Lo del mejor alcalde del mundo es sin lugar a dudas una verdadera bilbainada en el mejor sentido de la palabra, en el de que para serlo tiene que ser simpática e irónica a partes iguales y casi también que expresada a bocajarro, que si no hay efecto sorpresa como que menos, eso y un método infalible para identificar a los bobos de solemnidad, que son tanto los que las formulan en serio como los que las entienden tal cual, al pie de la letra, no les da. Por eso me parece el homenaje más bonito al fallecido alcalde de la Villa, Iñaki Azkuna, sobre todo teniendo en cuenta que él mismo declaró en su momento que los mejores alcaldes del mundo no eran los que como él disponían de un abultado presupuesto, si no más bien esos otros de los pequeños núcleos rurales que tienen que hacer encajes de bolillos para cuadrar las cuentas de su municipio. Del mundo no se sabe, éste es muy grande y para la mayoría inabarcable, pero de Bilbao sin lugar a dudas. Pocos alcaldes como él llegan a esa identificación de la ciudad con su figura. Azkuna rezumaba bilbainidad por sus poros, de la buena, el bilbaíno independientemente de donde haya nacido, faltaría más, que en eso consiste en buena parte la "ciudadanía", ser o hacerse de ciudad, y ello siempre frente a la cosmovisión pequeña, tribal y ombliguista de la aldea, el bilbaíno tan devoto de lo propio como abierto a lo de los demás, el bilbaíno culto y temperamental que remitía a la mejor y más genuina tradición liberal de la villa, la ciudad abierta, industriosa, receptora, frente a los de siempre, sí, en concreto a esa otra tradición tan vasca del integrismo en todas y cada una de las formas y colores que ha ido tomando a lo largo de la historia, para entendernos, desde la boina roja, el kaiku al polar de nuestros días. Y por eso, porque Azkuna era un vasco que amaba a su tierra y a sus gentes, su cultura, y ello al mismo tiempo que miraba hacia afuera, porque se decía nacionalista sin apostar por el maximalismo contemporáneo de los del Llano, el mismo del que él procedía. Azkuna desdeñaba una independencia que tendría que ser a la fuerza la imposición de una mitad sobre la otra, siquiera ya sólo teniendo en cuenta cómo es el país de nuestros días, diverso por definición. Por eso hablaba de un país trasversal, palabro de moda que con todo a mí me gusta para concebir Euskal Herria en toda su complejidad territorial, cultural, social, etc... Y por eso también era el enemigo interior a batir por los integristas de nuestra época, aquí todo aquel que pretende imponer su visión de las cosas por las bravas, así como ignorar las del resto de la misma manera. Por eso, porque Azkuna era el más preclaro heredero de la tradición liberal y foral que resistió entonces como ahora a la barbarie liberticida de buena parte del paisanaje, porque defendió la ciudad y lo que ésta significa frente al ensimismamiento de los que sólo conciben el mundo a la medida de su aldea, y todo ello no a pesar sino precisamente gracias a todas las divergencias ideológicas, las estúpidas y ridículas rencillas interterritoriales y de cualquier tipo con él, no me cabe duda de que ha sido el mejor alcalde de Bilbao. AGUR ETA OHORE, GOIAN BEGO!!!
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