martes, 31 de octubre de 2023

SUEÑO CON LEONOR


    Sueño que soy ya septuagenario y que mis hijos vienen a verme desde Fachilandia, donde viven dedicados a sus cosas y con sus respectivas vidas de mierda, como suele ser su costumbre dos o tres veces al año desde que su madre me dejó para irse a recorrer mundo con la mujer con la que ahora comparte su vida, cosas que pasan sin mayor trascendencia, c´est la vie, oh la, la. Vienen a mi ciudad para sacarme de la Residencia, que es el nombre del bar de debajo de casa donde paso la mayor parte del tiempo ahogando mis penas en cosechero y dando la chapa a los parroquianos a cuenta de lo que sale en la tele del bar o de lo que leo en la prensa digital del móvil, porque ya no hay otra; vamos, como solía hacerlo hace ya años a la gente del feisbuk, para llevarme a comer. Lo malo es que acostumbran a llevarme a un McDouglas's a comer, y no tanto porque pertenezcan a las generaciones analfagastronómicas que me preceden, que de qué con lo bien y de todo que han zampado siempre desde pequeños en casa y fuera, menudos sibaritas están hechos cuando quieren, sino más bien porque son unos putos agarrados y para de contar. También es verdad es que ambos tienen uno de esos trabajos donde además de cobrar una mierda tienen que dedicar parte del sueldo a pagar el impuesto por el privilegio de tener hoy en día una nómina que se ha sacado del forro de los cojones el gobierno de turno.
El caso es que encima me toca ponerme a la cola para ir a pedir al mostrador y he ahí que me encuentro a una señora rubia de edad ya madura de ojos azules, nariz de patata, papotes prominentes y gesto de infinito asco. Al principio no caigo porque el gesto en cuestión parece ser consustancial a la mayoría de mis paisanas, sea cual sea su edad y muy en especial en puestos de atención al público por la cosa esa de que en el capitalismo estamental en el que vivimos el currículo de cada cual, y eso por muchas carreras y másteres de rigor que atestigüé, poco o nada tiene que ver con el puesto de trabajo que se ocupa si no tienes quien te enchufe o has trepado desde lo más bajo cometiendo todo tipo de tropelías a tu alrededor. Empero, enseguida me percato de que la camarera me recuerda a una moza que salía hace ya hace ya unas décadas, y prácticamente todos los días y casi que a todas horas, en todos los medios españoles habidos y por haber.
- ¡Hostia! ¿Tú no serás la Princesa de Asturias?
En un primer momento sólo obtengo un silencio de hielo como toda respuesta, así que creo que he vuelto a pasarme como suele ser mi costumbre cada vez que me dejo llevar por la espontaneidad en el trato con las chavalas que trabajan de cara al público. Suerte que ahora sólo me ven como un viejo verde y pesado con el que ni siquiera merece la pena esforzarse en humillarlo con todo tipo de gestos despectivos y/o insultos.
- Era, era la Princesa de Asturias.
- ¿Cómo que eras?
- No se acuerda, buen hombre, que hubo una consulta popular después de que Isabel Diaz Ayuso ganará las elecciones y la gente acabara tan harta de ella y sus despropósitos que al final se convocaron nuevas elecciones y la coalición de partidos de izquierda y nacionalistas que las ganaron, dentro de su programa de hacer todo lo que más odiaba la Ayuso, propuso una consulta popular para que la gente pudiera elegir, por fin, entre monarquía y república.
- ¿Y?
- Y que aquí estoy yo.
- ¿Sirviendo hamburguesas de mierda? ¿Pero con todo el dinero que robó tu abuelo cómo no...?
- La familia renegó de mí después de que me liara con uno de Sumar?
- ¿Qué me cuentas?
- Sí, con el Ernest Urtasun, es que el chaval estaba para mojar pan. ¿O no es cierto?
- Ya, pero, ¿y qué haces aquí, por qué...?
- Pues eso, que me fui de casa para vivir la vida loca con el Ernest; pero, luego el muy cabrón me puso los cuernos no sé cuántas veces y lo tuve que dejar.
- ¿Y por qué no volviste con Felipe y la Leti?
- ¿Con esa bruja? Vamos, ni hablar. Me vine a Vitoria a casa de mi tío Iñaki y su churri Ainhoa con los que siempre me he llevado de puta madre porque lo pasamos genial poniendo a parir a toda la familia. Claro, había que echar una mano en casa, y como con mis estudios de la Academia de Zaragoza y la edad ya no tenía muchas salidas, pues...
- ¡Joder qué culebrón!
- Ya le digo. ¿Entonces una triple Cheeseburger o Triple Chicken Mayo con patatas y bebida mediana?
- Sí, sí.
- Tampoco se me emocione, caballero. Si fuera carne de wagyu; pero, como le diga con qué y cómo hacen aquí las hamburguesas igual se me vuelve vegano.
- Ya, sí, entiendo. Pero no es por eso, no. Me emociono de alegría porque es la primera que disfruto de verdad en uno de mis sueños viviendo la vida tal como me gustaría que fuera y no la pesadilla de rigor. Lástima que ya a mi edad...
- ¡SIGUIENTE!


 

sábado, 21 de octubre de 2023

LAS NIEVES


     Ayer, por razones que no vienen al caso, estuve en lo que hoy es el edificio principal del Campus de Álava, Las Nieves, y que antes de su rehabilitación en el año 2002, con su transformación en sede la Biblioteca Central del Campus de Álava "Koldo Mitxelena" y su aulario, era el antiguo psiquiátrico-asilo de Vitoria. No había vuelto a pisar el edificio desde que solía ir a visitar a mi abuela materna internada en dicho asilo. De ese modo, y tras alucinar con el cambio, por supuesto que para mejor, del edificio, no podía dejar de recordar aquellos días en los que atravesar aquellos pasillos para llegar hasta el área del geriátrico, ya fuera solo o en compañía de mi madre, suponía para el mozalbete que yo era, una verdadera odisea. Dicho lo cual, y teniendo en cuenta que es viernes y que por ello tocaría relatar una de mis pesadillas más o menos ficticias, es de suponer que ahora molaría una de ellas ambientada en dicho centro. Empero, como recordaba haber escrito ya sobre el tema, me voy a limitar a transcribir lo escrito en su momento; una puta pijada como todo lo mío.


EL MANICOMIO

"On construit des maisons de fous pour faire croire à ceux qui n'y sont pas enfermés qu'ils ont encore la raison." Montaigne

Leía anoche esta conocida y terrible cita de Montaigne y al momento me venía a la cabeza la imagen de uno de los pasillos del que hoy es la sede del rectorado de Vitoria y antes era asilo y manicomio. Es una imagen que tengo grabada a fuego en la memoria, a saber si a modo de pequeño trauma o algo por el estilo, de cuando estaba ingresada mi abuela materna en el asilo y yo solía acompañar a mi madre a verla, bien que de pascuas a brevas porque estaba completamente demenciada -mi abuela, claro, a la que, a decir verdad, recuerdo siempre así, incluso de cuando la teníamos en casa-, mi madre en cambio iba todas las semanas.

El caso es que cuando la acompañaba teníamos que atravesar uno o varios pabellones del manicomio antes de llegar a la zona donde se encontraba el asilo. Un trayecto que para mí venía a ser lo más parecido a meterme de cabeza en un inacabable túnel del terror. Aquello era como recorrer a pie un muestrario de todos los tipos de delirios posibles; gente recogida sobre sí misma pegando gritos, gente al trote de un extremo a otro del pasillo dando gritos, gente dando vueltas sobre sí misma dando gritos, gente dándose puñetazos en la cabeza o con ésta contra la pared dando gritos, gente con la mirada perdida que de repente pegaba un grito, gente que ni pegaba gritos ni nada de nada, sólo vegetaba.

Allí estaban encerrados, se supone, todos los oficialmente chiflados de la ciudad, siquiera ya sólo de acuerdo al pronóstico del loquero de turno o los intereses de algunas familias. Yo seguía a mi madre, que de tanto ir ya andaba por el manicomio como Pedro por su casa, con el alma en un puño. No era para menos porque todavía no me había recuperado de la primera vez que había ido con ella y poco más que me había visto obligado a sortear a los chalados que me salían al paso de continuo haciéndome las proposiciones más inverosímiles del tipo: "¿Me tocas la pilila?", "¿Nos metemos un chute de caballo?", "¡Hay que matar al Papa! Estoy organizando un comando. ¿Te apuntas?"

No puedo decir cómo de largo se me hacían aquellos pasillos, a mí, insisto, se me hacían infinitos. No era para menos, ya que la sensación era de que no podía dar dos pasos sin que cualquiera de aquellos desgraciados, los cuales echaban la tarde sentados en los bancos de madera o apoyados sobre los muros de azulejos, se abalanzara sobre mí para proponerme que me uniera a su locura.

Mi madre, sin embargo, lo llevaba bien, yo diría que hasta demasiado bien. Nunca se sobresaltaba cuando uno de aquellos tarados le salía al paso. Al contrario, ya incluso conocía a muchos de ellos por el nombre de pila al saludarlos. Uno de ellos se le solía acercar, con mucho tiento y una sonrisa de lo más sibilino, para pedirle dinero para un café; ella se lo daba siempre. Otro, y a este lo estoy viendo ahora con las manos en posición de rezo y la espalda doblada mientras llegaba a la altura de mi madre, le pedía que se casara con él. Ella le respondía, divertida, que eso era imposible porque ya lo estaba; "Pues entonces dame un beso!" Si la memoria no me traiciona, yo creo que no se lo daba, como mucho una sonrisa; buena es mi vieja para ir repartiendo besos a diestro y siniestro, a siniestros más bien, pudorosa, mucho, como que también se los regateaba a su marido, puede que sobre todo. En todo caso, una mujer muy de su época.

Yo alucinaba en colores por la diferencia de trato. Mientras que a mí me abordaban como demonios recién salidos del infierno, por lo general a grito pelado y casi que metiéndome el mentón o la nariz en la oreja, a mi madre, en cambio, la trataban como a una gran señora a la que poco menos que le rendían pleitesía, una gran señora en el sentido más decimonónico del término. Y ya sé, ya, que es una enormidad lo que voy a escribir ahora, lo sé, pero a saber si a ella le encantaba ir a visitar a su madre a Las Nieves porque nunca antes la habían tratado con tanto cariño y respeto, si nunca antes se había sentido verdaderamente admirada y hasta deseada como por aquellos tarados. No lo sé, tampoco lo creo si soy sincero y no un amante de la hipérbole porque sí. Lo único que sé es que cuando llegábamos a la puerta que daba al asilo y mi madre tocaba el timbre para que nos abrieran, a mí el tiempo que tardaban en hacerlo se me antojaba una verdadera eternidad. ¡Ah! Tampoco he sabido nunca si de verdad aquella era la única manera de acceder hasta la zona de geriatría, esto es, si no había un acceso más directo.

JURAR POR TODO LO ALTO

 


   Llevo el coche al garaje y al llegar veo que un paisano septuagenario o así bloquea la entrada con su coche. Salgo de hablar con el encargado y me encuentro que el viejo sigue bloqueando el camino a la vez que jura por todo lo alto, entre cagüendioses varios y amenazas de sacar el Billy el Niño que lleva dentro, que mira tú qué referencia más rancia, como poco de sesión de tarde con peli de vaqueros en la autonómica, como que me juego el cuello a que los chavales del garaje no tenían ni puta idea a qué se estaba refiriendo el abuelete, y todo ello porque no le atendían a él primero. Yo alucinando, sí, por la paciencia del encargado del garaje y su compañero, Los cuales, en lugar de sacarlo a hostias hasta la acera de enfrente para luego una vez ya allí darle la preceptiva somanta de hostias, vamos, lo que me estaba apeteciendo hacer a mí, no sólo no sé le enfrentan ante la cascada de insultos e improperios que les dedica, sino que incluso procuran calmarlo por si le da un telele o algo así; admirable.

Luego camino hasta la parada del bus para volver a casa. Un trayecto que, al tratarse de un polígono podríanos denominar de "a tomar por culo", y, cuando llevo un rato ya sentado junto a un veintiañero, aparece un chungo de medio metro, todo fibra y voz cazallera con una litrona en una mano y una barra metálica en la otra. El caso es que el chungo deja la litrona en la esquina de la parada y cruza la carretera para ponerse a rebuscar en unos contenedores.
- ¡Os podéis creer lo que tira la gente?
- ...
- ¡Ya tengo una mochila para llevar más litronas!
- ...
El chungo regresa a la parada donde nos encontramos y empieza a darle la tabarra al chaval; se ve que mi cara de pocos amigos no le anima mucho a hacerne partícipe de sus chorradas.
- ¡Venga, chaval, pégale un trago!
- No, gracias.
- ¡Que le des un trago!
- ¿Te da asco o qué?
- Es que no bebo.
- "No bebo, no bebo"... ¿Pero cómo no vas a beber?
- SI TE HA DICHO QUE NO BEBE ES QUE NO BEBE. ¿O ES QUE NO ENTIENDES CUANDO TE HABLAN?
Nos libramos de una buena tangana porque justo en ese momento llega el bus y, después de media hora esperando, no es cuestión de dejarlo pasar. Ya dentro el chungo se pierde hacia el fondo del bus y yo me siento delante de una pava con la cabeza metida en su móvil y el tiktok a todo volumen.
- ¿Perdona?
Supongo que levanta la cabeza para averiguar quién la increpa y al verme decide quitar el volumen. Mi gozo en un pozo porque al rato se pone a jugar una partida de no sé qué... con el volumen de nuevo a tope.
- ¿EN SERIO?
- ¿Pasa algo?
No, no pasa nada porque entonces me acuerdo de la Teoría de la estupidez de Bonhoeffer por la que se aconseja no discutir con un estúpido a riesgo de acabar volviéndose loco ante la imposibilidad de establecer un diálogo racional con alguien que no atiende a razones. Por eso, y porque sé que si me pongo como me suelo poner, tengo todos los boletos para acabar siendo un señoro de metro ochenta y mucho que amedrenta a gritos a una indefensa damisela víctima del heteropatriarcado, opto por dejarlo pasar y mirar a la calle a través de la ventana.
Ahora me toca aguantar la musiquita hasta llegar al centro de la ciudad, donde no me queda otra que bajarme para emprender el camino de vuelta a casa subiendo y bajando una hilera interminable de cuestas, algo que tampoco me supondría mayor esfuerzo si no fuera porque he tenido que ir al garaje a la hora de comer y justo después de zamparme dos platos alubias con verduras, jamón y chorizo.
Así que llego a casa jadeando y lo único que se me ocurre contestar a mi señora cuando me pregunta qué me ha dicho el del garaje y por qué he tardado tanto es un estentóreo cagúendios, a decir verdad el más síncero y liberador en mucho tiempo.

     

AZKEN KAFESNEA

 


Tokatuko balitzait joatea orain.
Ez dakit.
Bihotzeko batek jota.
Kardiopatia ei da eta
Gutarren goitizena.
Ez litzaidake inporta
Gaurkoa bezalako egiazko
udazken arratsalde honetan.
Hemen nire inguruan.
Euria barra-barra ari duela.
Maiteen dudan plazako
arkupe batean eserita.
Nire txikitakoaren ordezko
hotz ziztrin honen zale.
Kafesne bat gozaketan.
Bertso hauen trakeskeriari
ezertan erreparatzeke.
Orain arte kezkatu nauenari
erabat arduragabe
Etengabe gogaitzen duen
auzokoen berbarotik at,
eguraldi kaskarrari esker.
Ikaragarri eder eta samurra
den bakarkade honen jabe,
Zinez banintz bezala libre.
Hilgo nintzateke, bai, oraintxe.
Unea eta lekua
aukeratu ahal izango banitu.
Zertarako besterik asmatu
aspaldiko partez zoriontsu.
Baina, hori bai, zu beti aldamenean.
Bestela ez litzateke heriotza goxoa,
tragedia bat baizik.


martes, 17 de octubre de 2023

A BOTE PRONTO


 

   Sobre lo de Hamas e Israel, porque si entras en esta red y te pregunta qué es lo que te ronda por el coco y no sacas el tema, o eres uno de esos ciudadanos de mierda a los que les resbala todo lo que no atañe a su ombligo en exclusiva, o eres un hipócrita que mira hacia otro lado en esto y en todo para, con toda probabilidad, procurar caer siempre bien a todos y en ese plan, y siempre desde mi condición de mindungui en todo, varias cosicas, vamos, perplejidades y alguna que otra pregunta.


Puede que Enrique Santiago, secretario general del PCE, no lo tenga muy claro; pero, creo que la mayoría sí lo tenemos: terrorismo es todo aquello que atenta contra la vida de inocentes, contra la población civil, que lo hace además de un modo cruel e indiscriminado como lo ha hecho Hamas en los territorios israelís que rodean Gaza matando a cientos de inocentes por el único motivo de estar ahí. A decir verdad, eso y no otra cosa es lo que ha hecho Hamas desde su creación, atentar contra la población civil israelí con el único propósito de hacer imposibles los Acuerdos de Oslo de 1993 que abogaban por la solución de los dos estados, uno israelí y otro palestino. Hamas nunca aceptó dichos acuerdos porque abogaba por echar a los judíos al mar, es decir, por eliminar Israel. Hamas apuesta siempre por el maximalismo que se da de bruces con la realidad, y no hay más realidad que el hecho consumado de la existencia de Israel por muy discutible que sea su origen. Pero, además, Hamas coincide en su maximalismo con el de los ultras sionistas que abogan a su vez por expulsar a todos los palestinos de sus tierras ancestrales para construir su Gran Israel. Unos ultras que además son los que mandan hoy en Israel porque han convencido a la mayoría de sus ciudadanos de que sólo ellos pueden garantizar la seguridad de sus vidas frente a esos ultras del otro lado que son los terroristas de Hamas. Una convicción que Hamas acaba de desmontar del modo más cruel imaginable.

Enrique Santiago hace un flaco favor a la causa palestina identificándola con los objetivos de Hamas, algo así como si todo el nacionalismo vasco fuera ETA, incluso como si todos los vascos lo fuéramos por el sólo hecho de serlo. Pero bueno, Enrique Santiago es un comunista de manual, dogmático a machamartillo, casi que de museo, y, sobre todo, uno de esos pájaros que cagan permanentemente en su propio nido, en este caso el de Sumar.
Claro que, por la misma razón, también es terrorismo lo que hace Israel aplicando un castigo colectivo a los palestinos por los crímenes de Hamas -y eso sin tener en cuanto los cientos de asesinatos de palestinos acumulados durante décadas por parte del famoso y mitificado Tzahal como cómplices de la política de asentamientos en los territorios ocupados de Cisjordania y que a fecha de hoy hacen inviable, casi que absurdo, la creación de un estado palestino en condiciones; ni más ni menos que lo que siempre han pretendido los enemigos de los Acuerdos de Oslo, ya sea la ultraderecha israelí o los terroristas de Hamas. Una política de expansión a cuenta del pueblo palestino de la que da debida cuenta el periódico israelí Haaretz, digamos que la voz de la cada vez más menguante o menguada progresía israelí que todavía defiende la solución de los dos estados, cuando responsabiliza a Netanyahu de haber retirado efectivos militares que vigilaban los alrededores de la franja de Gaza para destinarlos a apoyar a los colonos ultraortodoxos en su política de expulsión de los palestinos de sus casas para construir sobre ellas, en territorio declarado ocupado por la tira de resoluciones de la ONU, sus asentamientos encastillados. Y ya si eso dejamos para otro día lo de la limpieza étnica del ejército israelí durante la famosa Nakba, y de la que no faltan testimonios de muchos de los veteranos del ejército israelí en los que confiesan haber arrasado poblaciones árabes enteras con sus correspondientes asesinatos indiscriminados, vejaciones y violaciones, con el único propósito de infundir el terror entre la población civil palestina para animarles a abandonar su tierra natal y la de sus antepasados; vamos, algo muy parecido, si no idéntico, a que lo que acaba de hacer Hamas en los kibutz que ha atacado.

Pero claro, en la sociedad de la imagen y entre una población occidental que se mueve en su inmensa mayoría a golpe de emoción mediática y que apenas se toma su tiempo para la reflexión, el impacto de las imágenes de los asesinatos de Hamas a gente inocente parece condicionar la opinión sobre este conflicto hacia el blanco y negro sin solución. Lo repito, por supuesto que es una barbaridad lo que ha hecho Hamas y merecen una respuesta. Pero, ¿acaso no está siendo ya una barbaridad la respuesta de Israel sobre un territorio como Gaza en el que no hay escapatoria para la gente del común y a la que además han condenado a un asedio al más genuino estilo, no ya medieval, sino como al que los nazis sometieron al gueto de Varsovia?

De hecho, y por muy manido que esté la comparación, que por algo lo estará, ¿no recuerda lo de Gaza prácticamente en todo a lo del Gueto de Varsovia? Ah, bueno, que no es lo mismo porque los judíos eran gente como nosotros, civilizada y tal, y los palestinos ya se sabe, árabes musulmanes en su inmensa mayoría, la cual además vota y sostiene a integristas como Hamas. Dicho de otro modo, si es por víctimas mejor indignarse, e insisto que con toda la razón del mundo, cuando matan a un chaval en una rave festivalera como a las que van nuestros hijos, que por la muerte en Gaza de una familia entera bajo las bombas israelí; cuestión de estética y sobre todo de puro y duro racismo.

Luego ya para qué preguntarnos acerca de la indecencia, siquiera estética, de una sociedad que celebra "raves festivaleras" casi junto al muro, y el que nos ocupa encima denominado como festival de "La Paz", de ese inmenso campo de concentración que es Gaza, normalizando un estado de cosas construido sobre una injusticia como la de la ocupación israelí. Mejor no, mejor quedarnos con la copla esa del ministro ultra de defensa de que los asesinos son bestias humanas y no humanos reducidos a la condición de bestias. Eso y que es imposible sustraerse a la comparación antes citada y no recordar cómo también la población alemana tildada de normal celebraba su correspondiente Octoberfest berreando "Deutschland, Deutschland über alles, Über alles in der Welt", es decir, "la "normalidad" de su Reich de los mil años, no muy lejos de los guetos o los campos de concentración y exterminio instalados por sus dirigentes nazis. Pero claro, es que para ellos los judíos tampoco eran personas, ratas los llamaban. Y así, deshumanizando a la víctima, olvidando la raíz del problema, incluso obviando que, a diferencia de muchas otras cosas, la solución de esta es más que sabida, la creación de dos estados pese a los maximalismos de cada parte, vamos "normalizando" un estado de cosas tan injusto como insoportable porque nuestra mirada sobre las ellas cada vez está más condicionada por los prejuicios, y aquí de nuevo a destacar el racismo puro y duro, que por los principios morales, de justicia y bla, bla, bla.

Con todo, hay algo que, no por muy sabido, no deja de sorprenderme. ¿De verdad se puede reducir las filias y fobias hacia a un lado o el otro en función exclusiva de la eterna dicotomía izquierda-derecha? Cuando la raíz del problema es tan obvia, ni más ni menos que la expulsión de su país de millones de palestinos para crear sobre este un estado judío para una minoría de inmigrantes que con el tiempo acabarían siendo mayoría, cuando la ocupación de los territorios cedidos tras la Partición a los palestinos, en realidad tras la expulsión a la fuerza de los palestinos por los grupos armados judíos, la Nakba, ha sido condenada por la ONU en numerosas resoluciones, cuando el actual gobierno de Israel ha demostrado a las claras su propósito de culminar la creación del Gran Israel, entre otra cosas fomentando la colonización del territorio que los Acuerdos de Oslo destilaban a la Autoridad Palestina para que estableciera sobre este su propio estado; ¿Cómo se puede reducir el conflicto entre israelíes y palestinos a un mero asunto de terrorismo? O lo que es lo mismo, cómo se puede uno creer, por muy de derechas que se sea, que lo que pasa en ese rincón del mundo no es la consecuencia directa de una injusticia histórica cuyo remedio está más que sabido, la creación de dos estados independientes previo reconocimiento por ambas partes de un estado de cosas, -el estado de Israel como un hecho consumado pese a quien le pese, y la existencia del pueblo palestino otro tanto-, y no una mera cuestión de seguridad de la ciudadanía israelita por culpa de unos fanáticos integristas cuya violencia está motivada única y exclusivamente por el fanatismo religioso o la pura maldad. ¿Habrá que dar por cierto el mantra de que a la derecha nunca le interesa la justicia sino la seguridad? Me lo pregunto cuando veo el apoyo apasionado e incluso desacomplejado de la derecha occidental en su inmensa mayoría a Israel obviando la susodicha raíz del problema, alineándose sin fisuras con las tesis, ya no de los ciudadanos israelitas más moderados que todavía abogan por la solución de los dos estados -aquí toca señalar lo que recuerda Andrés Krakenberger hoy en el Noticias de Gipuzkoa que dijo en su momento Ami Ayalon, exjefe del servicio secreto interior israelí: “En Israel tendremos seguridad cuando los palestinos tengan esperanza. Les prometieron paz y tuvieron más asentamientos, más colonos, más violencia, más puestos militares”, sino con las de la ultraderecha sionista y religiosa, la cual no se distingue en prácticamente nada de la ultraderecha xenófoba e integrista europea. En todo caso, partidos de derecha europeos como el PP y compañía que en sus respectivas casas además profesan de moderados, incluso de demócratas y defensores de los Derechos Humanos a ultranza. Derecha que no es sólo al estilo de la lideresa madrileña, sino incluso del de la presidenta de la Comisión Europea. Como para no sospechar lo obvio, que lo que realmente motiva el apoyo de esta derecha europea no es tanto la inercia de ponerse siempre del lado del orden establecido por el más fuerte, sino un racismo cada vez menos soterrado hacia los palestinos por árabes y musulmanes, incluso diría que una aporofobia descarada u odio hacia los pobres en solidaridad, y aquí hay que añadir que instintiva, con esos israelís tan como nosotros en casi todo, como que hasta sus equipos de baloncesto juegan en nuestras competiciones europeas a pesar de estar en otro continente, un mundo reconocible como propio en detrimento de lo que una persona cabal de derechas siempre juzgará la barbarie árabe e islámica a esa otra orilla del Mediterráneo tomando siempre la parte, Hamas y el integrismo islámico en su conjunto, por el todo. Y de ahí esa convicción tan inconfesable de los amigos de Israel, siquiera de puertas afuera, de que la vida de un ciudadano israelí vale por principio, no ya el doble, sino todo lo que quieras añadir, que la de un salvaje moreno que nos degollaría sin pensárselo dos veces en cuando tuviera la primera ocasión. Eso por no hablar de la sospecha de que a muchos de los que siempre se han alineado con Israel por la razón que sea, siquiera sólo a muchos de los que nunca han alzado voz alguna para denunciar ninguno de los abusos o crímenes cometidos por los israelís contra los palestinos en la convicción de lo que les pasa a esos "follacabras" no va con ellos, parece haberles venido de perlas las atrocidades cometidas por Hamas contra miles de inocentes para poder así dar rienda suelta su hostilidad más o menos disimulada, cuando no verdadero odio, no ya contra los terroristas de la organización integrista, o cualquier otra de su mismo calado, sino más bien contra los palestinos en particular y los árabes y/o musulmanes en general. Pues eso, racismo, puro racismo, soterrado y no, y todo lo demás mandangas.
All reactions:

JAVI ETA MIREN


 

 - Aupa, Javi!

- Bai, Miren, aspaldiko!
- Gogoratzen duzu itunak eta egiteko ia egunero biltzen ginenean?
- Ez, Miren, hori ezta sekula suertatu, gezurra da; PPkoak ez gara Bildukoekin sekula bildu batere ituntzeko, edo gutxienez nik zeharo ahaztu dut.
- Joe, eta gero ni naiz burutik jota dagoena...

    

viernes, 6 de octubre de 2023

NIGHTMARE IN THE SUPERMARQUET

 


    Llego a Oviedo desde Vitoria a eso del mediodía y me tengo que bajar del coche antes de subir a casa para pasar por el super a por la manduca de los miembros de mi familia, los cuales a esas horas deben estar ya subiéndose por las paredes o arañando el parqué de puro hambre. Tiene que ser algo rápido, de modo que cojo todo lo necesario para preparar unos tallarines a la carbonara con sus huevos, ajos, tocino, champiñones, una buena ración de sucedáneo de parmesano y albahaca fresca. No tardo nada en llenar el cesto, operación relámpago en toda regla. Sin embargo al llegar a la caja para pagar ya es otra cosa porque me encuentro a media docena de abueletes haciendo cola; no sé yo si es porque aprovechan la hora de comer para salir a hacer la compra y así evitar a los jóvenes o el qué.

- ¿Tiene puntos o vales?
- Mira, vida, llevo nesta bolsa tolos papelinos que me dais cada vez que faigo la compra y que voi atropando. Si eso mira tu cuálos te vienen bien y los que non les tires.
- Pero, señora, eso me va a llevar media vida y mire toda la gente que hay a la cola.
- Y qué quies que faiga yo si nun veo bien lo que pon nos papelines?
- ¡SIGUIENTE!
- ¡Ay, guajina! Nun sé ónde metí la tarjetina del super para lo de los puntos.
- Da igual, deme su DNI.
- ¿Lo cuálo?
- Nombre y apellidos.
- Pues no me acuerdo; como nel pueblín tos llamanme siempre El Babayu creo que se m´escacezo´l mio verdaderu nome.
- ¡SIGUIENTE!
- Mira, gustaríame camudar toos estos puntos pra unos chulliellos por delles caxes de sidra para una fiesta de prau que vamos faer esti finde los del llar del xubiláu.
- Ya veo, ya. Pero es que no puede cambiar los puntos por lo que le dé la gana; la oferta eran chuchillos, no jamones.
- Pero si yá temos toos cuchiellos en casa...
- ¡SIGUIENTE!
- ¡Ai, fía! Inda nun apañome con esto de les tarxetes. ¿Per ónde tengo que pasala
- A ser posible por el datáfono que tengo en la mano, señora. Deje de meter ruido con la botella de anís.
- Ya, ye que como nel mio pueblin tocábamos en fiestes...
- ¡SIGUIENTE!
Y así media docena de disidentes del siglo XXI, que digo yo que menuda gracia le va a hacer a mi familia cuando llegue a casa y le anuncie que la pasta ya mejor para la merienda. Entonces, por fin después de una eternidad, llega mi turno. Menos mal que lo mío son cuatro cosas que no llevan mucho tiempo, porque menudo careto de pocos amigos que tiene ya la cajera, que si ya de normal no es precisamente la alegría de la huerta, vamos, de las que ni saludan ni te miran a la cara para no rebajarse ante el populacho que la explota, no sé qué me comentó una vez una compañera suya de un master en económicas en Londres o algo así, no te digo yo después de...
- Marque el número de la tarjeta.
- Voy.
- Incorrecto. Marque de nuevo.
- Puuuf.
- ¿Pasa algo?
- Es que ahora no me acuerdo del número y no llevo suelto encima. Me he bloqueado. Si me dejas llamar a mi mujer que lo apunta todo...
- ¡SIGUIENTE!

ZERRENDA XUMEA


 

  Bizitzan benetan zorionsu eta libre izateko euren gainetik saltoka atzean utzi beharreko tortoken zerrenda xumea:

- Senidetasuna zein ustezko adiskidetasuna aitzakia txikitatik eurek ez bezala pentsatzeagatik, jokatzeagatik edota batik bat bizitzeagatik etengabe gaitzesten zaituztenok,
- Zureari buruz, eta betiere lagun zaituztela aldarrika, sekula ez onerako, ez eta txarrerako ere, inolako hitz zehatz edo zintzorik izan ez dutenok.
- Zu sekula eta egiatan ez ezagutu arren, zuri buruzko uste ustelari, kosta ala kosta eta batik bat egiaztatzeko edo sakontzeko esfortzu ñimiñorik egin gabe, ezer baino lehen klitxeak zein aurreiritziak irizpide bakarra dituztelako, eusten diotenok.
- Zu garai txarretan, ezbehar edo bizitzaren nahigabeen aurrean, guztiz kontrakoa adierazi nahian edo, betiere irriño bat disimulatu ezinean egon direnok.
- Zure itxura, jatorri edo dena-delakoagatik epaitzen/sailkatzen zaituzten guztiok
- Dena agindu bai, eta bat ere bete egin ez dizutenok.
- Inoiz benetan zaren hori barkatuko ez dizutenok.

lunes, 2 de octubre de 2023

DE VELUTINAS Y ROJIGUALDAS

 



   Tengo para mí, de entre mis más arraigadas convicciones de hace un rato, que el permanente y omnipresente debate identitario es el fraude más grande de la política española. Todo parece girar alrededor de la identidad, da igual si española, catalana, vasca o la que sea. Todo son banderas, prejuicios y golpes de pecho alrededor de los sentimientos nacionales de cada cual, sobre todo para negar los de los demás y ponderar los propios. De ese modo se hurta intencionadamente al ciudadano otros debates, ya no sólo de mayor calado, sino de sobre todo de verdadera transcendencia tanto para el presente como para el futuro de nuestra sociedad, incluso de nuestro mundo. Nadie habla de los verdaderos desafíos a los que nos enfrentamos, sobre las consecuencias del cada vez más palmario cambio climático, los desafíos socioeconómicos que se nos presentan con esta ya enésima revolución tecnológica en la que nos encontramos, y mucho más en concreto, más de lo inmediato, el desmantelamiento progresivo del sistema de bienestar tal como lo que hemos conocido, y no precisamente para ofrecer alternativas de mejora, sino para aplicar políticas de privatización en beneficio exclusivo del capital y siempre en detrimento del principio de igualdad de oportunidades entre los ciudadanos. No se habla, no, porque los que más agitan el avispero identitario son precisamente los que más tienen que callar respecto a sus verdaderas políticas socioeconómicas, por eso les renta más soliviantar las pasiones identitarias del ciudadano del común en la convicción de que, precisamente por eso, por pertenecer casi que en exclusiva al terreno de las emociones, son más fáciles de entender para ellos, puede que incluso lo único que entiendan de la cosa pública y así. Y el resto, por supuesto, como siempre, a callar para no tenerla con los entusiastas de turno, que por algo es más que sabido que la mayoría de esta grey abanderada no entiende de razones, sino más bien de imponer lo suyo por sus santos cojones.

Y como muestra un botón. Ayer me decían que el ayuntamiento de Oviedo, al mando de un tal Cantamañani, o como se llame, había mandado cientos de sobres con una rojigualda de considerables dimensiones dentro animando mediante carta a los vecinos para que la colgasen en sus balcones el sábado en el que está prevista una jura de bandera de civiles en el centro de la ciudad con toda la parafernalia militar al uso. ¿Es lícito que un ayuntamiento dedique una partida presupuestaria a algo así? Supongo que para los patrioteros, que no patriotas, carbayones lo será sin lugar a dudas. A fin de cuentas, esta ciudad en la que resido, y poco más, parece considerarse a sí misma un bastión de la verdadera España a este lado de la cornisa cantábrica, sí, de la España una, grande, libre y, faltaría, meapilas a marchamartillo desde mucho antes incluso del Cerco que sufrió en la Guerra Civil por las, según ellos, hordas rojas que querían tomarla. En fin, eterna Vetusta que ha hecho de lo rancio una verdadera seña de identidad con la que tropiezas a cada paso.
Ahora, ayer cuando me enseñaban lo del sobre con la rojigualda yo estaba convencido de que se trataba de la pesadilla de la semana. No podía ser de otra manera tras aguantar durante semanas, qué digo, meses, toda la matraca de la España que se rompe porque la venden los sociocomunistas a los indepes y los de la ETA, eso y manifestación de patrioteros al canto justo ahora que los primeros están en sus horas más bajas y la serpiente ya no existe. Una matraca que me da absolutamente igual de quiénes venga, si de los de la rojigualda, la senyera, la ikurriña o de cualquier otra; las banderas lo he dicho siempre, para ubicar las embajadas, los idiomas en el cajero y poco más.
Así que luego sueño que estoy con mi familia viendo una serie a la noche, Sex Education porque les encanta a los críos y así es casi lo único que hacemos juntos a parte de la comida del mediodía, cuando de repente asoma de debajo de la ventana una velutina que creía haber espantado hacía una hora más o menos. Entonces salimos todos corriendo del salón, casi que de un salto, cerramos la puerta y van los muy hijos de puta, me refiero a mi mujer y mis dos hijos, y deciden que tengo que ser yo, de repente el cabeza de familia cuando dicho cargo lo ejerce mi señora de siempre, el que entre a matar a la puta avispa de los cojones. Así que, tras ordenarme también que lo haga armado, ya no sólo del matamoscas de rigor, sino también con un cuchillo jamonero porque aseguran que el aguijón de la velutina es un arma blanca en toda regla y probablemente tendré que defenderme, que ya han muerto varias personas por culpa de su picadura, me meto en el salón como un San Jorge cualquiera a luchar contra el Dragón.
Y ya sé que está mal dicho porque al decirlo parezco un señoro en toda regla, de esos que presumen de no tener miedo a nada porque los tienen bien puestos y toda la cantilena al uso; pero, joder, es que quiero acabar de ver la serie para irme a la cama a leer y si no me pongo a la familia nos pueden dar las tantas, así que me lanzo a la pelea contra la velutina como un Quijote cualquiera contra los molinos y tal y tal. No sé cuánto tiempo dura la pelea. ¿Media hora, tres cuartos de hora? Lo que sí sé es que me ha costado Dios y ayuda acabar con la puta avispa, que no había manera de matarla por mucho que me aplicara con el matamoscas sobre lo que parecía una verdadera armadura de malo de película de Ivanhoe y por el estilo. Empero, tengo el cuerpo yacente de la velutina a mis pies y ya puedo decir a mi familia que acceda al salón.
- ¿Pero qué has hecho? ¿Qué es todo esto? -pregunta mi señora con ese tono y ese careto que precede a una de sus broncas más cañeras.
- ¿Cómo que qué hecho? ¡Matar al dragón!
- ¿Y para eso tenías que destrozar el salón entero?
- Bueno, mujer, puede que se me haya ido un poco el cuchillo con los cuadros, las cortinas, los muebles, el televisor, el...
- ¡ESTO ES UNA PESADILLA!
- No, bonita, no, esto ha sido una lid en toda regla entre el hombre y la bestia. Pesadilla es lo de tu ayuntamiento. Eso sí que es una pesadilla como las que tengo yo todas las semanas.
- Mira, despierta ya de una vez que si no la vamos a tener de veras.

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