lunes, 31 de marzo de 2014

LOS JUSTOS



  • Estoy convencido de que voy a coincidir con un buen número de personas en mis siguientes apreciaciones sobre el programa de Salvados de hoy. La primera de éstas es que hacía tiempo que no escuchaba a un político hablar de un modo tan claro,sincero y sobre todo valiente como lo ha hecho el concejal del PP de Errenteria Chema Herzog. Hablar de la existencia de tortura por parte de los cuerpos policiales, de los oscuros intereses de algunos (Mayor Oreja) en que nada cambie para poder seguir justificando su negocio particular, en la muy diferente manera que se ven las cosas del País Vasco desde el mismo lugar o en Madrid -siendo este Madrid un concepto más metafísico que geográfico), e incluso del abismo moral entre unos militantes que se han jugado la vida durante décadas por defender sus ideas y esos otros con cuentas en Suiza (y supongo que por extensión también los que cobran sobres a saber en concepto de qué...). En fin, hablar de todo eso que no se puede hablar y menos siendo del PP porque en seguida das en etarra o tienes el Síndrome de Estocolmo, como poco, y ya sea esto porque va en contra de la doctrina oficial del partido, contra su estrategia electoral y sobre todo el relato canónico que quieren construir para consumo de todos sin discusión alguna. Eso por un lado, la segunda apreciación no puede ser más lógica: ¿por qué o cómo se permite Herzog hablar como lo hace? Pues él mismo lo ha señalado, porque siendo un simple concejal de pueblo no vive precisamente de la política, es veterinario de oficio, está de paso y por lo tanto poco o nada parece importarle mal indisponerse o no con los suyos, con la dirección de su partido, en el ejercicio de su derecho a la libre expresión. Ese es un dato a tener muy en cuenta para cuando reflexionemos acerca de los males de la actual casta política, y en concreto sobre las razones de la vacuidad generalizada de la mayoría de los políticos sin discurso propio, apenas menos voceros de lo que les mandan los de arriba. En fin, creo que es de justos reconocer la valentía cuando se tiene delante, cuando, a pesar de todas las diferencias, se tiene delante precisamente a un "justo".

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