viernes, 13 de septiembre de 2019

OCURRENCIAS E INSUSTANCIALIDADES VARIAS DE LA SEMANA



-Pues claro que estoy super contenta de estar en este acto acompañando al líder más preparado y carismático que hemos tenido nunca en la derecha española.

-Bienvenida, Rosa, estás en tu casa.

-Ya lo sé, Pablo, ya. Llevo preparándome desde el día que me afilié a la UGT y al PSOE.

-En serio.

-¿No ha dicho Alfonso Alonso que soy una persona "extraordinariamente versatil"?

-Sí lo ha dicho, sí.

-Pues eso. A ver, ¿de qué va esto? Sánchez quiere vender España a la ETA y Podemos instaurar un régimen como el de Venezuela. ¿Es así, no? Como que no llevo poco tiempo ni nada practicando.

-¿Y sobre el Concierto Vasco?

-Prefiero el de Aranjuez...



Hace mucho que no pongo cedés en casa y la tengo llena entre los de mi señora y los que me traje yo. No porque con el spotify y unos buenos altavoces para el ordenata puedo ir en una tarde del Autumn Leaves de Chet Baker a un concierto en directo de Burning con Luz Casal cantando a coro Correr Contigo y acabar con 13 piezas para piano, Op.76, de Sibelius; una maravilla, oigan. Entonces, ¿a qué hostias viene dar todo el rato la matraca con lo de que la música está muerta porque ya solo se escucha a Rosalía en todas partes, todo suena a Rosalía, que si Rosalía un antes y un después, que a ver qué va ser de nuestras vidas cuando no esté ya Rosalía. Gente más triste, agonías, la verdad. ¿Quién cojones es Rosalía, qué berrea?



Habría que llevar una fusta siempre encima para golpear a esos padres que hablan todo el rato de sus retoños y encima para contar al prójimo lo bien educados que están y lo listos, perfectos, puros portentos, que les han salido gracias a que han estado siempre encima de ellos, no les permiten ni el más mínimo desliz y así los tienen encarrilados por el camino de la virtud. Y no como los demás, que somos unos dejados, lo peor de lo peor. Sí, a ser posible una fusta de cuero con clavos para darles a ellos en todos los morros. Y también, también, para auto flagelarnos cada vez que caemos en la tentación de hacer o decir algo por el estilo. Asco de la gente así, oye.




La ONU otorga a Vitoria el galardón de Capital Verde Mundial (ya lo había sido de Europa) y yo me doy cuenta de que debo ser muy vitoriano porque es la segunda vez que lo primero que me viene a la cabeza cuando me entero de una noticia así es preguntarme algo tan terruñal como: "¿Lo que?" Eso o "¡Anda que no hay ciudades en el mundo para que...?", también "¿Pero dónde está el verde si no riega nadie nada...!" Vamos, una reacción genuinamente de casa y que además suelo tener la poca vergüenza de criticar cuando la reconozco en mis paisanos y comento -en realidad comentamos entre amigos- que la diferencia entre nosotros y los vecinos de la villa portuaria al norte reside en que mientras en Vitoria todo el mundo se opone a todo por principio y aun a sabiendas de que tarde o temprano redundará en su propio beneficio -las obras del tranvía como ejemplo: vecinos recogiendo firmas para parar una obra que al cabo de unos años aseguran que les ha cambiado la vida, que menudo chollo...), en Bilbao si les dicen que van a poner una pista de aterrizaje para que aterricen las naves espaciales de los extraterrestres en medio de la Gran Vía y les aseguran que será la primera del mundo, ellos a muerte con el proyecto sin la más mínima duda.

De modo que ahí queda una autócrítica y el morbillo de saber que podré oír y leer en los próximos días a legiones de babazorros, eternamente insatisfechos y amargados con todo y por todo tal y como suele ser la costumbre, renegando de este galardón a escala planetaria porque un día alguien movió un poco el contenedor de basura de su portal y así no se puede presumir de green capital of the world ni de na de na.

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