martes, 19 de abril de 2011

MARTES SANTO ANDARIEGO Y CERVECERO


Para no variar cuando vamos de visita o excursión por esta tierra. Nos acercamos hasta el parque botánico de Santa Catalina en Trespuentes. Están en obras, la página web, de los webos más bien, prometía un paseo de varios kilómetros por los alrededores del antiguo convento con su diversidad vegetal, su solana y su umbría, sus vistas desde las faldas de la sierra de Badaia, y todo menos la información acerca de estado actual del parque, que tiene que ser un tal Vladimir, Slobodan, Hristo o de por ahí, quien me diga que no se puede pasar. Pues bueno, yo no le veo muy convencido al hombre, pero mira, dice que no se puede pues no se puede, no vamos a sacar ahora el kalasnikov por una tontería. Total que nos volvemos por donde hemos venido y para no hacer el viaje en balde decidimos acercarnos hasta el yacimiento de Iruña-Veleia afín de que los niños fantaseen con la cosa de Asterix y los romanos. Pues es llegar y darnos una vez más con la verja metálica completamente chapada. Por si acaso, que vete a saber, me bajo del coche para preguntar a un tipo que recién acababa de aparcar el suyo y parecía que sabía lo que se hacía, y le pregunto. Hasta el verano nada de visitas, me informa. Entonces me percato de que el simpático señor de barba castaña, pequeño y regordete se trata, nada más ni nada menos, que de Eliseo Gil, el Indiana Jones alavés que había descubierto, él y su equipo arqueológico, las tan famosas como infaustas inscripciones con el primer Calvario y los textos más antiguos grabados en euskera, siglos III-IV D.C., esas que después de todo el revuelo mediático al uso y de la correspondiente comisión de expertos resultaron más falsas que el certificado de estudios primarios de Belén Esteban. Total, que le comento así mientras me volvía al coche, "joder, qué mierda de información dan de estos sitios", y él me contesta "si es que aquí las instituciones cada vez funcionan peor". Y claro, claro, en ese momento lo pienso pero me lo callo porque no tengo por que zaherir a nadie que no me ha hecho nada y cuyo asunto sigue sin estar nada claro, pero insisto, lo pienso. "qué vas a decir tú de las instituciones, si lo mínimo que te quieren hacer es meterte a la cárcel por todo el dinero que les has sacado con el cuento de los hallazgos esos..." En fin, el caso es que me sorprende encontrarme con el tal Eliseo porque yo había leído que la Diputación los había echado a él y a su equipo de malas maneras, a las bravas más bien, del yacimiento, aparte de la denuncia criminal, el linchamiento mediático y toda la hostia. Pero bueno, ahí estaba el tipo, como poco merodeando por donde hasta no hace mucho era poco más que la versión local del Zahi Hawas, el famoso director de la cosa arqueológica en Egipto que durante décadas había controlado todo lo que tenía que ver con el tema en su país y que ahora anda a la greña con las nuevas autoridades porque siempre fue lo que se dice un poco adepto y mimado del derrocado Mubarak.

Allá cuidados, oye. El caso es que ni jardin botánico, ni yacimiento romano, ni hostias en vinagre. Nos volvemos hacia Vitoria, no sin antes decidir llamar a mi amiguito Luís (casualidades de la vida, a la tarde nos encontramos con el otro "amiguito" yendo en coche a casa del primero, que lo pitamos y como no nos reconoció de primeras, casi que empieza a cagarse en nuestra puta madre y en ese plan, si es que no se puede ir con tanta tensión al volanteeee...), aprovechando que hemos estado o pasado por su pueblo. Luego resulta que el chaval estaba sacando patatas justo enfrente del campo de fútbol que hay al borde de la carretera. Sea como fuere, quedamos para tomar unas birras a la tarde, birras que anoche se convirtieron como de costumbre en cena-picoteo en su casa hasta la una, y nos vamos hasta Zuazo para pasear por Zabalgana, que de todos los parques periurbanos de la ciudad es el que menos frecuentamos. Eso y que con el gusanillo de lo arqueológico servidor sabía que por allí estaba el yacimiento de Mariturri para lo de por lo menos ver un par de piedras. Pero no, paseamos por el parque entre árboles, campas y humedales, con la expectación de que el mayor vea ese zorro o ese lobo plateado que su padre le ha prometido, inocente. Un voltio cortico antes de volver a casa de mama para la jamada y la sensación de haber hecho el gamba el primer día de vacatas.

Por fortuna, el día estuvo tan bonito, soleado y tal, que a la tarde no nos resistimos y nos dio por volver a echarnos al camino. En esta ocasión tocaba salir andando desde Berroztegieta hasta Armentia por el bosque que lleva el nombre de este ultimo pueblico tan emblemático por ser la cuna del santo de la provincia, la basílica románica dedicada a éste y el copón bendito. Un tramo que ya hacemos casi siempre que luce sol y conviene estirar las piernas para no amodorrarse demasiado en casa. Íbamos con el nene para lo de desfogarlo y la verdad es que el cabrón del enano casi acaba con nosotros, que no se cansaba, la única pega que el canijo todavía no controla muy bien la cosa ésta de la orientación para ir por libre, de modo que había que reconducirle cada dos por tres hacia la dirección correcta.

En cualquier caso, pinos, espinos, encinas, zurbas, bichos por doquier, una buena caminata en la que acabo con el crío arrikotes con el consiguiente dolor de cuello. El campo, por cierto, está precioso ahora, ha llovido bastante y se nota en la vegetación, eso y que de regreso a Berrozti ya empezaba a caer la tarde y la vista de los montes de Vitoria (Zaldiaran, Busto, Ezkibel, Arrieta, Errosteta, Lendiz, la parte que nos toca en el occidente) era espectacular con sus tonos primaverales y el fulgor cardenillo de los trigales en esta época del año.

A ver qué tiempo nos hace hoy, que estamos como los nazarenos de Sevilla y por ahí abajo.

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