sábado, 4 de febrero de 2017

SOLICITUD DE AMISTAD



Vaya por Dios. Después de haber rechazado "cienes" y "cienes" de solicitudes de amistad por parte de supuestas féminas de todas las edades y pelajes, sobre todo esto último, que se me presentaban de las formas más sugerentes habidas y por haber en sus fotos del perfil de feisbuk, así como en las de su muro, a destacar ombliguitos con piercing y escotes adolescentes del tamaño del que lucía Sofía Loren (rechazo motivado, tanto por mi sospecha de que detrás de la pava exuberante e hipermaquillada de turno sólo podía hallarse un avieso hacker de esos que sacan hasta el número de talla de tus gayumbos, como por un reflejo instintivo de devoto marido que sólo tiene ojos y... para su santa, resulta que ahora me pide amistad Ragnar Lodbrok. ¿Y cómo hago yo ahora para negarme a dicha petición de amistad? Porque a ver quién me asegura que este no es el perfil feisbukero del verdadero Ragnar Lodbrok, por muy héroe vikingo a medio camino entre el mito y el personaje histórico que fuera, que de qué me tengo que creer yo que muriera hace ya 1152 años tras ser capturado por el rey sajón Aella de Northumbria y arrojado a un pozo con serpientes venenosas. Las leyendas no mueren nunca. Y si hay una con la que me gustaría contar entre mis amistades de feisbuk esa es la de Ragnar Lodbrok, pedazo de vikingo que poco a poco, a lo "sefmademan" nórdico, vamos, a hostia limpia, consiguió llegar desde lo más bajo al trono de Suecia, Noruega y Dinamarca. El primero en echarse a la mar para algo más que pescar arenques, que asoló las costas de toda la Europa atlántica, que puso los cojones por corbata a todos los reyes sajones de Inglaterra, "a furore normannorum libera nos domine!", y que si no saqueó París fue porque le vino mejor que le pagaran en metálico (danegeld) para volverse con sus vikingos por donde habían venido; y luego dile bárbaro, salvaje, que sería pagano pero no tonto, de hecho he ahí todo un emprendedor que sabe calcular el margen entre gastos y beneficios. Anda que no tendría pocas cosas ni nada que preguntarle a Ragnar, en especial a ver si con el tiempo no se arrepintió de abandonar a la pequeña pero matona Lagarta, pura voluptuosidad escandinava, para casarse con la fría y estirada Aslaug por la cosa esa de prosperar matrimoniando con alguien de mejor familia y posibles como todo nuevo rico que se precie. Eso y que a ver cómo podía aguantar en casa con cuatro hijos, cada cual más tarado y cizaña que el otro. Y luego, por supuesto, cada madre a lo suyo, malmetiendo todo el rato; que si el mío tiene que ser el sucesor porque es el primogénito..., pero el mío es de sangre real y el tuyo de porquero... No me extraña que el hombre estuviera deseando que llegara el verano para echarse al mar con la escusa de la temporada del pillaje y tal. Menudo papelón tenía el hombre en casa, de ahí esa mala hostia con la que desembarcaba cada vez que su drakkar arribaba a una costa de cristianos. Cómo para no ponerte a repartir mandobles a diestro y siniestro, y encima a unos tíos que a la que te descuidabas te salían con lo de "amaros los unos a los otros como... "; ¡anda y dale con el mango en toda la frente, a ver si se calla, jodidos frailes!, ¿dónde guardas las reliquias? En fin, que sí, que seguro que también es un anzuelo de esos para que con la emoción vaya y caiga en las redes del hacker de turno. Pero oye, si por amistades de feisbuk se trata, anda que no las hay poco raras y hasta tan de fantasía o más como la de este caudillo vikingo. Eso y que no me lo iba a pasar poco bien ni nada con el guiri este a tenor del saque que parecían tener también los suyos, que menudas farras se pegaban por Odin, Thor y todo lo que tu quieras, majo. De hecho hasta podiamos quedar con otro vikingo de Donosti a darle duro ahí a la hidromiel, al zumo de cebada fermentado e incluso al txakoli de Getaria -a mí el de la zona de Ayala y alrededores es que me da mucha acidez, se ve que le da poco la brisa marítima-, y ya luego si eso echarnos a la mar para abrir nuevas rutas de saqueo o lo que se tercie. Peor que otras veces no iba a ser, desde luego que no.

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