viernes, 27 de mayo de 2022

CONVERSACIONES CON SIGMUND FREUD EN UN CAFÉ DE VIENA

                                 

 

 He soñado que estaba sentado en el café Landtmann de Viena escribiendo uno de mis sueños mientras me tiraba toda la mañana con un solo café con leche a precio de barril de gas ruso. Entonces veía que se me sentaba al lado un viejales de frente despejada, barba cana, gafas redondas y un puro en la mano.

- ¿No será usted...?
- El mismo, doctor Sigmund Freud para servirle.
- ¡No me joda que ahora estoy en la Viena de entreguerras!
- Permítame que le haga una pregunta, joven.
- ¿Joven?
- En comparación con un servidor.
- Visto así, la verdad es que sí.
- ¿No será usted uno de esos poetas insufribles que se dedican a embadurnar hojas con un café al lado mientras el dueño del café se come las uñas porque no despejan la mesa en todo el día?
- Más o menos, solo que yo lo que hago es escribir los sueños que tengo por la noche, sobre todo las pesadillas. Muchas veces ni eso, me las invento directamente.
- Ich kann es nicht glauben! ¿También interpreta usted los sueños para curar las taras mentales de la gente.
- No exactamente. Lo hago para practicar la escritura y así ya de paso entretener a la gente.
- ¿No será más bien para que le den muchos “likes” en Facebook?
- No lo sé, puede que sí, puede que sea para eso.
- Dígame, ¿ha deseado alguna vez acostarse con su madre?
- ¡Pero qué cojones está diciendo!
- Es que salta a la vista que debería psicoanalizarse.
- Pues mire, no he venido precisamente para…
- Sí, ya sé, ya, usted ha venido a echar la mañana escribiendo sus pesadillas para que le den muchos “likes” en facebook.
- ¿Y qué pasa si es así, acaso me van a encerrar en Steinhof por querer agradar a la gente?
- ¿Me permite darle un consejo?
- Qué remedio; pero, porque es usted Sigmund Freud, que si no hace ya un rato que lo hubiera mandado a tomar por culo.
- Si lo que de verdad quiere es que le den muchos “likes” en Facebook, deje de perder el tiempo escribiendo sueños como este tan largo que, además, luego no va a leer nadie. Lo que tiene que hacer es subir a su muro fotos de mascotas o, en su defecto, pasteles, tartas, pastas recién hechas, o cosas así que llaman siempre la atención a todo el mundo.
- ¿En serio?
- Hagamos la prueba. Pida al camarero que le traigan un trozo de tarta y le sacamos una foto para colgarla luego en su muro de FB.
- ¿Una Sacher, por ejemplo?
- No sea idiota, esa es típica de otro Café de la ciudad. Además, usted tampoco es muy de chocolate si no es en tableta y siempre con un cacao por encima del 80%.
- Y a ser posible con virutas de naranja.
- Entonces mejor una Apfelstrudel para el contador de sueños. Ya verá como le encanta.
- Supongo que el consejo me saldrá gratis.
- Por supuesto. Ya luego, si quiere una atención más detallada y profesional, puede pasar por la Berggasse 19 donde tengo la consulta y le hago un presupuesto.

miércoles, 25 de mayo de 2022

MADRID PRISIÓN - PACO GÓMEZ ESCRIBANO

 


Reseña para SOLONOVELANEGRA: https://www.solonovelanegra.es/madrid-prision-de-paco-gomez-escribano-por-txema-arinas

                 Todos la conocían, tanto los tipos que la reconocieron en la fotografía como los que no; tanto los que dijeron haberla visto por aquí y por allá como los que aseguraban no haberla visto nunca. Resumiendo: Violeta era una chica de Intramuros muy divertida, una chica que, eso sí, tenía más vicio que una garrota y que no era extraño que hubiera desaparecido, aun asumiendo que alguien de Intramuros desapareciera así como así. La gente de Intramuros no desaparecía sin que los mercenarios y los Hombres Rectos pusieran los sitios que había frecuentado patas arriba, como así había sido. En este caso, ni las palizas ni las torturas habían dado algún resultado. Violeta había desaparecido y nadie sabía nada.

 

Madrid prisión – Paco Gómez Escribano

 

Tengo para mí que en un mundo, no ya justo o mejor, sino normal, el cual confieso que coincide con aquel en el que las cosas son como a mí me gustarían  que fueran y para de contar, cada nueva novela de Paco Gómez Escribano sería un acontecimiento en el mundo literario. En efecto, esta última novela de P.G.E., Madrid Prisión, publicado en marzo del presente año, debería haber copado todos los escaparates de las novedades en las principales librerías del país, y no digamos ya las reseñas de la prensa especializada o no, en el caso, más que hipotético, de que la supuesta crítica literaria española se dedicara de verdad a la información antes que a la promoción de los productos de unas pocas grandes editoriales.

Esto lo digo tal que así, con una rotundidad que ya habrá levantado más de una ceja, porque considero a Paco Gómez Escribano uno de los mejores escritores de novela negra del panorama español. Un escritor que ha sabido crear su propio “territorio mítico” inspirado en su barrio, Canillejas, con un estilo verdaderamente propio, es decir, no un mero trasunto de lo que hacen otros adaptado a la idiosincrasia del entorno y la temática de sus novelas, sino uno perfectamente reconocible desde la primera línea de cualquier de sus últimas novelas. Un estilo en el que el lenguaje coloquial con ecos de barrio madrileño y un delicioso y hasta lírico sarcasmo, a lo que hay que añadir las continuas referencias metaliterarias o también llamados homenajes a los clásicos del género negro, hace las delicias de cualquiera que sepa apreciar la belleza de lo auténtico. Por no hablar del perfecto y laborioso engranaje que P.G.E consigue en sus novelas haciendo que la lírica inherente a su prosa en las descripciones de los ambientes más o menos decadentes o suburbiales, apocalípticos incluso como es el caso de la novela que nos ocupa, no ralentice nunca el ritmo de una trama que casi siempre es tan frenética como la vida de sus personajes. Las novelas de P.G.E son de las de dejar sin aliento al lector, o se leen de tirón arrastrado por el embeleso de la historia o, si por lo que sea hay que interrumpir la lectura, ocupan todo el rato la cabeza hasta que se retoma.

Con todo, en Madrid prisión P.E.G da un giro de tuerca a la que ha sido a su serie de novelas negras ambientadas en Canillejas y que algunos han dado en denominar como la recreación literaria de lo que se llamó el cine quinqui de la década de los setenta y que tuvo su máximo exponente en las películas de Eloy de la Iglesia. Una serie de novelas que inicia con la publicación de Yonqui (2014), Lumpen (2015), Manguis (2016) y Cuando gritan los muertos (2018) o 5 Jotas (2020). Novelas en las que P.G.E nos ha llevado tanto al pasado como al presente de su barrio, permitiéndonos así adivinar cómo ha evolucionado el barrio hasta nuestros días a través de unos personajes marginales, perdedores casi que desde la cuna, supervivientes de una época de precariedad y marginación que siempre parece ser la misma por mucho que pase el tiempo y cambien los rostros y hasta la fisonomía de las casas y las calles del barrio. Un ejercicio de realismo sucio y crudo que, como toda buena novela negra se precie, no es sino el retrato descarnado de esos patios trasteros de las sociedades que son los arrabales donde viven los menos afortunados de sus miembros, la carne de cañón para los de arriba, los vivideros de perdedores de todo tipo, siquiera ya solo de acuerdo con la idea de triunfo que se nos vende desde pequeños y a todas horas y que está intrínsecamente relacionada con el tamaño del peculio de cada cual casi que en exclusiva. Un retrato en el que, por supuesto, P.G.E reivindica en cada novela la dignidad de los habitantes de su barrio más allá de la crudeza de las historias que cuenta en sus novelas, o acaso precisamente por esta.

Así pues, y tras haber destacado como un verdadero maestro del realismo más sucio y crudo al que nos referíamos antes, Paco Gómez Escribano nos ofrece en Madrid prisión una distopía todavía más sucia y cruda que la de sus anteriores novelas. Una distopia inspirada a su vez en una novela negra, Madrid: frontera (2016) de David Llorente Oller. Una elogiada novela donde se presenta un Madrid posapocalíptico en el que las desigualdades y tensiones que caracterizan a la sociedad de nuestra época están llevadas al extremo absoluto. Madrid es una ciudad donde sus habitantes rebuscan comida en la basura, hay muertos en las cunetas, la gente duerme en la calle y pasa hambre, frío y miedo. Una ciudad sin libros, cines, teatros, donde los profesores son sustituidos por adoctrinadores con sotana. Un Madrid donde todo lo público ha acabado en manos de unas pocas juntas de accionistas. Una ciudad donde la policía abusa, tortura y mata con la impunidad que les conceden los de arriba, donde los políticos y sus asesores mienten y manipulan para repartirse beneficios y privilegios. Una ciudad de sirenas, desahucios y emigrantes encerrados en centros de internamiento y exterminio. Una ciudad de funcionarios y cámaras de vigilancia, de desigualdades y humillaciones. Una ciudad que solo es habitable en los barrios donde viven las élites que manejan el cotarro y el resto simple y llanamente un infierno en el que se hacinan  legiones de perdedores.

Ese el escenario que Paco Gómez Escribano hace suyo para Madrid Prisión, algo así como una secuela del libro de Llorente, también un homenaje en toda regla y sobre todo a través de la voz que surge en la cabeza del protagonista y que incordia a este constantemente con párrafos de Madrid: frontera en lo que es también un guiño a uno de los recursos literarios de la novela. De hecho, creo que nos encontramos ante uno de los actos de generosidad literaria más entrañables y sinceros que he leído en mucho tiempo.

A Orwell le llamaron profeta por su 1984. A Huxley le llamaron visionario por su novela Un mundo feliz. Ellos atisbaron algo. David Llorente lo clavó. El mundo no es exactamente como Madrid: frontera, pero se le parece bastante”.

 

Madrid prisión – Paco Gómez Escribano

 

De modo que a través de este sentido homenaje a la novela de Llorente que P.G.E construye su distopia sobre un terreno prestado, pero, en el que reconstruye su barrio y alrededores tras el apocalipsis que sucede en Madrid: frontera. Allí es donde se desarrolla la historia de Madrid prisión, en lo que fue antes de la gran hecatombe un barrio trabajador de la periferia madrileña y ahora es un inmenso erial en que apenas se distinguen edificios abandonados o de ínfima e improvisada construcción, una tierra de nadie poblada por los supervivientes de la gran hecatombe y esa otra especie subhumana que resulta de la adaptación de los humanos nacidos más tarde a las condiciones de degeneración ambiental, alimentaria y sobre todo social en las que viven todos aquellos al otro lado del muro que separa el Madrid de Intramuros, donde viven las clases dirigentes, de ese otro Extramuros donde todos se limitan a sobrevivir lo peor que pueden.

Una historia protagonizada por uno de los supervivientes de la hecatombe, y por lo tanto un representante de esa humanidad ya en vías de extinción que creció en un mundo en el que todavía había gente con un código moral o ético anterior al que impera ahora  extramuros, el cual vive de vender y también de recitar ilegalmente sus poemas en los garitos infectos que de tanto en tanto son frecuentados por la juventud pija y bohemia que vive al otro lado del Madrid amurallado.

El Poeta conoce al detalle el entorno en el que vive, ya sea Canillejas, o más bien en lo que queda del barrio y no ha sido arrasado del todo, así como sus aledaños todavía más inhóspitos y peligrosos. Por eso, cuando desaparece una de esas niñas pijas de Intramuros, su hermano recurre al Poeta para que le ayude a encontrarla. Así pues, y sobre todo a partir del momento en el que el Poeta acepta el encargo de buscar a la chica, nos encontramos con otro homenaje de P.G.E a la novela negra, en este caso a uno de los clásicos del género: el inspector Marlowe de Raymond T. Chandler. Un Marlowe escéptico y temerario que se adentra más allá de lo que debería en una periferia madrileña que nada tiene que envidiar a cualquier escenario de Mad Max, la película de acción-policíaca ambientada en una Australia apocalíptica, escrita y dirigida en 1979 por George Miller y protagonizada por Mel Gibson. Un Marlowe empeñado en encontrar a la chica desaparecida a pesar del alto coste personal que eso acaba suponiéndole y el crudo desenlace al que se ve abocado como en el más genuino western. Pero, sobre todo, un Marlowe al que llaman El Poeta y que gracias a esa mirada a ratos rematadamente lírica, los más de ellos desengañada, puede que hasta fatalista, siempre cáustica, podemos disfrutar una vez más de la prosa de Paco Gómez Escribano, si bien que en esta ocasión con el aliciente de que, al situar su historia y sus personajes en un escenario distópico, ya no está sujeto a los rigores del realismo que le obliga en sus anteriores novelas sobre Canillejas a suministrar con cuentagotas, para no caer en la exageración, esos apuntes en los que se alternan la rabia, siquiera en su versión más mordaz, y el desencanto con cierta melancolía y el orgullo de barrio.

En este Canillejas de un futuro tan aciago como previsible a tenor de lo que ya está sucediendo hoy en día, P.G.E es libre del corsé de la realidad para dar rienda suelta a su imaginación más pesimista y al mismo tiempo poética. Se trata de un sesgo lírico cada vez más acusado en la prosa de P.G.E y que en este caso sobresale en cada línea descriptiva de ese Extramuros madrileño del futuro, incluso aunque no nos demos cuenta en un primer momento por culpa de lo arrebatado de una trama que nos lleva todo el rato, y a un ritmo digno de una banda sonora donde el rock más duro apenas concedería en la cabeza del lector algún que otro respiro para rellenarlo con blues o cualquiera de los mejores clásicos del jazz, de una escena a otra entre sobresaltos y unos diálogos tan castizos como eficaces. Unos diálogos que son ya la marca de la casa con esa habilidad suya para reflejar el habla más coloquial, y sobre todo guasona y bravucona, de los nativos de ese extramuros eterno y sobre todo metafísico en el que viven la mayoría de los personajes de P.G.E. En resumen, y como ya apuntaba antes, una nueva muesca en la culata de la pistola con la que P.G.E dispara sus historias de personajes siempre al límite por culpa tanto de las circunstancias como de sus propias decisiones. Puede que incluso un verdadero hito en su narrativa.

 

Ficha técnica de MADRID PRISION

 

 

Nº de páginas:

228

Editorial:

VENCEJO EDICIONES

Idioma:

CASTELLANO

Encuadernación:

Tapa blanda

ISBN:

9788412460414

Año de edición:

2022

Plaza de edición:

ES

Fecha de lanzamiento:

11/02/2022

Alto:

21,00 cm

Ancho:

14,00 cm

Grueso:

1,20 cm

Peso:

150,00 grs

 

Sinopsis de MADRID PRISION

 

El Poeta podría haberla palmado, pero sobrevivió al holocausto a su pesar, como tantos otros desgraciados. Como tantos otros miserables, podría haberse suicidado, pero su instinto le hizo seguir soportando varias secuelas y una esquizofrenia cuya voz le recitaba párrafos enteros de Madrid:frontera (novela de David Llorente) en su puta cabeza. En un futuro no muy lejano, el año del holocausto, el año en que los ricos decidieron que bombardear las casas de los pobres y eliminarlos era un buen deporte, quedaba ya muy lejos. El Poeta vive en Canillejas, extramuros de Madrid, uno de los pocos enclaves míseros que ha quedado en pie. Vive de recitar sus poemas en garitos infectos que empiezan a ser frecuentados por jóvenes de Intramuros (el Madrid amurallado de los ricos) pijos y bohemios, nietos de puta por pedigrí. Una de estas niñas pijas desaparece y su hermano cree que el Poeta, un tipo inteligente a pesar de todo, puede encontrarla debido a su conocimiento del medio. Tras aceptar el contrato, este detective improvisado nos llevará desde la Canillejas postapocalíptica al Carabanchel postespeluznante [casualmente (o no) el barrio de David Llorente], un paisaje desolado en donde la gente se mata en plena calle por un trozo de pan. Un paisaje en que las violaciones, los robos y el asesinato son el pan nuestro de cada día. Un territorio propicio para perdedores, que parecen ser los personajes preferidos del autor. Una novela, la que tienes en tus manos, que avanza zumbando a toda hostia hacia un desenlace que no esperas, que te cortará la puta respiración.

 

©Reseña: Txema Arinas, 2022.

lunes, 23 de mayo de 2022

EL REY BRIBÓN Y SUS SÚBDITOS IDIOTAS

Artículo para LAPAJARERAMAGAZINE:  https://www.lapajareramagazine.com/el-rey-bribon-y-sus-subditos-idiotas?fbclid=IwAR0xHabrEx3smHvAdZBBy7kQbM3oCFswJrd8ZlV6AsHbe3Nci1vLpygl3X4


   

Sí, idiotas, del latín idiôta y este del griego  ἰδιώτης idiôtes; tonto o corto de entendimiento. Pero no se me alteren con conclusiones precipitadas, porque ni estoy insultando al conjunto de los ciudadanos españoles, ni lo hago tampoco a aquellos que lejos de conformarse con ser simples ciudadanos con
derechos y obligaciones respecto a la ley, tal y como prescribe el apartado 1 del artículo 9 de la Constitución del 78, Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, prefieren considerarse súbditos, es decir, individuos que se sienten más sujetos a la autoridad de un superior al que obedecen en su condición de tal, que al ordenamiento legal que regula los derechos y obligaciones de dicha autoridad superior, en este caso, y puesto que la misma constitución establece que nuestra forma de gobierno es una monarquía constitucional, el rey de España.

De los primeros, entre los que me incluyo porque no me queda otra, parece haber un consenso generalizado acerca de que asistimos estupefactos e indignados a partes iguales ante al regreso de Juan Carlos de Borbón a España tras haber asistido a la más que anunciada perfomance con la que la
Justicia del Reino ha sobreseído todas y cada una de las causas que se le imputaban al rey emérito por haberse aprovechado de su situación para cobrar comisiones millonarias que luego iban a parar a paraísos fiscales con el fin de burlar al fisco español. Pocos, por no decir nadie, de los que nos consideramos simple y llanamente ciudadanos, podemos obviar el hecho de que el rey emérito no ha demostrado su inocencia de los delitos que se le imputan, sino que se ha librado de ellos gracias a la pirotecnia procesal que la Justicia del Reino ha confeccionado a su gusto para, amparándose en la inmunidad total que tenía durante el tiempo que estuvo en la jefatura del Estado y, tras haber
dilatado los procesos judiciales todo lo posible para que acabaran prescribiendo aquellos delitos ya al margen de la susodicha inmunidad real. Así pues, insisto, pocos o nadie de los españoles que se sienten y saben ciudadanos a secas, tenemos dudas de que el Emérito se ha ido de rositas gracias a un apaño confeccionado desde las instancias del Estado como la Casa Real, el Gobierno de España y la Fiscalía y Judicatura. Una perfomance ante todo mediática para que esa ciudadanía a la que me refiero creyera que se hacía algo cuando en realidad todo lo que se hacía era para que no pasara

nada. Y lo peor de todo, es que tampoco nadie, o muy pocos, estaban convencidos de que esta vez podía ser de otra manera. El Estado español simplemente se ha confabulado con todos sus medios al alcance para proteger el pilar más importante sobre el que se sostiene todo el tinglado de la Constitución del 78 y que no es otro que la figura del Rey, ya sea emérita o no, pues, de haber acabado condenado al Bribón eso habría supuesto la necesidad de cuestionar todo lo que ha ocurrido durante el reinado de éste, lo cual vendría a ser lo mismo que cuestionar todo el sistema. Así pues, no es que los ciudadanos seamos idiotas, que no lo somos, simplemente nos vemos impotentes ante los tejemanejes de los que nos gobiernan con el fin de salvaguardar un sistema que nos han vendido y venden durante décadas como
el mejor que se nos podía haber concedido, la garantía de paz, seguridad y progreso a la que ninguna persona sensata debería estar dispuesta a renunciar porque nunca hemos conocido a lo largo de nuestra Historia un periodo mejor, y si no, ahí están los libros de Historia para demostrarlo, claro que debidamente confeccionados para ahondar en la idea.
Con todo, tampoco son idiotas los súbditos de corazón, los convencidos hasta el tuétano de las excelencias de la institución monárquica por las razones que fueran y de las que dudo que haya alguna que tenga que ver de veras con una lógica verdaderamente democrática. No son idiotas porque son sinceros en sus convicciones monárquicas por muy alejadas que estén estas de esa verdadera lógica democrática a la que me refería antes y que se sustenta en el principio de que es imposible por principio concebir la monarquía constitucional como un sistema verdadera y hasta escrupulosamente democrática desde el momento en que la jefatura del Estado no se elige, ni directa ni indirectamente, por los 
ciudadanos sino que corresponde en propiedad a los herederos de una familia privilegiada por la razones que fueran, si bien en nuestro caso es obvio que por una especie de maldición histórica que nos ha condenado a soportar a una dinastía de monarcas ineptos, Carlos IV, cuando no obtusos y fanáticos,
Fernando VII, siempre corruptos, Isabel II como la mayor de todos, y siempre, siempre, profundamente reaccionarios, Alfonso XIII a la cabeza, durante siglos: los Borbones. ¿Pero por qué los defienden entonces? Porque la monarquía representa el mundo en que ellos consideran que tiene sentido su existencia por las razones que sea, desde las exclusivamente idealistas o románticas,
dicho en plata, porque les pone y mucho la idea de ser súbditos y no simples ciudadanos, ya sea para fantasear con que sus títulos nobiliarios siguen teniendo cuanto menos un valor simbólico que los eleva sobre la plebe, o acaso por aspirar a poder sentirse algún día como aquellos a los que admiran
porque consideran que siguen formando la plana mayor de las élites del país.
Una idea de lo más absurda, pero que casos como el de las famosas comisiones del hijo del Duque de Feria, los años del “mamandurriato” de la condesa consorte de Bornos, y otros muchos, hacen creer a aquellos que tienen el espíritu de lacayos más acusado que donde se corta el bacalao de verdad en el Reino de España sigue siendo entre esa clase alta de aristócratas, y sin que importe mucho cómo o cuánto venidos a menos, con sus contactos entre las grandes esferas y, muy en especial, con el poder político gracias a esa extensa red de parientes o simples conocidos con favores a devolver que
ofician de conseguidores a todos los niveles. Pero, no quiero que se me malinterprete, porque no estoy hablando de una clase social concreta, ni mucho menos, sino más bien un concepto absolutamente transversal que hace que haya súbditos convencidos no solo entre los Cayetanos del barrio de
 Salamanca de Madrid y sus correspondientes sucursales en cada una de las capitales de provincia de España, sino en todas las capas sociales españolas, hasta entre las más humildes, desde el momento en que ese gentío que recibe a los reyes durante sus visitas a cualquier punto de la geografía española con loas y banderitas rojigualdas está formado por gente de todo tipo y condición.
Esa es la España monárquica de veras, la que sostiene la ficción de una dinastía amada por su pueblo y permite que políticos como el alcalde de Madrid, un tal Almeida, pueda entregar las llaves de la ciudad al Emir de Catar, una monarquía absoluta donde las mujeres son ciudadanos de segunda, los homosexuales perseguidos y los trabajadores extranjeros mantenidos en régimen de semiesclavitud, entre otras lindezas más, –y eso tras negársela como homenaje póstumo a la escritora Almudena Grandes por roja y poco más- con un discurso en el que resume a las claras cuál es la idea que los
súbditos españoles tienes de la monarquía como institución, y que, vaya por Dios, no es precisamente la misma que la de las monarquías escandinavas que tanto les gusta o gustaba poner como ejemplo:
El emir en Qatar y el rey en España han sido cruciales a la hora de poner en marcha el motor del cambio y mantenerlos en la dirección idónea para el bien de nuestros pueblos. Qatar y España son dos argumentos contra los que creen que las monarquías son cosas del pasado: muy al contrario, su
capacidad de transformar y catapultar las sociedades hacia delante esincontrovertible”
Vamos, que lo de la defensa de los valores democráticos y el respeto a los derechos humanos como si fueran pejigueras de sociedades como las escandinavas, nada que ver con el modelo de monarquía que debería inspirar la española cuanto menos. Se diría que a 
con tal de que se puedan
construir de la noche a la mañana rascacielos sobre el desierto y organizar mundiales de fútbol a golpe de talonario gracias al petróleo, ya le vale. Una visión tan utilitarista de la monarquía que ni siquiera es una anécdota, todavía menos un desliz de un asesor del alcalde al redactarle el discurso, sino más
bien la verdadera razón que inspira a tantos políticos como él a adjudicarse la condición de súbditos sin rubor alguno. De hecho, solo hay que acudir a las declaraciones de un político de la ultraderecha, pues si alguna virtud de chichinabo hay que reconocerle a esta gente es la de decir alto y claro lo que
nunca se habían atrevido a decir cuando la mayoría todavía estaba en el PP, para saber en qué consiste realmente su lealtad sin fisuras a la Corona. Me refiero a las declaraciones del dirigente de VOX, el señorito Iván Espinosa de los Monteros, cuando para justificar lo mucho que se le debe al Emérito y por lo que se le debería dejar que volviera a España como si no hubiera pasado nada –lo raro es que no exigiera que se le pidiera perdón por el calvario que según él ha padecido durante estos dos últimos años de exilio forzado, tal y como ha insinuado en otras ocasiones- decía lo siguiente: 
Los viajes de Juan Carlos I aportaron más de 62.000 millones de euros y crearon más de 2,4 millones de empleos; De lo que hay que colegir que, teniendo en cuenta todo lo que nos ha aportado el Bribón gracias a sus gestiones internacionales, pedirle cuentas por las comisiones millonarias que se ha llevado a paraísos fiscales es poco más que de miserables, resentidos, mezquinos. Al fin y al cabo, para qué andarnos con rodeos, nos viene a decir Ivantxo, estamos hablando decalderilla.
Pues lo dicho, esa y no otra es la razón de la existencia de tanto súbdito de corazón, la convicción de que el rey no es solo la máxima figura representativa del Estado español, sino sobre todo el principal comisionista de los intereses de ¿España? Sí, entre interrogaciones, porque, recordemos,
cuando esta gente habla de los intereses de España en realidad está hablando de los de sus empresas en exclusiva y la amplia red de comisionistas por debajo del rey en particular. Ellos, por supuesto, nos lo seguirán vendiendo con la pamema esa liberaloide de que si los de arriba se benefician de la tarta tarde
o temprano tendrán que llegar las migas a los de abajo. Que nos lo creamos ya es cosa de la infinita ingenuidad o no de cada cual.
Y por eso también ha salido la derecha en tromba a defender el derecho de Juan Carlos a regresar a España como si no hubiera pasado nada, como si el sobreseimiento de sus causas por prescripción no significara que el delito síha existido. Salen a defender a uno de los suyos, al capo de capi de todo un
sistema de corruptelas relacionadas con las comisiones ilegales de todo tipo que ha caracterizado toda una época en España con el principal partido de la derecha como protagonista. Si se absuelve al Emérito de lo suyo, también se absuelve al PP y a todos los suyos como una organización criminal constituida
para cometer delitos según refleja la famosa sentencia que provocó la moción de censura que derrocó al gobierno de Rajoy. Así que como para no recibirlo con los brazos abiertos, si se le perdona todo al Bribón la conclusión no puede ser más clara: estamos todos perdonados. De ahí el entusiasmo de políticos
como el sucesor de Feijoo en la presidencia de la Xunta de Galicia, un tal Rueda:

Es una buena noticia, y además es una buena circunstancia que el emérito haya elegido Galicia. Ahora mismo tiene todo el derecho a venir y a elegir cualquier lugar de España. Mucha gente piensa lo mismo, puesto que no tiene ninguna causa pendiente con la justicia y tiene todo el derecho a estar aquí”.
De modo que yo solo veo coherencia en los súbditos de corazón, los cuales ya tienen bastante demérito con serlo como para que encima les coloquemos el adjetivo de idiotas. Porque los idiotas de verdad son otros, son aquellos como la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, que un día se declara republicana de corazón y al día siguiente justifica el veto de su partido a la comisión de investigación sobre los 100 millones de dólares depositados por el monarca en Suiza, aparte, claro está, de hacer una
encendida defensa de la monarquía como ejemplo de la lealtad de su partido a la Constitución del 78. 
Porque Adriana Lastra es el ejemplo claro de ciudadanos que dicen ser una cosa y luego se comportan como la contraria, que presumen de valores republicanos, incluso del legado de su propio partido
durante la II República española y la Guerra Civil, y llevan sosteniendo al Bribón durante décadas tras inventarse la pamplina esa de que ellos no son monárquicos sino juancarlistas…Mentira, porque, una vez que Juan Carlos se reveló ante la opinión pública -porque sus andanzas y proezas eran bien
conocidas por los diferentes gobiernos socialistas desde Felipe a Zapatero– como lo que verdaderamente era, un bribón que se aprovechó de su posición para atesorar una de las fortunas más grandes de entre todas las casas reales habidas y por haber, el PSOE solo tenía que haber dejado caer al rey y proponer un referendo sobre la monarquía; nunca antes había existido una ocasión más propicia. Sin embargo, no solo no lo hicieron, sino que fue el propio Rubalcaba quien diseño toda la operación para que el Bribón abdicara en su hijo y hacer creer así a la ciudadanía española que no había sido un
problema ligado a la existencia misma de la institución monárquica sino al de una persona concreta, Juancar, que entonces, y como quien dice del día a la noche, pasaba de ser el tío más campechano y provechoso del reino al bribón que ahora todos conocemos. Una vez más el famoso se vogliamo che tutto
rimanga come è, bisogna che tutto cambi, “gatopardismo” en vena porque no podía ser de otra manera con PSOE, la segunda pata sobre la que se sostiene esta Segunda Restauración Borbónica que
 resulta de la Constitución del 78. Y sin embargo, parece ser que todavía hay socialistas, militantes o no, convencidos de ser republicanos de corazón cuando en realidad son monárquicos de facto, o lo que es lo mismo, más súbditos que ciudadanos. Y con ellos millones de españoles que afirman a diario ser republicanos por puro sentido común delante de todo aquel que le requiera por el tema; pero, que a
continuación también aseguran que mejor dejar las cosas como están porque tampoco están tan mal y si se cambia algo siempre puede ir a peor.
Esos y no los otros, son los súbditos idiotas a los que me refería al comienzo, los que dicen no serlo pero luego se comportan como los más eficaces de todos dado que, lo queramos o no, son la inmensa mayoría de la ciudadanía española. Una mayoría tan conservadora y apocada, acaso como suelen serlo todas en sociedades que como la nuestra disfrutan de tal grado de prosperidad, por muy relativa o cuestionable que pueda resultar esta para muchos, siquiera ya solo en comparación con la de países de otras latitudes
por lo general más al sur, que por supuesto que se escandaliza e indigna cuando descubre que la máxima autoridad de su país es un bribón con todas las letras. Sin embargo, y aunque también sabe o acepta que la institución monárquica es en sí misma un anacronismo histórico por muy ejemplares que
parezcan ser otras monarquías constitucionales, también por lo general más al norte, jamás moverá un dedo para promover un referendo vinculante por lo que ya he señalado de “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. Mejor súbdito idiota que ciudadano de una república impredecible y, sobre todo, en manos de vete a saber quién. ¿Por qué? Pues porque ya se ha encargado el sistema resultante de la Transición española, tanto de idealizar la monarquía pese a los desmanes del Bribón y volviendo a santificar la figura de su hijo a toda pastilla como antes habían hecho con el padre, “este sí, está mejor
preparado, es más serio, la mujer lo tiene mejor atado…”, como en demonizar por todos los medios el único periodo histórico de la Historia de España donde fuimos una verdadera democracia con todas 
las de la ley tal y como lo establecía la Constitución de 1931, la de la Segunda Republica Española.
Porque solo hay que fijarse cómo se enseña dicho periodo republicano en las escuelas, como una época de conflictos continuos y violencia a todas las escalas, el cual derivó, casi que inexorablemente, en una guerra civil de la que resultó la longa noite de pedra de cuarenta años que un poeta gallego, Celso
Emilio Ferreiro, llamó al franquismo, y tras la muerte del dictador en la cama ya por fin la luz gracias a los buenos oficios del rey Juan Carlos I, que es como será recordado en el apartado enciclopédico correspondiente con unas pocas líneas hacia el final que puede que hagan alusión a sus problemillas con el fisco cuando ya era un anciano chocho. Demonización sí, porque cuando se habla de los problemas y conflictos de la II República Española casi nunca se recalca, al menos no como se debiera, tanto sus logros democráticos y sociales como que fueron los antirrepublicanos quienes hicieron labor de zapa para derribarla desde el primer momento, así como que la Guerra Civil fue culpa de la decisión unilateral de unos militares auto designados como salvadores de su patria, y devotos monárquicos como el propio Francisco Franco, y no la consecuencia inevitable de una legalidad republicana acosada a derecha e
incluso a izquierda.
De ese modo, y por triste que parezca, a la vez que presuntuoso, lo reconozco, no me queda otra que asegurar que en España los verdaderos republicanos, siendo estos aquellos ciudadanos dispuestos a celebrar un referendo sobre la jefatura del Estado mañana mismo con el objetivo de que prevalezca la opción republicana, somos cuatro. Peor aún, no solo somos cuatro, sino que, a la vista de lo que cunde entre las clases más conservadoras y pudientes del país, tampoco existen republicanos de derechas al estilo de un Niceto Alcalá-Zamora, primer presidente de la II República Española. De ese
modo, resulta casi imposible imaginar una alternativa a la monarquía constitucional que fuera realmente transversal para poder cuajar del todo. No la hay porque, entre los súbditos de verdad o convicción y esos otros idiotas convencidos de que el cambio de un día para otro en la concepción de la
jefatura del estado supondría una hecatombe para el país de dimensiones bíblicas, no hay campo de maniobra, como bien sabe, no ya el PSOE, el cual insisto en que es un partido monárquico por muy auto engañados que estén muchos de sus militantes y simpatizantes, sino la izquierda alternativa al
socialismo borbónico, Unidas Podemos, que de momento ha conseguido alcanzar cuotas de poder por primera vez desde el comienzo de la Transición, pero que se cuida muy mucho de incluir la causa republicana entre sus prioridades programáticas por si acaso, vamos, que tampoco toca para ellos.
Así que no, España mañana no será republicana y tampoco atisbo a ver
cuándo. Dadle las gracias, si eso, a Rubalcaba.

Txema Arinas
Oviedo, 20/06/2022