viernes, 13 de julio de 2018

SETIÉN, UNO DE LOS NUESTROS


Pues sí, vuelve la burra al trigo, a joderse toca, aquí haciendo memoria, y para los que dicen que lo de no pararse a saludar a los hijos de Aldaia no tuvo importancia o no podemos saber si se dio cuenta o no. Aquel fue el tiempo del lazo azul, y ya antes de lo del Buen Pastor había habido unas cuantas agresiones a gente que lo llevaba. En mi cuadrilla tuvimos un altercado a causa de un intento de linchamiento de uno de nosotros que lo llevaba el plena Cuchi, entonces el territorio comanche por excelencia en nuestra ciudad. No acabamos a hostias de puro milagro con una marabunta de enfervorecidos cachorros "abertzalsocialistas" que se lo querían quitar a nuestro colega a hostia limpia. A mí me arrojaron a los pies un bloque de cemento del que me libré no sé si por instinto o porque un colega me apartó mientras discutía a gritos y amenazas con aquellos camisas pardas. Al final, y a pesar de ser diez veces más que nosotros, pero nosotros en la veintena larga y la mayoría de ellos críos de instituto se acoquinaron. También sé, como la mayoría de nosotros, de muchas otras anécdotas con el lazo azul, recordemos que una muestra de rechazo al secuestro de un empresario por parte de ETA, algunas tan patéticas como niñas diciéndole a su ama en una óptica: "ahí va un fascista de los del lazo..." (la foto que acompaña esta entrada ilustra bastante al respecto...) Todos tenemos anécdotas parecidas de aquella época.

Y el caso es que, días después, veo en la tele a Setien, la cabeza de los cristianos guipuzcoanos, y no precisamente porque a un ateo como yo le afecte lo que haga o deje de hacer un prelado de la Iglesia, pasando de largo de la familia con la pancarta exigiendo la liberación de Aldaia y el lazo azul de marras. Estos días he recordado que el asco infinito que sentí aquel día por aquel hombre soberbio como pocos que en el preciso momento que debió demostrar su piedad cristiana prefirió el gesto político de no posicionarse a favor de los que estaban sufriendo para no molestar a los verdugos y sus acólitos. Que sí, que luego muy erudito y todo lo que tú quieras, que hizo cosas como implantar Proyecto Hombre, que ayudó a muchas familias... faltaría, faltaría, que era el obispo, vamos, el jefazo de una organización que se debe precisamente a esas cosas. Con todo, insisto, hay gestos que nos marcan de por vida, al no ser, claro está, que nos arrepintamos y pidamos perdón; no hace falta ser cristiano para saber perdonar.

De ahí la nefasta opinión que he tenido siempre por el finado y lo mucho que me irrita la veneración, casi que rozando la beatificación, que recibe su figura por parte de la mayoría del nacionalismo vasco no violento (y no nos vamos a engañar, el motivo principal no fue otro que Setién abogaba por una paz pactada con los asesinos en la que siquiera algo se les reconocería por dejar de matar). Porque, vaya por dónde, resulta que los que lo veneran suelen ser los medios nacionalistas y personas de sensibilidad nacionalista (acaso tanto o más como la mía, si bien insisto que de serlo lo sería de la forma más heterodoxa posible y desde luego que lo más lejos del pringue tribal que lo envuelve en nuestro caso), el cual, al hacerlo, vuelve a relegar el dolor de las víctimas a un segundo o tercer plano, vuelve a hacer lo que la mayoría social nacionalista, pero no todos los nacionalistas, hicieron durante los años de plomo, y lo hacen justo en un momento en el que se nota demasiado que esa mayoría social quiere rescribir a toda costa el relato de lo sucedido para evitar así tener que enfrentarse a la vergüenza de reconocer que fue tibia con ETA e indiferente, cuando no desdeñosa, con las víctimas. De hecho, eso se percibe en la vergonzosa equidistancia del discurso de muchos paisanos cuando al mencionar aquellos años enseguida corren a mentarte las torturas, lo de Cataluña, Palestina, Trump, el Calentamiento Global..., como si de verdad lo uno quitara lo otro. Y por favor, que no entienda nadie esto como un ataque personal, hablo en general, hablo de aquellos del "algo habrá hecho..." reconvertidos hoy en "tampoco fue para tanto..."
Aquí lo dejo.

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