martes, 31 de mayo de 2016

¡ULTIMA HORA!



Detenido el monaguillo podemita (la noticia viene de agencia…) que vertía la conocida como “droga de la verdad”, (escopolamina, también llamada burundanga) en el vino de misa con el que el arzobispo Cañizares acostumbra a oficiar la eucaristia.

Fuentes acreditadas en el Vaticano informan de que el Santo Padre se felicita por la rapidez con la que ha actuado la policia española antes de que el arzobispo Cañizares, además de llamar a la desobediencia contra las llamadas Ley de Género que garantizan la igualdad entre hombres y mujeres, así como sus diatribas contra lo que él denomina el Imperio Gay, acabará también reivindicando el estatus de “ser inferior” de las mujeres que los Padres de la Iglesia otorgaban a estas, la condena de la sodomía y en general del fornicio bajo cualquiera de sus aspectos, así como la restauración de la Santa Inquisición en todo el territorio nacional para perseguir y castigar de acuerdo con los usos y costumbres de antaño a todo tipo de infieles y herejes. Según fuentes consultadas también existía el temor de que el arzobispo Cañizares hiciera un llamamiento de un momento a otro para una nueva Cruzada a cuantos españoles quisieran el resurgimiento de una España grande, libre, justa y genuina.”

Por otro lado, el monaguillo detenido insiste en su inocencia: “ni le echado nada al vino de la misa, ni soy de Podemos. De hecho, soy de derechas de toda la vida; como que a mí el que me gusta de verdad es el Ribera, que mira que es guapo el jodido…”

lunes, 30 de mayo de 2016

TAMPOCO ES PARA TANTO



-Pues sí, vale. Ya sé que hace un par de años que estoy en el paro, que están a punto de desahuciarnos porque no podemos la pagar la cuota del préstamo que nos otorgó el banco cuando ambos teníamos sueldo y parecía que podríamos pagar el piso sin problemas. También sé que nuestros padres no pueden echarnos una mano porque a los míos los engañó el mismo banco con las preferentes y a los tuyos les ha quedado una pensión de miseria que además puede que no cobren en los años venideros porque Rajoy y los suyos han vaciado la hucha. Y es verdad que estás harta de oír cómo me quejo todos los días de la corrupción que asola el país y de cómo a pesar de la crisis los que más tienen todavía tienen más y el resto en cambio ha visto cómo se derrumbaban los sueldos, se imponía la inestabilidad en el trabajo y peligraba la calidad y hasta gratuidad en la sanidad y la enseñanza. Ni siquiera sabemos si podremos ofrecerles un futuro en condiciones a nuestros hijos ahora que apenas se conceden becas y que el acceso a una educación superior parece volver a ser una cosa de las clases altas, privilegiadas. Hemos dejado de ser clase media, ya ni siquiera somos proletariado, somos la verdadera clase emergente, el precariado. Así pues, tengo motivos de sobra para estar indignado, cabreado, para echarme a la calle a hacer la revolución o en su defecto a pegar cuatro gritos o echar unas piedras. Pero no lo hago porque estoy convencido en mi fuero interno de que no vale para nada, que de hacerlo incluso peligra lo poco que todavía hay de estable en nuestras vidas: ¿te imaginas que me encierran? Y con todo, claro que hoy estoy pletórico porque mi equipo haya subido a primera. Podrá parecerte una tontería, una frivolidad teniendo en cuenta el panorama, un claro exponente de una mente esencialmente infantil, primaria, simple. Pero no es eso, no lo es. Estoy feliz porque tengo un motivo, siquiera sólo uno y por muy fútil que sea, para estarlo. No está la situación, la vida de la mayoría de todos nosotros, como para estimar alegrías por muy irracionales que os parezcan siempre a los serios por principio, a los eternamente concienciados, los que no entienden de pasiones que no sean las suyas, los que viven en la convicción de que si el resto de la especie humana fuera como ellos otro gallo nos cantaría, los que nos ven siempre a los demás como borregos porque ellos van por la vida oficiando de pastores luteranos. Por eso me alegro de que mi equipo haya subido a primera, por eso lo celebro. Sé que esta alegría es en el fondo una flor de un par de días, puede que un pelín ridícula, insustancial, que no cambiará para nada el estado de nuestras cosas. Pero, yo al menos lo sé, soy consciente de ello aunque a ti te guste pensar lo contrario para poder subirte a mi chepa y poder así mirarme desde la atalaya de tu condescendencia. Y si no dime tú cuántos motivos podemos tener los que no tenemos nada, los desengañados con todo, los que sabemos que cuando se nos pase la euforia del momento volveros a estar igual de jodidos de lo que estábamos antes, para celebrar nada.

-Anda, anda, qué tienes un rollo, un morro.Pasa, quítate los zapatos, la ropa y vete directo a la cama a ver si se te pasa para mañana...

sábado, 28 de mayo de 2016

AMORES EN LA EDAD DEL PAVO


Con trece o catorce solíamos "excursionar" los sábados por la mañana por los alrededores de nuestra ciudad. En una de esas nos dio por ir hasta las casetas de madera que el tío de Aitor, uno de la pandilla -por entonces todavía andaba con los del cole de toda la vida y no tendría mi cuadrilla, como quien dice, hasta que me escapara a cursar el bachillerato en el instituto Baraibar, que decían "El Femenino-, tenía en medio de bosque junto a la aldea de Monasterioguren. Y hacía allí nos dirigíamos a pie desde Vitoria, con una parada en el pueblo de Mendiola para recoger los bocadillos de pan con barra de chocolate que nos había prometido la tía de uno de la pandilla, en plan "ochomiles" de barbecho, esto es, botas de monte, camisas de cuadros de las de entonces, chubasquero por si las moscas, por si tocaba un día de primavera como el de hoy, pasado por agua, y alguno -siempre había alguno que fantaseaba con tirarse al monte imitando a los "cabras" de Zumalde y en ese plan: en fin, cosas que se estilaban mucho en aquellos tiempos y por aquellos pagos con las consabidas e impredecibles consecuencias para ciertas imaginaciones adolescentes tan fantasiosas como impresionables-, hasta pantalones, chamarra y zakuto de caquí, retales del ejército que vendían en una tienducha al lado del hospital de Santiago. No obstante, no era tanto el ardor guerrero del "patriota" de turno lo que motivaba nuestra caminata, como la pasión amorosa que por aquella época hacía que la plana mayor de la pandilla anduviera como subida a una nube.

Y es que hacía apenas unas semanas que habíamos conocido a Isabel en los alrededores de los bajos de las casas del barrio de Txagorritxu por donde merodeábamos a la salida del cole. Isabel era una niña de carita preciosa, menuda y dulce como pocas, destacaba por su larga melena castaña hasta la cintura, sus jerséis de punto inglés y en los ya que ya sobresalía la evidencia de que estaba dejando de ser una niña, y unos vaqueros ajustados en el que su trasero adquiría la dimensión de unos verdaderos timbales caribeños. Isabel nos tenía pillado a todos con su dulzura en el trato y sus turgencias adolescentes a la vista. Pero Isabel siempre estaba acompañada, escoltada, por una amiga. Una amiga a la que, para no alargarnos, porque no lo merece, y también para ser fieles a la franqueza propia de la edad, en seguida le pusimos el mote de: "la Puta Gorda". No había manera de acercarse a Isabel sin que la Puta Gorda no se pusiera en medio para evitar que ninguno de nosotros monopolizara a su amiga. Con todo, y tras largas y duras negociaciones para obtener la aquiescencia de la Puta Gorda que ejercía la custodia de su amiga, los más exaltados por los encantos de Isabel consiguieron, primero audiencia, y luego ya derecho a un paseo con ella a solas de media hora como mucho.

El último en tener audiencia y paseo con Isabel había sido Iñigo justo el día anterior de salir de excursión hasta las chozas de Monasterioguren. Tal era su embeleso por la chica, y el interés de los demás por saber cómo había trascurrido la breve cita con ella, que no hablamos de otra cosa a lo largo del camino. Éramos en esencia cinco adolescentes idiotas e envidiosos a los que no les interesaba otra cosa que averiguar si la tal Isabel se dejaba magrear las tetas o no, que ya habría tiempo para ir bajando en la siguientes citas. Y como ya habían sido tres los que habían podido disfrutar de su compañía a solas, cada cual, y por si acaso, todos hablaban maravillas de la generosidad de Isabel para con nuestros más húmedos y sucios sueños. Pero de toda la pandilla era Iñigo quien más pillado estaba por la moza. Así que en una de esas, y se supone que para acallar los continuos y malévolos infundios que el resto estaba profiriendo acerca de la castidad de su amada, sacó de su zakuto un radiocasete de los de entonces, de aquellos con teclas del tamaño de un trampolín de piscina olímpica, e introdujo una cinta de Miguel Ríos, muy en boga en aquellos días. A partir de aquel momento sólo se pudo oír la canción fetiche del granadino: "El Río" , a saber si inspirado porque recién acabábamos de meter las piernas hasta la rodilla en el río/arroyo Errekaleor con la intención de poder cruzar así hacia el monte sin rodear todo el pueblo. Miento, en realidad era a Iñigo a quien tuvimos que aguantar tarareando "yo recuerdo aquel día que nos fuimos a bañar, aquel agua tan fría y tu forma de nadar, en el río aquel, tú y yo y el amoooor que nació de los dos..."
Y así hasta llegar hasta las estribaciones del monte Pagogan. Y juro por lo más sagrado, que para mí también es como jurar por nada, que el rasiocasette estuvo vomitando todo el rato "El Río", entre otras cosas porque Iñigo no cesaba de rebobinar la cita para solaz propio y disgusto en aumento del resto, hasta llegar al descampado donde estaban las chozas de madera que había construido gente como el tío de Aitor en medio del monte para echar el rato a espaldas de la urbe y así.


-¿Vas a parar ya con el puto Miguel Ríos? Ya hemos llegado.

-Vale pues. ¿Dónde está la cabaña de tu tío?

-Ni puta idea. Tiene que ser una de éstas. Yo sólo me acuerdo cómo es por dentro.

-Pues nada, patadón y cuando veas cuál es ya nos dices.

-¡Mira, en ésta hay patxarán casero!

-¡En ésta también!

-¡Y en ésta!

-¿Ya sabes cuál es la de tu tío?

-Pues no.

-Bueno, ya poco importa...

Yo ya no sé cuánto les duró a los demás la tontería con la tal Isabel, más sosa la pobre. En cualquier caso siempre menos de lo que le tuvo que costar a Iñigo tener que lidiar con la Puta Gorda para que luego fuera la amiga y se liará en serio con un tío cinco o seis años mayor. De lo que sí me acuerdo es de que no volvimos a escuchar nunca más a Miguel Ríos y todavía menos "El Río", que de hecho lo más parecido que escuchamos a una balada en los años venideros fue la de "Txus es un alcohólico" de la Polla Records, esto es, la historia de amor de un notas con la priva, o el "Eder bati" de Hertzainak, la cual hablaba de lo bonito que es el amor con uno mismo y en ese plan.

EUSKAL HIZTEGIA ZABALTZEN, JORITZEN


Emaro:


1.- [geldiro]: apurka, astiro, astiz, baratz, emeki, geldika, geldiro, poliki, poliki-poliki, polito, baratxe Ipar., erreposki Ipar., pausatuki Ipar., pirka-pirka Ipar., geldi-geldika Bizk., geldika-geldika Bizk., astiki g.e., betaro g.e., betaz zah., astiroki Ipar. zah.

2.- bazkaria prestatzen ari zarela zure atzean entzuten diren "hori horrela prestatuko al duzu?", "ez al duzu apurtxo bat gehiago egin behar'", "gatzik bota al diozu?", "Ez al dago oso geza?", "Ez bota ozpinik arrainarendako erregosiari!", "Piperminik?, ezta pentsatu ere!","noiz bukatuko duzu?, gose gara eta" eta horren gisako berbaroa...

jueves, 26 de mayo de 2016

LEY MORDAZA


Torrente









Y tras abrir la puerta de su casa, el exitoso escritor de novela negra se dio de bruces con la placa dorada que pendía de la mano de uno de los dos agentes vestidos de calle, el que llevaba traje clásico azul marino con corbata de cuero negro, gafas oscuras y una carpeta debajo del brazo. El otro agente en chandal y con el cabello mojado, como recién salido del gimnasio.
-Veníamos a hablar con usted -se adelanta el del traje.
-¡Ah! ¿Ha pasado algo? -pregunta el escritor al mismo tiempo que hace un rápido repaso mental de todas las personas cuya muerte podían conmocionarlo o implicarlo en algo por razones familiares o de amistad.
-Se trata de sus libros.
-¿Mis libros?
-Sí, claro, supongo que ya habrá oído hablar del apartado 4 del artículo 37 de la Ley de Seguridad Ciudadana”.
-Pues no, la verdad es que…
-Este artículo se refiere a “faltas de respeto y consideración cuyo destinatario sea un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad, cuando estas conductas no sean constitutivas de infracción penal”.
-¿Y eso qué tiene que ver con mis libros?
-¿Que qué tiene ver? Pues mire, he aquí un informe que han elaborado nuestros servicios jurídicos -responde el agente trajeado a la vez que se retira las gafas de la cara para guardarlas en el bolsillo de la pechera de la americana y abre la carpeta de la que saca un taco de folios encuadernados.
-No acabo de entender…
-Deje que le lea. En el segundo párrafo de la página X de su novela X usted escribió: “El agente Torrente, acusando un evidente estado de embriaguez y molesto por las ladillas que lo torturaban como resultado de la frecuencia con la que acudía a las viejas putas del Barrio Chino, no sólo manipuló las pruebas para encausar al pobre yonqui que permanecía incrédulo delante del cadáver de la vieja a la que el policía acababa de disparar a bocajarro tras negarse ésta a pagarle la mordida del mes, sino que además propinó una paliza monumental al chico antes de proceder a su detención como culpable del asesinato.
-¿Y?
-Que no es un caso aislado. Si repasamos su obra nos encontramos con que la mayoría de los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado aparecen retratados como borrachos, drogadictos, corruptos, violentos y, por si ya fuera poco, con problemas familiares o de adaptación a su entorno.
-Por favor, se trata de los lugares comunes del género.
-Claro, claro, que siempre tienen como objetivo denigrar la imagen de la policía.
-Esto ya viene de los clásicos americanos y de…
-Usted cree que debemos tolerar semejante campaña de difamación contra nuestro oficio por muy de lejos que venga.
-Por favor, sólo es ficción, literatura.
-Literatura, ya… -musitó el segundo agente, el de la gomina chorreante.
-Que sepa que para estas infracciones están previstas multas de entre 100 y 600 euros.

©Txema Arinas. Todos los derechos reservados.

AZKENAK ETA BERRIAK



Txoropito Euskaltegien sareko irakasle-ikasleak bildu ziren Nafarroako Bidankotze herrian hildako Antonia Anaut eta Ubaldo Uhalde, Izabako Erronkarieraren azken bi hiztunen gorazarrean parte hartzeko asmotan. Honez gain, eta Artzentaleseko Bittor Cabieces Garai euskalariaren ideiari ekinez, herriko euskaltegiko Mikel Salbotx irakasleak erronkaiera berpizteko gogoa berotu nahi izan zien bere ikasleei bertan bildutako EHko zoko guzietako ikasleek Bidagontzeko euskara zenduaren berri izan zezaten. Areago, Cabieces jaunak bertara joandako euskaldun zahar guztieei euren herriko hizkeraz egitea erregutu zien egiazko euskara, hots, tokian tokikoa, behingoz plaza jalgi zedin.

-Onki jinak guzier, Ni Mikel naz, Mendigatxa uskategiko bruzegia. Zek zrei ordia Uskal Erri guzitik jindako uskaltzaliak. Orai leituko daizeit poema eiher bat uskararen gainian:

Gore uskara iltan bada
zore izena eztakizu,
zore etxe, izenburua
ezta deus zoretako.
Gore uskara iltan dago
¡xoan fite neskatoa!
matto bero, matto andi
uskarari emoitra.
ezta ilen, ezta ilen
Erronkari’n uskara.


-Oso politte, motel, gustau txat kristona, eta zelako guapue da Roncaleko euskarie entzutie, ni emoxionau naz eta guzti, emongo´tzet nire ikasle gustixei astero behintzet irakur deixen -esan zuen Bermioko irakasle batek.

-Bai, niri ere gustau zat ikaragarri, horrexegatikan pentsatzen det merezi duala erronkakiera berpiztea, hain euskalki jator eta berezia da eta -gaineratu zuen Aizarnazabalgo irakasleak.

-Nik erranen dautzuet egia, Erronkaierari antzematen dakot Xiberoko eskuararen amini bat -Senpereko irakasle baten ahotik.

Gauzak horrela, Bilboko Maite Parral Ibarguengoitia, Donostiko David Izagirre, Gasteizko Amaia Ruiz de Ozenda, Iruñako Iñigo Sanz Aribe eta Baionako Pierre Casaubon gazteek datorren urtean Deutsche Schulera aldatzea erabaki zuten.

miércoles, 25 de mayo de 2016

LA NOELIA Y EL JUAN CARLOS SE CASAN, HO!





Descubro durante la caminata de esta tarde que la Noelia y el Juan Carlos se casan. ¿Que quiénes son la Noelia y el Juan Carlos? Pues ni puta idea. Al menos yo no la tengo. No obstante, y ante tal cartelón informativo, empiezo a sospechar que, por lo que fuera, debería saberlo. Cómo si no entender que, más allá de las invitaciones de boda al uso o del boca a boca entre las amistades, conocidos y/o vecinos, la Noelia y el Juan Carlos se hayan tomado la molestia, y el dispendio, de alquilar una valla publicitaria para anunciar su enlace a bombo y platillo en las calles de Oviedo. Confieso que no alcanzo ni a comprender, ni a imaginar, y eso ya es lo grave, qué es lo que motiva a esta pareja para darse semejante empaque, cuál es el objetivo principal de un despliegue de su intimidad tan, no sé, ¿expuesta?, ¿comercial? Será que no les bastaba con las redes sociales para propagar la buena nueva, que alguno de los dos, si no ambos, pretende aprovechar la ocasión para hacer familiar su rostro entre los viandantes de cara a una posible candidatura para las próximas elecciones? ¿No tendrán invitados suficientes a la boda para pagarse el ajuar o lo que haga falta y de ahí...? ¿Y el tractor de fondo? ¿Qué oscuro y agrario significado puede haber ahí? ¿Estarán aprovechando para anunciarlo a la venta en plan dos por uno, o es que dónde esté un tractor que se quite cualquier limusina? No lo sé, vengo cansado de andar y no estoy para muchas hostias después de salir de la ducha. Ahora, así a primeras me parece de muy mal gusto publicitar tu boda a todo cartelón en la periferia de Oviedo y no tener el detalle de anunciar que se recibirá con los brazos abiertos a todo aquel que quiera acercarse a felicitar a los novios y, ya de paso, también a disfrutar de la barra libre. Mal, pero que muy mal.

martes, 24 de mayo de 2016

ONDORENGOAREN KIZKURRAK



Behin batean Caracasen, ez naiz gogoratzen nire lehengusinaren baten etxean edo biotako baten lagun batzuenean afaltzen. Mahai inguruan eserita zeuden gehienak 30-40 urteko profesionalak, ustez unibertsitatetik pasatutakoak, ezin esan eskuinekoak zirenik, beharbada liberalak, hau da, hainbeste miresten zuten Estatu Batuetan ohikoa denaren arabera, hau da, ekonomian jabego pribatuaren defendatzaile suharrak, bai, hots, edonolako zergak eta printzipioz ezbidezkoak direlakoan daudenak, baina gizarte arloan behintzat eta agian azalez bakarrik oso irekiak, aurreratuak, gizabanakoen libertatea lege zutela etengabe aldarrikatzen zutenak nolabait esateko, edo bestela esanda, euren maila ekonomiko altuari zein bizimodu guztiz zarrastelari eustea eragotziko zien edozein politikaren kontrakoak ezer baino lehen. Mahai inguruan geundela berehalaxe atera zen Chavez hizpidera. Nik uste izan nuen oso abagune ederra izango zela haiek bezalako "eskualido" ikasi edo ilustratu batzuek delako bolivariar iraultzari buruz zer nolako iritziak zituzten asmatze aldera. Nik gogoratzen dudala, eta ondoen gogoratzen dudana harri eta zur utzi gintuztela izan zen, Chavezen ileari buruzko disertazio zein eztabaida luze bat izan zen. Izan ere, mahai inguruko gehienek Chavezen ile kizkurra hizpidetzat hartu zuten egiazko "natiboa" ez zela argudiatzeko asmoz, hau da, Chavezen zainetan esklabu beltzen odol gehiago zebilela Colonen aurreko indiarrena baino. Gauzak horrela, mahai inguruko gehienek Chavezek venezuelar herri xehearen buruzagia izateko batere eskubiderik ez zuela ondorioztatzen zuten. Nolatan esklabu beltzen ondorengo bat Bolivarren ondorengoa, batez ere kontuan hartuta beltzak ere kanpotik etorri zirela eskualido gehienen modura. Euren esan arin eta hordietan bolivariar iraultzak ez zuen zentzurik Chavez bezalako "zambo" (indiar eta beltzaren artekoa) baten agindupean mendetan baztetutako venezuelar herri mestizoak gobernatzeko eta batez ere haren eskubideak aldarrikatzeko venezuelar gehiengoa bezalako mestizo peto-peto bat izan behar zuen eta. Ba hori, halakoak ziren gauzak Caracaseko eskualido sasi-ilustratuen artean...

sábado, 21 de mayo de 2016

DE LO DE AHORA EN FRANCÉS



Leo un reportaje, en un periódico de encima de la barra de la cafetería y de cuyo nombre no quiero ni acordarme, sobre literatura francesa contemporánea. Yo no soy experto en literatura francesa, no lo soy en nada; pero, creo que siempre he leído a autores franceses con verdadera fruición desde aquel L´Etranger de A. Camus de mi lejana juventud; cosas de la francofilia de la época y el clan. El caso que reparo en la literatura actual en francés y no me queda otra que reconocer que, así a grosso modo, no me llena nada, "no me da más" que dicen en Asturias, al menos no como me llenaron en su momento Camus, Celine, Simone de Beauvoir, Ionesco, Gide, Cendrars, Mauriac (me encanta, ya, rarico soy...), algo de Perec, Yourcenar, algo de Malraux, y no digamos ya los más clásicos como Stendhal, Flaubert, Zola, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud..., vamos, la mayoría de los que hicieron grande, universal, la literatura francesa.

Pero, yo no sé si son pejigueras pedantescas mías, ínfulas de no sé qué o pura impostura, que no consigo experimentar el mismo placer con los figurones de nuestros días. Reconozco el buen hacer, lo exquisito incluso, de Echenoz, Modiano o Le Clezio, o los más jóvenes Oster, Mauvignier, Joncour...; pero, sus libros se me acaban casi siempre cayendo de las manos. No sé, demasiado exquisitos, mesurados, estilistas, buscando una cuadratura de un círculo narrativo que a mí, a falta de un poco de alma y menos postureo literario, me deja frío. No me conmueven, echo de menos a Julien Gracq que me encanta con todos sus defectos, me mueven a dejarlos a la mitad, como me ha pasado hace unas semanas con "Je m´en vais" de Echenoz, que he tenido que aparcarlo casi ya hacia el final para acudir de inmediato a las estanterías a rescatar el Traité d'athéologie de Michel Onfray al objeto de poder así reconciliarme con la lengua francesa.

Y qué decir de esos otros escritores más mediáticos y comercialmente exitosos como la Amélie Nothomb, el Benacquista, o la del erizo, la Barbery (venga, todas a una: machista, machista...), las cuales confieso haber leído: sí, lo confieso y pido perdón. Sólo me hace algo de gracia el soplagaitas de Frédéric Beigbeder. Y eso, gracia y poco más.

Si soy sincero ni siquiera la novela negra francesa actual con los bestsellerianos Fred Vargas y Pierre Lemaitre a la cabeza, y reconociendo que cómo escritores del género se lo curran y mucho, consiguen que tengan para mí el dulce encanto gabacho que tenían Boris Vian o Simenon.

A decir verdad empiezo a pensar que el síntoma más significativo de la decadencia de la literatura francesa de nuestros días no es otro que el éxito indiscutible de su autor más representativo: el rarito impostor de Michel Houellebecq, una especie de Celine contemporáneo pasado por la thermomix, y no lo digo sólo por los pelos.

Ahora, espero que a estas alturas todo quisque se haya percatado ya de que he estado hablando en exclusiva de los escritores franceses que dicen de supuesta "bonne source". Porque si se trata de escritores en lengua francesa de otras latitudes, incluso franceses de origen inmigrante, ahí la cosa ya cambia. Me gustan, porque tienen algo que contar y cómo lo hacen, hasta el muy mediático y folletinesco de Yhasmina Khadra, incluso algunos libros de Tahar Ben Jelloun como la magnífica" Cette aveuglante absence de lumière" o "Les raisens de la galêre". De hecho, que yo haya leído me han encantado casi siempre Emamanuel Dongala, Philippe Djian, Amos Tutuola, Ahmadou Kourouma y otro cuyo nombre no consigo ahora recordar sobre la relación entre una vieja judía y un joven musulmán con la escalera vecinal a modo de metáfora.

Y ya para terminar con toda esta sarta de subjetividades más o menos fundadas o no, voy a soltar la última. Cómo será de floja o poco interesante la literatura francesa de nuestros días que el último verdadero éxito literario, con todos los visos de haberse convertido ya en un clásico, no haya sido otro que Suite Française, novela publicada en 2004 a título póstumo y escrita en los años cuarenta por Irène Némirovsky, novelista de origen ucraniano, que vivió en Francia y escribió en francés. Un éxito que mucho me temo yo que es también el principal responsable de más de un tostón pretencioso del famoso premio Goncourt con la Ocupación y/o los nazis siempre de telón de fondo.

viernes, 20 de mayo de 2016

EL BANCO



Todas las tardes salgo a eso de las seis y pico a andar varios kilómetros durante una hora y pico. No me supone ningún esfuerzo. Hasta hoy que casi no podía con mi alma. Supongo que tanto porque he tenido comida familiar por el cumple de mi hijo mayor, vamos, con los suegros, esto es, contención desde el minuto uno, con lo que eso supone para un tipo al que gusta soltar la burrada más grande en cada momento para epatar al que tiene delante, y que procura hablar de las cosas de la vida, y en concreto de la de la actualidad, con más coña que otra cosa; como porque casi me he comido yo solo el mousse de natillas que ha hecho mi señora, estaba delicioso. Y en eso que además hoy hace un verdadero día de verano, que calienta como si estuviéramos a mediados de agosto, Ferragosto dicono gli italiani, que no estoy acostumbrado porque hasta ayer salía por las tardes con una chaquetilla para la lluvia del "Decatelón", que nos decía un gasolinero de Iruña cuando le preguntamos que nos indicara para ir hacia el museo de Oteiza en Alzuza: "tú sigue todo recto y ya giras a la izquierda cuando veas el "Decatelón...", pues que casi me vengo abajo cuando ya llevaba tres cuartos de hora de paseo. Y es entonces cuando me he dicho que me iba a buscar un banco a la sombra, para sentarme, pasar un rato mientras me dabael aire, me recuperaba, y, cómo no si ya sé que estoy enganchado, echar un vistazo a feisbuk este. Pues oye, resulta que es precisamente en ese momento cuando te das cuenta de que, lejos de aquello de lo que solía pensar porque nunca antes los había echado en falta, ya no sólo es que no haya demasiados bancos de adorno en la calle, es que además cuando los necesitas no los encuentras en ninguna parte. Y si aparecen, esto es, cuando por fin abandonas la zona agreste del barrio, las inmediaciones de las faldas del Naranco, es entonces cuando descubres qué hacen los jubilados por las tardes. Sí, en efecto: ocupar todos los bancos. Y es que a partir de ese momento todo mi horizonte vital ha consistido en procurar encontrar un banco de madera libre donde sentarme como si fuera un pozo de agua en mitad del desierto. Por suerte lo he encontrado casi al lado de casa, en un parquecico con columpios para que los nenes se abran la cabeza que hay al lado de la cuesta que sube hasta nuestra calle. Qué alivio poder desparramarse todo sudado sobre el banco en cuestión, qué delicia estarse ahí sentado sin otra ocupación que esperar a recuperar las constantes vitales, recibir las caricias del aire fresco sobre el rostro y leer los mensajes de un tal Mk. En fin, pequeños y económicos placeres que anuncian la proximidad del estío. Se estaba tan a gustito; sólo faltaba el sonido las olas del mar.

LA NOVELA NEGRA EN LENGUA VASCA

  • por  | May 20, 2016 | Noticia destacada | 0 ComentariosTxema Arinas nos muestra un ensayo de la realidad actual de la novela negra en Lengua Vasca.
  • Imprescindible y necesaria su lectura para entender el presente y futuro del género en el País Vasco.
  • LA NOVELA NEGRA EN LENGUA VASCA

  • Siendo como es el euskera una lengua minoritaria, hablada por 714 000 personas según datos del 2011 (1.102 391 si contamos los bilingües pasivos, esto es,  aquellas personas que sin hablarlo con fluidez tienen el conocimiento suficiente para entenderlo), considero que la principal característica de la literatura escrita en este idioma no es otra que el vigor de su producción editorial en comparación con otras lenguas minoritarias en condiciones similares como podrían ser el galés, el corso, el gaélico, el frisón, etc. Se escribe y se publica mucho porque existe, tanto un sistema educativo en euskera que garantiza la competencia de los lectores que dejan la escuela sabiendo leer y escribir en dicho idioma, como por la existencia de una tradición literaria que viene de antaño y que tras sufrir todo tipo de restricciones durante los tiempos más duros de la dictadura franquista adquirió una pujanza lo suficientemente grande, gracias en un principio a la militancia de los hablantes como a la definitiva estandarización de la lengua llevada a cabo en los años 60, como para garantizar no sólo su continuidad sino incluso para equipararla a cualquier otra de su entorno en cuanto a modernidad y aceptación. Con todo, las estimaciones más positivas en cuanto al número de lectores potenciales, de acuerdo con  estudios específicos que cruzan datos sobre hábitos culturales y estudios de edición, oscilan entre los 20.000 y 40.000. De ese modo también, otra de las características tradicionales, cuando no obsesiones, del mundo editorial en euskera ha sido hasta no hace mucho tiempo hacer más hincapié en la calidad antes que en la cantidad, esto es, en dar prioridad a las obras con ambición literaria frente a aquellas otras consideradas de simple consumo. El propio Ramón Saizarbitoria, sin lugar a dudas el escritor en euskera más reputado de cuantos hay vivos, ha afirmado en numerosas ocasiones que la única manera que tiene la literatura en lengua vasca para trascender más allá de sus fronteras, incluso de decir algo fuera de éstas, es producir obras de evidente y hondo aliento literario. Sin embargo, a las editoriales en euskera no les salen las cuentas sólo con obras de “evidente y hondo aliento literario”, de modo que hace ya mucho que empezaron a editar literatura de consumo, ya sea de género o traducciones de éxitos literarios escritos en “erdara” (cualquier otra lengua que no sea el euskera). Ello ha sido posible gracias a las generaciones más jóvenes educadas en euskera, las cuales, y a diferencia de aquellas que nacieron durante la dictadura y que por lo tanto empezaron a leer en euskera más tarde una vez hecho el esfuerzo de alfabetizarse por su cuenta en dicha lengua, están habituadas a leer todo tipo de libros desde pequeños.
    Así pues, se podría decir que al tratarse de un sector editorial más o menos normalizado, también se repiten en cierta medida los mismos fenómenos que en el resto de las literaturas de su entorno, con la única diferencia de la escala y ciertas características propias de la idiosincrasia vasca. El ejemplo más palmario de ello es la novela negra escrita en euskara, la cual, y al igual de lo que sucede en otras escritas en sus lenguas vecinas, castellano y francés, ha sido tradicionalmente desdeñada como mera literatura de consumo. Literatura de género, sí, de consumo como equivalente de mera evasión, en mi opinión ya no tanto, según qué autor u obra. No obstante, y puede que precisamente por ser considerada de consumo, esto es, más accesible y amena que la de “hondo aliento literario”, también la literatura que más vende. Ahora, sé que muchos me rebatirían esta afirmación aduciendo que la novela negra en euskera nunca despuntó por las particulares características de la sociología vasca de las últimas décadas, entre las que destacarían la militancia de los lectores y por lo tanto su pujo por consumir una literatura de calidad a la altura de las del resto de Europa cuanto menos, y ya más en concreto por el rechazo casi que instintivo de buena parte de los lectores euskaldunes a un género en el que la figura del policía tiene un protagonismo tan destacado. Sin embargo, ni siquiera necesito recurrir a los éxitos de ventas (insisto que siempre dentro de los márgenes propios en los que nos movemos), cuando no al número de reediciones en exclusiva, de las obras de escritores contemporáneos de novela negra en lengua vasca como Alberto Ladrón Arana (Pamplona1967), Jon Arretxe (BasauriBizkaia, 1963) o Iñaki Irasizabal (DurangoBizkaia, 1969) y de los que ya hablaremos más tarde, sin lugar a dudas los más vendidos en euskera por mucho que le pueda doler a Saizarbitoria y compañía semejante prueba de la desafección de los lectores euskaldunes a la literatura supuestamente con mayúsculas. No porque recuerdo el predicamento que tenían las novelas negras escritas por Gotzon Garate (Elgoibar, Gipuzkoa, 1934) y Xabier Gereño (Bilbao, 1924) entre los jóvenes, y cuyo éxito residía no sólo en la atracción del género en sí, sino también por lo accesible de su lectura en comparación con esa otra Literatura en supuesta mayúscula, la cual durante los primeros años posteriores a la unificación de la lengua en los años 60 podía decirse que también se caracterizaba por el experimentalismo lingüístico, es decir, por el uso de un euskera que parecía oscilar entre el apego a la fuente dialectal del habla del autor de turno y el cultismo más exacerbado que bebía de las fuentes de la literatura clásica en euskera y en especial de la escrita por la llamada Escuela de Sara (siglo XVII). De ese modo, se podría decir que las novelas negras, y por lo general cortas, de Garate o Gereño arrasaban entre los siempre contados lectores en euskera, muchos de ellos estudiantes de la lengua, al igual que lo hacían en castellano y en su respectivo género las de Corín Tellado o las que escribía Gonzalez Ledesma con seudónimo. Y sí, al igual que éstas, tampoco las de Garate o Gereño eran especialmente notables en cuanto a su calidad literaria, simple y honrado entretenimiento y con presupuestos muy clásicos, convencionales, propios del género.
    Por otro lado, hay que reseñar la existencia de una novela negra anterior incluso a la unificación de la lengua y además escrita durante el franquismo con todas las limitaciones que eso significa en cuanto a publicación y distribución. De ese modo, podemos decir que la primera novela escrita en euskera no es otra que Amabost egun Urgainen (15 días en Urgain) escrita por José Antonio Loidi Bizkarrondo en 1955. También hay que recordar la novela negra Dirua Galgarri (El dinero es la perdición) del navarro Mariano Izeta editada en 1962.
    Con todo, la novela negra asemejaba una rareza dentro de la producción editorial en lengua vasca, pues o pasaba completamente inadvertida o no merecía la consideración ni de la crítica, ni de la prensa. Así pues, hay que esperar hasta la aparición de 100 Street-eko Geltokia (La estación de 100 Street) de Iñaki Zabaleta Urkiola (Leitza, Navarra, 1952) para encontrar un verdadero fenómeno editorial a nuestra pequeña escala. Se trata de una novela que narra las peripecias de un joven navarro huido a New York por motivos políticos, cómo no, que se ve envuelto en una trama de tráfico de droga en el Harlem. La novela, publicada en 1986, fue un verdadero éxito de ventas para lo que suele ser la media, 50.000 ejemplares, y también de reediciones, la última en 2003. Si reparamos en la contraportada de la primera edición del libro nos encontramos con una descripción del libro como de lectura fácil y agradable, es decir, de puro entretenimiento. Pues parece que esa fue precisamente la clave del éxito de 100 Street-eko Geltokia, su accesibilidad al lector medio vascoparlante en contraste con la literatura de alto vuelos, y puede que también el hecho que se desarrollara fuera del País Vasco-Navarro, esto es, lejos de los escenarios habituales del resto de la literatura vasca con el llamado conflicto vasco casi siempre de telón de fondo.
    Reconozco que sería muy osado por mi parte afirmar que el éxito de la novela de Zabaleta animó a no pocos escritores euskaldunes a aventurarse con un género que hasta entonces no había recibido mayor atención por parte de los auto-titulados como escritores serios, literarios, y sí más de un desprecio. Pero el caso es que varios de esos escritores serios, esencialmente literarios, empezaron a experimentar con un género que les ofrecía la posibilidad de tratar, siquiera ya sólo de refilón, ciertos aspectos de la realidad vasca, y qué decir que por extensión también del conflicto de marras en especial. Me refiero a autores de la talla de Anjel Lertxundi (Orio, Gipuzkoa, 1948), Itxaro Borda (Bayona, Francia, 1959), Jon Alonso (Pamplona, 1958) o  Aingeru Epaltza(Pamplona, 1959). De entre estos hay que destacar a Itxaro Borda con su atípica inspectora Amaia Ezpeldoi, sentimental, patriota, lesbiana y de gustos sencillos (sueña con trabajar de barrendera limpiando las calles de Baiona), con títulos como Bakean Utzi Arte, 1994 (Hasta que nos dejen en paz), Jalgi hadi plazara 2006 (Sal a la plaza!) o Bizi nizano munduan, 1996 (Mientras viva en el mundo) o Boga Boga, 2012. Borda aborda la realidad que describe a través de su personaje fetiche con la ironía y distancia propia del que se sabe al margen, el rarito a los ojos de los demás, el heterodoxo no sólo por principio sino incluso por accidente. No obstante, si hay que destacar algo de estas novelas eso es el humor, cuando no el puro y duro sarcasmo con ánimo de reírse de uno mismo, siquiera de purgar ciertas culpas colectivas, hay que destacar a Jon Alonso, el cual utiliza la novela negra como mera excusa para caricaturizar prototipos y actitudes de un país en permanente querella consigo mismo: Katebegi Galdua, 1995 (La cadena perdida), Zintzoen saldoan 2012 (En el grupo de los honrados)  Hiri hondakin solidoak, 2015 (Residuos urbanos sólidos).
    Como ya he señalado, la mayoría de los autores antes citados incursionan en la novela negra tras haber destacado en otros géneros y por lo general en la llamada novela seria o esencialmente literaria. Así pues, hay que esperar hasta la aparición de escritores como Jon Arretxe, Alberto Ladrón Arana o Iñaki Irasizabal para hablar de escritores especializados en la novela negra. El caso de Jon Arretxe es bastante paradigmático, pues no sólo se ha convertido en uno de los escritores de novela negra en euskera que más vende hasta el punto de poder dedicarse a la escritura profesionalmente, sino que además edita casi simultáneamente en castellano y con bastante aceptación sus novelas de la saga del peculiar detective Touré, un nativo de Burkina-Faso emigrado al castizo y multicultural barrio bilbaíno de San Francisco donde en un principio trabajaba de nigromante.  Su saga de Touré tiene títulos como 612 euros, 2013, Sombras de la Nada, 2014 o Juegos de Cloaca, 2015, etc. Otro de los escritores especializados en la novela negra es el pamplonés Alberto Ladrón Arana, al cual hay que reconocerle lo elaborado, cuando no intrincado, de sus tramas, las cuales buscan siempre sorprender al lector hasta el último momento. Son novelas sin apenas conexión unas con otras, con tramas siempre relacionadas con el presente o la historia reciente del llamado Viejo Reyno y que casi siempre tratan temas de candente actualidad, historias en las que los protagonistas lejos de ser inspectores o detectives, suelen ser personas corrientes enfrentadas a situaciones extraordinarias: Xake Mate, 2002 (Jaque Mate),Itzalaren Baitan, 2001 (En el interior de la Sombra), Arotzaren Eskuak, 2006 (Las manos del carpintero), Ahaztuen Mendekua, 2009 (La venganza de los olvidados), Zer barkaturik ez, 2011 (Nada que perdonar), Piztiaren begiak, 2012, (Los ojos de la bestia), etc. Por el contrario, la novela negra de Iñaki Irasizabal destaca por utilizar el crimen como mera excusa para una disección de la sociedad contemporánea en la que vivimos, lo cual acostumbra a hacerlo sin circunscribirse en exclusiva a la vasca. Más bien todo lo contrario, los temas y tipos que Irasizabal retrata suelen ser universales: Mendaroko Txokolatea, 2005 (El chocolate de Mendaro), Gu bezalako heroiak, 2009 (Héroes como nosotros), Igelak benetan hiltzen dira, 2011 (Las ranas mueren de verdad), Bizkartzainaren lehentasunak, 2013 (Las prioridades del guardaespaldas), Odolaren deia, 2014 (La llamada de la sangre), etc.
    Como podemos observar por la cronología, el éxito de estos tres últimos autores, porque de tal tenemos que tachar su volumen de ventas para lo suele ser el promedio de ventas en euskera, coincide con el llamado “boom” de la novela negra a escala mundial. No es extraño por lo tanto que la mayoría de las editoriales en lengua vasca hayan dejado atrás sus recelos de antaño hacia el género, esos que les hacían considerar la presencia de una novela negra en sus exquisitamente literarios catálogos casi como un desdoro, con el fin de lanzarse a publicar obras con las que acaso cosechar los mismos éxitos de ventas obtenidos por los escritores anteriormente citados. Así pues, hay que señalar como novedades de estos últimos años autores y obras como Prime-Time, 2014 del vasco-americano Jonh Andueza, Argazki kamara, 2015 (La cámara fotográfica) de  Ana Urkiza (Ondarroa, Bizkaia, 1996), Barre algarak infernutik, 2009 (Carcajadas desde el Infierno) de M.A. Mintegi Larraza (Ataun, Gipuzkoa, 1949), Herensuge gorriaren urtea, 2013 (El año del dragón rojo) del jovencísimo Eneko Aizpurua (Lazkao, Gipuzkoa, 1976),Zangotraba, 2014 (La zancadilla) de Juan Kruz Igerabide (Aduna, Gipuzkoa, 1956), Argiaren Erreinua, 2011 (El reino de la luz, aunque publicado en castellano como Las Siete Esferas) del vitoriano Joseba Lozano.
    Observamos, por lo tanto, que la novela negra en lengua vasca no sólo tiene un buen número de seguidores, que éstos incluso son responsables de que se repita el éxito de ventas que el género experimenta desde hace tiempo en otras literaturas, señal inequívoca de que el sector editorial vasco puede homologarse a cualquier otro de los países de su entorno e independientemente de su tamaño, sino que además se puede distinguir dentro del género por una característica muy curiosa, idiosincrásica que diríamos, y que no es otra que el rechazo a hacer protagonistas de las novelas a policías de cualquier tipo o a personas relacionadas con la Justicia, de no ser, claro está, como meros instrumentos para criticar precisamente la actividad de los cuerpos policiales. Nos encontramos ante una peculiaridad directamente relacionada con esa sociología resultante de años de violencia terrorista y la consecuente reacción policial, durante mucho tiempo bajo sospecha por lo sistemático de la tortura y más de un funesto episodio. O lo que es lo mismo, años de desencuentros con los cuerpos de seguridad de todo tipo y también cierto apego romántico, cuando no ideologizado, de la idea de la insurgencia frente al poder establecido, una sociología que si bien está muy presente en una parte muy destacada del conjunto de los ciudadanos vasco-navarros, por lo que respecta a la comunidad vascoparlante se puede decir que casi, pero sólo casi, es mayoritaria. Es por ello que casi todos los protagonistas o héroes de las novelas negras tienden a ser personas anónimas, detectives más o menos atrabiliarios, o profesionales de la prensa, abogacía, forenses, etc., esto es, personajes que no se pueden identificar directamente con una autoridad siempre cuestionada.
    Por lo demás, y ya para acabar, recordar que todo lo referido hasta aquí hace mención en exclusiva a la novela negra escrita en lengua vasca. Lo advierto para que nadie se confunda con la novela negra vasca tal cual, dado que ésta también tiene su versión en castellano con autores de la talla de Javier Abasolo, Dolores Redondo, Willy Uribe, etc. Pero eso, claro está, ya es otra historia.






© Txema Arinas - Todos los derechos reservados
Licenciado en Geografía e Historia. Novelista y Ensayista. Escritor. columnista de Solo Novela Negra