lunes, 4 de abril de 2011

EPITAFIO


¿Toca comentar la que parece la noticia del fin de semana en un blog que prentende ser algo así como un diario indiscreto? No lo sé, ni siquiera si merece la pena comentar nada de la actualidad en este espacio tan personal como indefinido. En cualquier caso, qué bueno poder trasladar el trabajo de otros a modo de conclusión sobre el tema que nos ocupa, el cual resume, mejor de lo que nunca habría sido capaz yo, que de qué, todo lo que pienso sobre el personaje.


Zapatero quedará como icono del desconcierto. Quizás sus ambiciones no estuvieran al alcance de su potencia. Salió a la ofensiva, abrió muchas líneas de cambio, y puso bruscamente el freno cada vez que las rugosidades de la realidad se cruzaron en su camino. Por eso el desencanto ha sido tan profundo. Prometió mucho: un giro en la política internacional, la España plural, la renovación generacional de las instituciones, los valores de la democracia republicana, la modernización de la socialdemocracia y la ampliación de los derechos civiles de los españoles. Todas sus promesas, menos una, se fueron desvaneciendo. La confianza de los españoles en el presidente se hundió en la crisis: no la supo anticipar, no supo valorar su importancia, no acertó a gestionarla y, a partir de mayo pasado, se le percibió como un presidente sin poder, totalmente sometido a las exigencias del poder financiero y del poder europeo. De su período quedará, eso sí, un legado: los españoles son más libres a la hora de decidir sobre sus opciones personales, gracias a las reformas emprendidas por Zapatero en leyes que concernían a las costumbres y las libertades personales.


JOSEP RAMONEDA 03/04/2011

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