martes, 17 de octubre de 2023

A BOTE PRONTO


 

   Sobre lo de Hamas e Israel, porque si entras en esta red y te pregunta qué es lo que te ronda por el coco y no sacas el tema, o eres uno de esos ciudadanos de mierda a los que les resbala todo lo que no atañe a su ombligo en exclusiva, o eres un hipócrita que mira hacia otro lado en esto y en todo para, con toda probabilidad, procurar caer siempre bien a todos y en ese plan, y siempre desde mi condición de mindungui en todo, varias cosicas, vamos, perplejidades y alguna que otra pregunta.


Puede que Enrique Santiago, secretario general del PCE, no lo tenga muy claro; pero, creo que la mayoría sí lo tenemos: terrorismo es todo aquello que atenta contra la vida de inocentes, contra la población civil, que lo hace además de un modo cruel e indiscriminado como lo ha hecho Hamas en los territorios israelís que rodean Gaza matando a cientos de inocentes por el único motivo de estar ahí. A decir verdad, eso y no otra cosa es lo que ha hecho Hamas desde su creación, atentar contra la población civil israelí con el único propósito de hacer imposibles los Acuerdos de Oslo de 1993 que abogaban por la solución de los dos estados, uno israelí y otro palestino. Hamas nunca aceptó dichos acuerdos porque abogaba por echar a los judíos al mar, es decir, por eliminar Israel. Hamas apuesta siempre por el maximalismo que se da de bruces con la realidad, y no hay más realidad que el hecho consumado de la existencia de Israel por muy discutible que sea su origen. Pero, además, Hamas coincide en su maximalismo con el de los ultras sionistas que abogan a su vez por expulsar a todos los palestinos de sus tierras ancestrales para construir su Gran Israel. Unos ultras que además son los que mandan hoy en Israel porque han convencido a la mayoría de sus ciudadanos de que sólo ellos pueden garantizar la seguridad de sus vidas frente a esos ultras del otro lado que son los terroristas de Hamas. Una convicción que Hamas acaba de desmontar del modo más cruel imaginable.

Enrique Santiago hace un flaco favor a la causa palestina identificándola con los objetivos de Hamas, algo así como si todo el nacionalismo vasco fuera ETA, incluso como si todos los vascos lo fuéramos por el sólo hecho de serlo. Pero bueno, Enrique Santiago es un comunista de manual, dogmático a machamartillo, casi que de museo, y, sobre todo, uno de esos pájaros que cagan permanentemente en su propio nido, en este caso el de Sumar.
Claro que, por la misma razón, también es terrorismo lo que hace Israel aplicando un castigo colectivo a los palestinos por los crímenes de Hamas -y eso sin tener en cuanto los cientos de asesinatos de palestinos acumulados durante décadas por parte del famoso y mitificado Tzahal como cómplices de la política de asentamientos en los territorios ocupados de Cisjordania y que a fecha de hoy hacen inviable, casi que absurdo, la creación de un estado palestino en condiciones; ni más ni menos que lo que siempre han pretendido los enemigos de los Acuerdos de Oslo, ya sea la ultraderecha israelí o los terroristas de Hamas. Una política de expansión a cuenta del pueblo palestino de la que da debida cuenta el periódico israelí Haaretz, digamos que la voz de la cada vez más menguante o menguada progresía israelí que todavía defiende la solución de los dos estados, cuando responsabiliza a Netanyahu de haber retirado efectivos militares que vigilaban los alrededores de la franja de Gaza para destinarlos a apoyar a los colonos ultraortodoxos en su política de expulsión de los palestinos de sus casas para construir sobre ellas, en territorio declarado ocupado por la tira de resoluciones de la ONU, sus asentamientos encastillados. Y ya si eso dejamos para otro día lo de la limpieza étnica del ejército israelí durante la famosa Nakba, y de la que no faltan testimonios de muchos de los veteranos del ejército israelí en los que confiesan haber arrasado poblaciones árabes enteras con sus correspondientes asesinatos indiscriminados, vejaciones y violaciones, con el único propósito de infundir el terror entre la población civil palestina para animarles a abandonar su tierra natal y la de sus antepasados; vamos, algo muy parecido, si no idéntico, a que lo que acaba de hacer Hamas en los kibutz que ha atacado.

Pero claro, en la sociedad de la imagen y entre una población occidental que se mueve en su inmensa mayoría a golpe de emoción mediática y que apenas se toma su tiempo para la reflexión, el impacto de las imágenes de los asesinatos de Hamas a gente inocente parece condicionar la opinión sobre este conflicto hacia el blanco y negro sin solución. Lo repito, por supuesto que es una barbaridad lo que ha hecho Hamas y merecen una respuesta. Pero, ¿acaso no está siendo ya una barbaridad la respuesta de Israel sobre un territorio como Gaza en el que no hay escapatoria para la gente del común y a la que además han condenado a un asedio al más genuino estilo, no ya medieval, sino como al que los nazis sometieron al gueto de Varsovia?

De hecho, y por muy manido que esté la comparación, que por algo lo estará, ¿no recuerda lo de Gaza prácticamente en todo a lo del Gueto de Varsovia? Ah, bueno, que no es lo mismo porque los judíos eran gente como nosotros, civilizada y tal, y los palestinos ya se sabe, árabes musulmanes en su inmensa mayoría, la cual además vota y sostiene a integristas como Hamas. Dicho de otro modo, si es por víctimas mejor indignarse, e insisto que con toda la razón del mundo, cuando matan a un chaval en una rave festivalera como a las que van nuestros hijos, que por la muerte en Gaza de una familia entera bajo las bombas israelí; cuestión de estética y sobre todo de puro y duro racismo.

Luego ya para qué preguntarnos acerca de la indecencia, siquiera estética, de una sociedad que celebra "raves festivaleras" casi junto al muro, y el que nos ocupa encima denominado como festival de "La Paz", de ese inmenso campo de concentración que es Gaza, normalizando un estado de cosas construido sobre una injusticia como la de la ocupación israelí. Mejor no, mejor quedarnos con la copla esa del ministro ultra de defensa de que los asesinos son bestias humanas y no humanos reducidos a la condición de bestias. Eso y que es imposible sustraerse a la comparación antes citada y no recordar cómo también la población alemana tildada de normal celebraba su correspondiente Octoberfest berreando "Deutschland, Deutschland über alles, Über alles in der Welt", es decir, "la "normalidad" de su Reich de los mil años, no muy lejos de los guetos o los campos de concentración y exterminio instalados por sus dirigentes nazis. Pero claro, es que para ellos los judíos tampoco eran personas, ratas los llamaban. Y así, deshumanizando a la víctima, olvidando la raíz del problema, incluso obviando que, a diferencia de muchas otras cosas, la solución de esta es más que sabida, la creación de dos estados pese a los maximalismos de cada parte, vamos "normalizando" un estado de cosas tan injusto como insoportable porque nuestra mirada sobre las ellas cada vez está más condicionada por los prejuicios, y aquí de nuevo a destacar el racismo puro y duro, que por los principios morales, de justicia y bla, bla, bla.

Con todo, hay algo que, no por muy sabido, no deja de sorprenderme. ¿De verdad se puede reducir las filias y fobias hacia a un lado o el otro en función exclusiva de la eterna dicotomía izquierda-derecha? Cuando la raíz del problema es tan obvia, ni más ni menos que la expulsión de su país de millones de palestinos para crear sobre este un estado judío para una minoría de inmigrantes que con el tiempo acabarían siendo mayoría, cuando la ocupación de los territorios cedidos tras la Partición a los palestinos, en realidad tras la expulsión a la fuerza de los palestinos por los grupos armados judíos, la Nakba, ha sido condenada por la ONU en numerosas resoluciones, cuando el actual gobierno de Israel ha demostrado a las claras su propósito de culminar la creación del Gran Israel, entre otra cosas fomentando la colonización del territorio que los Acuerdos de Oslo destilaban a la Autoridad Palestina para que estableciera sobre este su propio estado; ¿Cómo se puede reducir el conflicto entre israelíes y palestinos a un mero asunto de terrorismo? O lo que es lo mismo, cómo se puede uno creer, por muy de derechas que se sea, que lo que pasa en ese rincón del mundo no es la consecuencia directa de una injusticia histórica cuyo remedio está más que sabido, la creación de dos estados independientes previo reconocimiento por ambas partes de un estado de cosas, -el estado de Israel como un hecho consumado pese a quien le pese, y la existencia del pueblo palestino otro tanto-, y no una mera cuestión de seguridad de la ciudadanía israelita por culpa de unos fanáticos integristas cuya violencia está motivada única y exclusivamente por el fanatismo religioso o la pura maldad. ¿Habrá que dar por cierto el mantra de que a la derecha nunca le interesa la justicia sino la seguridad? Me lo pregunto cuando veo el apoyo apasionado e incluso desacomplejado de la derecha occidental en su inmensa mayoría a Israel obviando la susodicha raíz del problema, alineándose sin fisuras con las tesis, ya no de los ciudadanos israelitas más moderados que todavía abogan por la solución de los dos estados -aquí toca señalar lo que recuerda Andrés Krakenberger hoy en el Noticias de Gipuzkoa que dijo en su momento Ami Ayalon, exjefe del servicio secreto interior israelí: “En Israel tendremos seguridad cuando los palestinos tengan esperanza. Les prometieron paz y tuvieron más asentamientos, más colonos, más violencia, más puestos militares”, sino con las de la ultraderecha sionista y religiosa, la cual no se distingue en prácticamente nada de la ultraderecha xenófoba e integrista europea. En todo caso, partidos de derecha europeos como el PP y compañía que en sus respectivas casas además profesan de moderados, incluso de demócratas y defensores de los Derechos Humanos a ultranza. Derecha que no es sólo al estilo de la lideresa madrileña, sino incluso del de la presidenta de la Comisión Europea. Como para no sospechar lo obvio, que lo que realmente motiva el apoyo de esta derecha europea no es tanto la inercia de ponerse siempre del lado del orden establecido por el más fuerte, sino un racismo cada vez menos soterrado hacia los palestinos por árabes y musulmanes, incluso diría que una aporofobia descarada u odio hacia los pobres en solidaridad, y aquí hay que añadir que instintiva, con esos israelís tan como nosotros en casi todo, como que hasta sus equipos de baloncesto juegan en nuestras competiciones europeas a pesar de estar en otro continente, un mundo reconocible como propio en detrimento de lo que una persona cabal de derechas siempre juzgará la barbarie árabe e islámica a esa otra orilla del Mediterráneo tomando siempre la parte, Hamas y el integrismo islámico en su conjunto, por el todo. Y de ahí esa convicción tan inconfesable de los amigos de Israel, siquiera de puertas afuera, de que la vida de un ciudadano israelí vale por principio, no ya el doble, sino todo lo que quieras añadir, que la de un salvaje moreno que nos degollaría sin pensárselo dos veces en cuando tuviera la primera ocasión. Eso por no hablar de la sospecha de que a muchos de los que siempre se han alineado con Israel por la razón que sea, siquiera sólo a muchos de los que nunca han alzado voz alguna para denunciar ninguno de los abusos o crímenes cometidos por los israelís contra los palestinos en la convicción de lo que les pasa a esos "follacabras" no va con ellos, parece haberles venido de perlas las atrocidades cometidas por Hamas contra miles de inocentes para poder así dar rienda suelta su hostilidad más o menos disimulada, cuando no verdadero odio, no ya contra los terroristas de la organización integrista, o cualquier otra de su mismo calado, sino más bien contra los palestinos en particular y los árabes y/o musulmanes en general. Pues eso, racismo, puro racismo, soterrado y no, y todo lo demás mandangas.
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