia humanidad, es la respuesta lógica al mal gobierno desde los tiempos de María Castaña, como son espontáneas unas veces son por la pretensión de un italiano, un tal Esquilache, de vestir a los españoles a su antojo, otras por subir el precio del pan o sacarse un impuesto de la manga, las más de ellas porque el pueblo no aguanta, está harto de que le tomen el pelo, que le digan que la violencia es inaceptable al mismo tiempo que ellos la aplican sañudamente contra ellos. Las revueltas no son la amenaza de revolución alguna, son un aviso a gobernantes, sólo eso.

Ahora bien, hay maneras y maneras de tomar nota, y el otro día un subgilipollas del Ministerio de Interior ya dijo cómo lo hacían ellos, evidenciando la necesidad de la nueva Ley de Seguridad, vamos, más madera en el más amplio sentido del término. Son incapaces de pararse a preguntar si están haciendo algo mal, puede que porque sean muy conscientes de ello, de que cuando el ciudadano pone el grito en el cielo será por algo, que viviendo en democracia se impone escuchar a todo el mundo. No, qué coño, cuando tu idea de democracia es la misma que la del Erdogan y compañía, una mera formalidad electoral, lo demás te la suda. Eso y que hay muchos intereses en en juego, sobre todo de los que les financian sus campañas electorales y demás, y si no basta con echar un vistazo a los papeles de Bárcenas, país de mierda.

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