miércoles, 12 de marzo de 2014

ANIVERSARIO




Aniversario del mayor atentando de la Historia de España con casi doscientos muertos, un hito en la historia de la infamia humana, otro más. Dolor y recuerdo para las víctimas, qué más, si los asesinos fueron los que fueron, si fueron todos, y recibieron su castigo nunca se sabe o sabrá, confiar en la justicia y en sus profesionales es lo que toca. Pero luego está lo otro, lo que nos singulariza respecto a otros lugares donde suceden tragedias de este tipo, y eso no es otra otra cosa que la pésima calidad moral de una sociedad eternamente dividida, partidista, inmadura, las dos Españas eternas una a espaldas de la otra, incapaces de coincidir ni en lo básico. Los gobernantes del momento tiraron por un lado con mentiras o medias verdades para salvaguardar lo que de verdad les interesaba, ganar las elecciones, y los otros también a tenor de la rapidez con la que entraron en el juego de señalar culpables donde sólo había inútiles o irresponsables. Dicho de otro modo, la casta política en lugar de unirse, de formar un gabinete de crisis entre el gobierno y la oposición, prefirió dedicarse a la guerra banderiza, a ocultar las evidencias, desviar la atención, sembrar la duda, señalar a quien mejor le convenía como culpable. No lo pudieron hacer peor con los restos del atentando todavía candentes, y por si todavía le cabe duda a alguno que busque y compare cómo reaccionaron ante casos similares en EE.UU, el Reino Unido o Francia, que seguro que encuentra la medida del tipo de sociedad que somos sólo por comparación. Pero no quedó ahí, además de eso perseveraron en la mentira, lo hicieron con la ayuda de verdaderos canallas profesionales como P.J Ramírez o Federico Jiménez Lossantos, los cuales alimentaron un bulo para consumo exclusivo de una parte que quería, necesitaba, achacar a otros los motivos de su derrota en las urnas, canallas que animados, unos por sectarismo y otros por intereses tanto políticos como puramente crematísticos, provocaron a su vez víctimas colaterales como el comisario Ruiz, sometido a una campaña de acoso y derribo que llevó al suicidio a su mujer, o esa otra del panadero pamplonica Ángel Berrueta, asesinado a tiros por un policía nacional y su hijo al negarse a colgar un cartel en el que se apuntada a ETA como autora del atentado del 11M, ésta ya una más de esas víctimas en manos de incontrolados o no de las llamadas fuerzas de seguridad que del Ebro para abajo sencillamente no existen, no constan, son sospechosas por principio, no son las suyas. Y lo peor de todo ni siquiera es la convicción de que una vez escrito ésto en seguida seré catalogado de haberlo hecho al dictado de mi sectarismo particular, que sólo así parecen entender muchos que otros piensen distinto a ellos, sino más bien la confirmación una vez más de que en España sigue habiendo impunidad para los canallas profesionales de los que hablaba antes, los cuales, y a diferencia de otros como los médicos, profesionales, ingenieros, etc. que se arriesgan a ser inhabilitados por mala praxis profesional, da igual el daño que hagan a terceros con sus mentiras, incluso que éstas queden al descubierto como quedaron al confesar el asturiano que les pasó la dinamita a los asesinos, Trashorras, que había contando lo que le pidieron que contara a cambio de dinero, porque seguirán donde están envenenando a diario al más genuino estilo de unos Goebbels de andar por casa, repulsivos esbirros cazalleros de sus amos especializados en esparcir mierda.

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