lunes, 30 de noviembre de 2015

TEORÍA DE LA INVOLUCIÓN



Un orangután amamanta con un biberón de leche a una cría de tigre en la pantalla del televisor de la cafetería. Las exclamaciones de asombro de la camarera y el parroquiano con el que pega la hebra me sacan de mi momento de introspección a cuenta de la actualidad del periódico.

-Paez un ser humanu cola so mascota.

-Esos monos cada vez se nos parecen más. Yo siempre he creído en la teoría de la evolución de Darwing -comenta la camarera rusa, que por lo que se ve también ha estudiado.


-Bonu, dalgunos inda (todavía) creen no d'Adán y Eva.


-¡Pero que dices! ¿No creerás tú en esas tonterías?


-¿Tonterías? Pa mi lo que diz la Biblia ye tan respetable como lo de la teoría esa de la Evolución? Amás, ¿non puede creese nas dos cosas a la vez o qué?


ta como siempre, y me dirijo hacia la salida reflexionando una vez más acerca de la extraordinaria y proverbial capacidad para el bienquedismo que tiene una buena parte del paisanaje de esta tierra.

JORGE OTEIZA. ELOGIO DEL DESCONTENTO - Felix Maraña




"Oteiza quiso recordar (en eso se quedó solo, lo que no deja de ser significativo), a los treinta años de la muerte de Txabi Etxebarrieta, y por los mismos motivos de paz, a Txabi y al guardia civil Pardines, en Venta Aundi, pero alguien se encargó enseguida de liquidar esa memoria a dos víctimas de la violencia rompiendo la placa hermanada."

Pues me ha gustado mucho esta biografía de Oteiza escrita por el veterano periodista Felix Maraña. Me la he devorado en dos noches como todas aquellas historias que me apasionan, y la de Oteiza, con todos sus supuestos claroscuros, es una de ellas. Ahora tocaría decir que no es para menos, que el de Orio era eso que llaman un personaje barojiano. No sé, cada vez frunzo más el ceño ante semejantes lugares comunes. Jorge Oteiza era una personalidad antes que un personaje, un artista de esos que también dicen completos, un carácter, sí, pero no tanto por la cosa de la exposición mediática como por su vida y obra, lo que de verdad importa.
La lectura del libro de Felix Maraña, editado en 1999, es sencillamente deliciosa al contrario de lo que acostumbran a serlo no pocos textos que por mor de pecar de profusamente documentados, académicos o casi, dan en pestillos infumables. Este de FM es algo más que un ensayo sobre el gran artista vasco, yo diría que es una declaración de amor de alguien que estuvo muy cerca de él y que, lejos de meter la cuchilla aprovechando esa intimidad, lo que escribe es un homenaje a alguien que admira. También, me da a mí, que es el texto de alguien que ama mucho a sus amigos, que no tiene tapujos en escribirlo y que aún así no hace hagiografía ni de lejos, si tiene que señalar los puntos flacos del personaje lo hace, sin cuchillo claro está, lo cual a mi juicio viene a demostrar su calidad de amigo.
Eso y un Oteiza muy personal, insisto que es un homenaje antes que un ensayo con ínfulas académicas o por el estilo, que se refleja en la elección de la vertiente poética de Oteiza sobre esa otra escultórica o plática que es donde se consagró como uno de los dos artistas vascos más importantes del siglo XX (y sí, la polémica, esto es, las tiranteces con Txillida y el posterior y famoso abrazo aparecen debidamente contadas y siempre desde un punto de vista conciliador, humano, muy humano, que pretende poner las cosas en su sitio, quitarle la trascendencia político-metafísica o algo así que otros quisieron ver en el asunto, resaltar la parte más humana de esa relación entre los dos genios. Un punto de vista que denuncia el ridículo maniqueísmo alrededor de éstos, el provecho y el abuso de ciertos corifeos alrededor del personaje antes que de la persona de Oteiza, que apunta más que nada todo lo sucedido alrededor de su Fundación, el destino final del museo de Altzuza). Y también, también está el Oteiza de morros con el partido guía, el artista enfrentado al poder, vulgo, PNV, el eterno y temido disidente. Luego ya las apreciaciones sobre la calidad poética de Oteiza son cosa de cada cual. Por poner alguna pega yo diría que el autor se ahorra comentarios acerca de esas otras perfomances de Oteiza lejos de lo puramente artístico en los medios que tanto distorsionaban su figura, al fin y al cabo exponerse a estos es quemarse sin remedio, algún que otro comentario acerca de los desvaríos filológico-telúricos del artista. Pero bueno, éste es el Oteiza del autor de este libro y es un Oteiza de verdadera carne y hueso. A mí, que soy muy chocholo, me ha emocionado especialmente todo lo relacionado con el matrimonio Jorge-Itziar, no podía evitar recordar la inmensa ternura que trasmiten esas famosas imágenes en las que Oteiza ayuda a su mujer a subir los escalones de la casa de Altzuza; porque sí, toda imagen es representación del algo... Y por si fuera poco, el libro con Oteiza como excusa es una más que ameno y preciso repaso a esa eclosión cultural en el País Vasco durante la primera mitad del siglo XX y más allá; vamos, que también aparecen, Blas de Otero, Aresti, Michelena, Martín Santos, Caro Baroja... Cómo no me va a gustar el libro con esos mimbres, nombres.

VINILIZANDO



No sé cómo hostias he acabado esta tarde en el FNAC de los huevos. Yo sólo sé que apenas una horica antes estaba jamando un chuletón regado con sidra asturiana. El caso es que mi señora me ha colocado en la tienda de marras para lo de controlar al mayor, que no le diera un infarto ante tanta mierda a lo "porfa, cómprame... que no pido más hasta la uni..." Pues eso, que se ha quedado el chaval mirando cosas del merchandising de la peli o el juego de moda, yo qué hostias sé si iba de selección de manzaba asturiana hasta... Pues que me digo de repente; coño, voy a hacer un poco el hipster por ahí. Total, que me pongo a ver vinilos. Una gozada, oyes, menudo regreso al pasado, ahí pasando vinilos con el dedo como cuando chaval, en las tiendas del dos por uno, si no te... antes; joder, qué éramos chavales... Que sí, hazme caso, no hay color en eso de echar la tarde pasando vinilos viejunos a velocidad digital; ahora todos los son. Antes las novedades eran como citaciones en el juzgado; pura emoción. En cualquier caso, se ve que es como montar en bici, no he perdido el pulso, me he repasado la historia del jazz, blues, rock&roll y algo de ska en un par de minutos mientras echaba el ojo al mayor entre los muñequitos de Star Wars. No hay color con los CDs, tú pasa el dedo como con los vinilos y al instante todos al puto suelo; al principio me pasaba siempre. Pues anda que no pone poco ni nada eso de curiosear vinilos, al fin y al cabo la criba del tiempo. Como que es mirar entre la música patria, o algo así, y alucinar en colores cuando te encuentras entre tanto Loquillo, Leño, Los Secretos, Gabinete Galigary, Pegamoides o Tino Casal e Ilegales (toy en Asturies, ho!) vinilos de Eskorbuto o el de la foto de Platero y Tú (sí, un guiño al amigo Patxi, no todo van a ser purés... ;-)) Conclusión, que te dices que mucho 40 Principales, Aplauso y demás moñerías de la época, yo ya digo que era más de Hala Bedi, de la de entonces, que a esos bárbaros del norte ni agua, qué poco glamour, "ande" esté la Mamada Madrileña, ¿o era Movida?, o cualquier otro tipo de pijería popera de la época, y la criba en cuestión pues eso... Eskorbuto. Pena que ya no estén en este mundo la mitad y medio del grupo de Santurtzi para comprobar que han dado en clásicos, ya hay que joderse, a más de un crítico musicapollas de los entonces le habría dado un pasmo. En fin, historia triste, historia his... Lo de Platero y Tú, ya es otra cosa, son los inicios de esa estrella del rock en castellano que es Fito, de cuando el bilbaino se puso serio, maduró, tuvo que pasarle la pensión a... o yo qué sé. Sí, siempre hubo un tiempo, si no mejor, sí más gamberro, burrock&roll, "si tú te vas, nena, no imaginas lo bien que lo voy a pasar... si te vas, si te vas, si te vas y me dejas, ella y yo bailaremos rocking around the world..." O ya puestos, pedazo canción de amor: "déjame en paz, no me pienso duchar, si es fuerte el olor que respiro, no lo puedo evitar, al agua tengo mucho miedo, un tío ahí dentro se puede ahogar..." Románticos éramos, la hostia.

TEORÍA DE LA RELATIVIDAD



El martes a la noche llego a casa de mi madre tras tres horas de viaje desde Oviedo y otras dos o tres visitando a un amigo en el hospital, que anda que no se le deben hacer poco largas ni nada al pobre todo el día pasillo arriba y abajo. Llego, por lo tanto, con un hambre que me muero a pesar de haberme zampado antes de salir una barra de pan de pueblo, que le dicen, en dos bocatas, uno de bacon untado con ajo y salsa de tomate casera, y el otro de tortilla francesa untado con alioli; para chuparse los dedos. Total que no tenía intención de cenar, o más bien de cenar lo de casi todas las noches: una manzana y un yogur. En eso que me dice mi madre que me ha preparado un bacalao con tomate con pimientos de tiras: pero, que como mi hermano no le había traído un lomo en condiciones, sino bacalao desmigado, la parte menos noble del bicho, pues que le había salido una puta mierda. En eso que miro la cazuela y me digo que no me resisto. No porque además acaba de sacar del horno una barra de pan recién hecha y, ay amigo, eso ya no, a eso ya no hay quien se resista, sobre todo después de un largo día de frío y lluvia. De resultas que comienzo a picotear un poco con la intención de reservar para el día siguiente, y no, no consigo hacerlo porque el bacalao estaba sencillamente delicioso.

-No sé si te habrás dado cuenta, pero te ha salido un ajoarriero para chuparse los dedos.

-Bah, si no te lo comes tú o tu hermano mañana se lo echo a la perra o lo tiro directamente a la basura...

Y en eso yo, con la boca llena a dos carrillos, que caigo en la cuenta de que por mucho que me aplique en la cocina con el bacalao, por mucho lomo de primera que compre, por mucha receta al pil-pil, a la riojana, con pisto, con hongos, ajoarrierro, zurrukutuna, soldaditos de Pravia, a la bras o cualquier otra receta portuguesa, por mucho vídeo de David de Jorge, Arguiñano, Bruno Oteiza u otras celebridades al uso, por mucha literatura culinaria al estilo de la del amigo Josema Azpeitia, nunca, pero nunca, nunca acaba sabiéndome tan rico, auténtico, apetecible, glorioso, como el de mi madre por muy desmigado y de mala calidad que sea según ella. Misterios culinarios.

martes, 24 de noviembre de 2015

HAURREN ARTEKOA



Haren ikasgelako nesketariko maiteen zuena zen, izan ere benetan maite zuen bakarra, ez zen bere urtebetetze festara joan gonbidapena luzatu eta gero. Nik azaldu behar izan nion neskaren amak kontatu zidana, hau da, urte hartan C ez zela inoren urtebetetze festara joango astegunetako arratsaldeetan hainbat eskolatara joan beharrean zegoelako. Nire txikerra, zer esanik ez, ziplo eta gogotik betilundu zen C bere lagunik kuttunena baitzen.

Hainbat astebete pasa eta gero bere ikasgelako beste lagun baten urtebetetze festara joan zen. Bertan C topatu zuen. Festan haren ondoan eseri zen, ez zion tutik ere esan, atsekabeturik zegoen, erabat. Gure etxera bueltan C datorren urtean beraren urtebetetze festara gonbidatuko ez zuela agindu zidan.

-Baina zuk ez al duzu C maite?

-Bai, noski, asko gainera, baina datorren urtean ez dut gonbidatuko, ezta pentsatu ere.


Orduan azaldu behar izan nion errua ez zela C.rena, haren amarena baizik. Orduan ere Mk ikasi egin zuen lehendabizikoz txikien arteko harremanak ozpindu eta zapuztu ohi zituztenak batiere nagusiak direna.

viernes, 20 de noviembre de 2015

CHORIZOS ASADOS





Ayer a la tarde en la parada del autobús de vuelta a Oviedo tras la caminata de todas las tardes. Dos paisanos talluditos entablando una discusión acerca de la cena de amigos del pasado fin de semana. Uno que si una pena que no les hubiera salido el conejo como lo hacía su abuela, el otro que si...


-Lo meyor rustir unos chorizos, eso gústa-yos a toos.
-Yá-yos dixi yo cómo faía'l coneyu la mio güela; pero, non fixeron nin putu casu.

-Pero pa qué complicase. Chorizos asaos. ¿Sabes cómo salen de puta madre?

-¿Cómo?

-Envueltos en papel albal. Endolcar (enrollar) antes de ponelos sobre los caricotes (brasas) y nun se queman.

-Yá, pero'l coneyu de la mio güela.

-Y enriba se te queda tola grasa del chorizu nel papel albal; una delicia.

En ese que llega el urbano y los dos amigos se suben a él. Pues cuando parecía que la conversación no daba para más, o sería que no tenían nada más para hablar, el de los chorizos en plan vuelta la burra al trigo:

-Rápido, llimpiu y deliciosos. Pa qué complicase pudiendo rustir unos chorizos en papel albal.

-Nun sé. El coneyu de la mio güela tamién taba deliciosu.


Y ya luego desconecté porque enseguida adiviné el famoso bucle astur del que tanto he hablado ya en este medio, esto es, esa capacidad innata de buena parte del paisanaje de esta tierra de tirarse horas y horas dándole vueltas mismo tema hasta el infinito; supongo que en el caso de estos dos paisanos hasta la parada donde se bajara uno de ellos, que ya le veo al otro desde la ventana del bus despidiendo al otro: "Faime casu, los chorizos en papel albal!" Ahora bien, confieso que, después de leer y oír a diario tantas convicciones de piedra de unos y otros sobre lo divino y lo humano, tanto descalificar al prójimo por cojear de un pie distinto al de uno mismo, tanto ejercer de oráculos de los retos de la política geo-estratégica del mundo en los próximos años y así, la presunta trivialidad de la conversación entre los dos paisanos a mí me pareció deliciosa. Eso sí, yo ya sé que los chorizos envueltos en papel albal salen muy bien, que anda también que no saberlo a estas alturas en una tierra donde el cerdo sobre ascuas es religión; pero, joder, si al tipo le apetecía el conejo de su abuela: ¿qué vienes tú a joderle el plan? Está visto que no nos libramos de los enmendadores compulsivos, esos que en cuanto ven que abres la boca para decir algo ya están pensando qué pega ponerte. Una peste, una verdadera peste.

lunes, 16 de noviembre de 2015

EMPANADA MENTAL



Ay Dios, ay Dios,
que me he vuelto a salir del camino correcto,
que he vuelto a olvidar que para quedar bien,
para ir de bueno por la vida, 
para complacer a los puros de espíritu,
los que nunca dudan de nada,
para no desentonar y que no me acusen
de flirtear con lo incorrecto,
no debo pensar por mí mismo,
enfrentarme a mis más bajos instintos,
confesar mis debilidades, mis dudas,
plantearme siquiera lo que nunca antes.

Con lo fácil que era mantener la boca cerrada,
que era lo que me pedía el cuerpo.
Con lo cómodo que resulta decir amén a todo,
llevarme bien con casi todo el mundo.
Y voy yo y me pregunto por qué debo asumir,
como si ese fuera mi credo, 
que hay que poner siempre la otra mejilla,
hacer acto de contrición perpetuo.
Porque, lo crea o no lo crea, ese es el problema,
acostumbrados a flagelarnos de continuo
hemos concluido que somos culpables.
¿De qué? No sé, pregúntenle a ellos que lo saben todo,
que lo tienen todo tan clarito, 
que aspiraran a la beatitud sobre todas las cosas,
incluso que frente a los bárbaros sin corazón
prefieren fustigar al vecino de al lado.

Ellos saben por qué nos merecemos tanto dolor,
hemos sido malos, nosotros o nuestros mayores,
ni siquiera éstos, los que gobiernan en nuestro nombre,
esos que llaman los poderosos 
y cuyo verdadero rostro desconozco.
Llevan, llevamos, siglos sometiendo pueblos, voluntades,
robando sus riquezas y mangoneando sus asuntos,
de modo que no hay perdón posible
ni siquiera para los tipos como tú o yo
que nada hemos tenido que ver en ello.
Somos culpables por principio de tanto estropicio,
Y cuando vengan los bárbaros y nos ataquen,
si nos defendemos todavía seremos más culpables.
Ya lo verás, ya.

Ellos, en cambio, no sé yo si les recibirán con los brazos abiertos,
pobrecicos, qué malos hemos sido con vosotros,
venga, majos, si eso ya me rebano yo mismo el cuello.

ANABASA



Ea bere neurrian ulertzen dudan: deitoratzen baldin dut ehun paristarren hilketa, faltsua, ustela naiz ez baitut beste inorekin hauekin bezala deitoratu. Aitortzen baldin badut hildako frantsesok ni bezalako hiritar europearrak izanda hauekin beste inorekin ez bezala guztiz gehiago hunkintzen naizela arrazista garbia naiz. Asasinoak zein agindu zituen ISIS delakoaren kontra indarra erabiltzeko eskubidea aldarrikatzen badut, Frantziak ISISen kontra egindako bonbardaketak guztiz zilegiak direlakoan baldin banago, oker nago, gaizki egiten ari naiz, inozente hutsa naiz, ez baitut kontuan hartzen Pariseko atentatuen errudunak edo arduradunak, berdin dit, gu mendebaldekoak garena inor baino lehen eta ezelako salbuespen barik. Areago, halako zerbait uste izateagatik argi eta garbi dago ni Siriako errefuxiatuen kontra nagoela edo Islamaren berberaren kontra (alde egon behar banintz bezala ere...), Ekialdeko bakearen kontra eta bere mendetako zapalkuntza zein ustiaketaren alde. Areago ere, hau defendetzeagatik ezin ageriago zait bihozgogorreko gizakumea naizela ez baititut ere kontuan hartzen bonbardaketok eragiten dituzten alboko biktimak, gerra guztiek eragiten dituzte eta... Bukatzeko, ez dudala aintzakotzat hartzen mendebaldekoak printzipioz hirugarren mundoko herri guztien ezbehar zein arazo guztien errudunak edo arduradunak garela, jatorrizko kulpa baten jabeak garela. Izan ere, mendebaldekoak izateak ISISkoak bezalako gizatzarrak akabatzeko edozein neurri militar hartzeko deszilegitzen gaitu errotik...

Gauzak horrela, galde egiten dut, batik bat euskaldun zintzo eta betiere gainerako herri zapalduekiko solidarioei galdetzen diet, zer dela eta ISISen kontra ari diren kurduen borroka ordea zilegia den, erabat; ondo asko jakinda haiek ere alboko biktimak eragiten dituztela euren erasoetan. Zergatik kurduek armak erabiltzea gure etsaia ere den ISISen kontra guztiz txalogarria da? Egia esan, kurduek gure interesen alde ere borroka egitea itzel komeni zaigu, baina inondik inora ez gure armadek, berdin dio ISISen mendean bizi diren miloika mulsumanak askatzeko baldin bada ere. Edo bestela esanda, zer dela eta nahiago dugu kurduek lan zikina egitea? Hau guztiau, jakina, nik behintzat aldez aurretik ezer ontzat ematen ez baitut, hots, nire dudak nolabait argitzearren edo.

ARTÍCULO EN SOLONOVELANEGRA



 http://solonovelanegra.com

ANTIHÉROES por Txema Arinas.
cafe y cigarrillos_2Tengo para mí que una de las razones por la que muchos autores de novela negra se alejaron enseguida del modelo clásico, el de Raymond Chandler en su ensayo El simple arte de matar (1950); no fue tanto porque escogiendo puntos de vista distintos a los del inspector de policía o detective privado al uso, les permitía dejar a un lado la concepción de la novela como un simple relato de acción y podían así darse un respiro y aprovechar la narración, para tratar de profundizar en temas o perspectivas del relato mucho más amplias, comprometidas, literarias incluso, como por qué estaban hasta la coronilla de un modelo que glorificaba, a la postre, la figura no siempre tan modélica del inspector de policía o del detective privado. No es para menos, ya sean inspectores con placa y licencia para todo lo imaginable o detectives con una perspicacia tan admirable como su testosterona. Desde los precursores del género como Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle o Hercules Poirot de Agatha Christie a los clásicos como  Philip Marlowe de Raymond Chandler, Sam Spade de Dashiell Hammet,  Ezekiel “Easy” Rawlins de Walter Mosley, Jules Maigret de Simenon a los más modernos como el siciliano Montalbano de Andrea Camilleri, el sueco  Patrik Hedström de Camila Lackberg o el también policía Harry Bosch de Michael Connoly, la inmensa mayoría de ellos adolecen de lo que yo llamo el modelo del héroe posclásico.
¿Y qué es un héroe clásico?, quiero decir, qué es en realidad más allá de un ser humano, que en realidad no lo es porque posee habilidades sobrehumanas o rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y beneficiosas. Pues en realidad un mero trasunto de lo que nos gustaría ser a los humanos, eso es: perfectos, extraordinarios, más listos que nadie y ya puestos también grandes folladores. Tal que así se me antojan la mayoría de los inspectores y detectives de novela negra, tipos modélicos, de una moral o valores intachables y una perspicacia para resolver casos fuera de lo normal. Son modélicos incluso aquellos que en apariencia nuestras madres tacharían de poco recomendables porque cultivan todo tipo de vicios, tienen la mano muy suelta con el delincuente o padecen de alergia al compromiso porque más que una bragueta lo que parecen tener es una metralleta. Estos también se nos antojaban envidiables porque en el fondo sus vicios o pequeños defectos no sólo nos parecen naderías sino incluso también glamurosos, qué más da que el pasma de turno le suelte un par de hostias al quinqui de turno o que el detective pichabrava vaya provocando crisis matrimoniales allí por donde mete… pasa, si luego resuelve siempre el crimen y además del modo más rocambolesco y/o ingenioso, si en realidad el único que puede resolverlo es él. Lo que ya nos hace menos gracia es el inspector o detective que no solo a veces no consigue resolver el crimen o lo hace de manera chapucera, dejando cabos sueltos por todos los lados, sino que además de no llevar una vida especialmente glamurosa, esto es, envidiable, porque ni bebe ni folla lo que a nosotros nos gustaría beber o follar siquiera una vez al mes, encima es un desastre en su vida familiar o en el trato con el prójimo, vamos, que de puro torpe o gafado a veces crees que hasta le falta un aire, gente que te dan ganas de abofetear a ver si espabilan. Se trata de un tipo de personaje con defectos que lo hacen muy humano, quizás demasiado, como que podría ser, no sólo el vecino de la escalera, sino incluso uno mismo en el caso de que, por lo que fuera, no te quedara otra que presentarte a unas oposiciones a la policía local de tu pueblo. Se trata, también, de un tipo de inspector como el Wallander del recientemente fallecido Henning Mankell. Un inspector al que la mayoría de las veces sus casos le superan, que mete la pata en más de una ocasión, que no siempre consigue cerrarlos bien del todo, que tiene una vida personal nada envidiable, una relación odiosa con su odioso padre, de total incomprensión con su hija adolescente, si bien ya luego, y como en la vida misma, las cosas entre ambos van volviendo a su cauce. Así pues, Wallander es a todas luces el antihéroe posclásico, demasiado humano, reconocible; te toca poner una denuncia en su comisaria con él delante y lo primero que piensas es que ya puedes dar perdida tu motocicleta si se trata de un hurto. Pero aún y todo, Wallander mal que bien va resolviendo sus casos o por lo menos lo intenta. Y en el intento el autor nos conduce tanto por los diferentes vericuetos de unas tramas perfectamente creíbles por contemporáneas, de actualidad incluso, como por una vida personal que es la de cualquier ciudadano sueco también contemporáneo. Ahí está precisamente la clave de su éxito, en el irresistible encanto del antihéroe que trasciende el género para convertirse en un mero referente a través del que su creador elabora su propio relato de época y además hace crítica socio-política.
Nótese que hasta aquí sólo he hablado de autores extranjeros. ¿Y los españoles? Pues más de los mismo, toda una pléyade de héroes posclásicos como el siempre simpático Pepe Carvalho con su cosa canalla de Manuel Vázquez Montalban, los increíblemente correctos y resolutivos picolos Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro de Lorenzo Silva –qué poco recuerdan estos probos agentes de la Guardia Civil a aquellos otros que aparecían en la novela de Ramiro Pinilla, “Antonio B. el ruso, ciudadano de tercera” con sus tricornios y sus técnicas de investigación a palo limpio en exclusiva; tal es así que no es de extrañar que la Benemérita haya condecorado a Silva por el lavado de imagen del instituto armado que supone cada uno de sus libros-, esa mujer adelantada a su tiempo y sin complejos que es la inspectora Petra Delicado de Alicia Gimenez Bartlett, el brillante inspector de policía Diego Cañas de Andreu Martín con una vida privada que lo humaniza, de lo contrario a este hombre no habría quien lo aguantara, o el colmo ya de la perfección, en todo, tan suertuda en su vida profesional como en la personal, quién pillara un maromo como el suyo, purito dechado de perfecciones y además guiri, no vas a ponerle un paisano navarro, no, glamur y txistorra como que no, me refiero, claro está, a la  inspectora de la policía foral navarra Amaia Salazar. Todos ellos a mi manera de ver sospechosos de ser meros trasuntos de lo que a sus autores les gustaría ser o, como poco, de la persona a la que le jurarían amor eterno sin pensárselo dos veces. ¿Y quién sería, pues, el Wallander patrio? Pues yo me decanto sin el menor atisbo de duda por el inspector de policía Ricardo Méndez del también recientemente fallecido Franscisco González Ledesma. ¿Puede haber mayor antihéroe que el indisciplinado, nada glamuroso y tirando a indolente inspector Méndez? Si a eso le añadimos que, como sucede con Wallander, la mayor parte de su atractivo como personaje de ficción reside en la inmensa humanidad que desprende alguien tan cercano y campechano que hasta te irías con él de cañas, ya tenemos nuestra replica del antihéroe sueco. Y la tenemos incluso con su propio marchamo ibérico, pues si uno de los atractivos de la novela negra más incuestionables es el que ésta suele ofrecer una instantánea de un lugar concreto fuera de lo común en los folletos turísticos de rigor, la Barcelona de Méndez, el Barrio Chino más en concreto, nos aparece a través de los ojos de un Méndez que en todos sus virtudes y defectos, y en especial en ese cinismo que lo caracteriza y diferencia del siempre serio y concienciado ciudadano nórdico que encontramos en Wallander, es la pura idiosincrasia del barrio y yo diría que hasta del propio Mediterráneo. Ahora bien, las diferencias con el sueco no acaban ahí, no se circunscriben en exclusiva a un modo de entender la vida mucho más relajado y hasta lúdico que éste, sino también, o sobre todo, en la diferente trascendencia de cada personaje: Wallander es un personaje conocido en todo el mundo con su propia y exitosa serie de televisión con actor protagonista también internacionalmente conocido incluso, y Méndez, pues Méndez…
© Txema Arinas. Oviedo.2015

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PERPLEJIDAD



Leo y oigo perplejo las certezas del prójimo en contra del ataque del ejército francés a las posiciones del ISIS en su capital. No a la guerra, no a la guerra. El pacifismo como principio filosófico, por supuesto que sí. Yo también lo cultivo, no voy por la vida buscando bronca, creando conflictos, como mucho me los encuentro. Y claro que me jode. ¿Pero qué me exigiría esta postura pacifista sobre todas las cosas y pase lo que pase que veo y oigo reivindicada por tanto espíritu noble, exquisito, beatífico incluso? Pues supongo que tener que poner la mejilla en todo momento y ante cualquiera. O lo que es lo mismo: someterme a los abusos del cabrón de turno. ¿Es eso lo que piden los pacifistas que critican el bombardeo francés, que el Estado Francés mire hacia otro lado cuando el ISIS ha reivindicado los atentados de Paris, que se limite a perseguir a los autores materiales y que pase de aquellos que los han animado y organizado, que tienen intención de seguir haciéndolo? Aluden que los bombardeos causan tantas víctimas colaterales como muertos los atentados, cuando no más, probablemente más. ¿Y entonces, no nos defendemos, dejamos hacer al ISIS, nos sometemos? Y también nos llaman racistas a los que, sí, en efecto, siquiera por una cosa meramente emocional, instintiva, nos sentimos más compungidos por las víctimas de Paris que por las que ocurren a diario en cualquier otra parte del mundo. Yo reconozco que en mi caso responde a un egoísmo o egocentrismo que me hace verme en el mismo lugar de cualquiera de las víctimas parisinas, porque mi modo de vida es similar al suyo, porque probablemente lo son también muchas de mis inquietudes, de mi manera esencialmente libre y hedonista de concebir el mundo. Eso no significa que no entienda y comparta de un modo racional el argumento de que todas las víctimas son iguales. Claro que sí, pero yo sólo confesaba mi debilidad emocional en función de mis instintos, prejuicios y contradicciones; soy un humano con mis defectos, demasiado humano entonces porque tengo muchos, nunca aspiré a santo, ni siquiera a santo laico, de hecho el buenismo ante todo me repele porque lo identifico de inmediato como una de las múltiples variantes del puritanismo; una cosa es tener principios humanistas o conciencia social y otra ir por la vida ejerciendo de dechado de virtudes para que los demás tomen ejemplo. Así pues, me llama mucho la atención tanta sensibilidad ante la guerra contra el ISIS cuando se trata de una de las organizaciones criminales más grandes que existen ahora mismo en el mundo (momento en el que el hiperconcienciado de turno me dirá que no, que eso los EE.UU, Occidente, el FMI y todo en ese plan...), la cual no solo mantiene bajo un régimen de terror a millones de musulmanes, los cuales ejercen, sí, de víctimas colaterales a diario de la pasividad o complicidad con el llamado Estado Islámico del resto del mundo, sino que además nos ha declarado la guerra a todos los que no comulgamos con su credo, que si pudieran, si tuvieran los medios, nos borrarían de la faz de la tierra porque la esencia de lo que promulgan no es otra cosa que el odio. Y a cambio, el pacifista occidental que se sienta como yo delante de un ordenador, pregona que no se responda al ISIS como merece, que no se emprenda una guerra contra ellos para destruirles, que la culpa incluso de la existencia de semejante engendro es, como siempre, de los USA, Occidente, Israel, el neoliberalismo, las compañías petroleras, de todos nosotros por blanquitos, occidentales, cristianos o ateos, por borrachos y folladores, por comprar libros y escuchar discos blasfemos, por ver Sálvame... Ya digo que no voy para santo, no aspiro a ejercer de ello siquiera ya sólo en mi entorno inmediato, de modo que no tengo empacho en reconocer que cuando veo a los tarados asesinos del ISIS lo primero que me viene a la cabeza es que el mundo sería un lugar un poquito mejor si ellos no estuvieran en él, que por algo han hecho méritos de sobra para no estarlo, que el que levanta su mano con un cuchillo o kalasnikov para atentar contra el que no comulga con su credo, para imponerme el suyo, es mi enemigo, y de la misma manera que en mi vida privada no me dejo avasallar impunemente, que no permito que agredan a los míos sin responder con toda la contundencia de la que soy capaz, estoy completamente a favor de que se elimine de la faz de la tierra a los criminales del ISIS. Y ya luego si quieren, pues nos sentamos -delante de una botella de vino o una jarra de cerveza, faltaría más- a discutir quién tiene la culpa de que exista, quién lo financió, quiénes se beneficiaron de su existencia. Entonces, sí, ya con el ISIS reducido a la nada, estoy dispuesto a flagelarme un poquito, qué malos, qué malos, ladrones y criminales somos los occidentales por querer vivir en paz y libertad como las víctimas de Paris. Y entretanto, pues nada, a repetir la Historia; sí, que Hitler impone las leyes raciales de Nuremberg, no pasa nada, lo le digas nada, no se vaya a enfadar, que se anexiona Austria, bueno, déjale que es un asunto entre germanos, que quiere anexionarse los Sudetes checos porque allí viven más de los suyos, uy, uy, corriendo a firmar un pacto con él, a poner el culo para ver si así se contenta de una vez y deja de joder un rato, que invade Polonia...

PASILLO DE HOSPITAL



Un pasillo de hospital de una capital de provincia por el que sus habitantes pasan en más de una ocasión a lo largo de su vida. En realidad es más de uno por el que pasamos los vitorianos, cuando no también por los de la villa vecina del Nervión. Pero por este pasillo en concreto he pasado en numerosas ocasiones a lo largo de mi vida y todas ellas se me antojan momentos señalados de mi anodina existencia. Pasaba de chaval a visitar a mi madre después de alguna de sus ya incontables operaciones, a mi abuelo cuando ya sólo subía del pueblo a la capital para ser internado, a mi padre hace apenas unos años antes de que comenzara su calvario médico después de haber disfrutado de una salud de hierro durante toda su vida. Mi padre también me contaba de uno de mis bisabuelos internado en este mismo hospital por una ruptura de pierna, cuando en los hospitales los enfermos no disfrutaban de habitaciones dobles y las camas ocupaban pabellones enteros, y al que según él, acaso también recordando alguna de esas leyendas familiares no del todo claras, dejaron morir porque entonces... yo qué sé. El caso es que hoy volvía a atravesar por enésima vez el pasillo de este hospital céntrico y absurdo de mi ciudad, verdadero laberinto para novatos, con la intención de visitar a un íntimo, y entre la angustia por la incertidumbre de lo suyo y el mal y todavía reciente recuerdo de la pesadilla hospitalaria vivida este mismo año, no podía evitar pensar que, cuanto más pasan los años y voy acusando los golpes de la vida, más frío y desangelado va siendo también mi corazón que cada vez me importa menos el bienestar de mis semejantes y sí, en cambio, el de las personas que quiero de verdad casi que en exclusiva. No es que haya dejado de empatizar con los seres humanos, es que voy asumiendo inconscientemente ciertas prioridades. No sé si decir, escribir, esto me convierte en un canalla o simplemente me limito a constatar un hecho casi que cronológico. Probablemente también es la constancia de que no soy tan altruista o buena persona como parece que estamos obligados a ser, o a parecer serlo, para no desentonar del resto o lo que sea. Algún capullo perdonavidas, de esos tan enamorados de sí mismos que se creen autorizados a juzgar todo el rato a los demás, me dirá que es simple egoísmo y acertará. Pero, la verdad es que me la trae al pairo, como que en ningún momento de mi vida me propuse alcanzar santidad alguna, yo diría que más bien todo lo contrario.

SARRASKIA PARISEN



Ez, ni ez naiz inondik inora Parisen gertatutakoaren erruduna europarra, zuria eta kulturaz behintzat kristaua izateagatik. Atentatuen errudun bakarrak asasinoak eta nolabait, zuzenean edo zeharka, sustatu eta lagundu egin dituztenak dira bakar-bakarrik. Areago, asasino hauen asmoetariko bat guk gure burua errunduntzat jotzea delakoan nago. Nazkatzen naute gu mendebaldekoak etengabe errundu nahi gaituztenek aberatsagoak, garatuagoak, libreagoak izateagatik, hau da, ekinaren ekinez eta gure Historia mendeetan zehar eginaren eginez lortutako garapen sekula ez bikaina edo erabatekoa munduko ezbehar eta bidegabekeria guztien arduradun bilakatu nahiak. Badakit gauzak hain xinpleak ez direla, nazioarteko interes estratejiko pila dagoela, uste baino maizeago mendebaldeko ustezko baloreei muzin egiten dietela gure agintariek. gehienetan egiazko boteretsuen aginduetara ere bai; baina, berriro diot, ni ez naiz erruduna, nik inoren zapalkuntza edo akabera edo erabaki ez ditudalako, nik ez diodalako Arabia Saudiri inolako babesik eman haren zabor wahabita munduan zehar barreia dezan, nik ez dudalako inongo herri mulsumanaren inbasiorik onetsi. Eta bai, aitortzen dut, ondo asko jakinda ez dela batere zuzena: hildako frantsesak gertuago sumatzen ditut Afganistangoak, Siriakoak edo beste inongoak baino, frantsesekin erabat identifikatzen naizelako, gehienek nire bizimodua zein baloreak konpartitzen diruztelako. Ezta justoa, ez, badakit, egozentrismo garbi- garbia da, gizakume guztiak berdinak gara, noski baietz, onartzen dut, baina azken hau zor diot nire arrazonamenduari, gainerako guztia ordea bihotzak eragindakoa da, ez bainaiz perfektua, makulagabekoa, baditut nire pekatuak ere eta azken hau aitortzen dut argi eta garbi; sarritan bihotzak agintzen dit buruak baino gehiago. Dena dela, hobetzen, ontzen, saiatuko naiz, zin dagit.

jueves, 12 de noviembre de 2015

UN MAL DÍA LO TIENE CUALQUIERA



He hecho algo terrible,
sí, terrible.
Ha sido en un descuido,
qué coño, ni eso.
Simplemente no estaba en mis cabales.
No, he tenido un mal día,
lo reconozco,
todos los tenemos.
Pero claro, eso ya no importa.
Lo hecho hecho está,
y yo me he arruinado la vida
por mi mala cabeza.

Si ya lo sabía,
Si ya me lo habían dicho de pequeño,
Si no ha habido día en estos últimos
cuarenta y tanto años que no lo tuviera presente.

Qué decepción para mis padres.
Qué cabreo el de mi señora cuando se entere,
Cómo miro yo ahora a la cara a mis hijos,
Qué va a ser de mí en adelante.

Pero es que hoy en la cafetería
no he podido aguantarme.
Llevaba más de una semana haciéndolo.
Y no, qué hostias, todo tiene su límite.
Hoy por primera vez en mi vida
he opinado en contra de lo que piensa la mayoría.
Que no, hombre, que no,
que estoy harto, que no puedo más.
a pastar hierba que vayan otros.
Yo hoy he dado mi propia opinión,
la que me dictaba mi conciencia,
la que llevaba tiempo rumiando para mis adentros,
la que el sentido común me aconsejaba guardármela para mí,
la que...

Vamos, que la he jodido y bien jodida.

Ya lo dijo Jack el Destripador:
"Un mal día lo tiene cualquiera."

Kultura

HIRUDIA

Idazteari utzi

 
2015-11-12 / Txema Arinas - Idazlea
Z
ergatik uzten diote idazteari idazleek? Gehienek, noski, behar adina saltzen ez edo espero zuten arrakasta lortzen ez dutelako. Baina horiek al dira benetako idazleak ala behin-behinekoak soil-soilik, hau da, bizpahiru liburu edo argitaratuta ere euren burua egiazko idazletzat sekula hartu ez zutenak? Ezin ebatzi egiazko idazlea izatea zertan datzan, nolabaiteko arrakasta mediatiko edo irakurleen partetiko harrera onarekin elkarloturik dagoen ala ez, ala beharbada nork bere burua egiazko idaztetzat jotzean eta kito. Edonola ere, egon badira denok egiazko idazletzat hartzen ditugunak, idazle benetan laudatu edo ospetsuak hainbat liburu argitaratu eta gero idazteari utzi ziotenak ia ustekabean. Azkenotariko aipagarriena Juan Rulfo dugu, bi obra ikaragarri borobil eta eder idatzi zituen idazle mexikarra: El llano en llamas eta Pedro Páramo. Zer dela eta? Enrique Vila-Matas idazle katalanaren Bartleby y compañíaliburuan Rulfok Caracasen 1974an kazetari bati erantzundakoa dugu argibide:«Zergatik ez dut idazten? Osaba Celerino hil zitzaidalako. Bera zen istorioak etengabe kontatzen zizkidana. Beti ari zen nirekin berriketan. Baina gezurrontzia zen. Kontatzen zidan oro gezur hutsak ziren. Horrenbestez nik idazten nituenak ere gezur hutsak ziren».

Edonola ere, badago guztiz arruntagoa den beste motibo bat idazteari uzteko idazle arrakastatsuen artean: beren onena eman izana. Hori zen, besteak beste, Philip Rothen aitzakia 2012an adierazi zuenez: «Nik badakit ez dudala lehen bezain ondo idatziko. Ez dut behar besteko adorerik frustrazioari eusteko. Idaztea frustrazio bat da, eguneroko frustrazio bat. Beisbolean bezala %75etan huts egiten duzu. Nik ezin diot gehiago eutsi, egunotan bost orrialde idatzi eta segituan zakarrontzira botatzen ditut. Gaur egun egin ezin dudan zerbait da». Badira beste idazle batzuk idazgai zuten guztia liburuetara isuri dutela aitortzen dutenak, hau da, ez dutela ezer gehiago esateko. Hori litzateke Imre Kertesz Nobel saridun hungariarraren kasua, holokaustoari buruzko obra benetan goresgarri bezain hunkigarri bat idatzitakoan. Halaber, badago motibo bat idazteari uzteko guztiz zentzuzkoa: 81 urteko Alice Munro idazle kanadarrak bezala erretiroa hartzen duten idazle edadetuena.

Dena dela, hauek guztiok adibide guztiz ulergarriak dira idazleei zein oso bestelako sortzaileei dagokienez. Adibiderik bitxienak, aipagarrienak, ordea, idazle gazteagoen artean topa ditzakegu: Robert Walser, Arthur Rimbaud, Joseph Joubert —liburu bat sekula idatzi ez zuen idazle frantziar famatua; baina bere bizi osoan bat bakarra prestatzeari ekin ziona—.

Eta euskal idazleengana joz, nortzuk izan ziren nolabaiteko oihartzunik lortu eta gero idazteari utzi ziotenak eta zergatik? Ez dut inolako asmorik zerrenda luze eta zehatz bat egiteko, horrenbestez akordura datozkidan zenbaitzuk baino ez ditut aipatuko. Besteak beste, Izuztarri (1987) eta Rosamunda (1990) liburuak idatzi zituen Luis Daniel Izpizua; Behin batean (1972),Orreagako borroka (1980), Ta Marbuta. Jerusalemen gertatua(1984) idatzi zituen Xabier Kintana; Kutsidazu bidea, Ixabel (2006) famatuaren egilea, Joxean Sagastizabal; edota hain aspaldi Zeu zara, Carmen (1984), Yehuda (1992), Moskuko gereziak (1996), Samurai berria (1998) idatzi zituen Jose Mari Velez de Mendizabal idazle arabarra. Jakina, nik ez dakit idazleok idazteari benetan utzi dioten, ez eta gaur egun zerbait idazten ari diren ere. Ez dakit euskal literaturaren ezaugarri bereziek zer nolako eragina duten idazteari uzteko erabakian ere, baldin badute noski. Idazleen isilaldiak oso luzeak izan baitaitezke, hau da, erabatekoak eman ohi dute, eta gero ordea hamaika urte pasa eta gero, ezustean edo idazlan berri bat argitaratu. Idazteari egiatan utzi baldin badiote, zergatia beraiek baino ezin dute jakin. Nik galderak baizik ez ditut egiten euskal literaturarekin zerikusirik duen oroz bezala.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

LOS ARROGANTES



Se reunían alrededor de una mesa;
a mí no me quedaba otra que asistir
porque siempre se trataba de un compromiso,
siempre, de verdad,
no me quedaba otra.
Y una vez ya con las copas y el puro en la boca,
no paraban de despellejar a todo el mundo.
Nadie les caía nunca lo suficientemente bien.
Nadie les merecía el crédito que se otorgaban a sí mismos.
Nadie estaba a la altura a la que todavía no habían llegado ellos.

La gente siempre estaba equivocada.
La gente siempre decía tonterías.
La gente siempre se regodeaba en su propia estulticia.
La gente siempre pensaba lo que no tenía que pensar.
La gente siempre adolecía de todo lo peor,
excepto ellos, faltaría más.

Y luego decían, con una mueca de infinito fastidio,
que era muy duro vivir entre tanto zote.
No sepa usted lo que sufría esa gente,
ellos, sí, tan listos, estudiados, viajados
y todo el paquete al uso,
en medio de tanta vulgaridad e ignorancia.
Qué digo, usted no lo puede saber
porque no es como ellos,
un espíritu exquisito.
Usted seguro que piensa que
eran una panda de arrogantes,
de esos que dicen que mean colonia,
que hablan siempre como si les apretara el culo,
que tuercen el labio para no decir
lo que se les pasa por la cabeza en ese momento.

No, no lo dicen,
no vaya a ser que el bruto de turno
se mosquee y la tengamos.
No vaya a ser que quede en evidencia
entre tanto mastuerzo ágrafo.
No vaya a ser que una vez abierta la boca
lo que diga no me distinga mucho de ellos.

Coño, a ver si al final no voy a ser
tan exquisito como creía,
que no meo colonia,
sólo los zapatos del prójimo.
Así que mejor seguir aparentando que no,
que no somos como esa gente tan horrible,
el vulgo,
qué grima, qué espanto,
qué manera de echar a perder
la alta opinión que tiene uno de sí mismo.