jueves, 19 de junio de 2014

ARRANCA LA SAGA BEODA DEL CA BELEÑO






Bueno, coronaciones a un lado, va un apunte turístico-festivo-etílico, para los que visiten Oviedo o así. Ayer, tras arrastrar a mis retoños como un desalmado de un extremo a otro de la ciudad bajo la calina para que acudieran al cumpleaños de un compañero de clase de uno de ellos, aproveché para acercarme hasta el Ca Beleño. Se dice chigre en su letrero, pero en realidad es una pub de inspiración irlandesa y así, muy de hilo musical a base de gaita, bodhrán, violín, el tin y low whistle y/o la flauta travesera irlandesa. Con todo, no se trata bajo ningún concepto de uno de esos pubes temáticos en la que todo huele a postín de paquete para franquiciados. No, el postín de fotos en sepia, carteles publicitarios de la Guinnes y otras cervezas, retazos cartográficos de las naciones celtas y demás atrezzo al uso, parecen cosecha propia de los dueños o así. En cualquier caso, y aunque sé que dentro del Ca Beleño (casa Beleño en astur) se celebran gloriosas veladas al estilo de las que solía presenciar en su tiempo en el Temple Bar de Dublin -lo dicho, mucho bodhrán y whistle en directo, algún que otro gemebundo "cantaor" de tristezas gaélicas y por el estilo, y pintas a esgaya (por un tubo), a veces, muchas, Black&White, vamos, pinta de Guinnes con chupito de Jameson dentro, una guarrada...- , lo que más me atrae del lugar es su coqueta terraza interior de baldosas separada de la calle por un muro de ladrillo con su verja metálica. No sé, me recuerda tanto a otras terrazas similares de aquellos pubes de Dublín donde echaba la tarde con la pinta siempre a mano, que me pongo nostalgibobo. En realidad acostumbro a ponérmelo todos los años por estas fechas. Yo no celebro el Bloom´s Day, lo mío son dos Bloom´s Month entre junio y julio, los letraheridos ya me entienden, los que no les recomiendo el precioso comic del asturiano Alfonso Zapico, "Dublinés", a ver si luego se me animan y abren el Ulysses de Joyce, si sabes donde te metes, si vas advertido, o directamente bebido, puedes echarte unas buenas risas. 

Y como ayer hacía un calor de espanto, me encontraba por el centro que solía a patear todas las tardes cuando todavía vivíamos en Foncalada, y encima el subconsciente me hablaba de penélopes infieles que piensan en lo que pudo ser y no fue mientras su marido intenta regresar a casa tras afrontar mil y una aventuras entre un pub y otro, pues que todo me empujaba de cabeza a una Guinness negra como el alma de un combatiente del ISIS, Alá los condene a todos al Yahannam. Pues no, no me acordaba de que en el Ca Beleño hacen su propia cerveza al mejor estilo de los pubes irish y british, de nombre Ordum. Pero claro, es que la Guinness es mucha negra -si bien es cierto que de las miles de pintas negras que he libado a lo largo de mi corta existencia ninguna como aquella Murphy´s tras una larga caminata cuesta arriba y abajo en un pub del puerto de Hothw, villorrio en el Condado administrativo de Fingal, Condado de Dublín; todavía hay noches, sobre todo durante mis Bloom´s Months, que sueño con la textura de aquella espuma y la fresca profundidad amarga de los dos tragos que acabaron con ella, eso y un pescador hablando de mejillones o algo parecido, cualquiera entendía al tío...-. En el Ca Beleño no hay Guinness, te ponen la negra que hacen ellos y si te sacas una pinta ya te puedes atar los machos porque no ya muy cervecero, sino un verdadero fanático de lo amargo, como un servidor, para disfrutar a conciencia-. Para entendernos, que si te parece que la Guinness tradicional sabe a café frío, la negra que hacen el Ca Beleño te sabrá a torrefacto. Pero bueno, le falla la espuma que apenas llega a medio dedo, de hecho tarda el doble o más de aposentarse que una de fábrica, el trago es excesivamente aguado, hay que esperar al final del mismo para degustar la más que profunda, casi abismal, amargura de la negra Ordum; pero no está mal, no. De hecho a mí me dio para una novela con vikingos, frailes irlandeses, piratas del Caribe y alguna que otra banshee pelirroja a lo Anne Bonny o Grace O´malley, todo ello pasado por el Alexanderplatz de Döblin, La vida perra de Juanita Narboni de Ängel Vázquez o cualquiera de las novelas surrealistas de Flann O´Brian; la mezcla de pedantería libresca y cerveza negra es lo que tiene, que te olvidas de que estás en Vetusta a media pinta o así. Ahora bien, como sé que la negra en cuestión puede resultar de difícil ingesta para aquellos que amarguras las justas, sí recomiendo entusiasmado la tostada Ordum, lo mejor que he probado en mucho tiempo en cervezas caseras, merece la pena ir sólo para meterse una o unas cuentas entre pecho y espalda, para viajar como poco a la Praga de Kafka o la de El buen soldado Švejk. Y la lager que se tomó mi señora tampoco estaba mal, quizás le falte algo de fuerza; pero es que esa es precisamente la asignatura pendiente de la mayoría de las cervecerías artesanales; la rubia

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