lunes, 28 de agosto de 2023

ABUZTUAREN HONDARRETAN




Uda gabeko abuztuaren hondarretan
Gasteizko grisa inoiz baino bipilagoa,
Txikitako tristura bat oroitzapenetan
Tabernaz tabernako ibilbide geldoa.

Bizitza bera moteltzen da bapatean,
Lagun arteko berbaroa ezagunegia,
Hona iritsita ezer aldatu ez bailitzan,
Azken urteotan galdutakoa ageriegia.

Eta orduan, nola ez, ezusteko handia.
Izan ez zen zoritxar baten bihozkada,
Nire amesgaiztorik sakonenera itzulia,
Bihotz ahul honen debaldeko ziztada.

Bihar eroango nauzu itsasoa ikustera,
Modurik onena gure arima lasaitzeko,
Agur esango diogu ezinegonari batera,
Joan-etorri ero hau betikora bueltatzeko.

viernes, 25 de agosto de 2023

EZ, EZ, TURISTAK BESTEAK DIRA...


 


- Aizu, aurten Donostiyakua inposiblia da, turista pila, egiazko inbasiyua, inaguantablia, ezin zea inora jun ezpada bultzaka edo. Laister ezingo gea gure markoinkonparablian bizi!
- Ikusi eztosuelako Gaztelugatxekue; ganera oin txartela eta guzti atara bihou bisitetako!
- Pasatzen ari dia turismoakin, eta, gainera, etortzen dian geyenak ezautu ez dute gure kultura ezagutu nahi ere!
- Akaberie ekarriko dosku, bai!
- Tira ba, hau sargoriya, hau; Calle del coñora jungo al gera pote batzuk hartzera!
- Hori da, bai, etxien bageonse lez!

AHALBACA O NADA


 

      Sueño que soy cocinero en una trattoria de lo viejo de Bolonia. Una familia compuesta por un matrimonio italiano y sus dos hijos acaba de recibir los “fusilli” con mejillones y langostinos que preparo con ajos, una salsa al vino blanco, pimentón, una salsa hecha con el fondo con las cabezas de los langostinos y el fumé de más de lo mismo, todo ello aderezado con parmesano y albahaca. Una receta que, y ya sé que está malo decirlo, me sale de rechupete. Pues en eso que uno de los críos, el pequeño preadolescente con pinta de no salir de su puta cueva, donde debe pasar la mayor parte del tiempo jugando a la maquinita y pelándosela mientras espera que se bajen nuevos juegos, más que para dar por culo al prójimo, va y llama la atención al camarero.

- Scusi? Potrei parlare con il maitre? Non mi piace il basilico nella pasta.
Como puede que no estéis muy familiarizados con la lengua de Dante, y siquiera por esta vez que me siento generoso y tal, me voy a tomar la molestia de traducirlo.
- ¡Disculpe! ¿Podría hablar con el maitre? No me gusta la albahaca en la pasta.
- Cosa vuol dire que no ti piace…, perdón, tremendo pedante, sí- ¿Cómo que no te gusta la albahaca en la pasta?
- En la carta venía “Fusille con cozze e gamberi”, pero no decía nada de albahaca.
- ¿Tú no sabes que la mayoría de los platos de pasta en Italia llevan albahaca?
- Me da igual; no me gusta la albahaca.
- Mira que esta albahaca es fresca, recién cortada esta mañana de nuestro huerto.
- Me da igual; no me gusta.
- Pruébala a ver si te gusta.
- Si digo que no me gusta es que no me gusta.
- ¿Y qué quieres que haga, que coja el plato y retire uno por uno todos los trocitos de albahaca para que el señorito pueda comer la pasta a su gusto?
En eso que reparo en los rostros de los progenitores de este mocoso pajero suplicándome que no monte un pollo y complazca a su criatura como seguramente están acostumbrados ellos a hacer todo el rato desde que lo trajeron a este mundo.
- De acuerdo. El cliente siempre tiene razón… aunque sea un “coglione”
- ¿Perdone, el qué?
- Que ya quito la puta albahaca, ya.
Al rato salgo de la cocina para llevarle yo mismo el plato “desalbahacado” al niñato de los cojones. Y en eso que empiezo a ver cómo otros adolescentes reunidos en la sala levantan la mano y, sin darme tiempo incluso a preguntar uno por uno, empiezan a pegar voces.
- ¡A mí no me gusta la panceta en la carbonara!
- ¡Ni a mí el queso en la boloñesa!
- ¿Por qué tiene que ser verde el “pesto”?
- ¿Es necesario que el “risotto” sea de arroz?
- ¡Odio el tomate en la pizza!
- La “lasagna”…
Siento que la vena del cuello se me hincha como pocas veces antes, vamos, que si no me da el ictus ya definitivamente es más que probable que acabe corriendo la sangre en la trattoria porque por algo tengo los cuchillos de la cocina a mano.
- A ver, pandilla de niñatos hipeconsentidos que os han educado para que creáis que tenéis derecho a todo con sólo pedirlo. Las cosas son como son, no como a vosotros os gustaría que fueran para satisfacer vuestra ignorancia, falta de gusto o simples antojos. Si no os gusta la comida italiana o cualquier otra como se ha venido comiendo desde hace siglos, como la come todo el mundo que tiene un poquito de conocimiento de las cosas, pues no comáis nada y ya está; pero, no vengáis jodiendo con vuestros caprichos de pequeños tiranos maleducados que van a crecer en la convicción de que el resto del mundo tiene que estar a vuestro servicio para complaceros en todo y por todo. La vida no es así, y cuando os deis cuenta de que el resto de adultos no son como vuestros padres y que además estos no van a estar siempre a vuestro lado para evitar que os frustréis al menor contratiempo, ya será demasiado tarde. Por eso os aconsejo que empecéis a asimilar que si salís fuera de casa y pedís una pizza ésta siempre llevará tomate, el risotto se hace con arroz por pura lógica, el pesto es verde por lo mismo, la boloñesa lleva queso y la carbonera panceta porque de lo contrario no serían lo que son, serían otra cosa. De modo que si me pides “fusilli” con mejillones y langostinos, o te apartas tú mismo los trocitos de albahaca o haces el esfuerzo ingente de probarla a ver si del modo como la pongo yo te gusta; pero, eso sí, yo siempre le echo albahaca a mis “fusilli” y seguiré haciéndolo por muchos mocosos gilipollas y malcriados que vengan a comer a mi establecimiento. Eso en mi trattoria, en vuestra casa como si os metéis los mejillones por el culo. He dicho.
Y en eso noto que mi señora esposa me coge del brazo a la vez que me grita.

- ¡Txema, deja de gritarme al oído, por favor! En serio, qué suplicio el tuyo con la comida. Mira, si tan mal lo pasas que luego hasta tienes pesadillas, la semana que viene cocino yo la pasta; pero, que después de la bronca que le has montado al pequeño este mediodía por la albahaca, todavía sigas dando la murga en mitad de la noche…”
- ¡Ahora mismo voy a la cocina comerme lo que ha sobrado!
- Eso, eso, toda la albahaca para ti.
- Porca miseria....

lunes, 21 de agosto de 2023

SUEÑO DE UNA PLAYA EN VERANO



    Odio la playa pero me encanta chapotear en el mar como un cachalote. Este verano sólo he podido bañarme dos veces hasta el día de hoy. La primera a principios de julio en una kilométrica playa asturiana al margen de la marabunta turística y de la que, por supuesto, no pienso revelar el nombre. La segunda a finales de julio en Saturraran, tres cuartos de horas dentro del agua a merced de las olas con mi hijo mayor en la que es mi playa de la infancia. El resto del verano me ha sido imposible acercarme a una playa, ya fuera por tema de trabajo o por los nubarrones que no nos abandonan en el norte ni en época estival. De hecho, la tónica de este verano ha consistido en pasar un calor de mil demonios durante las jornadas de trabajo y esperar a que llegara el fin de semana para ver cómo el cielo se cubría de nubes negras, como para no defecar en la progenitora de ciertos meteorólogos.
A decir verdad, me he obsesionado tanto con el tiempo por lo de poder encontrar un día propicio para acercarnos hasta la costa a tomar un baño, que la mayoría de mis pesadillas de las últimas semanas han consistido en que, después de toda una semana de curro con el sol ahí fuera a 35º-40º nos acercábamos a una playa y, mientras mi mujer y hijo pequeño se quedaban en el chiringuito porque decían que estaba nublando, había bandera roja por lo que fuera o simple y llanamente no les apetecía porque era ya la hora del hamaiketako, yo y mi hijo mayor corríamos a tirarnos de cabeza al agua y nada más entrar se ponía a jarrear como nunca. Eso o meter el pie en el agua y pisar una carabela portuguesa de esas que dice mi madre que nos las han mandado desde Lisboa al Cantábrico por lo de los hilillos de Rajoy. Sueños en los que cada vez que me metía en el agua veía a la gente salir del agua corriendo porque decían que habían visto un tiburón blanco dándose un festín de turistas madrileños, había un vertido de chapapote, caía una granizada o un ejercito de surfistas con radiocasetes escupiendo reguetton sobre sus tablas atestaba las aguas. ¿Te puedes creer que en una de esas, nada más meterme en el agua, me encontraba a mi suegra de frente y me veía obligado a huir despavorido hacia el chiringuito para meter la cabeza dentro de una jarra de cerveza a ver si así conseguía pasar desapercibido? En fin, lo dicho, pesadillas por un tubo.
El caso es que no ha habido manera de volver a tomarme un baño en el mar con lo que eso me relaja, me carga las pilas y así, que me puedo pasar una y hasta dos o tres horas dentro del agua a merced de las olas cual un Neptuno de secano, una sirena trans o lo que sea. Pues nada, habrá que esperar a septiembre, porque seguro que hará mejor tiempo que ahora como todos los años y, además, la turistada ya se habrá retirado a sus cuarteles de otoño en los Madriles y por ahí. Eso y que, mira que soy rarito y así, a mí el agua del Cantábrico cuanto más fría mucho mejor, más a tono me pone y menos riesgo de encontrarme sorpresas desagradables dentro del agua, por lo de las carabelas portuguesas y... así.
* Sí, la foto es de un tiburón blanco, no jodamos...


 

martes, 15 de agosto de 2023

PARNASOTIK IHESI


    Poeten Parnasora sartu nintzen,

atzeko atetik.
Eta barruan nengoela ikusi nuen
aho zabalik

Zeinen jende fin eta sotila
bere bizarraz harro
Zelako arte eder eta bipila
eta ni han kakanarru

Eskatu nuen nire atrebentziagatik
zinez barkatzeko,
Orduan korrokada bota nuen nik
denei agur esateko

Baina, aizue, nora zindoazen zu?
Bertso traketsetan
Euskal Martzialen artean deseroso
Betiko txorakerietan.

 

LA BROMA - MILAN KUNDERA



 

 Delante de ella me lo podía permitir todo: hasta la sinceridad, el sentimiento y el patetismo." LA BROMA - Milan Kundera

    He releído LA BROMA de Kundera después de, calculo, más de 30 años, y creo haber disfrutado, si no más, igual o casi que la primera vez por la cosa esa de la madurez, esto es, más curtido y sobre todo leído. Siquiera porque ya sabía de qué iba, porque si con veintipocos me enfrentaba, yo tan idealista y tal, a uno de mis primeros desengaños -luego, inmediatamente después, para redondear el tema, me tiré a libros que mis tíos guardaban en casa de mis padres desde hacía muchos y a los que no les había prestado ninguna atención, sobre el periodo comunista en la todavía Checoslovaquia-, ya a mi edad ha sido como un viaje a un pasado que ni siquiera es el mío.
Y con todo, en esta ocasión la cosa política es la que menos me ha impactado. Todo lo contrario, se me ha antojado una trama secundaria, el telón de fondo más bien, de la historia de amor con Lucie, la muchacha con la que el prota entabla una peculiar relación durante su servicio militar para "desafectos" del régimen. Una historia con tintes tragicómicos que hoy sería imposible encontrar en un autor contemporáneo, al menos sin las reservas al uso, dado la todavía intrínsicamente machista percepción de las relaciones de pareja de la época. Dicho de otra manera, un modo de concebirlas, y muy en particular la sexualidad por parte de los varones, que hoy en día escandalizaría a cualquier espíritu mediamente sensible, y que, sin embargo, es todo un testimonio de un tiempo.
Eso y el placer de observar desde un punto de vista exclusivamente técnico tanto la maestría narrativa de su autor como alguna que otra carencia, o vicio, de la novelística del siglo pasado en relación con lo que se estila hoy en día.
En cualquier caso, un tiempo gozosamente reinvertido, el cual, por cierto, me anima a hacer otro tanto con LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER, y eso que tenía más de un recelo.
Al final la relectura va a resultar más fructífera que cualquier novedad por descubrir. No sé.

Decía que releer La Broma de Kundera me ha hecho recordar esos libros sobre la antigua Checoslovaquia que mis tíos guardaban, ¿escondían?, en casa de mis padres y que han llegado hasta mi biblioteca; pura arqueología bibliófila.

PESADILLA DE SAN CELEDÓN

 


  Creo que la de anoche ha sido la pesadilla más gorda que he tenido hasta el momento de todas las que llevo este año. Pues resulta que, justo cuando me disponía a tocarme el higo tumbándome en la hamaca de la terraza de casa de mi vieja, aparece un comando de blusas y neskas y me secuestra metiéndome a la fuerza en el remolque donde llevan los barriles de kalimotxo y cerveza.

- ¡Venga, bebe de trago un katxi de kalimotxo, que ya estamos de fiestas!
- ¡Pero si todavía no ha bajado el puto Celedón!
- ¡CELEDÓN HA HECHO UNA CASA NUEVA, CELEDÓN, CON VENTANA Y BALCÓN!
Madre del amor pegajoso y el perpetuo chantaje emocional, menuda monserga me espera, la misma ñoñería populachera de todos los años repetida hasta la saciedad a cuenta del chovinismo municipal de mis paisanos, los mismos cánticos agromonotemáticos de toda la vida, la misma demencia beoda e impune de la peña por lo general sumisa, aburrida y aburridora que espera que lleguen estas fiestas para desfasarse a conciencia una vez al año quitándonos protagonismo a los borrachos profesionales, el mismo viacrucis fiestero entre txistus, gaitas y regguetones, la misma retahíla de lugares comunes de todos los años cada vez que te encuentras con un conocido al que sólo ves una vez al año y siempre por fiestas, la misma... Tengo que zafarme de estos tarados en cuando tenga la más mínima oportunidad.
- ¡Venga, otro katxi de lo que sea!
Total, que me veo arrastrado por todos y cada uno de los baretos de Kutxi y alrededores, entre katxis, saltos, berreos, empujones, pisotazos, e incluso amagos de pelea con miembros de otras cuadrillas de blusas y alguno de fuera sospechoso de ser de Bilbao.
- ¡CELEDÓN HA HECHO UNA CASA NUEVA!
Menos mal que cincuenta bares después con sus correspondientes katxis de kalimotxo, cerveza, pika, gintonic, no sé qué con vodka y creo que hasta uno de txintximina, por fin consigo despistar a mis secuestradores -en realidad la mayoría de ellos yace ya tirados en las esquinas de los cantones de lo viejo con su correspondiente vomitona al lado-, y puedo huir a casa de una vez por todas. Eso sí, llevo ya tal pedo encima que parece que voy bailando la conga de jalisco, y lo que es peor, que como voy haciendo eses hay ratos que cuando pasa alguna fémina a mi lado parecería que me quiero lanzar sobre ella en plan depredador sexual y votante potencial o no de Vox. Así que en una de esas oigo una voz a mis espaldas que me reprende.
- ¿No te da vergüenza? Estamos trabajando por unas fiesta libres de agresiones sexuales, inclusivas, respetuosas con el medio ambiente y los animales. Unas fiestas hasta para celiacos y...
- ¿Cómo, qué? ¿Yo?
- Y luego mira cómo vas. ¿Es necesario beber tanto para pasarlo bien en fiestas? Creo que habría que plantear un debate acerca de unas fiestas más sanas y...
- En eso que me doy media vuelta para ver la jeta de tipo que me está dando la chapa y mira tú qué sorpresa cuando descubro que se trata, nada más y nada menos, que del mismísimo Celedón, o mejor dicho, del carapán de Gorka Ortiz de Urbina en plena cruzada por aburrir a los ciudadanos con su empalagoso, qué digo, estomagante bienquedismo institucional. Ni qué decir tiene que este es el peor momento de toda la pesadilla, si es que no es ahora cuando empieza ésta de verdad.
Por suerte una vez más, y justo en el momento en el que me disponía ya a meterle la txapela por el culo al Celedón, despierto de un sobresalto y con ello también a mi asturiana.
- ¿Otra pesadilla? Pues deberías intentar dormir un poco más para estar fresco esta noche, que te recuerdo que hay cena con los amiguitos y luego no pretenderás que nos vayamos pronto a casa el primer día de fiestas sin echar unos bailes y lo que se tercie.
- Putas pesadillas.
- Pesadilla la mía tener que aguantar a un cincuentón...