La vida, así grosso modo, no deja de ser un cúmulo de penas, derrotas, pérdidas, renuncias, contratiempos y decepciones, así como gente empeñada en amargártela con su inquina, envidia, prejuicios y resentimientos. Eso y la convicción de que tú eres un santo y que el resto del mundo sólo está ahí para darte por culo. Menos mal que somos optimistas y creemos en la posibilidad de un mundo mejor, esto es, sin curas más o menos pederastas, picolos con o sin camisa blanca impoluta tras un atentado, jueces de vete a saber ya qué generación jodiendo por principio al ciudadano que no comparte su estrecha e integrista concepción de la sociedad, políticos en general y sobre todo tan vomitivos como el Rivera, suegras, cocineros de suplemento dominical, futbolistas a lo Cristiano Ronaldo, veganos proselitistas y otros iluminados empeñados en salvar esta mierda de mundo, raperos que piensan que la poesía es una enfermedad venérea, gente que se dice humilde o sencilla todo el rato..., y lo peor de todo, serios y/o memos que no pillan una coña ni haciéndoles un croquis, o que creen que el sarcasmo o la ironía son sinónimos de pandemia. Gracias también a que todavía existen cosas como la entrécula para darle sentido a la pregunta de, por qué, con todo lo que nos quejamos por vicio, todavía estamos vivos.
miércoles, 2 de mayo de 2018
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