viernes, 29 de marzo de 2013

PROCESIONES Y PERFOMANCES



"Dan un miedo que te cagas", comentábamos anoche. Hablábamos de los dichosos capirotes, más omnipresentes en las pantallas de televisión que otra cosa, al menos por estos pagos. Teníamos pensado acercarnos con los nenes hasta la Procesión del Silencio que recorría todo el centro de Vitoria para que éstos supieran de qué iba la cosa y luego ya someternos al preceptivo interrogatorio de nuestros infantes, que como no dan religión entienden poco o nada de penitentes, nazarenos, cristos crucificados y demás parafernalia. M, la mujer de mi primo (un saludo) comentaba que a los críos los capirotes fascinaban tanto como atemorizaban. En seguida nos acordamosde nuestra infancia, y de que en efecto, para muchos de nosotros la primera vez que nos llevaron a ver una procesión nos produjo pesadillas durante una buena temporada. No es para menos, de no ser que estés imbuido por un espíritu religioso que hace sentir cada paso de la procesión, cada nota musical, cada manierismo de las tallas con cristos sufrientes, vírgenes y santos otro tanto, como una especie de comunión mística con tu Dios, versión tres en uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la verdad es que todo lo que rodea el asunto resulta de un tétrico que espanta. A decir verdad, casi todo lo relacionado con la religión católica lo es, partiendo, claro está, del hecho que ésta tenga la larga agonía de un señor en concreto como su pìlar fundamental. De ahí ya luego toda esa mandanga del sufrimiento de buena gana aquí sobre la tierra para luego ya disfrutar en la otra vida, esa devoción por el martirio (concepto que siempre me ha fascinado por la incongruencia que encierra en sí exaltar el mismo como el gesto máximo que puede hacer un cristiano por su fe al mismo tiempo que su iglesia condena el suicidio como una afrenta contra el Creador, de lo que sólo puedo colegir que su Dios es harto egoista,  esto es, que si uno se expone a perder la vida por él todo son parabienes y no pocas canonizaciones; pero, si ya lo haces por cualquier otro motivo, entonces no, no le vale, es pecado) y, en general, todo lo relacionado con el dolor y el sacrificio para alcanzar no se sabe bien qué beneplácito divino; insisto, de existir su Dios sería para preocuparse, pues no parece poco cabroncete ni nada.

De cualquier modo, y si bien uno en sus tiempos mozos era un anticlerical a marchamartillo, que todo lo relacionado con la cruz y el clero que me ponía a mal parir, que para procesiones aquellas ateas de los convulsos ochenta en mi ciudad, si bien todo ello resultado tanto de mi evolución personal a fuerza de lecturas y lo que éstas ayudaban a darle al coco, como, no podía ser de otra manera, de haber estudiado en un colegio de frailes, si bien con más profesores seglares que otra cosa, y desde luego que más abierto en casi todo que el resto de colegios religiosos, esto es, de una religiosidad y sensibilidad más arraigada en el país que esa otra del nacional-catolicismo español, y aún y todo..., hoy en día sigo igual de descreído y hasta militante en el ateismo como la única actitud vital e intelectual lógica para un espíritu libre e inteligente (lo siento, todos tenemos derecho a nuestra cuota de prejuicios), pero tiendo más a respetar, incluso a intentar empatizar, con el fenómeno religioso, que no deja de ser en parte consustancial a la condición humana por la razón que sea, histórica, cultural, sicológica incluso. Así pues, los creyentes que con su pan, su hostia, se lo coman, allá ellos y el proceso interno por el que hacen caso omiso a la razón y se entregan de lleno a su reverso, la fe, que haberlos los hay por pura inercia, la mayoría, y otros por convencimiento. Por lo que a mí respecta, y tras este alarde de arrogancia atea con cierto tufo paternalista también por mi parte, me limito a destacar que, como casi todo en la vida, servidor tampoco es ajeno al fenómeno religioso como cuestión meramente histórica, sociológica y en especial artística. Siendo así, cómo no admirar los logros de la devoción católica en este último campo en concreto, ya sea la belleza de sus iglesias o las obras que inspiraron a tantos artístas movidos por la fe o de encargo.

De ese modo, uno recuerda pasos de las procesiones sevillanas verdaderamente destacables, siquiera lo fueran sólo por su elaboriosidad, el empeño del artista en crear unas tallas cuyo fin último era conmover al creyente. Ahora bien, luego ya lo que uno piensa del tan famoso, ensalzado y hasta sacralizado ambiente de la Semana Santa de Sevilla, con sus locales sin música y Canalsur vomitando beatería las veinticuatro horas, con sus sevillanos de pro vestidos de traje y mantilla como el colmo de lo suyo, el señoritismo como una actiud ante la vida, ya me lo reservo y mucho. Dicho de otro modo, paso de meterme en el terreno de las tradiciones sacrosantas de los demás, paso porque está minado de pasiones telúricas y convicciones de piedra de las que, como poco, lo mejor es mantenerse lo más alejado posible. Si me preguntan, si me insisten, estoy dispuesto a reconocer cierta bellenza estética y musical en la cosa, pero poco más, para quedar bien y como para salir al paso.

En lo tocante a las procesiones vitorianas, y si bien algunas de las tallas que se exhiben, como el Ecce Homo -una talla flamenca del siglo XV-, la Flagelación y el Santo Sepulcro, son de reconocido valor, cualquier comparación con una procesión andaluza o castellana suena a chiste.Y ya no es sólo que la afluencia diste mucho de la de una procesión sevillana o zamorana, apenas cuatro gatos al paso de las tallas y los penitentes por las calles de lo Viejo y el Ensanche mientras el resto de la ciudad sigue a lo suyo y en especial de espaldas a una parafenarlia religiosa que en su tiempo pudo reunir multitudes y ya apenas un poco nutrido grupo de devotos y otros tantos curiosos, cuestión del todo lógica en una sociedad tan desacralizada como la vasca (incluso para lo que ha sido, y es en parte, Vitoria, antaño ciudad de curas y militares, una ciudad a rebosar de iglesias, capillas y conventos -por tener tenemos hasta dos catedrales, ahibalahostiapues-, y cuyo horizonte más reconocible desde lejos es precisamente el de las cuatro torres de sus iglesias medievales; y sí vale, la Procesión de los Faroles en fiestas es el copón bendito y todo lo que se quiera, pero eso ya para otro día), sino que además carece de costaleros, de cofrades que llevan las tallas a hombros, ya que éstas van sobre ruedas, lo que le quita mucha, pero mucha, sustancia a la cosa. Y como parece ser que hasta a los organizadores se les queda corta la cosa, pues innovarse o morir, a tirar de fusión por un tubo, vamos, a mezclar churras con merinas a ver si así atraemos a más peña. De ese modo ayer por segundo año consecutivo la Procesión del Silencio hacía un alto junto a las escaleras de la Iglesia de San Vicente para que un cantaor, a saber de dónde, a saber si profesional o no, cantara una bonita y todavía más sentida saeta a la Virgen. Preciosa la saeta en sí, vuelves a obviar toda la irracionalidad mística que encierran sus letras y, a poco que gustes de cualquier expresión músical, y el flamenco a mí me gusta un rato, la verdad es que estaba extraordinariamente bien cantada, como que daban ganas de pedir un bis y todo. El pero, en cambio, viene de que el canto de una saeta en la capital de las Vascongandas se hacía un acto metido a calzador, para animar la cosa y poco más, pues nada resulta más exótico y anacrónico que el flamenco por estos pagos, tanto o más como ver desfilar a la Legión, o a cualquier otra institución armada, a riesgo de que el  cristo que se pueda montar sea muy diferente del que sacan a pasear en ese preciso momento.


Y no sólo la saeta pecaba de fragrante anacronismo, a continuación y como para compensar con algo más vernáculo, siquiera ya solo por ese pujo de llevar el equilibrio lingüístico hasta sus últimas consecuencias, o simple y llanamente para no levantar suspicacias entre la sección más euskaldún de los asistentes, le llegó el turno a un bertsolari -un versificador en lengua vasca- en la misma ventana desde la que antes se había cantado una saeta. Pues mira que no resultaba también poco fuera de lugar ni nada el bertsolari de marras. Será todo lo vernáculo que quieras, pero la bersolaritza -la improvisación de versos en euskera- es una disciplina perfectamente reglada y, por lo general, con un perfil socio-lógico que casa bien poco con la cosa religiosa. De hecho, el bertsolari es por tradición y vocación la figura del juglar contemporáneo que vierte toda la ironía o el sarcasmo del que es capaz en sus versos para cantar todo tipo de temas, casi siempre a contracorriente, o casi, de lo establecido, sobre un escenario y compitiendo con otros bertsolaris en ingenio y acierto rítmico, tanto como que los campeonatos por provincias y el general de Euskal Herria son auténticos acontencimientos públicos que reunen a miles de personas para escuchar cantar y competir a tipos que aquí son verdaderas "starlettes" locales y no sólo para la comunidad vascoparlante. 

Ahora bien, todo esto no deja de ser la queja de rigor que da nombre a este blog y más en concreto la de un ateo que, joder, ya que estoy, que hago un esfuerzo por aprehender el trasfondo histórico y cultural de las procesiones de marras, pues qué menos que pedir que respeten la tradición por magra que sea ésta. Vamos, innovar lo justo, que no me vengan con perfomances sacadas de la manga que no cuela, queda cuanto menos "descafeinado". Tanto o más como lo que decía antes de lo de los pasos con ruedas, que digo yo que si es por cofrades, porque hoy en día no hay los suficientes o se nos han hecho tan señoritos que no se quieren magullar los hombros, pues que echen mano de los creyentes más fervientes que hay entre nosotros, que será por latinoamericanos, con lo arraigada y añeja que es su fe trasatlántica, anda que no lo hicieron bien nuestros antepasados misioneros. Eso y que entra de lleno en la lógica del asunto, porque de la misma manera que ayer a la noche se me antojó precioso, todo un ejemplo de integración y en especial de tolerancia por parte de la carcundia vitoriana en un asunto con tanto aroma a rancio tradicionalismo, ver mulatas y negras vestidas de negro con peineta y mantilla; ¿a qué esperan esos devotos machos latinos para echarse las tallas al hombro? Pregunto, sólo pregunto, y una vez más siempre desde el respeto y hasta el convencimiento de que lo uno no quita lo otro, esto es, que de la misma manera que se es ateo también se es ciudadano, y como sospecho que todos estos actos de fe -suerte que ahora ya no tan luctuosos como en su origen...- cada vez tiene  más que ver con el turismo que con otra cosa, la otra cosa, pues, por qué no aportar mi grano de arena aconsejando cómo hacerlos más atractivos, auténticos incluso.

martes, 26 de marzo de 2013

PASARTEAK: EUSKARA GALDATAN





 Gogoratu besterik ez dut egin behar familia giroan entzundakoak euskaraz egiteko medikuen beharraren kontura, gehienak erdaldunak izanda nire amaren senitarteko gasteiztar peto-petoek ez zuten oso begi onez ikusten halako aldarrikapen xumea. Azkeneko hau gehiegizkotzat hartzen zuten, batez ere hainbat urtez euskaraz egiten zen kultura apala sustatzeko diru laguntzak barra-barra eman eta gero, ikaskuntza goitik behera euskararen zerbitzupean ipini eta gero, euren eguneroko paisaia iragarki elebidunez zipriztindu eta gero. Garai batean bai, ondo zeritzoten euskararen sustapenari, azken finean geure arbasoen hizkuntza, boronoek ere euren hizkuntzaz egiteko eskubidea badute, guri bost axola bakean utzi bitartean, gu ez gara euskaldunak, gu baskoak gara kokapen geografiko huts batek hala diolako eta kito. Urteak pasa ahala, ordea, sudurra zimurtzen hasi ziren. Diru gehiegi gastatzen omen zen euskararen alde, euren dirua, gero! Baina hori ez zen gehien edo egiatan aztoratzen zituena. Euskararen edonongo presentziak, hain presentzia apala edo azalekoa bakarrik izanda ere, hau da, ditxosozko iragarkiek eta txitean- pitean kalean euskaraz egiten topatzen zituzten ikastola-kume koskorrek edo txakur eta haurrei egiten zieten gurasoek asaldatzen zituzten, kanpokoak bailiran sentiarazten zituzten. Eta jakina, haiek ez ziren kanpokoak, euren txoko maitea euskalduntzeko asmoz eta barbaroen modura oldarturiko boronoak, eta zer esanik ez hiriko bertako euskobobo edo euskokoñazoei buruz, egunero euskararen leloarekin jo eta ke ari ziren abertzale gogaikarriak. Esan behar da ere herri oso baten hizkuntza izaera errotik eraldatu gura zuen politika batek nire senitarteko hauen euskararenganako beldur eta mesprezuan eragin handia izan zuela. Euskal erakundeetatik iristen zitzaien zenbait aldarrikapenek izugarri ernegatzen zituen, ez zekiten bertako jatorrizko hizkuntza, ez zuten ikasi nahi, ez zuten inolako asmorik euren seme-alabek ikas zezaten, orohar ez zitzaien batere ardura euskararen etorkizuna euren hizkuntza ez baitzen, are gutxiago euren ustez erabat baserritarra eta batez ere kantabrikoa omen zen euskarazko kultura, antzekorik baldin bazen, haietako asko eta askok dudatan jartzen zuen-eta. Ez ziren beraz euskal erakundeek espero bezain euskal hiritar jator eta batez ere zintzoak. Abertzale gehienen maximalismoari aurre egitearren, eta badirudi maximalismo hitza uste eta nahi baino gehiago azaltzen ari dela, beste –baina ez oso bestelakoamaximalismo bati eusten hasi ziren, euskararekiko arduragabekeriatik ikusiezinera aldatu egin ziren; aurrerantzean euskara ez zen ikusi edota entzun egiten ez zen zerbait, euskara haien eskubideak murrizteko ezerezetik sortutako zaharkin bat besterik ez zen. Hau guztiak, noski, ikaragarri mintzen ninduen. Baina, nire senitarteko batzuk euskararekiko erakusten zuten ezinikusiak baino gehiago, zinez erresumintzen ninduena eurekin bat ez zetorren ororekiko erakusten zuten mesprezua, nire Estibalitz maitearena tupustean gogora ekartzen zidan-eta. Halakoetan banuen, jakina, zer edo zer esateko gogo bizia, hau da, euskararen sustapenaren zioak zilegizko ikuspuntu soziokultural huts batetik erakusten saiatzen nintzen, edo gutxienez euskararen mundua abertzaleen eskuetatik, eta batez ere euren xedeetatik, libre edo aparte ikus zezaten. Guztia alperrik, ez zien batere ardura nire argudioen edukiak, ez zioten euskaldunek Euskal Herrian edonoiz eta edonon euskaraz egiteko aldarrikatzen genuen eskubideari erreparatu gura, ez zitzaien axola nire asmoa behintzat helburu hori errealitateari bizkar eman gabe baldin bazen ala ez, oro har euskarekiko zerikusi zuen guztiari muzin egiten zioten, dena lekuz kanpo omen zegoen geurea bezalako XXI mendeko gizarte batean, gehiegizkoa zen, euren zergez egiten zen neurrian lapurreta moduko zerbait, eta beti-beti ingelesaren leloa ahotan erabili ohi zuten, halako parekaketak buru-buztanik ez zuela behin eta berriro azaltzen saiatu arren, bihotzeko hizkuntza zenak ez zuela zertan parekatu beharrik poltsikokoarekin, ez zirela beraz bateraezinak, eta batez ere halako parekaketa egiten zuten gehien-gehienak ez bata ez bestea ikasteko gertu zeudela etengabe egiaztatu arren. Nola ez asmatu haiekin hitz egin eta nire maite abertzale sutsuarekin berdin-berdin, nola ito ez egin jauregi honen itzalpean egonda ere halako gogoetarekin.

—Y ya sólo nos falta que nos venga el intelectualoide de turno a decirnos que se puede aprender, no sólo una, sino dos, tres, todas las lenguas que se quieran con solo proponérselo. Vamos, hombre, que llevo más de veinte años yendo a todo tipo de academias y todavía soy incapaz de mantener una conversación con un tío Birmingham.

lunes, 25 de marzo de 2013

EL LIMBO HOSPITALARIO


Después de dos semanas y pico de hospitales, de deambular a diario varias veces de uno al otro y meter horas por un tubo en cualquiera de los dos, confieso que tenía ganas de dejar por escrito algunos de mis insustanciales comentarios acerca del tiempo que se detiene cuando ingresa un enfermo en uno de ellos o las numerosas y variadas comeduras de coco a las que propicia el letargo hospitalario en el paciente y sus familiares. Al fin y al cabo, estamos hablando en la práctica de un género literario, del cual me limitaré a destacar a Thomas Bernhard como el gran maestro del mismo. Insisto en que son muchas las obras ambientadas en un hospital, siquiera buena parte de ellas, como en el caso de la que ocupa buena parte de la hojas que hablan de la estancia durante la primera Gran Guerra del protagonista del fantástico Voyage au bout de la nuit de Celine. No obstante, Bernhard dedicó no sólo cientos de hojas a narrar a sus peripecias hospitarias de enfermo crónico, sino que además nos dejó esas joyitas literarias que son El Frío y El Aliento. El primero narra su estancia en Grafenhof, un sanatorio para tuberculosos, y el segundo en el hospital para enfermos de pulmón, tras caer enfermo trabajando en la tienda de comestibles de Podlaha, un lugar horrible donde se llevaba a enfermos, no para sanarlos, sino para que murieran sin remedio. En concreto, es en este último libro donde, a mi juicio, Bernhard hace el mayor despliegue de lo que es la esencia de su muy peculiar estilo narrativo, esto es, la exageración llevada al extremo, o lo que también podríamos denominar la puntuosidad descriptiva en estado puro, y siempre con el único fin de trasladar al papel del modo más efectivo todo el horror que le rodeaba en aquel momento.Y es ahí precisamente donde reside el mérito de Bernhard, en hacer estilo de su ánimo quisquilloso y exagerado, llegando a confeccionar un retrato del mundo que describe no sólo todo lo personal que podía ser él mismo con su cúmulo de defectos y alguna que otra virtud, sino también, y al contrario de lo que se podía esperar del que retuerce la realidad a su antojo para así poder dar rienda suelta a una visión de la vida poco o nada complaciente, desagradable incluso, más nítido y crudo de lo que lo hubiera hecho cualquier otro ateniéndose escrupulosamente a los hechos, éstos casi siempre muy poco de fiar.

De cualquier modo, que me disipo y mucho, si bien es verdad que cierto aliento helado bernhardiano me acompañaba en mi peregrinación de uno a otro de los dos principales hospitales públicos de mi ciudad, también lo es, tanto o más, que nada de lo visto o sentido estas semanas tenía que ver con ese otro mundo hospitalario, a caballo entre lo tétrico y lo miserable, que describía el autor austriaco. Ni cargando las tintas con toda la mala fe que requeriría el intento se podría hacer un paralelismo con aquellos escenarios hospitalarios de la Austria de posguerra. No sólo sería faltar a la verdad, también sería de una mezquindad extrema dada la exquisita profesionalidad del personal de Osakidetza que atiende a la gente por muchas molestias, retrasos, carencias o lo que sea que tengan que soportar, porque, ¡ay amigos!, no hay nada perfecto, los recortes han llegado aunque Urkullu proclame lo contrario, y sólo hay que oír a los que alguna vez cayeron en la tentación de acudir a la sanidad privada para determinar que el balance es casi siempre y definitivamente a favor de lo público. Llegados a este punto me podría extender en una defensa de la sanidad pública, pero para qué, si es que eso es de cajón, tanto o más como que si en otros pagos la están desmontando no lo hacen precisamente para mejorar la atención al paciente y/o hacerla más eficaz, sino más bien para que otros hagan caja a cuenta de la connivencia de determinados políticos con determinados empresarios.

Con todo,  aquí va mi queja de rigor, mi nota de quisquilla inveterado, tan nimia e insustancial como de costumbre. Odio el Hospital de Santiago con todas mis fuerzas y desde hace décadas. A decir verdad, no entiendo cómo todavía puede existir semejante mamotreto, como no lo han trasladado o reconvertido en un supermercado, un garaje o cualquier cosa por el estilo. Que sí, que vale, que seguro que los técnicos de rigor tendrán sus razones de todo tipo. Pero es que uno no habla desde el conocimiento, ya puestos ni siquera desde el sentido común. Qué coño, lo hago desde las entrañas, que es desde donde tiene que hablar el hombre corriente de la calle, esto es, tal como le vienen las cosas o se las imagina, como le sale de sus santos... Odio ese puto hospital céntrico porque pocas veces me he sentido tan imbécil como cuando he accedido a su interior después de mucho tiempo. Estamos hablando del hospital decimonónico de mi ciudad, aquel en el que según me contaba mi padre estas mismas semanas fue ingresado uno de sus abuelos por una ruptura de cadera y salió con las piernas por delante porque entonces sí que las condiciones eran exactamente como las que describe Bernhard en sus novelas, que parece ser que al hombre le dejaron tumbado en una cama con la pierna colgando durante meses hasta que ya no pudo más y dijo que para verse así para los restos mejor intentarlo en la otra vida. Pero, lo que era un hospital provincial de finales del XIX ha llegado hasta nuestros días a golpe de remedos y añadidos, con lo que, y a pesar de existir desde hace décadas otro hospital más moderno y sobre todo accesible, ahí está para comodidad de aquellos vitorianicos para los que acudir hasta Txagorritxu para una consulta, o lo que sea, se les sigue antojándo lo mismo que una expedición a Mongolia o por estilo. Lo de Santiago no tiene nombre, y no sólo porque estemos hablando de un hospital sin aparcamiento, en pleno centro con sus correspondiente empacho automovilístico o su congestión acústica a todas horas, amen de la estrechez de sus paises, su escasez de espacio o la eterna provisionalidad que todo lo invade. Lo peor ocurre cuando te aventuras en sus tripas, esto es, en el laberinto de pasillos y puertas estrechas que en apariencia conducen a algún lado pero que en realidad sólo lo hacen en parte y casi que en exclusiva para las lumbreras que aciertan a entender la maraña informativa de carteles y flechas en el suelo que supuestamente te dirigen a tu destino. El resto, los que somos tirando a bobos o nos despistamos a la menor de cambio –y aquí no estoy hablando de quinceañeras en minifalda ni nada por el estilo- acabamos siempre en un limbo hospitalario que suele ser un pasillo vacío o una puerta acristalada que da al exterior. Me ha pasado en multitud de veces, una vez incluso tuve que desistir de visitar ese día a mi abuelo ingresado porque no hubo manera de encontrar su habitación, subía escaleras de cuatro en cuatro, recorría pasillos a la velocidad de la luz, visité incluso las dependencias donde lavan la ropa o los auxiliares de enfermería se echaban el pitillo, y aún así, ni encontré la habitación de marras ni nadie que pudiera hacerme un croquis inteligible del modo de llegar hasta la habitación donde se encontraba mi abuelo. En otra ocasión, en la cual afortunadamente había llegado antes de la mano de un tercero hasta la habitación de mi madre para pasar la noche a su lado; sin embargo, como en realidad me la pasé quejándome y roncando, llegó un momento en que mi progenitora no pudo más y me rogó que me fuera a casa. Y yo todo contento que salgo disparado a buscar la salida; pues ese año casi me tengo que tomar las uvas en el Hospital. 

Así pues, no es de extrañar que el primer día que entré con mi hijo mayor de la mano al hospital de marras nada más de llegar desde Oviedo, azorado como estaba por los nervios de ver a mi padre en bata con el culo al aire, no tardara en desembocar a ese limbro del que hablo. Recorrimos pasillos, subimos escaleras, atravesamos puertas y, cuando creía que estaba en la planta correcta, me encuentro con una puerta que daba a la nada hospitalaria, el jodido limbo. Casi me echo a llorar de la impotencia. Luego ya, media hora más tarde tras recurrir a la ayuda de todo tipo de trabajadores del hospital sin reparar en el color o grado de su indumentaria, consigo llegar a la habitación de mi padre, el cual, tras los preceptivos gestos de emoción al ver a su nieto, y la enésima decepción al comprobar que su hijo mayor sigue siendo un baldarra de cuidado y además no tiene visos de cambiar en lo esencial,  comienza la crítica gastronómica del servicio de comidas del hospital; está visto que para algunos el trascurso de las horas muertas sobre la cama de una habitación de hospital no anima tanto a la introspección filosófica acerca del verdadero sentido de la vida como a la desazón que produce la consciencia de saber que, después de toda una mañana o tarde esperando que traigan la pitanza para darle algo de emoción a eso de vivir recluido entre cuatro paredes, lo más probable es que ese día tampoco le hayan puesto sal o aceite en la ensalada.

jueves, 21 de marzo de 2013

IRAGANAREN JAKINZALE




Atzo eguerdi aldera nire aitaren aitaraino bajatu nintzen Gasteiztik kazetari batek argazkitxo batzuk atera nahi zizkidalako eskualdeko aldizkarirako. Izan nuen, beraz, aparteko aukera Bastidara bueltatzeko aspaldiko partez, ala ez, agian ez hainbeste iaz udaroan bertan egon bainintzen nire familiarekin San Gineseko parkeraino igotze aldera eguzki galdatan. Baina, denboraz larri-larri ibili arre, Oviedora bueltatzeko autobusa hartu beharrean bainengoen arratsaldean Gasteizen, egiatan izugarri bitxia suertatu egin zitzaidan herrira itzultzea bakarrik eta nire aitonamonen etxetik ez pasatzea, nire amandrea duela bi urte hil zen-eta. Edonola ere, argazkiak zein gizalegezko poteak hartu eta gero hiribilduko kale nagusian barrena ibili nintzen kuxkuxean, nirea ez den nostalgia edo herrimin bati atxikita, ni oso gutxitan egon bainaiz hiribilduan, nire aitonamonen basetxea herri irteeran baitzegoen, errepide nagusiaren ertzean. Hala ere, hiribilduko kaleak ezagunak zitzaizkidan, noski, txikitan behin baino gehiagotan bertatik zehar ibili nintzelako, baina oroitzapenok nire aitarenak ziren, joandako bi asteetan ospitalean izan baitut eta ordu asko elkarrekin igaro ditugunez solasean nire aitak izan badu denbora dexente, gura adina, ezinbesteko hitz aspertuekin batera baita bere txikitako kontuak banan banan gogora ekartzeko ere. Gauza benetan xamurra, haatik, nire aitak oso gutxitan halakoak kontatu dizkidalako ni behin koskortu eta gero. Baina, badirudi urteak joan ahala, eta zahartzaroko ajeak direla medio, gero eta gogo handiagoa duela haren zein bere senideen bizipenen kontura hitz eta pitz egiteko, bere adineko gehienei suertatu bezala, alegia. 

Alde horretatik, eta beharbada egun askotan bere aitaita bat egon eta hil zen hiriburuko ospitale berberean ingresaturik zegoelako, haren aitonamonen gainera berba egin zidan luze. Izan ere, bere lau aitonamonen nondik norakoak gogora ekarrita haren bi sendien berri ere eman zidan, nik ordura arte oso gainetik baino ezagutzen ez nituen hainbat berri, hau da, nola bere amaren senitartekoekiko harremanak sendoagoak izan ziren betiere, zer nolako nortasun ezberdinak zituzten bere bi amamek, bere amaren aldetikoa zer-nolako emakume jator eta bipila zen, kale nagusian herriko dendarik handiena edo zuen bizkaitarra, nola joan ohi zen bere aitaitarekin Toloñon barrena zaldiz Paiueta alderantz ikatz bila gero dendan saltzeko, nolako harremanak zituzten bere aititamamek bertakoekin. Kontatu ere egin zidan, txikitan egin bezala egia esan, bere birraitita bizkaitarrak herriko "kateak" zein Leintz-Gatzaga aldekoak ere biltzen zituela, hau da, antzinako bidesariak foru probintzia batetik batera pasatzeko edo Ebro ibaia zeharkatzeko Gaztela alderantz. Eta kontatu zidan berriro ere nola bere amaren aldetiko aitaitamamak hondatu egin ziren gerra ostean dendan gehiena bermepean saltzen zuten-eta ia inork sosik ez zuen garai batean.

Gero hitz egin zidan ere bere aitaren aldetikoez, nola saldu banandu egin zuten nire leinukoek antzinatik sorleku izan zuten Larrazuria Arkuaren ondoko auzoan zegoen etxea anaien artean, zer dela eta nire aitaitak errepideko harrizko etxea lehen alokatu eta gero erosi egin zuen behar besteko diru bildu orduko. Bere aitaren aldetiko amamaz ere aipu egin zidan, ezer gutxi tratatu zuela esanez, oso andre serio eta harroa zela, bera eta bere hildako anaia nagusiari trufa egiten ziela Kale Nagusiko bere etxe ondotik pasatzerakoan amama herriko beste emakume batzuekin itzalpean kartetan jokatzen ari zirelarik. Eta honekin batera beste hamaika kontu neretzat benetan xamurrak, politak, arbasoenak zein herriko hainbat handikirenak ere bai.

Eta horietxek ziren buruan nerabilzkien kontuak nire herriko Kale Nagusitik zehar nindoala atzo, pil-pilean nituen aldetik gehienbat, nire aitak aurreko egunetan aitatu zizkidan bere bi familien jaiotxeen bila, Kale Nagusiko etxaurre dotore zein armarri handiei so. Ederra da, oso, nire aitaren ederra, eta badu, jakina, histori handia, nola ez izango muga arteko bastida izanda, hau da, Historian zehar Gaztela eta Nafarroa arteko erresumen tirabiren lekuko eta maiz ere protagonista, horra hor ere hainbeste amarriren zergatia, hiribildua poblatu egin baitzuten gehienbat herrialdeko leinu askoren bigarren edo hirugarren oinordekoek bertan euren oinetxea sortzeko asmotan edo erresumako mugak defenditu artean.

Gauza benetan interes/gogoetagarriak Historia maite dugunontzat, jakina. Alabaina, hiribilduan zehar nindoala zera etorri zitzaidan gogora ustekabean, ba nire aitak ere kontutako hamaika pasadizu, haietariko asko batere xamurrak ez direla, garai izugarri latzak izen zirenekoak, herrietako egiazko bizimodu estu, gogor eta askotan ere zitalak ondo asko erakusten zituztenak, herrietako bizitza ez baitzen, aspaldi behintzat, batere goxoa, guztiz kontrakoa baizik. Baliteke gaur egun hori guztiori bigunagoa izatea, areago, baliteke hirian baino eroso edota aberasgarriagoa izatea. Baina, esaera zaharrak ezin hobeto azaltzen du, herri txikia, infernu handia. Izan ere, egia borobila da delako esaera zahar hori, nik txikitan, aitonamonenean, horren berri edo adibide asko eta asko jaso egin bainuen nire senitartekoen ahotik. Orduan, herriko etxe ikaragarri eder eta dotoreen gerizpean nengoela, nire arbasoenak izan zirenenean hain zuzen, zera otu zitzaidan, familiaren kontuak kontu direla eta kitto, inondik begiratuta aspaldiko kontu zaharrak, oroimemaren gordailuan giltzapean daudenak, nire oraingoa inola ere baldintzatzen ez didatenak iraganaren morroi ez bainaiz, gehien jota iraganaren jakin-gose, ez besterik.

lunes, 18 de marzo de 2013

DE PINTXOPOTE POR ZARAMAGA


El viernes a la noche me llevan L y B de pintxopote por Zaramaga. Me encantó, ya conocía, cómo no, la gran ocurrencia de los hosteleros de mi ciudad para afrontar la crisis, esto es, un día a la semana todos los bares de una zona cobran 1€ o 1,5€ por un pote (un txikito o un crianza, zurito o caña...) y un pintxo de lo que tengan a bien. Como la idea ha sido un éxito -¡no va a serlo, más en estos tiempos de crisis en los que potear como antes casi te supone dejarte el sueldo en el vicio¡-, pues la cosa ha cundido y ya no es que se haya extendido a la mayoría de los barrios de la ciudad, que haya incluso una página web que te informa debidamente de dónde se celebra, cuándo y cómo a lo largo de la semana, http://www.pintxopote.net/, sino que tambien lo ha hecho al resto de la provincia y territorios no sólo vecinos y hermanos, sino incluso también a Bilbao. De hecho, más que una manera de capear el temporal este del que hablamos a todas horas y en todas partes, se trata más bien de la salvación para miles de pobres gentes que casi se habían visto obligadas a renunciar al rito sagrado del poteo, asunto grave de veras, pues es bien sábido que por estos pagos salir a tomar unos potes con los colegas para echar unas risas y, por lo general, ponerse hasta el culo de cualquier líquido elemento, no sólo es el modo genuino que tenemos de relacionarnos en sociedad, sino sobre todo la principal válvula de escape en medio de lo soporífero o tortuoso de nuestras anodinas existencias.

Algo así me ocurría el viernes después de una larga semana de trasiego entre un hospital y otro, semana de caminatas con nieve, lluvia y viento polar, de..., bueno, que para el viernes ya estaba hasta los mismísimos cojones. De modo que no es que me apeteciera irme de pintxopote, pero del de verdad, no el que hago con mi señora los sábados a la mañana por el centro, que eso es más bien ir de pintxoidiota por lo caro que nos salen las dos o tres rondas que nos permitimos, sino que lo necesitaba, como que casi  pillo a un médico por el pasillo del hospital para que me lo prescribiera. Y me gustó, vaya que sí, sobre todo por el ambientazo que había en Zaramaga, barrio obrero famoso por los sucesos del 3 de Marzo y muy suyo él. Los bares estaban a tope, había que darse de codazos para acercarse hasta la barra, como en los viejos y buenos tiempos, como en fiestas más bien. Pero de eso se trata, de hacer amigos a empujones, antes casi era la única manera que teníamos de ligar o amagar con hacerlo; ¡uy, perdona que te haya tirado el kalimotxo por encima, me llamo Txema y estos son mis amigos, ¿de dónde sois vosotras?, nosotros de Bilbao, acabamos de llegar." Pero lo mejor la variedad de la fauna concentrada dentro y a las puertas de los locales, esto es, de todo un poco como en botica, desde txapelas con sus abueletes o moños con sus amamas, a veintiañeros con aires suburbiales y mucho pearsing y tatuaje por todo el cuerpo. Gente además de todas partes de la ciudad, todos como locos al reclamo de un poteo barato, como los de antes, si vas tres comes y bebes por menos de diez euros por cabeza, nueve potes por barba, lástima que la calidad del vino dependa de lo legal que sea el dueño de cada garito, así como la calidad del pintxo del morro poco o mucho que le echen en la cocina, que llamarle también pintxo a media salchicha metida en un pan o a una croqueta congelada... Pero bueno, sibarita que es uno, según me han dicho luego parece ser que en la calle Gorbea, en Zabalgana, Salburua, Ariznabarra, Lakua-Arriaga, Judimendi o en el Ensanche, se lo curran más, y también lo cobran, 1,5€. 

En cualquier caso, entre vinos, pintxos y risas nos hicimos la noche hasta que cerraron los bares, bien prontico, lo justo también para volver a casa contentos y echándonos pedos, vamos, plétoricos. Una gozada porque si hay una cosa que echo de menos en mi exilio asturiano eso es el poteo, quedar con los amigos a pegar la hebra, echar risas, arreglar el mundo, todo ello mientras deambulas de un bar a otro trasegando líquido elemento en menos de diez minutos en cada bar. Parece una bobada y lo será, pero así son las cosas, así hemos crecido, yo el otro día hasta me emocionaba abriéndome paso hacia la barra a empeñones. No es para menos, cuántos recuerdos, me apostaba sobre la barra, intentaba llamar la atención de la camarera haciendo todo tipo de aspavientos, recibía la respuesta borde de rigor de ésta, que si no ves que hay cola, que una no tiene cuatro manos, que si no se va a acabar el vino. En fin, lo de siempre, no hay nada como que lo maltraten a uno para sentirse en casa.

sábado, 16 de marzo de 2013

OSPITALE EGUN ELURTSUOK







A ze nolako astea! Bai, nire gurasoak ospitale banatan ingresaturik, bata erdigunekoan eta bestea hiri ingurumarietakoan. Orain dela astebete nire amaren aspalditik hitzaturtako operaziorako etorri ginen, asteazkean Oviedora itzultzeko asmotan gauzak behar bezala suertatu zirela egiaztatu eta gero. Hori zen geure asmoa, baina orduan nire aita ere ingresatu egin zuten ezustean arritmia bat zuela medio, ondorioz haren bihotzaren nondik norakoak asmatzeko frogak-eta egin dizkiote edota gutxienez etengabeko ikusketapean mantendu dute harik eta atzenean datorren astelehenean taupagailu bat ezarriko diotela ebatzi arte. Bien bitartean nire emazteak eta bi semeek Asturias alderantz ospa egin zuten tupustean asteartean elurraren beldur. Bakarrik utzi naute aste osoan, bakarrik nire gurasoen Gasteiz inguruko etxean, hiritik hamar kilometrora gutxi gora behera, eta okerrena, benetan petrala, sano txarto egia esan, nire etengabe zein ezinbesteko joan-etorriak egiteko ibilgailurik gabe. Oinez bajatu beharrean egon naiz hiru egunez, egiatan eta printzipioz behintzat batere axola ez didana, Oviedon bertan ia arratsaldero ordubete oinez egin ohi baitut. Baina, jakina, gauza bat da arratsaldero ordubeteko paseo lasai eta txit atsegina eta beste bat premiazkoa denean edo, areago, egun osoa han hemenka eta antxintxika pasatu behar duzunean nahitaez. Azken gauotan ezinbestez lur jota bukatu dudala esatea motz egiten zait, oso motza.

Alabaina, betiere Murphyren legea tartean, goizeroko ibilaldi luzearekin aski ez banu bezala, asteazken gauean elur egin zuen. Goizean goiz Berrozti inguru osoa elurrez estalita zegoen, goiko argazkietan ederto erakutsi bezala. Zera esan nahi dut, egun horretan mendi-ibiltari goiztiarrarena egiteaz gain  Admusenena ere egin beharrean egon nintzela, Gasteiza bajatu ordez Iparburura bidean banindoa bezala. Goiko batean ondo asko ikusi bezala ere, Gasteiz atariraino iritsi orduko elurrezko panpina ematen nuen nahiz eta nire buruari argazkitxo bat egiteko kemenik ez izan. Honez gain ere, hirian zehar ibiltzeko ere sekulakoak, esan nezake Mendizorrotzatik Txagorritxurako irristaka joan nintzela, eta bai, exajerazio hutsa litzateke, eta zer?

Elurra. Oviedon bertan ere elur egin zuen aspaldiko partez, eta elurrak, nik neuk behintzat hamar urtetan ikusita edo jakinda, lehenengo aldiz hiri ingurumariak ere estali egin zituen, nire emazteak mugikorretik ederto erakutsi zidanez, geure etxe aurreko parkea zuri-zuri baitzen, gauza benetan ikaragarria bertakoentzat, haurrentzat batik bat, zoratzen ari zirela elurrarekin olgetan, ez baitute aukera handirik elurrarekin gozatzeko ez baldin badute mendialderantz jotzen. 

Oviedon bertan jendea pozez zoratzen ari zen elur gainean bertako lagun batek ere adierazi bezala telefonoz. Gasteizen, berriz, oso bestelakoa zen, bazen urteko laugarren elurtea eta nire sorkide gehienak potroetaraino zeuden, batez ere udaberri aurrean gaudela negu ez gogor baina bai ikaragarri arraro, aldakor eta bukaezin baten ostean. Kaleko oinezkoen musuan zein taberna edo ospitaleko jendearen solasean erreparatu baino ez zenuen behar aldarte txarra nagusi zela asmatzeko, hau da, denok betozkoa jarrita. 

Baina tira, ondo pentsatuta ere, Gasteizen nago, eta betozkoarena ezta ezer apartekorik, hiri alu honetako ikurra baizik, itzel kosta egiten baita, asko gainera, gizalegetsu tratatzeaz -hemen oro har gizalegea bete egin ohi da gutxienez- gain abegitsu ere egiten duen norbait. Bai, badakit batek baino gehiago leporatuko didala behin berriro gehiegikerietan ari naizena. Eta baliteke, noski baietz, baina Txagorritxura bidean nindoala, Avenidatik zehar joan nintzen, hau da, ni txikitan koskortutako kalean, nire auzo zaharrera bueltan, eta zera otu zitzaidan, txikitan bizi nintzeneko portalearen ondoko kiosko batera sartu egunkariak eroste aldera, oraindio zabalik bazegoen kioskora, txikitan hamaika aldiz sartutakoa nire aitak igorria egunkaria zein tabakoa erostearren. Behin barruan kioskokoari agurtu, egunkariak eskatu, dirua luzatu eta... bada niretzat agurrik ez, ezta begiraturik ere, zertarako nire agurrari erantzun, noski, merezi ez nuen eta, baliteke nire piura bertako neskari batere atsegin ez izana, mehatxukorra akaso, edo baton batek daki, zergatik abegitsu jokatu ez ezik, hori badakit gehiegi eskatzea dela hiru puta honetan, baina lehen esan bezala, gizalegetsu behintzat bai, ala bestela non demontre ikasi duzu zuk, neska, zein izan da zure hezibidea, ezin kaskarragoa delako. Eta orduan bai, kioskoko neskaren aldarte gozageari erreparatu nion eta behingoan jabetu egin nintzen, aurreneko aldiz bene-benetan, haurtzarora ez ezik, nire sorterrira ere bueltan nengoela, duda izpirik gabe.



domingo, 10 de marzo de 2013

¿MORALEJA?: LA VIDA ES UNA PUTA MIERDA

Mañana en el Buesa Arena, vamos toda la familia con la excusa, nimia de narices, de que al mayor le gusta el baloncesto, que como entrena dos días todas las semanas, y que la última vez que vio al equipo de la ciudad de su padre palmarla en la semifinal de la Copa del Rey se lo pasó teta de la emoción, pues oyes, qué mejor que vea un partido de profesionales en directo, en este caso, faltaría más, el mejor equipo del mundo, el Baskonia, contra un equipillo manchego, un tal Real Madrid Basket. Estamos en uno de los pabellones de baloncesto más grandes y modernos de Europa, un ambientazo del copón. Empieza el partido, el Baskonia se pone por delante y así durante la mayor parte del partido. El mayor que no para de hacerme preguntas, que a ver quién son esos del chaleco verde, pues periodistas, los de rojo, pues auxiliares de campo, los de naranja, pues empleados de Orange..., perdón, de Euskaltel, que a ver cómo se llama la cabra que tienen de mascota, yo que no es cabra sino cabron, un tal Aker. Y así sin parar como tiene costumbre cuando se emociona. Suerte que tiene un padre que responde presto y complacido a sus interrogantes, y eso que estoy a punto por momentos de quedarme sopa en el asiento, que uno ya tiene sus años y, al contrario de la juventud alegre y combativa de Indar Baskonia que ocupaba parte de las gradas, la cual parecía venir de empalmada, el cosechero de anoche en el Erkiaga junto con los preceptivos patxaranes para acompañar a mi amigo L en sus vicios, me han dejado para el arrastre, como que me he pasado toda la noche sin pegar ojo dando vueltas solo en la cama que era de mi hermano, comiéndome el tarro todo el rato con la angustia vital esa que arrastro este fin de semana entre lo de un progenitor y lo del otro, que apenas puedo reconciliar el sueño sólo con pensar que mañana lunes tendré a mi padre ingresado en un hospital del centro y que a la tarde tendré que acompañar a mi madre para que la ingresen en otro casi a las afueras para que la operen al día siguiente, ya me provoca pesadillas relacionadas casi todas con la cosa de la logística y ya de rebote también con las estadísticas esas de las operaciones y cosas de ataudes. A esto hay que añadir que encima he madrugado para bajar a Vitoria a hacer un recado, pasarme luego por el hospital a ver a mi padre antes de salir corriendo de nuevo hacia casa para recoger a la familia, salir de nuevo escopetado en dirección hacia Zurbano, y una vez allí, o mejor dicho, tras aparcar a un par de kilómetros antes por si las moscas, que estaba todo petado de coches para cuando nos íbamos acercando, arrastrar los niños hasta la taquilla del estadio sin saber si todavía iba a haber entradas. Pero no importa, la deliciosa curiosidad infantil de mi hijo mayor me tiene ocupado casi todo el partido y apenas me acuerdo de Morfeo entre una canasta y otra del Baskonia. Vamos, como que me da tiempo hasta para ponerme estupendo con el crío en plan; "padre revelando a su retoño los misterios de la vida". O dicho de otra manera, que me da por ejercer de filósofo de barbecho con mi hijo mayor mientras vemos el partido. De ese modo, me descuelgo con la tremendidad esa de que un patido de baloncesto, como de casi cualquier otro deporte, viene a ser una metáfora de la vida. Así pues, unas veces se ganan y otras se pierden, por supuesto; pero, eso sí, si de verdad quieres ganar tendrás que dar lo mejor de ti mismo, prepararte, entrenar, todo lo que puedas, y ya una vez sobre la cancha procurar ser mejor que tu adversario. Y en cualquier, caso, si por lo que sea el otro te supera, no desfallecer nunca, never surrrender, si no puedes con tu adversario al menos hazlo contigo mismo, lucha hasta el final, jamás tires la toalla, no le des el placer al otro de verte vencido de antemano, la partida no se acaba hasta el último minuto. Y en lo referente al partido de esta mañana, he ahí el ejemplo de cómo el esfuerzo y la constancia resultan imprescindibles para salir victorioso, a lo que había que añadir la constancia, pues por mucha ventaja que estuviera sacando el Baskonia durante todo el partido al equipo manchego -ha habido un momento en el que han llegado a sacarle veintitantos tantos- no bajaban la guardia ni por asomo. Jamás, jamás, hijo, hay que vender la piel del oso antes de cazarlo, vamos, como te relajes, date por jodido. Pero no hay cuidado, siempre que las cosas se hacen bien se optiene una recompensa, en este caso la victoria. Y la del Baskonia era más que evidente, justa y casi que hasta rutinaria, resultado del savoir faire ese de un equipazo y la tremenda afición que lo anima. Pues eso, así de claro estaba el partido a imagen y semejanza del orden del universo, el ciclo de la vida, la cuenta de la cena en el Erkiaga y demás grandilocuencias al uso. Así hasta que, de repente, a menos de diez minutos del final del partido, en una de esas remontadas relámpago, va el Real Madrid y empata con los nuestros. A partir de ese momento el despelote adrenalítico, emoción por todos los poros, que se adelantan, joder, que se adelantan, pero si ya lo teníamos ganado, cagondioses por todo lo alto. Pero bueno, más moralejas que sacar del juego para la educación sentimental de mi retoño. En la vida, hijo, todo puede dar vueltas, ésta te da muchas sorpresas y hay veces que cuando menos te lo esperas te encuentras en una tesitura que no esperabas, a saber si porque de repente todo lo que te salía bien antes empieza a ser una sucesión de cagadas, como era el caso, o porque justo en ese momento van los astros y se alinean para joderte la vida con la ayuda de un árbitro cabrón carne de paredón. Pero no hay que rendirse nunca, hay que batallar hasta el último segundo, sólo entonces, cuando ya quedan menos de tres minutos y el Real Madrid se adelanta con los mismos triples que falla nuestro equipo, cuando pitan final de partido y todo el mundo se echa las manos a la cabeza, cuando empiezan a caer objetos a la cancha y se pide desde los altavoces que por favor no perdamos la deportividad porque eso no va con nuestro carácter, ahibalahostiapues, cuando mis dos hijos empiezan a escuchar a todo el público corear a gritos esas palabras y expresiones que les dice su madre que los niños no deben repetir para no parecerse al malhablado de su padre, cuando me veo en el brete de tener que explicarle al mayor el significado de ciertos cánticos de terruño heredados de los viejos tiempos de botes de humo y pelotas de goma, sólo entonces puedo concluir a modo de reflexión final y siempre a exigencias de mi hijo mayor, que sí, oyes, todo tiene su moraleja, y la que podemos sacar de este partido no es otra, hijo mío, que la vida, lo mires por donde lo mires, es una puta mierda, qué hostias.

jueves, 7 de marzo de 2013

PASARTEAK: BORREROAK BADITU MILAKA AURPEGI



 Banoa nire euskarazko liburuen hainabt pasarte hautatu eta blogeratzera estreinako aldiz. Ezer gutxi ezagutzen dira, are gutxiago saldu dira, nik euskaraz argitaratutako liburuak. Badut susmoa ere gehienak liburutegi edo euskaltegietara zuzen-zuzen joan egin direla erakundeok erosten duten liburu multzoaren barruan, ez besterik. Bestalde, euskarazko hedabideek ez diete inolako jaramonik egin, baliteke txar-txarrak direlako, hutsaren hurrengoak, kakazirina, memelokeria garbi-garbiak; baina baita argitaratzen dizkidan argitaletxea euskalgintzaren hainbat buruzagi edo gururen susmopean dagoela, bere jabea ez bide baita gutxieneko abertzaletasun mailara iristen besteak beste, egon badagoelako ezinbesteko maila hori euskalgintzaren barruan nahitaez, ikusi besterik ez da egin behar, aldiz, euskalgintzaren buru argien eta ezagunenak abertzale peto-petoak direla, ekoizten dutena bezainbat, alegia. Kexu nago, bai, hortaz gainera doa blogau, ez harritu hortakoz. Edonola ere, aitortu beharrean nago nire euskarazko liburu gehienak oso kritikoak direla euskal abertzaletasunarekin, horrek ez du esan nahi inondik inora nire burua tarteka marteka abertzaletzat ez dudanik, baina bai nire balizko euskal abertzaletasun horren nondik norakoak oso bestelakoak direla gainontzekoen aldean, baita  euskal abertzaletasunari egiten dizkiodan kritikak haren hobe beharrez direlako ere, nire uste harroan euskal abertzale suharrek gaurdaino egindako akats edo oker guztiak aintzakotzat har ditzaten edo. 

Edonola ere, hona hemen nire aurreneko amua edo, iaz Hiria Argitaletxeak argitaratu zidan BORREROAK BADITU MILAKA AURPEGI eleberri motzaren pasartetxo bat.



 Zelan esan harengandik espero nuen bakarra hauxe zela: nire aldamenean urtegi zabalera ahoa zein begiak zabal-zabalik egotea. Askotxo kostatu egin baitzait, hamaika aitzakia zein erregu eman eta gero, merezi didan garrantzia sinestaraztea, batez ere Kikeren mihigaiztokeria argi eta garbi azalduta. Ez zuen inola ere ni laguntzea nahi, egia esan bazeritzon gehiegizkoa, oraindik oso ondo bereizten ez zekien zerbaitera behartzen zuelakoan edo. Hala eta guztiz ere, eta nik bakarrik dakidanez, eta behin eta berrigo erreguka egin ostean, Laurak men egin du bihar larunbata izango den aitzakiaz. Honaino gentozela, aldiz, ezin urduriago ematen zuen autoan etengabe zabuka edo, azienden nondik norakoak eragozteko zoruan jarritako burdinsareak zirela-eta, jauzika, guztiz okerra eta meharra den bigarren mailako bide erdi asfaltatu berritik. Infernuraino edo neramala beldurrak egon da harik eta azken urteotako eraikuntzaren neurrigabeko arrakasta delakoak bere errautsetatik arestian berpiztu egin duen Bagoeta herrixkara iritsi garen arte.



 Etxera sartu garela, ostera, ikaratuta ez, harri eta zur geratu egin da, gaixoa, zurbil eta guzti. Errua neurea izan da, ez baitut betarik ezer konpontzeko, biltzeko, garbitzeko edo bederen apurtxo bat abegikorrago uzteko. Den-dena zegoen hankaz gora, hau da, bakarrik eta gehienetan ezelango ardura barik bizi den gizonezko baten modura, eta utzitako anabasaz gain, nik uste etxearen beraren txirotasunak ere eragin handia izan duela Laura harritzerakoan.



-Supongo que no me habrás traído hasta aquí para que te recoja la casa.



 Irri xume bat egin eta atoan biok ohera zuzen-zuzen berriro. Agian ordura arte ez ezagututako esku/hanka/laztan/musuzabaltasun batez ere, larrua joka ihardun dugu. Bizpahiru isurialdiz gero urtegiaren gaineko ilunkeraren aitzakiaz Laura ohetik jaiki, nire gaurko elastiko urdina jaiki eta gero logelako leihoa ziplo zabaldu egin du.



Urtegi ondoko etxe batean bakar-bakarrik bizi den gizona.



 Horra hor hemen bizitzeko zio bakarra, hiriko zaratots zein marmar beti zitaletatik hainbat urrunen bizi nahia, baso, larre eta nire urbanizazio ondoko pagadiaren artean, ezin lasaiago nire etxearen osteko mendilerroaren itzalpean edota urtegitik heltzen zaidan sosegu telurikoaren eraginpean. Leihoa zabaldu ahala, edozein arima baretzeko moduko postalezko ikuspegi atsegin horrek ni ere zoratzen nau, ia egunero.



 Baina, ez zait sekula gustatu herri txiki batean bizi izatea. Ezta nirezko bizi esparrua. Nahiz eta inguru honetako edertasun zein baretasunaz gozatu, nekazal giroa beti arrotza eta batik bat bihozgogorra ere begitandu zait, nire oraingo eta geroko nekazal-zaletasuna itxurakeria besterik ezta izango. Hileak, egunak, urteak pasa ahala, badago beti zer edo zer, ez dakit bakakardea edota taberna falta hutsa, nahitaez atsekabetzen nauena. Nire burua kaletar peto-petotzat dut.



 Jakina, Laurak ez du hitzen beharrik honaino etortzeko zergatiaz ni aztoratzeko.



 Nire hiritik kanpo urtetan bizi naiz eta ez nuen inolako gogorik lehenagotik lagun edo ezagunak ez beste ziren gizakumeen artean bizitzeko, ondotxo dakizunez, behartuta bakarrik itzuli naiz, ez bainuen nora jo ez baldin bazen nire senitartekoen babesera, hots, nire osabaren agentziara.



 Lagunik? Izan nituen adiskide edota lagun guztiak nire ustez gehiegitxo koskortu eta agian mantsotu ere egin dira. Gainera, geure bideak ere nahikotxo bereizi egin dira halabeharrez, oso noizean behin bakarrik elkartzen gara eta berehala konturatzen naiz dagoeneko ez dudala eurekin mamizko ezertaz berba egiteko gogorik, dagoeneko euren kezkak eta neureak oso bestelakoak omen dira, egia esan nire aspaldiko adiskide edota lagunengan nire betiko gurasoak zein eurenak isladatuta, kalkatuta, ikusten ditut, eta horrek, nola ez, biziro izutzen nau, batez ere kontuan hartuta bai nik, bai haietariko gehienek ere, euren gurasoen bizi eta ikusmoldeen aurka esan eta egin ohi genuen guzti-guztia. 



 Inoiz koskortu nahi ez duen berrogei urte inguruko gizona.



Baliteke, garai batean, ostera, euren modura ere koskortzen saiatu nintzen, hau da, familia bat sortu eta, aspaldiko borrokak zein herrak alde batera lagata, derrigorrezko gizonezko zintzo bat izateari ekin nion. Porrot egin nuen neure izaerari uko egitea bakarrik lor ziezaiokeen alferrikako saio batez, bai nire orduko emaztearekin, bai etorkizuna bermatzeko saioetan eta zer esanik aita gisa. Egunetik egunera nire burua kale gorrian ikusi eta gainera esku hutsik. Horrezkero, gutxien arduratzen nauena gainontzekoen begien aurrean behar edo espero bezalako gizonezko zintzo, otzan edota esaneko bat ematea da. 



Beraz, ez dut koskortu nahi.



Baina, hain bihurria al nintzen?



 Beldurrak nago ezusteko aitorpen honek Laura uxatuko duen. Esan badit aldez aurretik ez duela nirekin ezer seriorik gura, are gutxiago elkarrekiko etorkizun asmorik edo. Egia esan, eta txantxetan edo, esan badit ere balizko etorkizun bat bilatu ezkero ezin zaiola ni baino hautagai txarragorik, ezegokiagorik, begitandu. Eskertu egin diot zintzotasuna, ezinbestean. Laura zuzen dago, ez nuen besterik espero bera bezalako emakume buruargi eta batez ere zuhur batengandik. Dena dela, bai teorikoki nire semearen amarekin ezkondu aurretik eta bai esperientziaren bitartez berarengandik banandu ostean, emakumeez inola ere ez fidatzen eta areago gogoanhartzen ikasi egin dulakoan nago, ondotxo jakinda ere nire oraingo misoginia babes ala zuribide moduko jokabide inozo bat besterik ez dela. Gezurrontzi hutsak dira, batez ere sentimenduei dagokienez, etengabeko disimulu bati eusten baitiote helburu bakar batez, hautatu duten harrapakinaren gaineko kateak apur-apurka gero eta tinkoagoak bilakatzearren.



 Zuk ere ezin duzu esandako hori seriotan hartu. 



 Baina ikaragarri gustatuko litzaidake benetan sinistea, aitzakia bikaina bailitzateke gaurdaino egon garen bezala luze jarraitzeko, ez baita Laura bakarrik inolako konpromiso gabeko harreman baten bila dagoena; nik ere bera bezalako ohaide baten zain nengoen aspaldiko partez.



 Eta behin berriro ea gaztetan oso bihurria izan nintzen etxean zein kalean. Zenbateraino jakin nahi luke? Hobe dugu hori bertan behera uztea,  esango diot soilik kartzelera bidean ipintzerainokoa izan zitekeela.



Zenbat eta elkarrengandik gehiago jakin, gero eta okerrago hain gogoko dugun ustezko libertade arduragabeko honetarako. Askeak izateko, bene-benetan askeak, hau da, elkarrekiko erantzukizun bakarra oheko izaren azpikoa, orainaz behar beste eta iraganaz aipatzekorik ez, horrela bakarrik jakingo dugu batzen gaituenak ez duela inolako etorkizun asmorik edo aukerarik. 



 Laura ezin da konformeago egon, horregatik, izandako elkarrizketa ezinbestekoa izanda ere behin betiko agortu delako, leihoan haren ondora jartzeko eskatzen dit, aurreko zuhaitzok pagadi bat al dira? Nola du izena ondoko herriak? Eta urruneko mendi haiek?





- No me imaginaba que hubieses sido tan rebelde.



 Une batez duda-mudatan adinaren kontura bakarrik zirikatu nahi nauen, bestalde, benetan jakingurak dagoen nire iraganaz.



Politika kontuak.



-Ah, bueno, entonces no quiero saber nada.



Eta nik ez nuen besterik espero hain gaztea eta itxuraz behintzat apurtxo bat konbentzionala ere ematen duen neska batengandik, hau da, gaur egongo edozein gazte arruntengandik, eta guztiz gain ere kanpotik etorritako batengandik, Laura hemen jaio eta oso haurra zela bizi arren Madriletik etorri berria baita, hots, ez duela nekez, eta zorionez, Euskal Herriko sasoirik gatazkatsuenak ezagutzeko edota hemen bizitako bipolarizazio nazkagarriaz blai egiteko paradarik izan. Bestalde, horixe da ere harekin hain gustura egoteko beste oinarrizko zio bat; politika, berez hain gauza saihesgarria izanda, ez dela inola ere gure artekoan oztopo edo auzi-biderik izango.



-Al menos espero que  no tuvieras nada que ver con esos hijos de puta de la ETA.

Borreroak baditu hamaika aurpegi - Txema Arinas