"Sostenella y no enmendalla"
"El guardia civil indultado que grabó una agresión sexual es hijo de un concejal del PP"
Podía haber indultado a Ana y Tamara, condenadas a tres años de cárcel por echar pintura a una piscina, a los también gallegos Carlos y Serafín condenados a prisión por participar en piquetes informativos durante distintas huelgas en los últimos años, Carlos y Carmen por lo mismo. Incluso podía haberse dado con David Reboredo la prisa que se da con otros y otros muchos en su misma sensación, gente que en su momento cometió un delito bajo unas circunstancias que años después del juicio nada tienen que ver con las actuales. Pero no, el inefable y estomagable Gallardón indulta a uno de los suyos de la misma manera que antes lo hizo con el kamikaze que, casualidades de la vida, había defendido su bufete antes de ser nombrado ministro. Y eso cuando no es un empresario que en su momento donó lo que donó, u otros miembros de las fuerzas de SU seguridad que cometieron torturas o agredieron a ciudadanos. Esa es la tónica general de la infamia con los indultos, los cuales, lejos de ser una figura legal para remediar situaciones especiales como el caso del drogodependiente que en su momento delinque y años más tarde tiene que entrar en la cárcel cuando ya está completamente rehabilitado, son la evidencia más repulsiva, ya no sólo de la arbitrariedad de este gobierno, sino también del escarnio al que somete a los ciudadanos que no son de su grey, que no comulgan con su política, que se le resisten, que no se quedan en casita a engrosar la masa de los que creen si no adeptos, sí sumisos o bobos de remate. Por eso precisamente la saña con la que sus jueces aplican la ley del modo más desproporcionado posible a gente, seguro que convencidos de que hay que meter en vereda a esa chusma que protesta en las calles alterando el orden que consideran suyo, como Ana, Tamara, Carlos, Carmen, Carlos, Serafín y todos los pendientes de juicio y por estarlo en esta España que vuelve a encarcelar sindicalistas y a liberar hijos de puta que vejan a las mujeres, torturan a los más indefensos o provocan las muertes de terceros por puro divertimento, a saber si convencidos de que esos sí, esos son los suyos.
Sostenella y no enmedalla, sí, no hay propósito de enmienda alguno, porque parece obvio que por mucho revuelo mediático que provoquen las decisiones del infame Gallardón, él no va a ceder en su empeño de aplicar la justicia según su moral falangista o por el estilo, su moral y sus modos chulescos y burlescos, para reírse de todos al amparo de una mayoría absoluta conseguida con engaño y miedo, mucho.
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